Capítulo 44
Eso jamás lo imaginó.
Aurora no sabía cómo reaccionar, ahora era
ella la que estaba paralizada en su sitio. Sintió que todo le pasó
en cámara lenta y que un frío la recorría por completo, se llevó
una mano a la boca y se sentó en el brazo del sillón otra vez antes
de sentir que iba a caerse.
—Vete Aurora —le dijo él apretándose el
tabique al notarla, parecía que estaba avergonzado.
—¿Que me vaya? —reaccionó parpadeando
repetidas veces, esta vez ya no pudo retener sus lágrimas.
—Por favor déjame solo.
—¿Eso quieres? ¿Así nada más? Estás siendo
egoísta Maximiliano, piensas sólo en lo que te pasa a ti.
—¿Y te parece poco? —exhaló—. Yo no puedo
ofrecerle nada a ninguna mujer, ahora puede ser una cosa pero más
adelante no y no quiero amar para que luego me manden al diablo
sólo por no ser un hombre completo porque eso es lo que soy Aurora
—la miró a los ojos—. No seré impotente y no tendré problemas para
tener relaciones sexuales pero una erección no es todo y menos si
mi esperma no tiene la calidad que debería. El asunto no es
preocuparme por dejar a una mujer embarazada sino porque no puedo
hacerlo y no puedo condenarla, cuando el sueño de toda mujer es ser
madre.
¡Entiendes eso!
—Lo entiendo, no soy ignorante y siendo así
porque… ¿Por qué te preocupó cuando lo hicimos en la tina?
—Porque debía disimular y no levantar
sospechas, toda mujer evita tener relaciones sin protección, tú no
eras la excepción.
—¿Y pensabas decirme esto? ¿O esperabas que
me enamorara locamente de ti para soltarme la noticia
después?
—Ha sido un tormento Aurora, un tormento de
años, saber que esto me condena a una vida vacía sin alguien a mi
lado que comprenda… no es fácil. Cuando te conocí fuiste como un
golpe y me dolió más porque… yo sólo puedo ofrecer esto —extendió
los brazos con desgane—. Sólo soy esto, no más, todavía puedes dar
marcha atrás, estás a tiempo.
—¿Y puedo decidir? —lo miró seriamente, si
esperaba sentir lástima se equivocaba—. Dime que a pesar de todo me
quieres a tu lado, dime que tienes el valor de afrontar esto, dime
que olvidas tus suposiciones sobre mí, dime que confías en mí, dime
que en tu corazón sólo existe lo que pasó anoche y nada más. Dímelo
y me quedaré.
Maximiliano la miraba con asombro pero
prefirió morderse la lengua que reconocer todo, la necesitaba sí y
la quería junto a él pero no podía retenerla así. Era mejor que
fuera una excusa y que allí se acabara todo, un sacrificio más que
aunque le doliera demasiado iba a pasarlo.
Aurora esperó que él dijera algo pero nunca
escuchó lo que deseaba oír y eso la decepcionó más.
Se limpió las lágrimas y sujetando su bolso
caminó hacia la puerta, él ya no deseaba hablar y no tenía sentido
seguir prolongando una conversación que no los llevaba a ningún
lado. Tras dejar la llave en una mesa cercana a la puerta, salió
del apartamento de Maximiliano y luego de cerrarla corrió hacia el
ascensor rogando en sus adentros que él la siguiera y le dijera que
estaba dispuesto a olvidar todo y tener una segunda oportunidad,
deseaba escuchar que por sobre todo la quería junto con el deseo de
tenerla a su lado siempre pero nada de eso sucedió. Al entrar al
ascensor que afortunadamente estaba vacío y luego que se cerrara,
ella lloró con fuerza su rabia y su mala suerte. Greg había vuelto
a arruinar su vida y para colmo Maximiliano lo había permitido
todo, no haciendo nada más para remediarlo. Era
decepcionante.
