67. FÚTBOL EN EL CANAL SKY
Espero a que Kate llegue con el crío para hacerme la puta cena antes de bajar al pub a ver el fútbol en el canal Sky. Más vale que se ponga las pilas, porque el tiempo vuela. Así que ahí estoy, viendo esa tele grande que te cagas; ahora nunca está apagada. Hasta tengo la puta caja para poder ver Sky, pero esta noche pienso ver el partido en el garito. Mejor ambiente.
No paro de acordarme de la Semana Santa y del puto bicharraco pederasta aquel. Armó bastante revuelo en su momento, pero no era más que la mierda de siempre: ¿vio alguien a un grupo de jóvenes abandonar el puto pub bla, bla, bla? Buen momento para cargarse a alguien, las vacaciones. La gente tiene más cosas en que pensar que en un puto pederasta. Aunque a veces pienso que tendría que ir a ver a Charlie otra vez, y a esos abuelos, para asegurarme de que nadie se vaya del pico.
Porque gracias a mí el mundo es un sitio un poco mejor. Porque esos putos bichos merecen morir. Así es como lo veo yo, joder. Y tanto. Si la poli fuera sincera, diría lo mismo. Estoy de acuerdo con el periódico ese, el News of the World. Decidnos dónde viven esos cabrones e iremos allí a exterminarlos a todos. Problema resuelto de inmediato. Como ese capullo retorcido de Murphy…, y se supone que es colega…, como se supone que lo era Renton…, pienso arrancarle el corazón de cuajo y luego mearme en el hueco.
Luego te preocupas. Te preocupas de que te estés convirtiendo en un pirao de esos y tal, como los que hay en América. Así es como hablan ellos.
Luego miras el puto libro ese, la puta Biblia. De esos en el talego, a patadas. No sé cómo puede haber dios que se lea esa mierda; que si «hízose esto» por allá y «engendróse aquello» por acá; joder, ni siquiera está escrito en el puto inglés de la reina. Pero dicen que en la Biblia pone que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Para mí que eso quiere decir que no intentar ser como Dios sería insultar al nota que te cagas; al menos, así lo veo yo. Conque sí, jugaba a ser Dios cuando liquidé a ese pederasta de mierda. ¿Y qué, hostias?
Cambio de canal, pero en la tele salen por todas partes: pederastas, pedófilos, estupradores, todo el puto mogollón. Hay un puto mamón de psicólogo diciendo que todos ellos han sufrido abusos, y que por eso lo hacen. Y una puta mierda. Hay mogollón de peña que ha sufrido abusos y no salen así. De manera que podría decirse que me apiadé del cabrón, porque lo único que le iba a pasar es que alguien habría vuelto a abusar de él en el talego y tal. Mejor no le podría haber ido.
La casa me está volviendo loco, y quién coño sabrá dónde se habrá metido esta, así que me acerco de un salto a por un ejemplar del News. En la calle hace un frío de cagarse, así que vuelvo a subir escopeteao con el periódico. Trae la mierda habitual, pero de pronto veo algo que hace que me detenga.
HOSTIAS.
El corazón me da botes contra el pecho cuando lo leo:
NUEVAS PISTAS EN LA BÚSQUEDA
DEL ASESINO LOCAL
La policía, que sigue buscando pistas en relación con el asesinato de un nativo de la ciudad ocurrido en un pub de Leith, ha revelado que recibió una llamada de un comunicante anónimo que ha arrojado información «prometedora». Han realizado un llamamiento para que el comunicante vuelva a ponerse en contacto con ellos.
El jueves víspera de las vacaciones de Pascua, el nativo de Edimburgo Gary Chisholm (38) fue hallado desangrándose en el suelo de un pub de Leith por el propietario Charles Winters (52). El señor Winters se encontraba en el almacén cambiando un barril cuando escuchó gritos y un chillido proveniente de la barra. Subió corriendo y allí halló al señor Chisholm tendido y degollado sobre el suelo del pub ahora vacío, y vio a dos jóvenes de entre quince y veinte años huyendo del lugar de los hechos. Intentó socorrer al señor Chisholm, pero ya era demasiado tarde.
