Introducción a una antología de prosa latinoamericana[30]
En Francia, hace quince años, una mini-antología de prosa latinoamericana como ésta hubiera parecido incomprensible o ridícula. Era la época en que cualquier alusión a nuestras literaturas contemporáneas empezaba y acababa prácticamente con Borges; la crítica francesa parecía incapaz de juzgar un libro latinoamericano sin situarlo de entrada en relación con el Maestro. Esa actitud obedecía a dos razones: la ignorancia del desarrollo y de la variedad de nuestras literaturas y una fascinación mezclada con vergüenza (por haberlo descubierto tan tarde) ante la obra espléndida de Borges.
Quince años y quizá también una quincena de libros han ampliado el horizonte de los europeos. El lector francés ya no requiere que una selección de textos latinoamericanos incluya necesariamente, además de a Borges, a escritores como Asturias, Lezama Lima, Vargas Llosa, García Márquez o Carpentier: ese lector ya los conoce y sin duda preferirá que Change le ofrezca textos menos accesibles o incluso completamente desconocidos. Si un Felisberto Hernández, un Juan José Arreóla y algunos otros empiezan a ser traducidos y estudiados, aún están lejos de tener el mismo renombre que en América Latina; vistos desde la perspectiva francesa, podría decirse que cada uno de los autores aquí reunidos es una novedad.
El criterio que ha presidido nuestra selección es el deseo de presentar algunos de los innumerables escritores que, paralelamente a los más conocidos, trabajan en la tarea común de hacer que la literatura latinoamericana sea un instrumento cada vez más vivo e influyente en la historia de nuestros pueblos, y no sólo su mera crónica nostálgica o su exégesis intelectual.
Si los escritores que se destacan actualmente en nuestros países tienen algo en común, es su voluntad de participar, sea mediante libros que podemos llamar comprometidos, sea mediante una invención creadora o recreadora que parte de lo nuestro para transformarlo o enriquecerlo.
Los textos que hemos reunido aquí, sin buscar que el estilo o los temas fueran comunes, muestran claramente que los escritores que importan en nuestros países son aquéllos para quienes la imaginación o la expresión son parte integrante de nuestro modo de ser, sin el recurso a los «ismos» de importación que han marcado tantas etapas literarias en nuestro continente.
Atentos y abiertos al mundo, estos escritores han querido que su residencia intelectual sea América Latina, aunque muchos viven físicamente muy lejos de ella. Por este motivo la prosa del chileno Skármeta, la uruguaya Peri Rossi, el argentino Saer o el venezolano García Brito, más allá de las diferencias que afortunadamente son muy grandes puesto que nuestro continente es ancho y diverso, se ordenan armoniosamente cuando se pone uno al lado de otro. Es innecesario añadir que esta selección no abarca ni suficientes personas ni países suficientes para dar una idea, siquiera sucinta, de la multiplicidad de formas y caminos que siguen actualmente las letras latinoamericanas. Parafraseando a Macedonio Fernández podríamos decir: «Son tantos los ausentes que si falta uno más no cabe».