Capítulo 29
Aurora exhaló y levantándose de su sillón le
hizo la señal a Rebecca de acompañarla al sofá, debían hablar más
cerca y con más confianza.
—Aurora fue algo malo, ¿verdad? Por favor no
omitas nada, yo necesito saberlo todo —insistió nerviosa la
mujer.
—¿Y qué es lo que recuerdas? —suspiró.
—Obviamente que después del evento… me fui
con Ethan —contestó apenada—. Sabía lo que iba a pasar desde que me
subí a su camioneta y no te niego que iba feliz pero… el encuentro
no fue lo que esperaba, él sólo…
—Sí, sí —la detuvo porque no deseaba
escuchar otra vez los detalles o al menos no los meros detalles
porque Rebecca y Ariadna eran iguales y no se medían al narrar de
manera “explícita”
algunas cosas. Si para Aurora a veces su
gemela le parecía una película porno “audible” Rebecca tampoco se
quedaba atrás y ella estaba muy sensible a temas eróticos esa
mañana—. Sé lo que me dijiste, no son necesarias más
explicaciones.
—¿Pero y después que estuve en el bar? Sólo
tengo vagos recuerdos de un hombre muy amigable, no sé qué hablamos
pero bebimos juntos, luego me parece que me levanté de la barra
porque él me indicó algo y recuerdo que nos fuimos pero luego… —se
detuvo cerrando los ojos—. Todo lo recuerdo oscuro, algo me excita
pensarlo pero…
—Rebecca… —Aurora la sujetó de una mano—.
¿De verdad no recuerdas nada?
—Te lo juro amiga, me bebí dos tragos de
vodka puro, no sé cuántas copitas de tequila y ya antes me había
bebido un trago de brandy en la habitación de Ethan pero cuando se
acercó a mí ese hombre… él me invitó a seguir bebiendo pero creo
que no era tequila, no sé lo que me tragué ni la cantidad.
—Agradece a Dios que no te intoxicaste,
llegaste mal a la habitación pero al menos llegaste.
—¿Quieres decir que imaginé al tipo ese? —se
sintió aliviada—. Gracias a Dios, pudo haberme sacado del hotel y
llevarme quien sabe a dónde y no estaría contando nada.
—Rebecca… —Aurora se mordió los labios—. Sí
me hablaste de otro hombre.
—¿Cómo? —la mujer palideció.
—Sí, sí hubo otro hombre y…
—¿Y qué? —tragó en seco.
—Tuviste sexo con él —soltó de un
solo.
Rebecca se llevó ambas manos a la boca,
tenía la esperanza que eso hubiese sido un sueño nada más.
—Aurora no… dime que no es verdad.
—Lo siento y lo sé porque tú misma me lo
dijiste. Llegaste muy mal a la habitación, muy malcriada para ser
exactos, estabas molesta, quise ayudarte y me rechazaste, estabas
muy ebria y eso sacó lo peor de ti. No sé qué tan mal la pasaste
con Ethan pero yo terminé pagando los platos rotos, vomitaste,
quise ayudarte a que te bañaras pero no me dejaste, regresaste a la
cama cómo pudiste y fue allí donde me contaste todo.
—Aurora lo siento —realmente se mostraba
apenada—. Yo… perdóname si te herí, si te lastimé, si te falté el
respeto como amiga y superior, era obvio que estaba molesta por lo
que Ethan me hizo pero… ¿Qué fue lo que te dije?
—No voy a entrar en detalles, sólo que sí,
bebiste con un tipo en el bar, dijiste que te llevó a un privado o
algo así dentro del mismo bar, siguieron bebiendo y sin más comenzó
a tocarte. Dejaste que lo hiciera a su antojo, te hizo sexo oral,
se lo hiciste también y terminaste montándolo.
—¡¿Qué?!
La mujer como activada por un resorte se
paró del sofá y caminó de un lado a otro muy nerviosa, tanto que
evitaba llorar.
—¿Me dices que tuve sexo de esa manera con
un completo desconocido? —sentía que el corazón se le iba a salir
por la boca.
—Así es.
Rebecca tuvo que sujetarse del escritorio de
Aurora, sentía que iba a desmayarse.
—No Aurora, dime por favor que eso no es
verdad, yo no pude… —la mujer dejó que sus lágrimas brotaran sin
poder detenerlas, sentía que el mundo le había caído encima. Todo
le pasó por la cabeza, todo, desde un embarazo no deseado hasta
haberse contagiado de alguna enfermedad, su cara mostraba realmente
horror.
—Desgraciadamente no es invento y lo sé por
tu propia boca aunque hubiera preferido no saber nada, me
decepcionaste Rebecca, mucho ¿y sabes cuál es la prueba que me lo
confirmó?
—¿Cuál? —se secó las lágrimas.
—¿Recuerdas al hombre aquel que te señalé
saliendo del restaurante antes de encontrarnos con Ethan?
—¿El que vimos antes de entrar al
ascensor?
—Ese mismo, por algo nos sonrió, te
reconoció, él no estaba tan ebrio pero tú sí, no lo recordaste pero
sin duda él a ti sí, no me sonreía a mí sino a ti, ¿y sabes que es
lo que me molesta?