Para colmo Maximiliano no pudo más y
dejándose caer en el sillón lloró por ella otra vez sujetándose la
cara al sonido de la voz de Elton John con su “Believe” que se
había reproducido automáticamente, quitando la pausa justo en ese
momento y lo atormentaba martillándole la cabeza, era como si el
mismo cantante le dijera a gritos que creyera en el amor a pesar de
todo porque era lo único que tenía. La música sonaba con fuerza
para él y comenzó a debatirse en lo que debía hacer o no
sintiéndose desesperado, porque de lo único que estaba seguro era
de no querer perder a una mujer como Aurora pero tampoco luchar por
mantenerla junto a él, mientras el corazón de ella estuviera
confundido.
Without love I wouldn't
believe
I couldn't believe in
you
And I wouldn't believe
in me
Without love
I believe in
love…
La canción era muy cierta al decir que sin
amor no se podía creer ni siquiera en uno mismo menos en los demás,
si él amaba a Aurora debía creer en ella, creer en ese sentimiento
que compartían y que los unía y en el deseo de ella de querer estar
con él, creerla suya y de nadie más.
Aprovechando que otras personas entraban al
edificio ella salió apresurada. Entrando a su auto Aurora se
encerró a llorar un momento más y luego arrancó a gran velocidad
con rumbo a su casa, sin dejar de pensar en lo que le había
sucedido y en como todo se había arruinado en minutos. No podía
creer lo que le había pasado y sus lágrimas le impedían ver con
claridad el camino por donde iba. Maximiliano le reprochó lo que
había pasado con respecto a Alonso y tenía razón, ya que el otro
hizo lo mismo pero de una manera menos fría y ella, por más que se
desvivió en explicar las cosas él parecía haber tomado todo a su
favor para terminar. Suficiente con darse cuenta por él mismo lo
que había pasado en Cucamonga y sumado a la trampa de Greg, para él
Aurora simplemente lo había utilizado todo este tiempo y verla en
los brazos de su ex fue el golpe más bajo que pudo recibir.
Terminando el británico salta a escena un
clásico de baladas rock que puso peor a Maximiliano, “Don't Know
What You Got” de Cinderella lo sintió como balde de agua fría con
ese “no sabes lo que tienes” que le sonaba como eco, nunca había
sentido tanto el poder de la música como en ese momento que le
hablaba por si sola gritándole lo que tenía que hacer, ¿de quién
era la culpa? ¿De verdad debían tomarse un tiempo? ¿Debía dejarla
ir? Se levantó del sillón y acercándose a la ventana sabía que no
iba a ver nada, ella ya se había marchado y él se sentía un cobarde
orgulloso que no fue capaz de seguirla y permitir que se dieran
otra oportunidad. Estaba decepcionado de todo y antes de que
pensamientos peores lo asaltaran al ver la altura en la que estaba,
decidió quitarse del ventanal y apagar su reproductor, si seguía
escuchando la música —que inoportunamente le había sonado— su
estado anímico lo llevaría a cometer una locura que jamás en su
vida —ni aún en su condición— había considerado. Exhaló apoyando
las manos en el centro de entretenimiento de madera oscura, cerró
los ojos y decidió pensar qué era lo que debía hacer después de lo
que había pasado entre él y Aurora. ¿De verdad debía aprovechar el
suceso para tener la excusa y alejarse de ella debido a su
condición? ¿Estaba dispuesto a sacrificarse él y sus sentimientos
con tal de que ella fuera feliz con otro que si podía darle lo que
él no? No se sentía capaz de hacer nada más, se metió a su
habitación y comenzó a arreglar su equipaje.
Aurora lloraba al darse cuenta que lo que
había perdido y aunque él había malinterpretado todo estaba
dispuesta a no dejarse vencer por eso, si él la echaba de su lado
por no sentirse un hombre completo incapaz de darle hijos en un
futuro podía entenderlo e insistir en volver a intentarlo, pero si
además estaba su duda con respecto a Alonso y a Greg ya nada más
podía hacer y eso la puso más mal. Llegando a su casa y entrando,
al sólo cerrar la puerta no pudo más y sin importarle la presencia
de sus hermanas y las explicaciones que tuviera que darles, se
reclinó en la puerta para caer sentada en el suelo y llorar sin que
nada le importara.
“Dios ¿por qué? ¿Por
qué la vida es tan injusta?” —pensaba dejando caer sus
lágrimas teniendo la cabeza escondida entre sus rodillas—
“Vivimos tiempos tan extraños e injustos en
donde el corcho se hunde y el plomo
flota.”
