AGRADECIMIENTOS
¿Cómo, después de casi treinta años, puedo ni siquiera empezar a manifestar mi agradecimiento adecuadamente a cuantas personas han hecho posible continuar la investigación en Gombe? Mirando hacia atrás, resulta difícil distinguir entre las contribuciones hacia el estudio actual y las contribuciones hacia mi propia persona. Después de todo, los años en Gombe, observando e investigando la vida de los chimpancés, están tan indisolublemente unidos a mi propia vida personal que es difícil separar ambos aspectos. Seguramente, ni siquiera debería intentarlo. Tendría que escribir otro libro, pues la ayuda y el soporte que he recibido ha sido inmenso. Algunas veces me ha desbordado la amabilidad, generosidad y deseo de ayuda que he encontrado en gente de todo el mundo. Proporcionaron calor a mi corazón, dándome una y otra vez fuerzas para resistir en los tiempos difíciles.
Creo y espero haber expresado mi gratitud a todos aquellos que ayudaron a Gombe durante los diez primeros años de estudio en mi primer libro In the shadow of man. Ahora voy a tratar de hacer lo mismo a todas aquellas personas y organizaciones que me han permitido continuar desde entonces.
Primero debo mencionar mi gratitud al Gobierno de Tanzania: a nuestro anterior Presidente, Mwalimu Julius Nyerere, ahora presidente del partido, conservador de los hábitats forestales y botánico por mérito propio, y a su sucesor, el Presidente Hassan Mwinyi, y a todos aquellos que desde diferentes departamentos gubernamentales me han ayudado durante todos estos años. Especialmente quiero agradecer a varios de los comisarios regionales y a los directores de desarrollo de distrito de la Región de Kigoma, la ayuda que me han prestado en todo momento, y al director de Vida Salvaje (Wildlife), Costa Mlay. Debo especial agradecimiento al Director de los Parques Nacionales de Tanzania, David Babu, y a muchos de sus guardianes, así como al Director del Instituto de Investigación de Wildlife, Karim Hirji y al director del Consejo de Investigación Científica de Tanzania y a su equipo (especialmente a Addie Lyaruu).
Muchas fundaciones, instituciones y particulares han contribuido generosamente durante los pasados veinte años. Para la Sociedad National Geographic, una especialísima gratitud. La Sociedad patrocinó todo el programa de investigación durante muchos años y continúa sosteniendo nuestra labor de múltiples maneras. La publicidad de que han sido objeto los chimpancés de Gombe durante estos años, a través de artículos en revistas, programas de televisión y, más recientemente, anuncios en los periódicos ha sido, más que ningún otro factor individual, lo que me ha permitido, a mí y a cuantos me ayudaban, recaudar fondos para distintos programas con los chimpancés. Debo mencionar especialmente a Melvin Payne, Gil Grosvenor, Mary Smith y Neva Folk, quienes en los últimos años nos han ayudado extraordinariamente.
La LSB Leakey Foundation ha efectuado muchas y generosas donaciones; especiales gracias a Tita Caldwell, a Gordon Getty, a George Jagels, a Coleman Monton y a Debbie Spies por su ayuda y amistad.
También muchas donaciones particulares han ayudado a mantener la investigación en Gombe desde que la generosa subvención de la fundación Grant terminó inmediatamente después de los sucesos de 1975, cuando cuarenta hombres armados raptaron a cuatro estudiantes (como se relata en el capítulo VII). Las personas que han contribuido son tan numerosas que es imposible nombrarlas a todas, pero doy gracias de todo corazón a cada una de ellas, no sólo por las grandes contribuciones, sino también por los pequeños regalos que representan, por parte de quienes los mandaron, idéntico espíritu magnánimo. Una de las más preciadas donaciones me llegó a África de parte de un niño que envió un cuarto de dólar pegado con cinta adhesiva en una hoja de papel, en la que escribía que enviaría más en cuanto pudiera ganar dinero.
Permítaseme también agradecer a mi buen amigo Jim Caillouette los suministros médicos para el equipo de trabajadores de Tanzania.