Respecto a la nueva información, el agente encargado de la investigación, el inspector Douglas Gillman, dice: «Es cierto que hemos recibido información adicional sobre el caso, que puede o no resultarnos útil en este momento. Hacemos un llamamiento para que un comunicante varón, que telefoneó el martes por la tarde, vuelva a ponerse en contacto con nosotros».
Entretanto, la apenada familia de la víctima secundaba los llamamientos para que algún particular se presente como testigo. Su hermana, la señora Janice Newman (34), dijo: «Gary era un tipo estupendo, sin una gota de maldad en todo su cuerpo. No entiendo cómo puede haber alguien capaz de encubrir al monstruo que mató a mi hermano». Si alguien posee información acerca de este caso, el teléfono de contacto es el 0131-989 7173.
Eso no es más que mierda. Es lo primero que te dicen en el talego; si la poli empieza a hacer eso es que están desesperaos; es su manera de apretar un poco las tuercas. Entonces empiezo a pensar en ese capullo de Segundo Premio, no sé nada de ese puto cabrón. Esa puta bocaza de bolinga, que no para de soltar mierda…, otro presunto colega…
HOSTIA PUTA…
No es que yo me crea nada de la mierda esa de la religión; esos cabrones han dao más guerra que los putos pederastas, allá en Irlanda y eso. Y está demostrado que los cabrones de los curas son los mayores pederastas que hay, así que cuando lo piensas, todo encaja. Murphy es hombre muerto. Ese es el problema que tienen algunos: nunca se toman el tiempo de sentarse y pensar las cosas. Son unos descerebraos.
Aparece Kate, y después de hacer la cena y acostar al crío empieza a lavarse el pelo. Ahora se lo seca. No sé para qué querrá lavarse el puto pelo si se va a quedar en casa. A lo mejor es para mañana, para su turno en la puta tienda de ropa esa. Apuesto a que hay algún cabrón que trabaja allí o en alguna de las otras tiendas del puto centro ese que le tiene echao el ojo. Algún sobrao que se cree el no va más. Uno de esos guaperas, ligones profesionales como Sick Boy, cabrones sin escrúpulos que no hacen más que utilizar a las tías.
Mientras ella no le tenga echado el ojo a alguno de su cuerda…, lo cual me da que pensar. «¿Te acuerdas de lo que nos pasó la primera vez que nos enrollamos?», le suelto.
Levanta la vista y me mira, mientras apaga el secador. «¿A qué te refieres?», dice.
«En la cama y tal, ¿no te acuerdas?».
Ahora me mira como si supiera de qué hablo. Eso quiere decir que ella también le da vueltas. «Eso fue hace siglos, Frank. Acababas de salir de la cárcel. No importa», me suelta, haciendo una pequeña mueca.
«Ahora ya no, pero a mí me importa que te cagas lo que la gente pueda saber al respecto. ¿No le habrás contado nada a nadie, verdad?».
Ella saca un pitillo y lo enciende. «Qué…, por supuesto que no. Es cosa tuya y mía y de nadie más».
«Y que lo digas», suelto yo. «Entonces no le has contado nada a nadie, ¿verdad?».
«No».
«¿Ni siquiera a la puta Evelyn esa?», le pregunto. Antes de que conteste, le suelto: «Porque ya sé lo que pasa cuando os juntáis las tías. Habláis. ¿Que no? Claro que lo hacéis, joder».
Se nota que eso le da que pensar que te cagas. Más vale que no me esté mintiendo, joder, por la cuenta que le trae. «Pero de eso no, Frank. Eso es privado y ocurrió hace siglos. Nunca pienso en ello».