El dolor que sentía era demasiado.
Como era lógico al escuchar la puerta
cerrarse y el llanto a la vez, las chicas Warren salieron al
encuentro de una Aurora que no reparaba en dejarse ver derrumbada.
Minerva y Diana se asustaron al verla así pero al saber los motivos
decidieron escuchar todo lo que ella tenía que decir y llevándola a
su habitación entre las dos, esa noche Aurora les contó a sus
hermanas lo que habían sido sus últimos días, su relación con
Alonso, con Maximiliano —incluyendo la noche de sexo— y la mañana
de ese viernes que Greg le había arruinado. A pesar de verla así
Diana la abrazó feliz porque por fin su hermana había sido dichosa
en los brazos —y cama— del médico como lo quería y sabía que alguna
solución debía haber para que se reconciliaran. Aurora se desahogó
—sin llegar a decirles el asunto personal del médico— contándoles
lo que había sido ese día y noche y de cómo en sólo horas, había
perdido a Alonso y a Maximiliano a la vez.
Esa noche casi no durmió.
Llegó a estar en vela hasta pasadas las tres
de la mañana, aún ya más calmada y después de haber llorado tanto.
No le cabía en la cabeza la idea de saber que ya nada existía y que
todo se había acabado, estaba dolida no sólo con el mismo Greg otra
vez sino con Maximiliano porque nunca imaginó que fuera tan cobarde
como para escudarse en esa excusa y no permitir que las cosas
siguieran su curso. Ese conformismo y el no querer luchar le
repugnaba y enfurecía a la vez pero de pronto un estremecimiento la
hizo reaccionar. ¿Qué sentiría ella en su lugar? ¿Cómo reaccionaría
ante la vida y las oportunidades si fuera él? Aurora sabía que no
era ajena a situaciones parecidas o casi iguales, el que haya
hablado con sus hermanas no la desahogaba por completo porque aún
mantenía con ella el secreto que se negaba a compartir y el
conocimiento de Raissa que no se atrevió a remover. Ella aún no se
liberaba y el que parcialmente le haya dicho su sentir al médico
eso no era suficiente, una noche de sexo fue sólo eso nada más, aún
no estaban del todo conectados, él creía que ella no iba a
entenderlo y ella creía que él no la comprendía. ¿Quién debía ceder
y dar el siguiente paso? Él la echó de su lado pero Aurora sabía
que estaba herido y seguir cada día así no sería fácil cuando
habían sentimientos más fuertes que se negaban a reconocer. Aurora
esperó que él la detuviera y comenzaran de nuevo pero no lo hizo,
¿merecía otra oportunidad? Lo cierto era que ella otro fracaso no
iba a tolerarlo, pensando qué hacer sin querer se llevó una mano al
cuello y sintió la libélula, tragó evitando llorar otra vez. Se
levantó encendiendo su lámpara y se acercó a su tocador, se miraba
mal pero enfocando su vista al dije de la cadena notó algo en lo
que no se había percatado; la libélula estaba hacia arriba o sea
que la cadena se sostenía de la cabeza no de la cola, lo que le
hizo recordar las palabras de él, no que seguramente algunos la
rechazaban por mala suerte sino lo demás:
“dicen que si te
encuentras con una y se pone de frente a ti es que es mensajera de
cambios para ti, cambios en la forma de
pensar y cambios que te harán resurgir, ella es sinónimo de
sabiduría, prosperidad, madurez,
equilibrio, felicidad, libertad…” y sin saber cómo sonrió
cuando las palabras le sonaron como eco en su cabeza. Bajó la
mirada y la extendió de frente a ella, la libélula estaba así aún
en su cuello, la miraba a ella, estaba en dirección a su persona
nada más, ¿podía ser la señal para ella y dar el primer paso al
cambio? ¿Era ella la que debía hacerlo? A pesar de todo sentía que
Maximiliano era el hombre perfecto para ella, que era su alma
gemela y el único con quien podía tener un futuro si él lo quería,
iba a tratar de volver con él, haría un último intento y si él
decidía que no entonces iba a respetar su decisión no volviendo a
molestarlo ni a acercarse. Calmándose volvió a la cama, debía
dormir un poco, iba a buscarlo una vez más y confiarle su secreto a
ver si así, él cambiaba de idea y si no lo hacía, entonces iba a
decirle adiós definitivamente.
