APÉNDICE II
LA CONSERVACIÓN Y LOS SANTUARIOS DE LOS CHIMPANCÉS
En el mundo occidental y en muchos países del Tercer Mundo, las actitudes hacia los animales y hacia el entorno están cambiando. Existe una mayor conciencia de la condición de los chimpancés que hace unos años, así como un creciente interés y deseo de ayuda. En respuesta a necesidades especiales la gente acude a la llamada de la necesidad.
El Comité para la Conservación y Cuidado de los Chimpancés, las cuatro C, está profundamente implicado en el fomento y la asistencia de las estrategias de conservación en África. Se trata de un grupo de científicos, todos ellos preocupados por la conservación y el bienestar de los chimpancés. Su presidente es el Dr. Geza Teleki, que trabaja junto al Dr. Toshisada Nishida y otros para poner en marcha un plan de acción diseñado para ayudar lo más rápidamente posible a los acorralados chimpancés de todo el continente africano. El mapa de la página siguiente muestra los lugares donde aún pueden encontrarse chimpancés. Algunos proyectos de investigación, como los de Gombe y las montañas de Mahale, en Tanzania, el del bosque de Tai, en Costa de Marfil, y Lope, en Gabón, hace muchos años que funcionan. En todos los casos estos proyectos resultan altamente beneficiosos para la conservación de los chimpancés en las regiones vecinas.
Para saber más sobre el área de distribución actual de los chimpancés se necesitan desesperadamente estudios en muchos países. Y en ciertas zonas clave, es importante desarrollar proyectos de investigación tan pronto como sea posible. Sin estos proyectos, que hay que llevar a cabo conjuntamente con una educación sobre la conservación, el turismo y la agricultura, los chimpancés desaparecerán pronto de muchos países. Desde luego, los estudios serán importantes por sí mismos. Nos permitirán aprender más acerca de uno de los aspectos menos conocidos y más fascinantes de la conducta del chimpancé, que son las diferencias de comportamiento de las poblaciones en distintas partes de África. En estos momentos no sólo están muriendo centenares de chimpancés, sino que además están desapareciendo culturas antes de que tengamos tiempo de estudiarlas.
Áreas de distribución de los chimpancés en África. Las principales concentraciones de chimpancés que se conservan en África coinciden con los países poseedores de amplias y vírgenes zonas forestales, como Zaire, Gabón y Camerún. (Mapa reproducido por cortesía del Dr. Geza Teleki y el Comité para la Conservación y Cuidado de los Chimpancés).
Durante el año 1989 me vi implicada en la conservación y protección del chimpancé en Burundi, a unas cien millas al norte de Gombe, junto al lago Tanganika. Fue una consecuencia directa de los intereses conservacionistas del embajador James D. Phillips (Dan) y su mujer, Lucie. Primero visité Burundi atendiendo a su invitación; conocí al Presidente Buyoya y a algunos de sus ministros, así como a otros miembros de su Gobierno, incluyendo al Secretario General, Venant Bambonehoyo, y quedé sinceramente impresionada por los esfuerzos de este Gobierno para salvar las zonas forestales que quedaban en su maravilloso país. Me impresionaron también los pasos que ya se estaban dando hacia la conservación de los chimpancés. Conocí a Peter Trenchard, coordinador del Proyecto de Diversidad Biológica, que había pasado muchos meses observando a los chimpancés del Parque Nacional de Kibira, una encantador bosque pluvial de montaña al norte del país. Paul Cowles y Wendy Bromley me llevaron a visitar un pequeño grupo de chimpancés al sur del país. Existe un cierto número de nativos empleados como «guarda-chimpancés» que controlan sus movimientos mientras viajan de una franja boscosa a otra, atravesando zonas cultivadas y poblaciones nativas. La yuxtaposición de chimpancés y nativos no es rara y encontré extraordinarios los pasos dirigidos a preservar los chimpancés, pasos comenzados por un conservacionista de gran previsión, Robert Clausen. Pero la situación era potencialmente explosiva, ya que los granjeros necesitaban tierras con urgencia. Paul (que antes había trabajado como voluntario del cuerpo de Paz y era entonces consultor técnico de los servicios asistenciales católicos en el Instituto Nacional para la Conservación del Entorno y la Naturaleza) explicó el proyecto agro-forestal del que formaba parte. Primero se desarrollan en incubadora especies arborícolas de crecimiento rápido. Los retoños se plantan después alrededor de los poblados. Muchos de los árboles pueden utilizarse al cabo de dos años para construir postes, para carbón vegetal, para leña, para sombra y para enriquecer el suelo con nitrógeno. Cada especie de árbol tiene su propia función. La aplicación de este proyecto para la protección de las áreas forestales indígenas que quedan es obvia. Wendy trabajaba con Paul, explicando este nuevo concepto a los nativos. Burundi tiene que felicitarse por este programa, sin el cual hubiese sido imposible conservar chimpancés salvajes en este diminuto país de altísima densidad de población.