Ajá, conque nunca piensa en ello. Ni siquiera piensa en el hecho de que se pegó dos semanas acostándose con un tío que no se la podía follar. Y una mierda no piensa en ello. «Así que no habláis ese pendón de Evelyn y tú, y la otra puta colega tuya, la de los pelos…».
«Rhona», suelta ella, precavida a tope.
«El pendón de Rhona. ¿Estás tratando de decirme que no habláis de vuestros maromos y tal?».
Entonces los ojos se le ponen como platos, como si estuviera asustada. Pero ¿de qué tendría que estar asustada, joder? «Claro que hablamos», me suelta, «pero no de ese tipo de historias y tal…».
«¿De qué no habláis?».
«De intimidades, de cosas que pasan en la cama y tal».
La miro directamente a los ojos. «¿Así que no hablas de las cosas que pasan en la cama con tus amigas y tal?».
«Por supuesto que no… ¿Qué pasa, Frank, cuál es el problema?», me pregunta.
Le voy a decir yo cuál es el problema pero ya. «Vale pues, entonces, ¿qué me dices de aquella vez cuando salimos unos cuantos al Black Swan? ¿Te acuerdas de aquella vez? La tal Evelyn estaba allí y la de los pelos, ¿cómo dices que se llama el cacho ese?».
«Rhona», dice, preocupada a tope. «Pero, Fran…».
Chasqueo los dedos. «Rhona, esa es. Vale, pues. ¿Te acuerdas del capullo con el que estabas antes de estar conmigo, el capullo al que hostié por el centro?», le pregunto. Los ojos se le ensanchan más aún. «Me acuerdo que estábamos en el pub aquella vez, en el Black Swan, y que tú dijiste que de todas formas era una mierda en la cama; eso es lo que dijiste de él aquella vez, ¿te acuerdas?».
«Frank, esto es una tontería…».
La señalo con el dedo. «¡Contesta a la puta pregunta, joder! ¿Lo dijiste o no lo dijiste?».
«Sí…, pero sólo lo dije…, por el alivio que sentía por haberme librado de él…, ¡por el alivio que sentía de estar contigo!».
Por el puto alivio que sentía de estar conmigo. Por el alivio que sentía por haberse librado de aquel cabrón. «Así que sólo lo decías por impresionarme a mí y a tus putas colegas».
«¡Sí, eso es!», dice, casi cantando, como si acabara de librarse.
Joder, no se da cuenta de que lo único que hace es empeorar las cosas con toda esa mierda. Igual que todos esos capullos que son incapaces de mantener la puta boca cerrada; lo único que está haciendo es cavarse una tumba más profunda a fuerza de hablar. «Vale. Así que no era cierto, no era una puta mierda en la cama. Era cojonudo. Era mucho mejor que yo. Esa es la puta verdad, ¿no?».
Ahora es como si estuviera a punto de llorar. «No, no…, a ver…, no importa cómo fuera en la cama, sólo lo decía porque le odiaba…, porque me alegraba de verme libre de él. No importa cómo fuera en la cama…».
Ante eso suelto una sonrisilla. «Así que sólo lo dijiste porque habíais terminado, porque erais historia».
«¡Eso!».
No dice más que putas chorradas. No me salen las cuentas. «Entonces, ¿qué pasa si cortamos nosotros? ¿Si nosotros acabamos siendo historia? ¿Te pondrás a decir esas cosas de mí por todos los putos pubs de Leith? ¿Es eso?».
«No…, no…, las cosas no son así…».
Se lo voy a decir bien clarito. «¡Más vale que no! Porque como rajes una sola palabra de ese tema, no queda de ti ni la memoria. No quedará ni rastro de que hayas existido nunca… ¿Vale?».