Por la mañana y llegando a la agencia luego
de sortear la lluvia de preguntas que le soltó la curiosa de
Rebecca se encerró en su oficina, había escuchado a Orlando probar
el sonido de un equipo pero con una canción que la hizo pensar y
detenerse a escucharla un momento. Se trataba de “Alone” de Heart
poniendo en evidencia su estado de ánimo.
You don't know how long
I have wanted
To touch your lips and
hold you tight, oh
You don't know how long
I have waited
And I was going to tell
you tonight
But the secret is still
my own
And my love for you is
still unknown
Alone
Se hizo la desentendida.
La letra le caló porque era justo lo que la
noche anterior le daba vueltas en la cabeza y la canción seguía
haciendo eco en su mente.
Till now I always got
by on my own
I never really cared
until I met you
And now it chills me to
the bone
How do I get you
alone.
En su soledad y sentada frente a su
escritorio no dejaba de pensar en él, en que siempre se las había
arreglado sola y que eso nunca le había importado, no cómo ahora,
ahora que conocía a un hombre que estaba tan dentro de ella y tan
profundo como para no arrancarlo, suspiró, recordó su viaje a Los
Ángeles y se puso más nerviosa. Maximiliano era uno de los
expositores invitados y debía estar bien para hablar de su trabajo
frente a muchas personas, su buen ánimo se debía notar y dada la
situación sabía que no iba a ser así, de ella dependía que las
cosas cambiaran. Era con él que deseaba estar, era Maximiliano el
hombre que ella quería a su lado, el que se había adueñado de su
corazón y estaba decidida a que este no volviera a sufrir por amor,
no si en sus manos estaba la solución, aún tenía una última carta e
iba a jugársela.
—Sola nunca más —se dijo con
determinación.
Iba a recuperarlo y como si el bombillo de
la idea se le encendiera buscó su teléfono y llamó a la clínica,
Peter era su tabla de salvación.
—Hola, buenos días —contestó al otro
lado.
—¿Peter?
—Sí.
—Peter soy Aurora.
—Ah… hola señorita Warren —le habló con
mucha formalidad.
—¿Está Maximiliano?
—No.
—No lo niegues por favor.
—No lo hago, él me llamó anoche mismo casi a
la diez para decirme que estaba arreglando maletas porque se iba
temprano a Los Ángeles.
Aurora exhaló, lo cierto era que ella no
había indagado a qué horas él se iba, ni donde se hospedaría ni a
qué horas sería el bendito evento ni en dónde. No sabía nada.
—Peter necesito que me hagas un favor
—estaba dispuesta a rogar—. Sé que sabes lo que pasó entre Max y
yo, sé que eres su amigo y que seguramente desees matarme pero
antes de eso déjame redimirme.
—Yo no tengo por qué meterme en la vida de
ustedes, son adultos y saben lo que hacen, si se complican la vida
es problema de ustedes.
—Y por eso busco la solución, no quiero
llamarlo porque sé que no me va a contestar, te suplico que me
digas en qué vuelo se va Maximiliano.
—Querrá decir en que vuelo se fue, él ya
está en Los Ángeles, estas horas antes de las conferencias debe
tomarlas para divagarse y estar muy lúcido, por eso decidió irse
muy temprano.
Será mejor que lo deje, necesita poner
distancia, si él no quiere hablarle déjelo.
—No, no puedo hacerlo, no voy a
desistir.
—Además el viaje a Santa Bárbara le ayudará
más.
—¿Qué? ¿Cuál viaje a Santa Bárbara?
Peter cerró los ojos apretándolos al mismo
tiempo que también apretaba el auricular, creía que ella estaba
enterada pero tarde se di cuenta que no.
—¿No se lo dijo? —preguntó tontamente.
—¿Decirme qué?
El chico exhaló sin remedio.
—Luego de la conferencia de mañana, por la
tarde se irá a una reserva por allá y no sé cuándo volverá.