Que si puede recordarme al habernos visto
juntas sabrá dónde encontrarte Rebecca, porque también para colmo
usabas uniforme, gracias a la agencia ese tipo puede dar contigo y
lo que es peor, creer que conmigo obtendrá algo igual. ¿Cómo crees
que me siento? ¿Crees que tranquila? Pues no y ruega porque él
también olvide esa aventura y no nos vuelva a ver, porque a mí se
me cae la cara de vergüenza.
Rebecca volvió a sentarse antes de sentir
que iba a desvanecerse, las consecuencias de sus actos no los pudo
prever o sencillamente el asunto se le escapó de las manos por la
decepción de no haber obtenido lo que quería en Ethan.
—Tienes razón de estar molesta y tienes
razón de… querer tomar la decisión de despedirme, me excedí, lo
reconozco.
—Te lo advertí Rebecca, te dije lo que podía
pasar si seguías empecinada en querer tener al canadiense.
—Y perdí Aurora, Ethan me utilizó, gracias a
él ahora… soy una cualquiera de verdad.
—Ruega porque ese tipo no vuelva a cruzarse
en tu camino y ruega porque tampoco en el mío e intente
chantajearme.
La mujer volvió a llorar y Aurora comenzó a
sentir pena.
—¿Por qué Becca? —Le habló con suavidad—.
¿Por qué dejaste que Ethan… pusiera tu voluntad por el suelo?
—Por estúpida —se quitó las lágrimas con
molestia hacia ella misma—. Y porque lo creí un hombre como
cualquier otro.
Aurora recordó que ella lo había llamado
“medio hombre” en su borrachera, pero no quería saber más detalles
específicos.
—Rebecca… no estaría de más que fueras al
ginecólogo.
—Lo sé, lo sé y tengo miedo —volvió a
llorar.
—No temas por un embarazo, no creo que lo
estés.
—¿No? —la miró asustada.
—Lo hiciste sin protección eso sí, me
dijiste que luego de que le hicieras a él sexo oral eyaculó en tu
mano, lo limpiaste con una servilleta pero luego te montaste en él
aprovechando su erección. Ya te había dado un orgasmo y
descontrolada fuiste por otro, a mí no me consta pero… —se encogió
de hombros—. No creo que haya vuelto a eyacular otra vez pero si
dijiste que… que… bueno pues no hablaste de preservativo. —Aurora
se calló porque le era difícil hablar sobre eso y Rebecca ya no
soportaba la vergüenza.
—Igual estuve desprotegida, ¿te das cuenta?
¡Me metí a la boca el pene de un completo desconocido! ¡Por Dios
que asco! —se llevó las manos a la boca sintiendo que quería
vomitar otra vez.
—¿Y con Ethan… no…? —Aurora no supo el
momento que había preguntado.
—Con él fue muy diferente —se levantó y
lentamente caminó a la ventana—. Él sólo me utilizó Aurora, miró en
mí a la ofrecida que fácilmente pudo tener y yo tuve la culpa, eso
le hice ver desde el principio. Cuando los interrumpí en el evento
lo rocé intencionalmente y allí estaba, con un pene erecto gracias
a ti.
Aurora abrió los ojos y tragó, no debió
preguntar nada, ya suficientes fantasías con Maximiliano y Alonso
como para que el canadiense se sumara.
—Él ya estaba caliente por ti Aurora
—continuó la mujer luego de un suspiro—. Y yo fui… lo que estaba a
la mano para utilizar y quitarse el ardor.
—Rebecca no… no me digas nada.
—Déjame terminar ahora que tengo el valor
—se giró para verla—. Ethan me enardeció tanto por el sexo como por
lo que pasó después, me utilizó como quiso pero de una manera tan
fría que nunca me imaginé. No me dejó besarlo pero si me la metió
en la boca, ni siquiera nos desnudamos ni fuimos a la cama.
Sencillamente me puso a gatas en su sofá y así me penetró, él si
necesitaba terminar, él si necesitaba liberarse y lo hizo Aurora,
gritó su orgasmo con tu nombre.
Aurora se llevó una mano a la boca para no
abrirla, eso nunca lo habría imaginado y ahora entendía el malestar
de Rebecca, Ethan le había dado un golpe muy bajo.
—Y así sin más el señor todopoderoso me dejó
allí cuando acabó y sin decir nada más, se metió a bañarse
—continuó—. Tenía la esperanza de que… siguiéramos en la cama, aún
así lo deseaba pero no, me dijo que me fuera, ¿lo ves? Me utilizó
nada más al no lograr tenerte a ti, era a ti a quien él quería en
su cama no a mí y por eso me enfurecí y te juro que casi lo golpeo
cuando todavía el muy descarado me humilla más preguntándome si es
que esperaba algún pago, ¿ves? Me trató como a una prostituta de
verdad, eso es todo lo que él vio en mí, un juguete sexual con el
cual quitarse las ganas que tú le provocaste.
