75. TIMBA
Beber por la tarde: te deja hecho polvo pero es lo más, joder. Aunque a veces me da la impresión de verles entrar al bar. Aquel cabrón de Donnelly o el bicharraco asqueroso de Chizzie. Ese es el problema: no tengo una puta mierda que hacer y me sobra tiempo para pensar, sobre todo en casa. Por eso no paro de bajar al garito. Eso sí, tampoco es que aquí me den mucha conversación.
Nelly se queda todo callado y empieza a enredar con su pinta. «¿Y a ti qué coño te pasa?», le suelto.
«El Larry me llamó anoche. Cuando estaba por ahí con vosotros», dice, haciéndole un gesto con la cabeza a Malky. «Ella estaba en casa sola, con los críos. El tío le suelta: “Voy a por vosotros. A por todos”. Y después le dice: “Si tienes dos dedos de frente, volverás a Manchester o de donde sea que vengas…”».
«¿Tu chica es de Gales, no?», suelta Malky.
«Sí, de Swansea», dice Nelly, en plan borde, «pero eso él no lo sabe. La conocí en Manchester. Pero ¿sabes lo que dijo luego ese cabrón asqueroso, el mensaje que dejó en el contestador?».
Yo y Malky sacudimos las putas cabezas.
«Os lo pondré, joder», dice Nelly. «Os enseñaré la clase de cabrón con el que hemos estado de tragos», suelta, mirándome con una expresión dolida que te cagas, como si hubiera sido yo el que lo hubiese obligado a beber con Larry. Pero yo no suelto prenda, porque me quiero reír a gusto con esta historia.
Así que subimos a casa de Nelly; tiene los mensajes guardados en el contestador. Pone uno y qué duda cabe, es la voz de Larry, una especie de cuchicheo suave y espeluznante. «Marchaos de la ciudad. Marchaos de la ciudad porque voy a venir a por vosotros. Vendré desde Muirhouse hasta vuestra casa. Vendré a daros a todos el besito de buenas noches».
«Ese capullo ve demasiadas películas, joder», dice Malky riéndose.
Nelly se vuelve y le echa una mirada dura. «Pues ella está cagada. Habla de llevarse a los críos a casa de su madre en Gales. Dice que por eso fue por lo que nos fuimos de Manchester».
Yo le miro pero no suelto prenda. Malky tampoco dice una puta mierda.
«Tengo que arreglar esto», suelta. «Si sigue con esa mierda, va a acabar en un puto agujero, palabra».
¿A quién pretende engañar? No se ha cargado a nadie en su vida. Todos esos vaciles acerca de lo que se supone que hizo en Manchester con la peña esa de Cheetham Hill. Si estaba tan cotizado por ahí, ¿qué cojones hace aquí?
«Mira», suelta Malky, «esto se está saliendo de madre. Franco, ¿vas a hablar con Larry y resolver todo esto?».
Conque ahora es el puto Malky el que le dice a todo dios lo que tiene o no tiene que hacer, ¿no? Pues eso lo veremos. Pero entonces pienso, nah, síguele el rollo, y miro a Nelly. «Si eso es lo que quieres».
Entonces Malky se vuelve y le dice: «Pero tendrás que decirle que te sobraste y pedirle disculpas por lo que hiciste en el pub».
Durante un rato Nelly no suelta prenda, y los dos nos quedamos mirándole. Luego va y dice: «Si él se disculpa por hacer esas llamadas a mi casa, yo me disculpo por zumbarle».
«Vale», suelto yo. «Basta ya de toda esta mierda. Se supone que somos colegas, joder. Esto hay que arreglarlo. Esta noche, timba en el garito de Sick Boy».
«¿Vendrá Larry?», se pregunta Malky.
«Si yo le digo que venga, vendrá, joder», le suelto.
Así que ya he cumplido con mi buena acción del día y, como de costumbre, haciendo de puto conciliador. Los putos venaos estos se matarían si no fuera por los tipos como yo, que lo arreglamos todo. Pero toda esta mierda me ha provocado migraña, así que por el camino a casa me paro al principio del Walk y pillo un poco de Nurofen Plus a la vez que compro el periódico. Llamo a Sick Boy al móvil para recordarle lo de la timba de esta noche.
«Estoy en Francia, Frank, en el Festival de Cine de Cannes», me dice el muy lameculos.
Me percato de que el capullo no bromea, encima. «¿Y qué pasa con la puta timba? ¡Te dije que íbamos a montar una puta timba en tu garito!».
«¿Frank? ¿Sigues ahí? ¿Hola?».
«¡QUÉ PASA CON NUESTRA PUTA TIMBA! ¡ME DICEN QUE HAN VISTO A RENTON! ¡QUIERO TENER UNAS PALABRAS CONTIGO, CACHO CABRÓN!».
«¿Sigues ahí, Frank? ¿Hola?».
¿A qué cojones juega este puto cabrón…? «¡NUESTRA PUTA TIMBA! ¡TE VOY A MATAR, CACHO CABRÓN!».
Se oye un crepitar de electricidad estática al otro lado. Entonces el cabrón suelta. «No te oigo y se está perdiendo la señal. Te llamaré más tarde», ¡y corta!
¡PUTO MAMÓN!
Ese cabrón se cree que puede tratarme como una puta mierda, ir a Francia a pavonearse con todos sus amiguitos del club guarro ese, el puto Juice Terry y todos los demás putos sobraos chuloputas pederastas pervertidos y guarras… Ya le enseñaré yo a ese cabrón escurridizo y mentiroso de mierda…
Así que después de cenar llamo a Nelly, a Malky y a Larry y les digo que el cabrón nos ha dejado tiraos y que nos vemos en el Central Bar. Llego allí y sólo están Nelly y Malky; Larry ni siquiera ha aparecido, eh. Me llama al móvil para decirme que llegará un poco tarde, pero que viene fijo. Creo que sólo lo hace para apretarle las tuercas un poco a Nelly. Se ve que el capullo está tope tenso. De todos modos, tenemos las cartas sacadas en uno de los reservados, y las pintas de Guinness van cayendo una tras otra. Yo no suelo usar el Central mucho, pero por algún motivo siempre me gusta tomarme una pinta de Guinness cuando voy.
Pasado un rato, sigue sin haber ni rastro de Larry.
Oigo el tono de mi móvil pero es el cabrón de Sick Boy. Ya le enseñaré yo a colgarme el teléfono…, a él sí que lo voy a colgar… Salgo fuera del pub a ver si se recibe mejor señal. En efecto, es el puto Sick Boy. Más le valía que me llamara. «¿Dónde cojones estás?», le suelto. «¡Tengo cosas de las que hablar contigo! ¡Nuestra puta timba!».
«Olvídate de esa puta mierda», me suelta, y a punto estoy de saltar del todo cuando dice: «Renton ha vuelto. ¡Está en Edimburgo!».
Joder, así que es cierto…, intento pensar en qué decir y levanto la vista, miro al otro lado de la calle, ¡y allí está, joder! ¡Ese ladrón pelirrojo está en el cajero de la otra acera! «Está…», chillo por el móvil, «¡ESTÁ AL OTRO LADO DE LA PUTA CALLE!».
Escucho a Sick Boy decir algo del estilo de «no lo sueltes, quiero verle cuando vuelva…», pero entonces ese cabrón de Renton me mira y me ve y yo apago el móvil sin más.