Echa una puta mirada hacia la habitación del crío y después vuelve a mirarme a mí. Entonces rompe a llorar. Cree que voy a hacerle daño a su puto crío, como si fuera una especie de pederasta cabrón. «Mira», le suelto, «no llores, Kate, venga…, mira, no quise decir eso», le digo, y me acerco y la rodeo con el brazo y le suelto, «… es sólo que hay un montón de gente que me odia, ¿sabes? Cabrones que van diciendo cosas a mis espaldas… y he estado recibiendo cosas…, cosas por correo…, no les des armas…, eso es lo único que estoy diciendo, joder…, que no les des armas que puedan emplear en mi contra…».
Y ella me abraza y me dice: «Nadie me oirá decir ni una mala palabra en tu contra, Frank, porque eres bueno conmigo y no me pegas, pero por favor no me des estos sustos, Frank, porque eso es lo que hacía él y yo así no puedo vivir…, él era una escoria…».
Me pongo derecho y estrecho su cabeza contra mi pecho. «Está bien», le suelto, pero pensando al mismo tiempo: joder, cariño, no me conoces para nada. Pero noto que empieza a dolerme la cabeza y que el puto corazón empieza a latirme con fuerza. Pienso en todos ellos: en Segundo Premio y su bocaza, en Lexo, en ese cabrón de Renton y en el puto Scruffy Murphy. Vaya suerte tuvo ese capullo de no recibir una buena. Aún se la llevará. ¡Mira que intentar jugármela! Eso es pensar como un puto pederasta. De la que se libró.
Y encima ese cabrón parece saber lo del pederasta de Chizzie. Me enteraré de dónde ha sacao toda esa mierda y se lo sacaré a hostias. Se cree que porque nos conocemos desde hace mucho, eso le va a salvar.
Y una mierda le va a salvar.
Ni de coña vuelvo yo al trullo, hasta ahí podíamos llegar, joder. Pero tengo que andarme con ojo. Es como si todo dios lo supiera, y aunque yo mismo sé que sólo es mi puta mente haciendo de las suyas, se nota que están todos empezando a estrechar el cerco. Y aunque le esté acariciando el pelo a Kate me estoy poniendo tenso y necesito irme a tomar por culo de aquí porque, si no, no me hago responsable de lo que pueda pasar. Así que me incorporo y le digo que voy a salir a ver el fútbol.
«Vale…», dice ella, mirando la tele como diciendo: «Igual te daría verlo aquí».
Indico la pantalla con un gesto de la cabeza. «Se ve mejor en el pub con los muchachos. Hay otro ambientillo, joder».
Ella se lo piensa un rato y luego me suelta: «Es verdad, Frank, te sentará bien. Ya iba siendo hora de que salieses en lugar de quedarte sentado en esta silla».
Intento pensar qué coño habrá querido decir con eso. A lo mejor sí resulta sospechoso quedarse en casa todo el día, pero mandé a ese capullín de Philip a dar un palo en una casa de Barnton de mi parte. Le devolví otros dos anillos por las molestias. Pero debería salir. Eso sí, muchas ganas de que salga por ahí le veo yo a esta. Ella no puede salir por el crío, pero podrían venir a visitarla. «¿Y tú qué? ¿Nochecita tranquila en casa?».
«Si».
«¿No viene nadie a verte? ¿La puta Rhona esa?».
«No».
«¿Y el pendón ese de Melanie no viene? Ahora se pasa todo el tiempo en Leith».
«No, me voy a quedar leyendo», me suelta, y me enseña un libro.
Leer putos libros. Son todos una mierda, no hacen más que meterle a la gente ideas raras en la cabeza. «¿Así que no viene nadie en absoluto?».
«No».
«Vale, pues, hasta luego», le suelto. Me pongo la chaqueta y salgo a enfrentarme al frío. Mejor que no venga nadie. Sé cómo carburan los tipos como Sick Boy. Le dirá a la puta Melanie esa: «Seguro que tienes mogollón de amigas molonas que estarían dispuestas a que las filmaran follando con…».
JODER…
Le meto una hostia a la pared de la escalera…
El cabrón sabe lo que le pasaría si lo intenta.