Para proporcionar ingresos e incentivos adicionales a la población local es necesario desarrollar un turismo controlado. Como primer paso, Charlotte Uhlenbroek, apoyada por la Institución Jane Goodall del Reino Unido, empezó a habituar a un grupo de chimpancés en el sur del país a la presencia de humanos. Como parte integral de este programa (cuya intención, desde luego, es recoger tantos datos del comportamiento de los chimpancés como sea posible) unos «guarda-chimpancés» visitaron Gombe para aprender los métodos de observación del personal del campo de Tanzania.
Una nueva conciencia e interés por los chimpancés en el país sacó a la luz el hecho de que en la capital, Bujumbura, y en otros lugares por todo el país, se utilizaban chimpancés como animales de compañía. La mayoría de estas crías habían pasado de contrabando desde el vecino Zaire. Gracias al apoyo del Gobierno y a la ayuda de muchos individuos, la Institución Jane Goodall del Reino Unido, en estrecha colaboración con el Instituto Nacional para la Conservación del Entorno y la Naturaleza, puede ahora continuar la construcción de un santuario cerca de Bujumbura, donde los rescatados animales de compañía, así como otros jóvenes, pueden vivir en libertad. Este santuario fue primero planeado, después se localizó el lugar y por último, con ayuda de Steve Matthews, comenzó la construcción en 1990. Los dos primeros huérfanos, Poco y Sócrates, estuvieron un tiempo en una jaula provisional en el jardín de Melinda (Mimi) Brian. Una parte importante del santuario es el centro educativo, donde la población local y los visitantes pueden observar a los chimpancés y su conducta.
En el mismo año Karen Pack partió hacia Pointe Noire, en Congo-Brazaville, para intentar montar un santuario para chimpancés ex-animales de compañía y para aquellos chimpancés confiscados por el Gobierno a los cazadores. Karen está actualmente trabajando para la Institución Jane Goodall del Reino Unido en el zoológico de Pointe Noire para enriquecer el entorno de los ocho chimpancés que hay allí. Esperamos reunir estos ocho con nuevos ex-animales de compañía y jóvenes confiscados en un santuario que será construido por la Institución Jane Goodall. Está planificado un centro educativo del mismo estilo que el de Burundi. Se llevará a cabo con el pleno apoyo del Gobierno del Congo. Una vez más, Steve Matthews supervisará la construcción, con el generoso apoyo de la Conoco Inc., compañía petrolífera que demuestra auténtica preocupación por el medio ambiente. Estamos especialmente agrdecidos a Roger Simpson. Hasta que el santuario esté terminado, Mme. Jamart cuidará de los jóvenes chimpancés confiscados por el Gobierno. Ella y su marido están realizando una notable labor.
Ciertamente, éstos no son los primeros santuarios para chimpancés maltratados o abandonados. Eddie Brewer comenzó el primero en África, a finales de los años 60. Como oficial del Gobierno encargado de la vida salvaje, Eddie confiscaba jóvenes chimpancés llevados ilegalmente a Gambia (donde, por aquel entonces, los chimpancés se habían extinguido). Su hija, Stella, llevaba los chimpancés a Senegal, donde se intentaba reintroducirlos en su hábitat natural. Desafortunadamente, los chimpancés salvajes no permitían la entrada de nuevos ejemplares en su territorio y fue necesario retirar a los ex-cautivos y recolocarlos en la isla de los Babuinos, en el río Gambia. Durante muchos años este proyecto ha sido llevado a cabo por una magnífica persona, Janice Carter.
