Los coños de Melusina

Guardo a Melusina, la sirena que capturé en los mares del Norte (y no me detendré en detallar su captura, ni en defender su existencia), en una bañera con termostato que conserva el agua a veintiocho grados centígrados.

Melusina es mujer del ombligo hacia arriba, y pez del ombligo para abajo, más o menos como todas las sirenas que aparecen retratadas en las láminas, pero conmigo se comporta como mujer de cuerpo entero cada vez que me meto con ella en la bañera. Melusina es juguetona, de senos altos y escurridizos, y tiene una cola con escamas de nácar con la que levanta oleajes. En contra del infundio que algunos marineros rencorosos se han encargado de divulgar, las sirenas no cultivan la perfidia, ni se alimentan de carroña, ni enamoran a sus víctimas para después ahogarlas. Melusina, desde luego, no; ella es bondadosa, titubeante, y padece ciertos problemas de identidad, como corresponde a un ser híbrido que, además, vive en cautiverio. Yo procuro hacerle más llevadero el encierro con pasatiempos inofensivos: le enseño idiomas (pronto será políglota), le hago cosquillas en la cola y me dejo fornicar con resignación submarina. Los domingos, cuando le cambio el agua de la pecera perdón, de la bañera y la fecundo con mi semilla estéril (según las leyes genéticas, un hombre no puede engendrar descendencia en una sirena), ella me lo agradece con burbujas que le salen de la boca, una detrás de otra, ensartadas como perlas de un collar. Melusina, debajo del agua, se torna más bella y sinuosa, y mueve la cola con una coquetería de merluza en celo. A diferencia de las demás mujeres, tiene dos coños, uno a cada lado del ombligo, ocultos entre escamas como párpados; son coños gemelos, simétricos, que le sirven al mismo tiempo como agallas y que tienen un cierto aspecto sanguinolento. Los coños de Melusina se abren y se cierran al ritmo de la jodienda o la respiración, como branquias monstruosas que al principio me daba asco frecuentar, pero que con los años ya frecuento, a pesar del reúma que me transmiten. Cuando salgo de la bañera, la picha me huele a mejillón podrido. Melusina dormita en el suelo de la bañera, como un animal anfibio. Aún no he averiguado si es ovípara o mamífera, pero en las relaciones sentimentales también conviene que haya zonas de sombra.