Aurora evitó resoplar, huir, el cobarde
quería huir, quería alejarse de todo incluyéndola a ella, ¿valía la
pena lo que ella quería hacer por él?
—¿Estás seguro que va para allá?
—insistió.
—Lo sentí muy interesado en un hotel por las
montañas con reserva animal y forestal, eso es lo que él necesita,
unos días lejos de la ciudad, además que el Pacífico le puede
ayudar también. Señorita Warren será mejor que respete su deseo que
querer estar solo —insistió el chico.
—¿Y que ahora deje su clínica a la deriva
por mi culpa? Tampoco lo voy a permitir.
—Sólo serán unos días, además la tienda
seguirá abierta, yo me encargo.
—Peter te lo suplico. —Aurora rogaba y
evitaba sollozar—. Soy capaz de seguirlo al fin del mundo si lo
quiere, no voy a perderlo. Lo quiero, es muy importante para mí y
estoy decidida a conquistarlo.
—Pero si él quiere alejarla de su
vida…
—Por favor, sólo necesito verlo una vez más,
si después de esto él insiste en su necedad entonces voy a respetar
su decisión pero al menos tendré el gusto de haberlo intentado.
Permíteme hacerlo, ayúdame, dime dónde está hospedado y donde serán
esas conferencias y a qué horas, él no puede presentarse de la
manera en la que está.
—¿Y si se pone peor?
—Te juro que no.
—Señorita Warren me está poniendo en un plan
muy delicado, él confía en mí y si lo traiciono…
—No lo estás traicionado, al contrario lo
estás ayudando a ser feliz.
—O a hundirlo más.
—No, te prometo que eso no pasará, quiero
hablar con él y que sea él mismo quien decida. Si el doctor decide
que soy lo peor para él entonces lo dejaré y nunca más volveré a
buscarlo.
Peter resopló, no estaba seguro de caer ante
los ruegos de Aurora porque si el asunto se ponía peor, no se la
iba a acabar con todo el sermón que Maximiliano le iba a soltar
después y perder su amistad y su confianza no podía permitírselo,
¿se la iba a jugar entonces?
—Peter por favor. —Aurora evitó que la voz
le temblara—. Necesito recuperarlo.
—¿De verdad le importa?
—Más de lo que te imaginas.
Sólo un impulso y nada más, eso era lo que
ella necesitaba, sabía que Maximiliano no sólo había puesto la
situación por excusa para alejarse de ella sino por su problema de
infertilidad, que sabía que a futuro podía dañarlos como pareja,
así que ya era hora de abrirse plenamente ante el hombre que ella
sentía querer con todas sus fuerzas y no perderlo. Esa era ella
ahora, la que no rogaba por ningún hombre ahora lo hacía y era
porque el sentimiento que la embargaba era mucho más fuerte que su
orgullo.
—Está bien, se lo voy a decir pero por favor
no lo lastime más, si lo hace voy a perder su amistad y para mí eso
muy valioso. Maximiliano es casi mi hermano y con todo mi corazón
lo único que quiero es verlo feliz y lleno de ilusiones como hace
unos días atrás.
—Te prometo que si él me lo permite lo haré
feliz, toda la responsabilidad es mía, no dejaré que la amistad de
ustedes se vea afectada.
—Bueno está bien —exhaló más con temor que
con alivio—. Toda la responsabilidad es suya.
—La asumo —sintió que la esperanza la
invadía — . Por favor dime todo —cogió una hoja de papel y comenzó
a anotar lo que el chico le decía.
Lastimosamente Peter no sabía exactamente a
qué hotel iría el médico a Santa Bárbara, ni sabía si la
reservación la había hecho por su teléfono móvil o por las redes y
de ser así sólo en su laptop estaba la información. En Los Ángeles
al parecer estaba en el Holiday ya que le dijo haber llamado al de
Ontario para pedir información del de allá, por eso era posible que
allí estuviera.
—Gracias Peter, voy a seguirlo —le dijo ella
más animada.
—Pues sólo si consigue un vuelo —miró su
reloj—. Las conferencias inician a las tres de la tarde.
—Lo intentaré y si no, manejaré hasta
allá.
—¿Se atreve? ¿Su auto está en
condición?
—No exageres, está cerca, una hora de camino
no es mucho.
