Nota de autora
Quiero darle las gracias a Susan Rabson, de la librería Pennsylvania que, con gran sabiduría e inteligencia, recomienda libros a los lectores que deambulan entre las estanterías. En mi caso concreto, a una madre que busca lecturas adecuadas para sus hijos. Me quedé prendada de inmediato de su amable sonrisa y su precioso acento. Resulta que Sue no solo es una apasionada de los libros, sino también natural de Maidstone, condado de Kent, lugar en el que ya había pensado localizar la acción principal de este libro. Se ofreció generosamente para, en su siguiente visita a casa, recoger información con el fin de facilitármela, y vaya si lo hizo. Así pude leer libros y folletos sobre Maidstone y su historia reciente. ¡Muchísimas gracias, Sue!
También quiero mostrar mi agradecimiento a la escritora Anne Elisabeth Stengl y a su marido, Rohan de Silva, por su desinteresada ayuda con las escenas de lucha a espada. (Cualquier error que haya podido deslizar respecto a Maidstone y la esgrima es solo culpa mía).
Me ha resultado de lo más interesante todo el trabajo de documentación para este libro, sobre todo en lo relativo a la vida del servicio. He asistido a unas clases de la sección Beau Monde de la Asociación Americana de Escritores, he leído bastantes libros sobre el tema, algunos de los cuales se han convertido en fuentes de varias de las citas iniciales de los capítulos y he visitado las zonas de servicio, tanto sótanos como áticos, de varias mansiones campestres y de ciudad en Gran Bretaña. (Solo por nombrar algunas, Lanhydrock en Cornualles, Number One Royal Crescent en Bath, The Georgian House en Bristol y Tredegar House en Newport, Gales).
Aunque el trabajo de documentación fue interesante, el escribir sobre la vida del servicio me resultó un tanto dificultoso, hasta el punto de sentirme abrumada en algunos momentos. Hay mucha información disponible, pero también contradictoria. Prácticamente cada casa tenía sus propias reglas, su organización, su forma de distribuir las actividades y las habitaciones y, en resumen, su manera de hacer las cosas. Y, la verdad, ¿hasta qué punto le interesa al lector enterarse del modo de sacarle brillo al latón o de vaciar los orinales? Además, el personal de Fairbourne Hall es mínimo si se compara con el número de sirvientes que en realidad necesitaría para funcionar adecuadamente una gran mansión de campo a principios del siglo XIX. ¡Pero tampoco quería abrumar con demasiados personajes! Espero que los lectores más expertos que yo me perdonen las libertades que me he tomado por el bien de la fluidez de esta historia de ficción.
Por lo que se refiere a otro aspecto histórico, sí que es cierto que hubo una revuelta de esclavos en Barbados, que comenzó el 14 de abril, día de Viernes Santo, de 1816.
Además, la placa que se menciona en el capítulo 8 es real, y se encuentra en el salón del servicio de una casa de campo de Lower Slaughter, en Costwold, que resulta ser uno de los pueblos favoritos de mi marido.
Como siempre, quiero agradecer a mi marido y a mis hijos todo su cariño y apoyo. También le doy las gracias a Carl Weber, la primera lectora de mis libros, por sus indicaciones, siempre útiles y sinceras. Y, por supuesto, a mi magnífica editora, Karen Schurrer, así como a todo el equipo de la editorial Bethany House Publishers, por el que siento una gratitud y un cariño sin límites.