A los chimpancés del mundo, a los que viven libres en la naturaleza y a los cautivos y esclavizados por el hombre. Para todos los que han contribuido a su conocimiento y comprensión.
Y a todos aquellos que han ayudado y que están ayudando en la lucha para conservar los chimpancés en África, y para proporcionar bienestar y esperanza a los que viven cautivos.
Y a la memoria de Derek.
Y, desde luego, a mi madre, Vanne, sin la que este libro no hubiera sido posible.