—Llame al aeropuerto a ver qué le dicen de
los vuelos, si hay disponibles mejor y si no váyase en la camioneta
de Max, está es óptimas condiciones ya que es todo terreno y yo
tengo la llave.
—¿Harías eso por mí? —se sintió
halagada.
—Me sentiría más seguro.
—Gracias Peter, eres más de lo que esperaba,
llamaré al aeropuerto a ver qué me dicen y si no, pues te
avisaré.
—Está bien.
—Gracias de nuevo.
—Suerte por su valentía —sonrió.
—La voy a necesitar —ella sonrió
también.
Colgaron e inmediatamente con más ánimo,
buscó en el directorio los números del ONT y marcó, alguna
aerolínea debía tener un vuelo hacia Los Ángeles esa mañana pero
desafortunadamente el único que estaba disponible era un extra de
la United que debía hacer escala en San Francisco haciendo el viaje
de tres horas aproximadamente y no podía esperar porque tampoco iba
a atrasar al médico en su compromiso. El próximo vuelo directo
hacia la metrópolis era al medio día y tampoco le servía. Llamó al
Holiday de Los Ángeles para ver si lograba conseguir información
sobre si Maximiliano se hospedaría allí y aunque por ética no
estaban autorizados para dar ningún tipo de información sobre los
huéspedes, Aurora tuvo que rogar diciendo que era la novia y que
ella también viajaría hacia allá. Tuvo que dar más información
sobre ella misma inclusive sus números de identificación
personales, prometiendo que al llegar iba a registrarse siempre y
cuando le aseguraran que él estaba hospedado allí. Al recibir una
respuesta afirmativa sintió que un peso se alivianaba, le rogó al
encargado no decirle nada al doctor ya que ella deseaba darle una
sorpresa, en lo que el hombre le ayudó. Habiendo hecho esto llamó a
Peter para decirle lo del vuelo y que mejor se iría por tierra, por
lo que quedaron entonces que viajaría en la camioneta de
Maximiliano que Peter le iba a proveer.
Se levantó de su escritorio y cogiendo su
bolso corrió hacia la puerta, salió apresurada a recepción sólo
para decirle a Amy que se iba y que no podía dar más explicaciones.
Entró a su auto y arrancó a prisa en dirección a su casa, iba a
preparar su equipaje, una maleta de mano nada más, sólo llevaría lo
primordial porque estaba segura de regresar el siguiente día si
triunfaba en conquistar a su doctor. Llegando subió corriendo a su
habitación y con mucho ánimo hasta música se atrevió a poner
mientras arreglaba su maleta, al ritmo de Andy Gibb y su “Shadow
Dancing” se movía de un lado a otro al mismo tiempo que bajito
susurraba la canción pensando en Maximiliano.
You got me looking at
that heaven in your eyes
I was chasing your
direction
I was telling you no
lies
And I was loving
you
When the words are
said, baby, I lose my head
Sólo él estaba en su cabeza y como decía la
letra lo único que necesitaba era un momento en sus brazos
persiguiendo su afecto, sólo necesitaba la dulce sensación de vivir
en su amor porque no podía respirar cuando estaba lejos, de esa
manera cantando preparó una muda de ropa lo más cómoda posible y
otra extra, un par de botines, su ropa de dormir con sus adoradas
pantuflas y lo demás en accesorios personales. Sacó del armario un
vestido blanco con pequeñas rosas rojas con corte V frontal y de
corte princesa en la falda corta, que acompañaría con una chaqueta
de jean azul marino y unos zapatos negros sin tacón. Se sujetó el
cabello y se metió a la ducha, tenía poco tiempo para arreglarse y
para avisarle a sus hermanas la aventura que iba a emprender.
Ante unas chicas Warren sorprendidas,
Minerva y Diana despidieron felices a su hermana por teléfono quien
pasó siendo recogida por su casa por el mismo Peter, quien a su vez
le explicaba el teje y maneje de la camioneta mientras regresaban
al edificio de apartamentos donde Max vivía y donde Peter había
dejado su motocicleta. Despidiéndose de él Aurora arrancó feliz con
destino a la interestatal que la llevaría a la gran
metrópolis.