También hemos recibido donaciones de algunas compañías; debo agradecerle especialmente a Jeff Walters y la Compañía Sony el que nos cediese cámaras de vídeo, filmadores y cintas para poder filmar el comportamiento de los chimpancés en el campo.
Mucha gente de Kigoma, ciudad próxima a Gombe, nos ha aportado su ayuda. Especialmente quiero agradecer la colaboración de Blanche y Toni Bescia, Subhadra y Ramji Dharsi, Rhama y Christopher Liundi, Asgar Remtulla y Kirit y Jayant Vaitha.
Siempre estaré agradecida a Robert Hinde por la paciencia que tuvo conmigo cuando era mi profesor en mi juventud y por la ayuda que me ha venido prestando desde entonces. También quiero agradecer a David Hamburg, quien en 1972 negoció una afiliación entre Gombe y la Universidad de Stanford, lo que permitió que una serie de buenos estudiantes trabajaran en Gombe como ayudantes de investigación, proporcionando al proyecto un nuevo vigor.
No puedo mencionar uno por uno a todos los estudiantes que participaron en la observación e investigación de los chimpancés. Pero quiero mencionar a aquellos que permanecieron en el campamento durante varios años, como Harold Bauer, David Bygott, Patrick McGinnis, Larry Goldman, Hetty y Frans Plooij, Anne Pusey, Alice Sorem Ford, Geza Teleki, Mitzi Thondal, Caroline Tutin y Richard Wrangham. También Curt Busse y David Riss, que siguieron durante cincuenta días a Figan.
Ahora quiero manifestar mi agradeciminto a los Asistentes de Campo de Tanzania, por los que siento gran respeto por su cuidadoso trabajo y dedicación. Estos hombres trabajaron en Gombe durante varios años; el trabajo es su vida. Después del secuestro de 1975 nuestro trabajo habría finalizado de no haber sido por la colaboración y el soporte que estos hombres nos dieron. Un especial agradecimiento a Hilari Matama, que empezó a trabajar en Gombe en 1968 y que aún está aquí, y a Hamisi Mkono y a Estorn Mpongo, quienes han estado conmigo durante diez años. También a Yahaya Alamasi, Ramadhani Fadhili, Bruno Helmani, a Hamisi Matama y Gabo Paulo. Y quiero rendir un tributo especial a Mzee Rashidi Kikwale, que murió en 1988. Rashidi era quien me acompañaba en mis primeras excursiones por las montañas de Gombe. Con él vi aquí los primeros chimpancés. A lo largo de los años siguientes y hasta su muerte Rashidi fue un leal trabajador y un gran amigo. Hacia el final de su vida realizaba una importante tarea en Gombe, pues actuaba como jefe honorario de los trabajadores del campamento. Después de su muerte, uno de los hombres, Hilali, lamentaba su pérdida diciendo: «Somos como un cuerpo sin cabeza». Fue una gran pérdida.
También quiero mencionar la colaboración de otras dos personas en la investigación de Gombe: son Christopher Boehu y Anthony Collins. Chris introdujo el uso de las videocámaras de 8 mm en el equipo de filmación de Tanzania y además enseñó a utilizarlas a varios miembros del campamento. Esto me permitió observar y registrar las escenas únicas e inolvidables del comportamiento de los chimpancés filmadas cuando tenía que ausentarme del campamento. Por otro lado Tony es Director de Campo del estudio de los papiones. Durante los dos años y tres meses que duró su colaboración, se encargó también de la Administración del campamento, así como de los salarios, beneficios, seguros, etc.; por ambos aspectos le estaré siempre agradecida. Más recientemente entró en escena un veterinario británico, al que también quiero mencionar: Kenneth Pack. Gracias a su oportuna visita se salvó la vida de uno de los chimpancés que más quiero, Goblin; por ello le estaré siempre agradecida, así como por el trato amistoso que nos aportó cuando la reciente epidemia destruyó los estudios que se venían realizando con los papiones.