Una pareja inglesa realmente notable, que vivía en Zambia, Sheila y David Siddle, han convertido su casa en refugio para jóvenes confiscados. Los chimpancés no son propios de Zambia, y muchos de los huérfanos eran confiscados después de salir de contrabando de Zaire. Los Siddle han construido un notable recinto de ocho acres[*] y tienen un ambicioso plan para vallar grandes zonas de matorral donde, finalmente, el grupo entero podrá vivir en relativa libertad. El nuevo Centro de Rehabilitación y Orfelinato de Animales de Liberia dispone de un recinto para chimpancés y hay planes para el desarrollo de otros santuarios en Zaire y Kenia. En Uganda, jóvenes confiscados en el zoológico de Entebbe necesitan desesperadamente un sitio más grande. Casi todos los países de África donde aún viven chimpancés tienen el problema de los huérfanos. La excepción es Tanzania, donde puedo anunciar orgullosamente que hay sólo dos animales de compañía rescatados, procedentes de Zaire, que pronto encontrarán, esperamos, refugio con los Siddle.
En el capítulo XIX he presentado a Simon y Peggy Templar, paladines de los chimpancés maltratados. Algunos de sus jóvenes confiscados salieron hacia Gambia, pero más recientemente los apaleados huérfanos del tráfico ilegal que tiene lugar en España han encontrado refugio en Monkey World, en Dorset, Inglaterra. Este santuario fue creado gracias a los esfuerzos de Jim Cronin, Steve Matthews y el veterinario Ken Pack. Algunos de estos jóvenes estaban en un estado penoso cuando llegaron, pero Jeremy Keeling los alimentó, jugó con ellos, les enseñó y los trató con amor. Jeremy Keeling es una persona que se preocupa realmente, cuyo excepcional trato a los chimpancés ha hecho mucho para cicatrizar sus heridas emocionales.
Wallace Swett empezó una notable tarea con el Primarily Primates, en Texas, Estados Unidos. Allí, entre otros veinte chimpancés, está Virgil (cuyo verdadero nombre es Willie), estrella de la película Project X, junto con su «novia» Ginger (cuyo verdadero nombre es Harry). Vivían junto con la más extraordinaria y variada colección de chimpancés jamás maltratados en los Estados Unidos.
Dos laboratorios biomédicos han realizado programas de «jubilación» para chimpancés que han dejado de ser utilizados en experimentos. Fred Prince, del New York Blood Center, ha llevado a ciertas islitas de Liberia a algunos de los chimpancés que habían pasado por su laboratorio. Jorg Eichburg, de la Southwest Biomedical Foundation, ha construido jaulas convencionales de las que se puede salir. Si yo fuera un chimpancé no me gustaría pasar mis últimos días en ninguno de ambos lugares, pero cualquier cosa es mejor que una pequeña jaula de laboratorio. Y como concepto significa dar un paso importante en la dirección correcta.
En resumen, la condición de los chimpancés en todo el mundo es muy triste. En África existe una imperiosa necesidad de fondos —para investigaciones, para estudios y para santuarios— así como también de gente devota y cualificada para llevar a cabo dichos estudios y para trabajar con chimpancés confiscados o abandonados. También fuera de África existe una creciente necesidad de santuarios, ya que se confiscan envíos ilegales de chimpancés en distintos países y muchos individuos son rescatados del mundo del ocio y del mercado de los animales de compañía y otros de los laboratorios de investigación. Aún así, estoy de algún modo segura de que aparecerá gente devota y maravillosa como aquellos que tanto han hecho hasta ahora por los chimpancés sin hogar, proporcionándoles amor y un lugar en un santuario. Los seres humanos, por su ignorancia y su codicia, han llevado a centenares de chimpancés a ese penoso estado; los seres humanos, con su interés y su compasión, están obligados a hacer cuanto puedan para corregir sus errores.