Aurora estaba en shock por la confesión de
Rebecca y de igual manera se sentía utilizada. La molestia
comenzaba a dominarla al pensar en el hombre que a ella se le
mostraba de otra manera y apretando los puños se contuvo, ni
siquiera valía la pena agregar algo más, ya todo estaba
dicho.
—Ya no digas nada más Rebecca. —Aurora se
sentía asqueada—. Lamento lo que pasaste aunque no lo justifico,
hubiera preferido que regresaras a insultarme a la habitación luego
de eso si tan molesta estabas, yo te habría soportado y escuchado
pero cometiste el error de huir e irte a llorar y con justa razón
pero ¿a un bar? Buscaste el peor lugar para desahogarte y agradece
que al menos sólo fue ese tipo el que apareció, si hubieran sido
dos o tres… no sé, con seguridad si te llevan a otra parte y tú
luego tal vez te hubieras arrepentido y… jura que no te dejan y te
hubieran violado quien sabe dónde. Ruega porque ese tipo no tenga
una grabación de lo que hicieron, nunca se sabe.
Rebecca volvió a llorar escondiendo la cara
entre sus manos cuando se inclinó en sus piernas, no podía creer lo
que le había pasado. Aurora la abrazó al verla así pero luego
recordó cómo había llegado la mañana del lunes y con esa duda no se
iba a quedar.
—Rebecca… ¿Por qué llegaste tan feliz el
lunes por la mañana? Eras otra a la que dejé en Los Ángeles.
La mujer se incorporó limpiándose las
lágrimas y exhaló.
—Porque Ethan se encargó de… no dejar que me
quedara con la impresión de no creerlo hombre.
podía creerlo, ¿qué clase de mujer sin
dignidad era Rebecca?
—Te aclaro que no lo busqué pero él supo que
me quedé y volvió a llamar por mí. Nos encerramos en su suite poco
antes de que se marchara, me hice la difícil, la que no iba a caer
en sus redes, me creyó el que no lo considerara nada y mi duda a
que me respondiera como debía ser, estaba ardido en su orgullo y yo
debía desquitarme. No logré que me besara pero sí que me tocara de
la manera en la que quería y lo hizo Aurora, lo provoqué y el muy
imbécil cayó. Me lanzó a la cama muy excitado y agresivo a la vez,
me desnudó, se desnudó e hizo que… que le hiciera sexo oral otra
vez pero no como se lo hice en la noche, no, así no, lo torturé,
quise que se desesperara y también lo logré, necesitaba meterla en
algo y lo hizo, apenas y noté como con rapidez se puso el
preservativo y abriéndome las piernas me penetró con fuerza, lo
hicimos en la cama y como debía ser. Me embistió con fuerza, me
estrujó los pechos y tanto fue el delirio que tomando el control yo
lo acosté para luego montarlo como quería, volvió a sujetarse de
mis pechos con fuerza y eso me enloqueció para moverme a su ritmo,
lo hice lentamente para torturarlo otra vez, eso lo estaba colmando
¿y sabes que hice para seguir provocándolo? Salí de él y dándole la
espalda me incliné para mostrarle todo, si Aurora sé lo que
piensas, soy una descarada porque le mostré toda mi vagina, me
toqué para incitarlo, deberías ver la cara de ese hombre dominado
por el deseo, es un felino peligroso, respondió a mi insinuación y
de esa forma movido por la excitación me tocó, me penetró con sus
largos dedos para luego volver a meterme su pene con fuerza. Estaba
respondiendo como lo pensé y dándome el placer que quería, de esa
forma llegué por fin a mi orgasmo el que grité con todas mis
fuerzas y luego él gruño también el suyo apretándome los muslos,
agitados caímos a la cama y así estuvimos unos minutos, hasta que
él fríamente volvió a levantarse para ir a ducharse pero lo gocé,
lo tuve como lo quería. Gané Aurora, si quiso gritar tu nombre otra
vez debió haberse mordido la lengua porque no lo hizo aunque… debió
tenerme pensando en ti, eso no lo sabré pero no es difícil
deducirlo.
Aurora volvió a quedar en shock, era
demasiado, entre Rebecca y Ariadna iban a acabar con ella si de
provocar e incitar se trataba. “La única
manera de librarse de la tentación es ceder ante ella”
recordó de súbito la frase de Wilde y lo
pensó. Tentaciones las tenía desfilando frente a ella y sumado a lo
que le pasó en la madrugada debía hacer malabares para controlarse.
Recordó la imagen del doctor saliendo de la piscina, mojado,
incitante, sexy y luego sentir las manos de Alonso en su espalda y
la manera tan sensual de hacer las cosas, le hizo apretar las
piernas sin querer y reaccionar.
Reconocía que la narración de Rebecca la
había excitado al imaginarse todo, físicamente no estaba bien,
necesitaba sexo, sexo como debía ser, lo reconocía porque ella no
era de las que recurría a la masturbación como Ariadna, para Aurora
el placer de una penetración era inigualable y necesitaba encontrar
una solución a su problema y con urgencia. Debía liberarse sólo de
una manera y al menos sabía que candidatos que la saciaran le
sobraban.