De camino al garito veo a esa cabrona de June bajando por el Walk, y hago como que voy a cruzar la calle y salir detrás de ella. Ya le daré yo inhibitoria; tendrá jeta la cabrona: no me acercaría a esa guarra a menos de veinticinco metros. Lo único que intento decirle es que fue culpa de Murphy y de Sick Boy, joder, que me liaron, ¡pero la muy capulla se da media vuelta y sale corriendo! Le grito que pare para que se lo pueda explicar, pero la muy boba sale a toda pastilla. ¡Que le den a esa puta atontada!
Enciendo el puto móvil y les recuerdo a Nelly y Larry que bajen, porque sé que Malky ya estará ahí, aguantando la puta barra. Malky, el puto borrachín. Lo dicho, ahí está, y Larry y Nelly no andan muy lejos. El caso es que aquí me llegan las mismas vibraciones. Todo dios parece mirarte para echarte esa mirada que dice «a ti ya te conozco, cabrón». Y eso que estoy hablando de colegas, o supuestos colegas.
Estamos viendo el partido de los Hibs en el Sky. Ahora mismo tienen una buena racha, y cuando salen en Sky nunca pierden. El Zitelli ese mete un gol de chilena bien guapo. Tres a uno; demasiado fácil, joder. Aunque todo el mundo parece hablar del pederasta. Y ahí estoy yo, deseando que cambien de tema, pero a la vez me da una marcha que te cagas.
«Me juego algo a que fue uno de los jovencillos esos que llevan anillos por todos laos», suelta Malky. «Seguro que el hijoputa le metió mano a uno de ellos o algo así de crío, y ahora que ya está crecidito, ¡zas! ¡Toma ya, mariconazo asqueroso!».
«Puede», suelto yo, mirando a Larry, que luce una enorme sonrisa boba. Quién coño sabrá por qué está tan contento este cabrón.
Ahora el capullo le cuenta un chiste a todo el mundo. «Está un verdulero de Fife en la tienda y hace un frío que te cagas, así que se queda pegao a la estufilla eléctrica. Entra una maruja, mira hacia el mostrador y le suelta: ¿eso es beicon de Ayrshire? El verdulero la mira y dice: no, sólo estaba calentándome las manos».
No entiendo para nada el sentido del humor de este capullo. El único que se ríe es Malky.
Nelly se da la vuelta y dice: «¿Sabes? Si me encontrara con el tipo que se cargó al puto pederasta ese, le invitaba a una puta pinta ahora mismo».
Es curioso, por la forma en que lo dice me entran ganas de gritar: pues ráscate el bolsillo ya, cacho cabrón, porque lo tienes delante, pero colegas o no, cuanta menos gente se entere, mejor. No paro de pensar en Segundo Premio. Como haya vuelto a beber y vaya largando por ahí… Larry sonríe sin parar, y ya empieza a mosquearme, así que me voy pal tigre y me meto una raya.
Cuando vuelvo me siento, y veo que alguien ha sacado otra ronda de lager. Malky señala el vaso de pinta lleno. «Esa es la tuya, Frank».
Le hago un gesto de asentimiento y echo un trago, mirando a Larry por encima de la pinta; me mira fijamente con esa puta sonrisilla de cachondeo en la cara.
«¿Tú qué coño miras?», le pregunto al capullo.
Se encoge de hombros. «Nada», me suelta.
Joder, sentado ahí mirándome como si supiera todo lo que me pasa por la puta cabeza. Nelly también se ha dado cuenta cuando le pasaba la papela por debajo de la mesa. «¿Aquí qué coño pasa?», pregunta.
Señalo a Larry con la cabeza. «Este cabrón, que está ahí sentado poniendo cara de gilipollas y mirándome como si fuera un puto subnormal», suelto yo.
Larry sacude la cabeza y levanta las palmas y suelta «¿Qué?» mientras Nelly le mira con gesto irritado. Malky observa alrededor del bar. Sandy Rae y Tommy Faulds están bebiendo en la barra y hay un par de jovencitos jugando al billar.