Hay en Dar es Salaam un fabuloso equipo de personas que ha sido de gran ayuda para mí tanto en los trabajos de análisis como en los de administración. Trusha Pandit fue mi mano derecha durante ocho años; no había nada que ella no controlara. Nos ha dejado recientemente para volver junto a su marido a la India y nadie podrá reemplazarla. Otros que han dedicado hora tras hora a analizar los datos y a controlar en Gombe, organizando incluso mi propio trabajo, son Jenny Gould, Jennifer Hanay, Ann Hinks, Uta Soutter y Judy Taylor. Mi más cariñoso agradecimiento para todas. Y también para aquellos maravillosos amigos que me animaron después de la muerte de Derek, ayudándome física y moralmente: primero, como es lógico, todos los miembros de mi propia familia; luego Vanne, mi madre, quien tuvo que marcharse a los pocos meses para ser sometida a una operación de corazón; a Olly, a Audrey y a Judy. Y también Grub, pobre niño cuya madre estaba siempre cuidando a los chimpancés e investigando la comunicación entre ellos. En Dar es Salaam está el hijo de Derek, Ian. Y gracias a Clarissa y Gunar Barnes, Jenny y Michael Gould, Frauke y Benno Haffner, Sigy y Ted McMahon, Nancy y Robert Nooter, el marido de Trusha Prashant Pandit, Judy y Adrian Taylor. Y a mis muy especiales amigos, con los que estuve durante los primeros deprimentes días tras mi regreso a Tanzania, Dick Viets y su maravillosa mujer, Marina, quien murió trágicamente en fecha reciente y a la que echo de menos y recuerdo con mucho amor y afecto. Y a otros que han sido de gran ayuda: Liz y Ron Fennell, Uta y Martin Souter, Catherine y Tony Marsh, Penelope Breeze y Stevenson McIllvaine, Mollie y David Miller y Julie y Don Petterson y Dimitri Mantheakis y sus hijos.
A continuación debo hacer llegar mi agradecimiento a cuantos hicieron posible el Instituto para la Investigación, Conservación y Educación Jane Goodall, una organización exenta de impuestos a través de la cual se canalizan todas las donaciones. Fue concebida por el último Príncipe Raniero de San Faustino y su mujer, Genevieve. Después de su muerte, Genie trabajó duro y cumplió su sueño con la ayuda de otros maravillosos amigos: Joan Cathcart, Bart Deamer, Margaret Gruter, Douglas Schwartz, Dick Slottow y Bruce Wolfe. ¡Cuánto esfuerzo, cuánta generosidad en tiempo o en dinero, o en ambos! Después de ellos otros seguidores leales han formado parte del Instituto: Larry Barker, Ed Bass, Hugh Caldwell, Sheldon Campbell, Bob Fry, Warren Hiff, Jerry Lowenstein, Jeff Short y Mary Smith. Y aquí destaco mi gran agradecimiento a las personas cuya generosidad fue muy importante para poner en pie la institución: Gordon y Ann Getty, cuya fabulosa donación en 1984 puede considerarse como nuestra fundación. Y mis más sinceras gracias, también, a William Clement, que realizó donaciones increíblemente generosas cuando el Instituto se trasladó de San Francisco a Tucson, Arizona. Debo expresar también mi agradecimiento a las personas que han trabajado tan duro a cambio de tan poco para ayudarme a realizar alguno de mis antiguos sueños. A Sue Engel, por ayudar a que despegase el Instituto. Y a Jennifer Kenyon y a la coordinadora de ChimpanZoo, Virginia Landau. Hay también una serie de personas que generosamente han donado sus esfuerzos y su dinero, y especialmente quiero agradecer a Leslie Groff, Gale Paulin y Humphrey y Penny Taylor. Y no sé cómo expresar adecuadamente mis gracias a Robert Edison y Judy Johnson que se han esforzado para levantar el Instituto a lo largo de los años. Bob, en particular, comparte todas mis ideas en lo que concierne al bienestar de los animales. Quiero asimismo expresar mi gratitud a Geza Teleki quien, después de luchar por la conservación y el bienestar de los chimpancés casi individualmente desde su regreso de Sierra Leona, se ha unido ahora con el JGI. Geza, de hecho, es «Nuestro hombre en Washington», donde dirige el Comité para la Conservación y el Cuidado de los Chimpancés (las cuatro C). Geza, junto con Heather McGriffin, también me proporciona su maravillosa hospitalidad cada vez que visito la capital de América, lo cual, en estos días, sucede muy a menudo. Otra gente que está profundamente implicada en los esfuerzos por mejorar las cosas de los chimpancés, y que han sido de gran ayuda en Washington, son Michael Bean, Bonnie Brown, Roger Coras, Kathleen Mozzoco, el senador John Melcher, Ron Nowak, Nancy Reynolds, y Christine Stevens.
