Capítulo 26
Cerca de la media noche Aurora cavilaba en
su cama moviéndose de un lado a otro sin hallar tranquilidad,
odiaba la idea de saber que Greg se había propuesto arruinarle la
vida otra vez y no podía evitar sentirse mal por Alonso, quien nada
tenía que ver. Hizo lo que pudo para curarlo al mismo tiempo que
sus hermanas llegaban y a quienes —al verlos— tuvo que darles las
explicaciones del caso. Recordar lo que fue esa noche ocupaba su
cabeza y volvió al momento.
*****
Entraron a la casa y Aurora lo hizo sentarse
en el sillón, luego corrió al botiquín del baño y sacó todo lo que
necesitaba. Cogió una toalla de mano y llenó un pequeño balde de
agua, afortunadamente ni Minerva ni Diana habían llegado y al menos
era un alivio, así se evitaba la lluvia de preguntas con las que la
iban a asaltar. Al volver a la sala encontró a Alonso con la cabeza
reclinada y los ojos cerrados, el golpe de la cara estaba bastante
inflamado y tenía más colores que el propio arcoíris, se sintió mal
por verlo así. Su situación comenzaba a desestabilizarla y eso le
molestaba mucho, era necesario quitarse a Greg de encima y lo iba a
hacer sin importarle nada.
Se hincó en la alfombra a los pies de Alonso
y poniendo todo a un lado, procedió a mojar primero la pequeña
toalla con un poco de agua limpia y luego se acercó a él.
—¿Te duele mucho? —preguntó tontamente, él
abrió los ojos.
—No voy a negar que el tipo es fuerte,
siento como si me hubiese desprendido la quijada —se sujetó un poco
la misma.
—Pero al menos tu herida de la boca no es
tan grande y a él sí creo que le fracturaste la nariz —comenzó a
limpiarle la sangre con la toalla húmeda—. ¿Crees necesitar un
médico? Yo creo que sí.
—No tranquila, es sólo que hace mucho no
peleaba de esta manera con nadie, la última vez… —cerró los ojos
haciendo memoria—. Fue luego de salir de la secundaria.
—Ya hace un tiempo —sonrió ella.
—Algo —intentó sonreír él también.
Los ojos verdes de Alonso se clavaron en la
humanidad de ella cuando con esmero le limpiaba para no hacerle
daño, a la vez que delicadamente con la otra mano le sujetaba la
cara, sentirla así a pesar de la situación le agradaba. La herida
era pequeña, Greg le había abierto un poco de piel así que antes
debía desinfectarla con un poco de agua oxigenada.
—¿Quién es ese hombre Aurora? —Alonso hizo
la fatal pregunta y ella se detuvo.
—Nadie, nadie que importe.
—Pues para ser “nadie” tiene buen puño
—sujetó la toalla y siguió limpiándose con cuidado—. Y ese “nadie”
te altera mucho. ¿Ya te había molestado?
Ella no quería entrar en detalles y prefirió
distraerse sujetando la pequeña botella de agua oxigenada para
seguir con la limpieza, pensó su respuesta.
—Es alguien del pasado y no sé por qué
diablos ha vuelto, mis hermanas aún no lo saben, no quiero
hablarlo.
—Deberías hacerlo Aurora, ese tipo puede ser
peligroso y no amenazar en vano, te tiene en la mira y eso me
preocupa. ¿Quién ese “otro” del que habló?
—¿Qué? —se aturdió debido a los nervios y
por poco derrama el contenido del frasco en la alfombra.
—El otro —se limpió también los nudillos que
le ardían evitando quejarse—. Él habló de otro hombre, ¿también hay
otro con la boca reventada y los dedos fracturados?
—No, bueno sí… quiero decir que no hay nadie
más golpeado pero si otra persona —evitaba tartamudear—. Ayer salí
a almorzar con un amigo y él presenció todo.
Antes de que pudiera agregar algo más que
saciara la curiosidad de un Alonso que escondía los celos, la
puerta se abrió dando paso a una Minerva y Diana que venían de lo
más charlatanas habiendo coincidido en la llegada. Minerva logró
que un especialista de la agencia le mirara su auto a medio día en
su casa gracias a un seguro que pagaba y lo cubría, el problema
había sido batería nada más así que ahora ya podía tener su auto y
salir en él sin problemas. El estar en una burbuja impidió que
Aurora pudiera darse cuenta que llegaban cuando los vehículos
entraban al patio, no fue consciente de eso. Cuando las chicas
miraron a su hermana fue lo bueno, como lo supuso comenzó el
bombardeo de preguntas.