«Entonces qué tienes que decir, Larry, ¿eh?», le pregunto.
«No tengo nada que decir, Franco», suelta Larry con cara de inocente. «Sólo pensaba en el gol», dice, señalando la pantalla que hay a mis espaldas mientras repiten la jugada.
Así que pienso, vale, dejémoslo estar, pero a veces ese capullo se sobra más de lo que le conviene. «Vale, pues, entonces no te quedes ahí sentado mirándome con esa sonrisilla de gilipollas como un subnormal. Si tienes algo que decirme, me lo dices, ¡hostias!».
Larry se encoge de hombros y se vuelve mientras Nelly se larga pal tigre. No es mala esta farlopa. Sandy no pasa más que lo mejor. Por lo menos a mí. La peña no es tan tonta como para pasarme a mí farlopa cortada.
«Menudo cabrito está hecho tu amigo Sick Boy, ¿eh, Franco? Por lo de las pelis guarras y eso», dice Larry con una sonrisa.
«No me nombres a ese cabrón. El muy capullo se cree que porque tiene cuatro pendones a las que se follan en la parte de arriba del pub ya es un gran productor de Hollywood. Como el puto Steven Spielberg o como se llame el hijoputa ese».
Nelly vuelve del tigre y Malky le mira y suelta: «¿A quién cojones le toca pedir?».
Pero Nelly no le hace caso porque se nota que lleva ese punto que se le pone a la peña cuando han estado en el tigre dándole vueltas a algo y quieren contárselo a todo el mundo. «¿Sabéis lo que a mí me saca de quicio?», suelta, y antes de que nadie pueda decir ¿qué?, va y dice: «Aquí todos hemos estado en el talego», y echa un gran trago de cerveza. Le cae un poco en el niki Ben Sherman azul, pero ni se entera. Puto guarro.
Nos miramos los unos a los otros y todos venga a asentir con la cabeza.
«¿Sabéis quién no ha ido nunca al talego? Tú lo sabes», dice mirándome, «yo lo sé», dice señalándose a sí mismo, «tú lo sabes», dice mirando a Malky, «y tú también», le dice a Larry, que vuelve a poner esa puta sonrisa otra vez.
Y el caso es que yo pienso en ese cabronazo de Lexo; es el primero que se me ha venido a la cabeza, pero Nelly me sorprende cuando dice: «Alee Doyle. ¿Qué se ha comido ese? ¿Un año? ¿Dieciocho meses? Una puta mierda. Ese cabrón vive como Dios».
Malky mira a Nelly de forma muy seria. «¿Entonces qué quieres decir? ¿Que Doyle es un chota?».
La mirada de Nelly se endurece. «Lo único que digo es que ese cabrón vive como Dios».
Larry pone cara seria. «Ahí no te equivocas, Nelly», dice en voz baja.
«Claro que no me equivoco, joder», dice Nelly, con una cara de mosqueo que te cagas.
Malky se vuelve hacia mí y pregunta: «¿Tú cómo lo ves, Franco?».
Les miro a todos a los ojos, a Nelly también. «Para mí Doyle siempre ha sido un tío legal. No se puede acusar de chota a alguien salvo que lo puedas demostrar. Y eso quiere decir con pruebas. Con unas pruebas contundentes que te cagas».
A Nelly no le ha gustado eso, pero no dice nada. No, no está nada contento. Hay que andarse con ojo con este cabrón, porque es capaz de saltar de buenas a primeras, pero yo ya le tengo cogida la onda, anda que no.
«Bien dicho, Frank», suelta Larry, asintiendo en plan ladino, «pero lo de Nelly también tiene miga», dice, cogiéndole la papela a Nelly y marchándose pal tigre.
