NOTA DE LA AUTOR A
En 1988, un equipo científico tomó muestras del Sudario de Turín, también conocido como el Santo Sudario, una pieza de lino antiguo hecha a mano, de 4,36 por 1,10 metros, considerada la mortaja de Cristo, la Santa Sábana. Las muestras fueron sometidas a pruebas con carbono radioactivo en laboratorios de Arizona, Oxford y Zúrich. De manera unánime, los tres laboratorios dataron el lino del sudario entre los años 1260 y 1390.
Así pues, todo apuntaba a que la más famosa sábana de amortajar del mundo era una de las muchas reliquias cristianas falsas, fabricadas en Europa en aquella época, pocas de las cuales habían estado alguna vez cerca de Jerusalén, y mucho menos cerca del cuerpo crucificado de Jesucristo.
Dos expertos en el Santo Sudario que no se quedaron convencidos de aquella datación, manifestaron más adelante lo siguiente: «Creemos que el sudario ha sido remendado [...] con tejido del siglo XVI».
¿Se hizo la datación por carbono en parte sobre el remiendo y en parte sobre el sudario original, de tal modo que se obtuvieron resultados sesgados?
Podía deducirse de los datos históricos, que determinados fragmentos extraídos de los bordes del sudario —quizás en una época tan remota como la del reinado del monarca checo Carlos IV de Bohemia— hubiesen sido reemplazados o reparados más tarde, entrelazando hebras del siglo I con otras del siglo XVI en la esquina del tejido de la que se habían tomado las muestras sometidas a las pruebas del carbono radioactivo. Un reputado experto en tejidos examinó una muestra y dijo: «No hay la menor duda de que hay diferente material a cada lado, [...] Sin duda se trata de un remiendo».
En 2002, mediante análisis químicos confirmaron que estos últimos expertos estaban en lo cierto.
La autenticidad del sudario se tornó entonces más convincente, pero de momento sus custodios pontificios no se han regocijado con esos nuevos datos, y han extraído recientemente todos los remiendos del Lienzo Sagrado.
En cuanto a las marcas o impresiones del sudario, a menos que la iglesia autorice la realización de nuevas pruebas, los católicos habrán de confiar en los resultados de la investigación científica previa. En el informe final del proyecto de investigación sobre el Sudario de Turín que se efectuó en 1978, se llegó a la siguiente conclusión: «Por ahora podemos asegurar que la imagen del sudario es la forma humana real de un hombre flagelado y crucificado. No es la obra de un artista. Las manchas de sangre se componen de hemoglobina y también dan positivo en seroalbúmina. La imagen es todavía un misterio».
Desde entonces parece ser que sólo una parte del rompecabezas ha quedado resuelta. Dos reputados científicos, relacionados con universidades de Israel y de Carolina del Norte, estudiaron muestras de polen tomadas del Santo Sudario y concluyeron que su fuente era una planta que crece en Israel, en Jordania y en Sinaí, y que no se da en ninguna otra parte del mundo.