—¿Aurora que pasó? —Minerva se asustó al
verla a ella y a su acompañante de la manera en la que
estaban.
—¿Quién es él? —inquirió Diana sin reparar
en el estado del hombre que igual le parecía guapísimo.
—Tranquilas —contestó sin remedio preparando
el algodón—. Minerva, Diana les presento a Alonso Quintana Farrell,
Alonso ellas son mis hermanas, Minerva la mayor y Diana la
menor.
—Hola chicas —saludó él—. Me presentaría
como es debido pero como ven no puedo ni moverme —se sujetó el
costado.
—¿Alonso? —preguntó Diana con una sonrisa—.
¿Tú eres el famoso Alonso?
—¿Famoso? —sonrió él a pesar del ardor que
sentía en los nudillos y el dolor en la boca.
Aurora abrió más los ojos para que su
hermanita supiera que no tenía que hablar.
—Eres más guapo en persona —insistió ella
disimulando.
—¿De verdad? —Se sorprendió él sonriendo por
el halago—. ¿A pesar de estar todo mallugado?
Diana asintió.
—Mucho gusto Alonso —se presentó Minerva
acercándose a ellos y después de codear a Diana para que se
callara—. Y lamento que se encuentre en ese estado. ¿Qué le
pasó?
—Nada, fue sólo… un pequeño asalto —mintió
él como habían acordado con Aurora.
—¡¿Asalto?! —exclamaron asustadas las dos
chicas Warren. Con razón tenían la ropa sucia.
—¿Dónde? —insistió Minerva.
Alonso y Aurora se miraron.
—No se preocupen chicas, esto seguramente
fue por… —continuó él—. Por todo lo que pasa referente a Lucas,
supongo que lo saben, ¿verdad? —quiso irse por la tangente.
—Esa no es excusa es una bajeza —se indignó
Minerva — . ¿Y es que ustedes como familia deben pagar? Eso no es
justo, voy a llamar a la policía.
—¡No! —dijeron los cómplices al mismo tiempo
antes de que ella cogiera el teléfono.
—Deben denunciar —replicó Diana.
—E ir al médico —sugirió Minerva.
—No chicas, no se preocupen, no es nada, no
pasó a más —volvió a sujetarse el costado evitando quejarse y eso
le preocupó a Aurora.
—Alonso ¿me permites verte la espalda?
—pidió ella.
—¿Qué? —se asombró él.
Aurora con osadía, se acercó más a él
levantándole con cuidado la camisa sacándola del pantalón. Alonso
comenzó a sentir un hormigueo por el cuerpo que lo estremecía sin
poder detenerla al sentir sus manos en sus costados, era como si la
chica lo estuviera desnudando y en otra circunstancia, lo habría
excitado pero le podía más sentirse apenado por las demás que
estaban allí también. Aurora a penas y le levantó la camisa de esa
parte que tanto le interesaba ver.
—Lo sabía —dijo Aurora evitando enfocarse en
el six pack por las abdominales que el hombre mostraba como pecho—.
Alonso tienes un morete, debes ir al médico puede ser un
coagulo.
—Y no es tan pequeño —indicó Diana
acercándose con curiosidad más por los abdominales que por el golpe
porque esa “tableta” según ella, estaba mejor que la del propio
chocolate.
—Vamos —insistió Minerva—. Vamos a llevarlo
a que lo vea un médico, esos golpes no deben ignorarse, todo se ve
mal, la cara, las manos...
Alonso comenzó a sentirse abrumado por la
preocupación de las tres.
—Bendito yo entre las mujeres —sonrió
bromeando con sentido del humor—. Pero no es necesario chicas, si
esto se hace un escándalo pondrá peor a la familia.
—Pero no te ves bien, tienes un lado de la
boca inflamado y apenas y se retiene la sangre, es necesario ir al
médico y a la policía, ¿cómo es que no han hecho nada? —Los
reprendió Minerva—. No puedes dejar pasar esto, como Farrell no
puedes.
—Voy a llamar a la doctora Cuéllar porque
Aurora no es tan buena enfermera —señaló Diana sin intención de
molestar a su hermana al ver que no tomaba acción para curar a
Alonso.
—No —contradijo Aurora—. Ella conoce a la
familia y…
—Si le pedimos que calle lo hará —insistió
Minerva—. Y ya verás que va a sugerir alguna radiografía para
Alonso.