Otros muchos han hecho grandes contribuciones, cada uno a su propia manera, y estoy enormemente agradecida a todos ellos, especialmente a Michael Aisner por sus grandes esfuerzos en la creación de la fundación; a Mark Maglio por contribuir de manera tremenda; y a Peggy Detmer, Trent Meyer y Bart Walter por sus maravillosas ayudas.
Aún más recientemente nació el Instituto Jane Goodall (Reino Unido). Hoy es ya una poderosa organización a causa de las notables personas que pusieron en él toda su confianza: Robin Brown, Mark Collins, Geri di san Faustino, Robert Hinde, Bertil Jernberg, Guy Parsons, Victoria Pleydell-Bouverie, Sir Laurens van der Post, Susan Pretzlik, Karsten Schmidt, John Tandy, Steve Matthews, el hasta hace poco Sir Peter Scott, y mi madre Vanne. Junto con Karsten Schmidt, que guió con seguridad el Instituto ante la Charitable Trust Comission, la carga del trabajo cotidiano está sobre los hombros de Guy Parsons, Robert y Dilys Vass, Steve Matthews, Sue Pretzlil y Vanne. El éxito del lanzamiento de este Instituto se debió también a una generosa donación de Condor Preservation Trust, ordenada por Robin y Jane Cole, al duro trabajo de Clive Hollands y su equipo y a las contribuciones, conseguidas con los libros y posters de Michael Neugebauer. Animados con un principio tan prometedor esperamos hacer mucho en Gran Bretaña para despertar las conciencias sobre el dolor de los chimpancés, particularmente las de los niños. Y mucha gente, como John Eastwood, Pat Groves, Neil Margerison y Pippit Waters siempre están allí para ayudarnos.
Es difícil expresar mi deuda de gratitud con mi último marido, Derek Bryceson, por su ayuda y por sus consejos. Sin él dudo que hubiese podido seguir la investigación después del secuestro de 1975. Derek, con su amplio conocimiento y comprensión de Tanzania, me ayudó a entrenar a los trabajadores del campamento y a reorganizar la recogida de datos. Muchos fueron los intercambios de impresiones que tuve con él sobre sorprendentes aspectos del comportamiento del chimpancé; sus comentarios, realizados desde el punto de vista de un granjero, a menudo eran penetrantes y me abrían nuevos puntos de vista. Su contribución fue realmente grande; incluso ahora, a causa de que su nombre fue tan amado y honrado en Tanzania, dicho nombre me confiere a mi, su viuda, una posición que de ninguna otra manera hubiese conseguido.
Ahora debo intentar agradecer a mi madre, Vanne, la asombrosa contribución que ha realizado. No sólo animó mi sueño de la infancia de estudiar a los animales salvajes, sino que, desde luego, incluso me acompañó a Gombe en 1960. Su sabiduría y consejo durante todos estos años desde entonces y hasta ahora son imposibles de valorar. Ha contribuido a levantar la fundación, ha leído y comentado manuscritos y ha sido un permanente manantial de energía. Y, desde luego, no hubiese habido libro de no ser por ella ¡yo no estaría aquí!
Finalmente, están los propios chimpancés, todos ellos únicas y vívidas personalidades: Flo y Fifi, Gilka y Gigi, Melissa y Gremlin, Goliath y Mike, Figan y Goblin, Jomeo y Evered. Y David Greybeard que, a pesar de que se fue a los Felices Campos de Caza hace más de veinte años, permanece dentro de mi corazón.
FIN