«Yo no he llamado chota a nadie», me dice Nelly mientras Larry se larga, «pero piensa en lo que he dicho», suelta, antes de volverse y hacerle un gesto con la cabeza a Malky.
Pues sí, Larry también debería pensar en unas cuantas cosas. Puto capullo tocahuevos. Ese capullo siempre se trae algo entre manos, y más vale que yo no me entere de lo que es.
Bueno, vamos todos como motos con la farlopa y optamos por cambiar de aires. Nos tomamos una en el Vine, y después otro par en Swanney’s. Esto sigue siendo el Leith de toda la vida, pero está cambiando que te cagas. Lo que me saca de mis casillas es lo que le han hecho al Walk Inn. No me lo puedo creer. Con la de noches cojonudas que he pasado allí dentro. Vamos a un par de garitos más y luego acabamos donde empezamos.
El capullín ese de Philip también anda por aquí. Aquí en este puto pub. No quiero que ese capullín y sus amigos frecuenten un garito por el que voy yo. «Tú, joder. ¡Aire!», le digo.
«Eh, estoy esperando a Curtis. Viene con el buga», me suelta. Entonces dice en plan esperanzado: «Eh, ¿no podrías conseguirme algo de coca por un casual?».
Le echo una mirada. «¿De dónde sacas tú la puta tela pal perico?».
«De Curtis».
Ya, eso me cuadra. La puta peña de Sick Boy; esos cabrones siempre parece que vayan montados en el dólar. Ha habido un par de tíos que han dicho que han vuelto a ver a Renton, por el centro y tal. Como Sick Boy le haya visto y no me lo haya dicho…
Pero el capullín este de Philip sigue por aquí. Saludo con la cabeza a Sandy Rae, que está sentado con Nelly en la barra. Larry y Malky están pedos, jugando a la tragaperras. Sandy se acerca y le pasa al capullín un par de papelas de un gramo. Entra el capullín grandote y desgarbado del peazo tranca; se van a la calle, se meten en el buga y oigo cómo sale escopeteao calle arriba.
Nelly se acerca y los dos nos ponemos a mirar a Larry y Malky. «Ese capullo de Wylie lleva toda la puta noche vacilándonos», dice Nelly.
«Ya», suelto yo.
«Ya te digo, Franco. Suerte que tiene de ser colega tuyo, porque si no ya le había hostiao». Mira a Larry. «Puto listillo».
«Por mí no te cortes», le digo.
Así que Nelly se levanta, se acerca y le estampa la cabeza contra la tragaperras un par de veces. Después se vuelve y le suelta una de campeonato. Larry cae al suelo y Nelly le pega un pisotón. Malky le pone la mano en el hombro a Nelly y dice: «Basta».
Nelly para mientras Malky ayuda a Larry a ponerse en pie y lo saca a la calle. Se da la vuelta para mirar a Nelly y dice algo; levanta la mano e intenta señalarle con el dedo, pero Malky lo saca a rastras del pub.
«Puto sobrao», dice Nelly, y me mira.
Pienso para mí que Nelly y yo somos colegas pero el día menos pensado seremos él y yo, está claro. «El capullo llevaba toda la noche buscándosela», asiento. Pronto vuelve a aparecer Malky. «Le he metido en un taxi con un billete de diez y le he dicho que se fuera a tomar por culo. No le pasa nada, sólo está un poco atolondrao, eh».
«¿Estaba poniéndose farruco?», pregunta Nelly. «Porque podemos resolverlo con una pelea limpia cuando quiera».
«Ya, pero ojo con ese cabrón, Nelly», suelta Malky, «porque le van las navajas y nunca olvida».
«Yo tampoco olvido, joder», suelta Nelly, pero se nota que lo está sopesando. Por la mañana cuando se despierte dirá: «Hostia puta, ayer me metí demasiada farlopa y acabé pegándole a Larry». Porque los de su calaña necesitan farlopa y unas cuantas copas para hacer esas cosas. Esa es la diferencia entre él y yo.