—Chicas de verdad que les agradezco la
preocupación, de verdad me halagan y no saben lo bien que eso me
hace sentir pero no quiero alarmar a nadie ni tampoco ser noticia
mañana —les dijo él con un tono de voz tan dulce y seductor que por
poco hace suspirar a Diana—. Ya suficientes problemas tenemos
encima como para echar otro, lo importante aquí es que… —miró a
Aurora sin disimular su interés por ella a la vez que le sujetaba
la mano—. Lo importante aquí es que a Aurora no le pasó nada y ella
está bien.
—Que lindo y considerado eres Alonso,
mereces un monumento. —Minerva evitaba sonar sarcástica sin darse
cuenta que ya lo tuteaba—. Pero el problema es que te llevaste la
peor parte y si no haces algo quien quiera que haya hecho esto lo
volverá a hacer y la próxima vez podrá ser peor.
Minerva hablaba porque creía que el ataque
había sido en represalia por lo hecho por Lucas y siendo así, al
menos el problema no era con Aurora a quien por fortuna no tocaron
debido a lo mismo ya que como era sabido en la ciudad, había sido
Lucas quien dio por terminada su relación
con la gemela Warren y eso como sea las
hacía víctimas a ellas también.
—Minerva… —Aurora la detuvo evitando llorar
de la rabia—. La culpa fue mía, lo que le pasó a Alonso fue culpa
mía —confesó por fin haciendo que sus hermanas y hasta el mismo
Alonso se sorprendieran.
—¿Cómo? —Minerva se sentó al borde de otro
sillón sintiéndose nerviosa. Diana se sentó en el brazo del mismo
sillón sujetando sus hombros.
Aurora se mordió los labios y apeló a su
fortaleza de piedra como siempre para hablar sin derrumbarse, total
Alonso estaba allí herido y con un golpe algo preocupante gracias a
ella y debido a eso tenía el derecho a saber también.
—Esto no fue un asalto, no fue una
represalia contra los Farrell aunque ellos vayan a creerlo cuando
vean a Alonso pero aquí la culpable fui yo —continuó mientras
seguía hincada en la alfombra, Alonso la miró preocupado y con
suavidad le sujetó la mano para demostrarle que estaba con
ella.
—Explícate —le pidió Minerva manteniendo la
calma. Diana la miraba muy nerviosa también.
—Greg… está en la ciudad, ha vuelto y está
acosándome.
Las mujeres la miraron perplejas pero
supieron inmediatamente de quien Aurora hablaba.
—¿Acosándote? —Repitió Minerva—. ¿Desde
cuándo?
—Desde el… fin de semana.
—¿Y por qué no nos habías dicho? —se levantó
molesta del sillón.
—No te preocupes, ya lo amenacé con echarle
a la policía encima.
—¿Eso es todo? ¿Y mientras qué? ¿Que el
pobre Alonso o cualquier otro siga pagando?
Aurora bajó la cabeza avergonzada, la
sensatez que tenía se había largado en ese momento y a Alonso, eso
de escuchar “otro” no le había hecho nada de gracia tampoco.
—Voy a llamar a Rick. —Minerva se acercó a
su bolso.
—¿Qué? ¿Para qué? —reaccionó Aurora muy
nerviosa.
—Tiene un buen amigo que es abogado, este
imbécil necesita un buen susto para que te deje en paz.
—¿Por qué regresa ahora? —inquirió Diana con
curiosidad.
—No lo sé Diana —le contestó a la menor y
luego se puso de pie para detener a Minerva—. Mina no por favor, no
quiero que este asunto salga de nosotras, no sólo Alonso lo conoce
ya, Maximiliano el médico del que les hablé ayer que cenábamos
también, Greg sabe que no la tiene muy fácil.
Mañana me pondré en contacto con el
licenciado Rooswelt, sé que él sabrá qué hacer.
“Maximiliano”
repitió para sí el economista evitando tensar la boca, al menos
sabía el nombre del “otro” a quien no quería suponer rival de
amores.
—Él es sólo el apoderado legal de la agencia
—señaló Minerva.
—Igual es un profesional y me conoce, nadie
mejor para tenerlo de aliado, nadie pondrá en tela de juicio mi
prestigio —insistió Aurora.
—¿Y mientras? —Minerva se puso las manos en
la cintura.
—Mientras voy a seguir curando las heridas
de Alonso y pensaremos con calma qué hacer.
Diciendo esto Aurora dio por terminado el
asunto y la conversación.
*****