¡Simplemente las invento! (1958)
«I Just Make Them Up, See!»
Oh, doctor A…
Oh, doctor A…
Quédese aquí,
no huya de mí.
Aunque prefiero morir
a invadir
su intimidad,
mi mente siempre barrunta
y al fin acaba de dar
con la máxima pregunta.
Esto no es una mofa,
conteste con decisión.
Deseche toda aprensión
y hábleme de su visión.
¿Dónde halla
las agallas
para ideas tan disparatadas?
¿Se trata de indigestión
y de una derivación
del mal sueño resultante?
¿Los ojos desorbitados,
los dedos agarrotados,
o la sangre galopante
con el ritmo apasionado
de un pulso desenfrenado?
¿O acaso será el licor
que genera ese escozor?
Tal vez un martini seco
le brinde su inspiración,
u otra combinación
donde cualquier ingrediente,
con efectos consiguientes,
siguiendo un extraño curso
le ofrece nuevos recursos;
o tal vez una mixtura,
marihuana más tequila,
le provoque una apertura
y le inspire retahílas
que le dan la sensación
de que la cosa ha arrancado,
y su crisma despejada
se lanza desaforada
al camino inexplorado.
Pues hay algo, doctor A.,
que lo vuelve extravagante.
Yo le leo con unción
y tengo un interrogante.
Hágame una descripción
de esa perversa poción
de donde emergen sus tramas,
ese secreto brebaje
que lo ha vuelto un personaje
en nuestra ciencia ficción.
Doctor A.,
quédese aquí…
Oh, doctor A…
Oh, doctor A…