Himno de batalla (1995)

«Battle-Hymn»

Parecía no haber mucho lugar para la esperanza. Sibelius Hopkins lo puso en las palabras más sencillas.

—Tendríamos que conseguir el consentimiento marciano, y no lo conseguiremos, eso es todo.

La desolación entre los otros era tan densa para impedirles respirar.

—Nunca debimos apoyar la autonomía de los colonizadores —dijo Ralph Colodny.

—De acuerdo —dijo Hopkins—. Bien, ¿quién se ofrece de voluntario para volver veintiocho años en el tiempo y cambiar la historia? Marte tiene el derecho soberano de decidir cómo será utilizado su territorio, y no hay nada que hacer sobre ello.

—Podríamos elegir otro sitio —dijo Ben Devers, que era el más joven del grupo y todavía no había logrado desarrollar el apropiado tono de cinismo.

—No hay otro sitio —dijo lisamente Hopkins—. Si no sabes que los experimentos con el hiperespacio son peligrosos, regresa a la escuela. No puedes hacerlos sobre la Tierra, e incluso la Luna está demasiado poblada. Los asentamientos espaciales son demasiado pequeños, en tres órdenes de magnitud, y no es posible hallar nada más allá de Marte por al menos veinte años. Pero Marte es perfecto. Aún está prácticamente vacío. Tiene baja gravedad en superficie y una atmósfera delgada. Es frío. Todo es perfecto para el vuelo hiperespacial… excepto los colonizadores.

—No puedes asegurarlo —dijo el joven Devers—. Las personas son raras. Podrían votar a favor de los experimentos hiperespaciales en Marte, si lo manejamos bien.

—¿Cómo lo manejamos bien? —dijo Hopkins—. La oposición ha saturado a Marte con un viejo estribillo simplón que dice:

¡No, no, mil veces no!

No puedes mi cariño pagar.

¡No, no, mil veces no!

Moriría antes de aceptar.

Hopkins sonrió con amargura.

—Marte está inundado con el cantito. Está siendo taladrado en la mente de los colonizadores marcianos. Votarán «no» automáticamente, y no tendremos experimentos hiperespaciales y eso significa que no tendremos vuelos hacia las estrellas por décadas, tal vez generaciones… por cierto, no durante nuestras vidas.

Frunciendo el ceño al pensar, Devers dijo:

—¿No podemos utilizar un cantito para nuestro propio argumento?

—¿Qué cantito?

—Una gran cantidad de colonizadores es de extracción francesa. Podríamos manipular su conciencia étnica.

—¿Qué conciencia étnica? Todos hablamos inglés ahora.

—Eso no apaga la conciencia étnica —dijo Devers—. Si tocas la vieja canción nacional de Francia, todos sentirán añoranzas. Es un himno de batalla, ¿sabes?, y los himnos de batalla siempre mueven la sangre, especialmente ahora que no hay ninguna guerra.

—Pero las palabras ya no significan nada —dijo Hopkins—. ¿Las recuerdas?

—Sí —dijo Devers—. Iba…

Allons, enfants de la patrie,

La jour de gloire est arrive.

Contre nous de la tyrannie,

L'Etendard sanglant est leve.[21]

Las cantó en una clara voz de tenor.

—Ni un solo marciano en mil sabrá lo que eso significa —dijo Hopkins.

—¿A quién le importa? —dijo Devers—. Tócala igual. Incluso si no entienden las palabras, sabrán que es el viejo himno de batalla de Francia y los movilizará. Además, la tonada es ganadora. Infinitamente mejor que esa tonta música de music-hall que dice «No, no». Yo te lo digo, el himno de batalla se instalará en la mente de cada uno y reemplazará el no-no.

—Tal vez tengas algo allí —dijo Hopkins—. Y si lo acompañamos con algún lema impactante sobre los cambios. «La Humanidad Hacia Las Estrellas», «Lleguemos a una estrellas», «Más Rápido Que La Luz Será Lo Más Lento Que Vayamos». Y siempre con esa música.

—Ya sabes —dijo Colodny—, «la jour de gloire» significa «el día de gloria», creo. Podemos utilizar esa frase, «El Día De Gloria Cuando Alcancemos Las Estrellas». Si decimos «el día de gloria» bastante frecuentemente, tal vez los marcianos votarán «Sí».

—Suena demasiado bueno para ser cierto —dijo Hopkins con pesimismo—, pero no veo qué otra opción tengamos en este momento. Podemos intentarlo y ver si hace algún bien.

Ese fue el comienzo de la gran batalla de las canciones proselitistas. En cada uno de los asentamientos en Marte, bajo los domos, desde Olympus y a lo largo de los Valles Marinieris, y hasta las áreas lejanas de los cráteres, se escuchaba de un lado, «No, no, mil veces no…» y del otro lado, «Allons, enfants de la patrie…»

No había dudas de que el ritmo conmovedor del himno de batalla estaba teniendo efecto. Hacía retroceder al simple cantito de negación y Hopkins tuvo que admitir que desde una alternativa cero, el voto por el «sí» se estaba convirtiendo en una posibilidad; de una derrota segura, estaba comenzando a tener una oportunidad.

—Sin embargo —dijo Hopkins—, el problema es que no tenemos nada directo. Su cantito, a pesar de ser tonto, tiene la ventaja de decir «¡No… No… No…!». La nuestra es sólo una canción pegadiza que está llenando la mente de varios, ¿pero con qué? ¿El día de gloria?

Devers sonrió y dijo:

—¿Por qué no esperar hasta la elección?

Después de todo, era su idea.

Así lo hicieron.

Desafío al lector

¿Qué sucedió el día de la elección? ¿Ganó el voto negativo o el positivo? Y, en ese caso, ¿por qué?

Usted puede ganar cuando adivine si el voto fue negativo o positivo. Lo que vale es la mejor razón.

En la tarde del día de la elección, Hopkins se encontró casi incapaz de hablar. El voto había estado subiendo constantemente hasta el 90 por ciento a favor del «Sí» y no había una sola duda sobre ello.

Los colonizadores de Marte estaban votando para permitir que su planeta sea utilizado para el trabajo que eventualmente enviaría seres humanos a las estrellas.

Finalmente, Hopkins dijo:

—¿Qué sucedió? ¿Qué hicimos bien?

—Fue la canción —dijo Devers, sonriendo satisfecho—. Lo imaginé correctamente, pero no quise explicar mi idea porque no quería que se escapara de alguna manera. No era que no confiara en todos aquí, pero no quise que la canción fuera neutralizada de alguna manera astuta.

—¿Qué había en la canción que hizo tanta diferencia? —exigió Hopkins.

—Bien, sí tenía un mensaje subliminal. Tal vez los colonizadores ya no sabían lo suficiente de francés para entender el significado de las palabras, pero tenían que saber el nombre del himno de batalla. Ese nombre sonaba a través de sus mentes cada vez que las escuchaban; cada vez que la tarareaban.

—¿Y entonces, qué?

—Eso —dijo Devers, sonriente—. ¡El nombre es «Mars say yes[22]»!

Asimov: Cuentos Completos
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
nota_edicion.xhtml
volumen1.xhtml
0001.xhtml
0002.xhtml
0003.xhtml
0004.xhtml
0005.xhtml
0006.xhtml
0007.xhtml
0008.xhtml
0009.xhtml
0010.xhtml
0011.xhtml
0012.xhtml
0013.xhtml
0014.xhtml
0015.xhtml
0016.xhtml
0017.xhtml
0018.xhtml
0019.xhtml
0020.xhtml
0021.xhtml
0022.xhtml
0023.xhtml
0024.xhtml
0025.xhtml
0026.xhtml
0027.xhtml
0028.xhtml
0029.xhtml
0030.xhtml
0031.xhtml
0032.xhtml
0033.xhtml
0034.xhtml
0035.xhtml
0036.xhtml
0037.xhtml
0038.xhtml
0039.xhtml
0040.xhtml
0041.xhtml
0042.xhtml
0043.xhtml
0044.xhtml
0045.xhtml
0046.xhtml
0047.xhtml
0048.xhtml
0049.xhtml
volumen2.xhtml
0050.xhtml
0051.xhtml
0052.xhtml
0053.xhtml
0054.xhtml
0055.xhtml
0056.xhtml
0057.xhtml
0058.xhtml
0059.xhtml
0060.xhtml
0061.xhtml
0062.xhtml
0063.xhtml
0064.xhtml
0065.xhtml
0066.xhtml
0067.xhtml
0068.xhtml
0069.xhtml
0070.xhtml
0071.xhtml
0072.xhtml
0073.xhtml
0074.xhtml
0075.xhtml
0076.xhtml
0077.xhtml
0078.xhtml
0079.xhtml
0080.xhtml
0081.xhtml
0082.xhtml
0083.xhtml
0084.xhtml
0085.xhtml
0086.xhtml
0087.xhtml
0088.xhtml
0089.xhtml
0090.xhtml
ciencia_ficcion.xhtml
0091.xhtml
0092.xhtml
0093.xhtml
0094.xhtml
0095.xhtml
0096.xhtml
0097.xhtml
0098.xhtml
0099.xhtml
0100.xhtml
0101.xhtml
0102.xhtml
0103.xhtml
0104.xhtml
0105.xhtml
0106.xhtml
0107.xhtml
0108.xhtml
0109.xhtml
0110.xhtml
0111.xhtml
0112.xhtml
0113.xhtml
0114.xhtml
0115.xhtml
0116.xhtml
0117.xhtml
0118.xhtml
0119.xhtml
0120.xhtml
0121.xhtml
0122.xhtml
0123.xhtml
0124.xhtml
0125.xhtml
0126.xhtml
0127.xhtml
0128.xhtml
0129.xhtml
0130.xhtml
0131.xhtml
0132.xhtml
0133.xhtml
0134.xhtml
0135.xhtml
0136.xhtml
0137.xhtml
0138.xhtml
0139.xhtml
0140.xhtml
0141.xhtml
0142.xhtml
0143.xhtml
0144.xhtml
0145.xhtml
0146.xhtml
0147.xhtml
0148.xhtml
0149.xhtml
0150.xhtml
0151.xhtml
0152.xhtml
0153.xhtml
0154.xhtml
0155.xhtml
0156.xhtml
0157.xhtml
0158.xhtml
0159.xhtml
0160.xhtml
0161.xhtml
0162.xhtml
0163.xhtml
0164.xhtml
0165.xhtml
0166.xhtml
0167.xhtml
0168.xhtml
0169.xhtml
0170.xhtml
0171.xhtml
0172.xhtml
0173.xhtml
0174.xhtml
0175.xhtml
0176.xhtml
0177.xhtml
0178.xhtml
0179.xhtml
0180.xhtml
0181.xhtml
0182.xhtml
0183.xhtml
0184.xhtml
0185.xhtml
0186.xhtml
0187.xhtml
0188.xhtml
0189.xhtml
0190.xhtml
fantasia_azazel.xhtml
0191.xhtml
0192.xhtml
0193.xhtml
0194.xhtml
0195.xhtml
0196.xhtml
0197.xhtml
0198.xhtml
0199.xhtml
0200.xhtml
0201.xhtml
0202.xhtml
0203.xhtml
0204.xhtml
0205.xhtml
0206.xhtml
0207.xhtml
0208.xhtml
0209.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml