Enfoque general
CONCEPTO DE HIPNOSIS
Tras la introducción usted seguramente aún continúa preguntándose qué es la hipnosis. Este capítulo pretende dar respuesta a ese interrogante.
Hay que tener bien claro una cuestión previa: el hipnotismo no es cosa de magia, ocultismo, ni mucho menos unos extraños poderes que, supuestamente, posea el hipnotizador.
Olvídese pues de esa pintura de un hipnotizador de ceño fruncido, que le mira fijamente sin parpadear, con una mirada penetrante y atormentada: eso es una caricatura humorística de hipnotizador. O es eso o es que tiene conjuntivitis el pobre hombre. En cualquier caso no será un profesional serio y mi consejo es que no le tome por tal y huya de su consulta.
Es pertinente recordar que el hipnotismo, y su uso en terapias mentales, esto es, psicoterapia, es aceptado y utilizado por asociaciones de medicina de países como Inglaterra y Estados Unidos, países punteros en la investigación de estas áreas de conocimiento. En nuestro país, como somos tan «especiales» la hipnosis está prohibida en el sistema sanitario público español (BOE 10/2/94) o, mejor dicho, el catálogo de tratamientos del que se hace cargo la sanidad pública excluye la hipnosis. Sería interesante conocer al ministro de turno que ha dictado tal exclusión. ¿Qué entenderá este tipo por lo que es la hipnosis? Y si no lo ha hecho un ministro, ¿quién lo ha hecho?
Por otro lado, existen infinidad de colegios de psicólogos de muchas naciones en dónde se utiliza terapéuticamente la antigua técnica hipnótica. A la vez, prestigiosas entidades científicas, tales como el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y la no menos prestigiosa Universidad de Harvard, unida a la de Cambridge o Stanford, también la aceptan y emplean por su indudable eficacia terapéutica y sus resultados en la investigación psicológica. En otros países, aunque muy retrasados en comparación a los lugares mencionados, poco a poco, cada vez son más los profesionales de la salud que la utilizan como complemento (es un amplificador o potenciador) en sus psicoterapias.
Y es que no se puede olvidar que las técnicas hipnóticas vienen siendo aplicadas como tratamiento paliativo del dolor, la ansiedad, ciertas adicciones y también para reducir el estrés y sus nefastas consecuencias.
Por todo este potencial curativo, la técnica hipnótica no debería ser rechazada, esto solo indicaría miedos, desconocimiento o prejuicios absurdos por parte del profesional. A menudo el rechazo nace del simple desconocimiento y esta actitud no es muy científica que digamos.
Uno de los mejores hipnoterapeutas del mundo, el doctor Milton H. Erickson, decía que el estado alterado de conciencia es la madre de toda terapia.
El estado alterado de conciencia es como ese aforismo que afirma que para resolver un problema imposible solo hay que cambiar el punto de vista, mirarlo desde otros ángulos. En los estados alterados de conciencia se ven con claridad los conflictos subconscientes y a menudo también su mejor solución. Pues bien, los expertos están de acuerdo en considerar al hipnotismo como la técnica o conjunto de técnicas que nos llevan de la manera más rápida y eficaz a ese especial estado de nuestra mente. Es el sistema por antonomasia para lograr un estado alterado de conciencia.
Pero aclaramos que existen muchos clínicos que, por tontos prejuicios académicos, no aceptan la palabra trance o estado alterado de conciencia relativo a la hipnosis. Otros niegan la posibilidad de que el estado hipnótico sea realmente un estado diferente al habitual o de vigilia. Ambas visiones son ciertas y equivocadas a la vez. Pero tal vez en uno y otro bando falta un poquito de experiencia profunda de la hipnosis y también un poco de humildad.
El que se dé o no un verdadero estado alterado o diferente de conciencia va a depender entre otros factores de lo siguiente: la idiosincrasia individual y particular del individuo al que se esté hipnotizando. Hay personas que entran rápidamente en un estado muy profundo de relajación física, emocional y mental, ellos acceden a percepciones, imágenes, contenidos del inconsciente que en principio no parecen tener mucha relación con su vida actual. Al menos conscientemente no saben de esos contenidos o no se perciben en función de esos contenidos. Y si se les aplica un electroencefalograma se constata que su cerebro emite una gran cantidad de ondas Alpha y Theta. (Ver estudios realizados por Ken Wilber y la doctora Crawford).
Es evidente y demostrable que muchas personas sometidas al estado hipnótico, trance, tránsito, transire, esto es, pasar de un lugar a otro, pasar de un estado de conciencia a otro más psíquico, más interno, reportan experiencia del proceso intrauterino y, por supuesto, recuerdos de experiencias, situaciones o momentos acaecidos en los primeros años de su infancia, o como bebé, incluso de un año o menos, meses simplemente.
El segundo aspecto a tener en cuenta para comprender por qué algunos clínicos no aceptan el concepto de trance relativo a la hipnosis es que ellos se aseguran, con la metodología que emplean, de que nunca van a inducir estados (trances) profundos a sus pacientes o personas sometidos a sus manejos, hipnóticamente hablando.
Algunos clínicos se aseguran de mantenerse siempre en el cómodo sistema o metodología que no se salga de los límites de los paradigmas considerados científicos.
Las técnicas que utilizan y las únicas que consideran válidas son las inventadas por ellos mismos. Evidentemente, según sean las técnicas que utilizan, así será el resultado. Veamos un ejemplo: en el grupo de trabajo clínico que emite el boletín «Información Esencial sobre la Hipnosis Científica» se dogmatiza advirtiendo de que no debe realizarse hipnosis regresiva tratando de recuperar recuerdos de los sucesos del pasado y acerca de los cuales la persona no se acuerda.
Asustan o desaniman a los investigadores para que no utilicen técnicas regresivas o hipnosis profunda, con el pretexto de que pueden surgir falsos recuerdos que no corresponden a la realidad que haya vivido la persona. Pero es de lógica suponer que si fueran verdaderos profesionales de la psicoterapia no tendrían miedos y sabrían desglosar los falsos recuerdos de lo que se constatará que es el verdadero origen de los traumas actuales.
Si un psicólogo clínico no se atreve a trabajar con hipnosis profunda regresiva que le aporte la exhumación de los contenidos pasados que dañan el presente, ¿Qué clase de profesional es? Si fuera un verdadero psicoterapeuta que hubiera realizado primero su propio autoanálisis o hipnoanálisis sabría cómo ayudar con esta metodología a sus pacientes. Ellos no se atreven no sea que tengan que enfrentarse a contenidos de la mente (inconsciente) que supuestamente no deberían estar ahí, sus paradigmas les dicen lo que deben haber y lo que es simplemente fantasía, alucinaciones o invenciones cuando no simple fingimiento. La idea del propio hipnoanálisis o la necesidad de la autohipnosis son esenciales. Veamos cómo muchos de los grandes de la psicología y psicoterapia se sometieron a sus propias prácticas personales para poder desarrollar mejor su labor ayudando a sus clientes (Freud, Jung, Erickson, Drouot, Wambach, Woolger, Assagioli, Wilber, etc.).
Evidentemente, muchas experiencias del pasado; hogares disfuncionales, malos tratos en la infancia, abusos sexuales y otros hechos traumáticos, muchas veces están prácticamente olvidados por la mente consciente; la persona que los ha sufrido no se acuerda conscientemente. No obstante, es verificable por todo verdadero profesional de la psicoterapia que la persona adulta sufre en el presente problemas de relación, afectivos y sexuales, miedos y timidez, inseguridades que limitan su calidad de vida. Condicionando no solo su presente y viviendo por debajo de sus posibilidades, sino que frenan su evolución y logro de objetivos futuros. Todo ello por el lastre y condicionamientos de los conflictos no superados de la infancia.
Todos los conflictos y traumas del pasado, tanto si nos acordamos o no de ellos, deben ser sacados a la luz de la conciencia, del discernimiento, análisis y posterior comprensión consciente y racional de todos esos contenidos. Este es el paso esencial para superarlos y transformar ese conjunto de experiencias en valor, seguridad, compresión, asertividad, ilusión, nuevas perspectivas y mejora sustancial del área en que antes sufríamos las consecuencias del pasado.
La metodología psicoanalítica, el psicodrama de Moreno, un enfoque inspirado en PNL, otras metodologías (ver hipnoanálisis,) y el soporte amplificador y potenciador de la hipnosis son esenciales para que el proceso terapéutico resulte altamente eficaz y eficiente.
Los autores del citado boletín reconocen que el uso de la hipnosis aumenta tanto la recuperación de información del pasado correcta, como incorrecta. Bueno, no es muy científico recomendar no investigar o apelar a este recurso de la hipnosis simplemente por que estos clínicos no sean capaces de manejar estos contenidos y no saber discernir si son falsos o verdaderos. Lo más lógico es darle una salida a todos esos contenidos inconscientes y liberar su potencial en el área correspondiente. La indicación de no investigar con la técnica regresiva es evidencia de la inseguridad y miedo sobre el uso de la hipnosis que demuestran los autores del contenido del citado Boletín que se arrogan, no obstante, autoridad científica. (Información Esencial sobre Hipnosis Científica, Colegio Oficial de Psicólogos, Valencia).
Sus miedos e incompetencia no deben ser trasladados a otros profesionales que sí saben cómo distinguir y qué hacer con ellos para curar y sanar el cuerpo y el alma del paciente que demanda ayuda. Ya lo he comentado; unas veces por exceso y otras por defecto, nunca se muestra la realidad del fenómeno hipnótico en sí mismo tal y como es. Unos, los hipnotizadores de espectáculo, y otros que se las dan de hipnólogos preconizan una hipnosis relacionada con poderes y falsos mitos, otros, los que se autotitulan de científicos, como si la verdadera ciencia se encontrara solamente en la aulas de alguna facultad de psicología, castran, reducen y constriñen el método hipnótico a unas simples sugestiones superficiales con los ojos abiertos de par en par, o unos curiosos ejercicios montando en bicicleta, a eso le llaman hipnosis científica.
El alumno, el explorador de la hipnosis, no debe tener miedos ni prejuicios en investigar, practicar y evidenciar la amplia metodología que transmito en este libro. Al contrario, mucho gana y nada pierde si investiga y comprueba por sí mismo cuanto enseño didácticamente en el presente escrito. Luego podrá dar su opinión.
Personalmente no acepto ninguna autoridad académica o científica superior a mi propia experiencia.
Aunque por supuesto aprendo de todos, es por eso que en el momento de corregir y ampliar el presente libro para su segunda edición, evidentemente la primera se ha agotado, estoy inmerso en formación impartida en la Universidad de Valencia donde el profesorado, experto en Hipnosis Ericksoniana y Patrones de Cambio, Mari Carmen Abengózar, John Mc Whirter y Agustín Guenzatti, nos deleitan con magistrales lecciones que capacitan al alumno para desarrollar eficazmente la psicoterapia.
Son evidentemente profesionales clínicos y no van despreciando ni descalificando a nadie. Al contrario, enseñan, comparten e investigan con rigor la hipnosis y su amplísimo campo de posibilidades.
Y adelanto ahora una cuestión que explicaré de forma más pormenorizada más adelante. Es muy importante tener claro que la hipnosis es realmente autohipnosis. ¿Quién puede ser hipnotizado? Toda persona que, libre de falsos temores, realmente quiera serlo y coopere totalmente con el hipnólogo.
Si usted no quiere, no habrá nadie que lo hipnotice. Si su paciente no quiere ser hipnotizado, le recomiendo que no haga esfuerzos inútiles. Una vez que se cuenta con la voluntad, puede ser hipnotizado todo el que tenga una capacidad mínima de fijación y de concentración en aquello que se le sugiera.
Solo se requiere una inteligencia media para comprender las explicaciones dadas por el terapeuta. Por supuesto que ayuda mucho el que tengamos una buena imaginación y facilidad para formar secuencias visuales.
Quizá piense usted en ese momento en que cierra los ojos y no visualiza nada porque tiene una imaginación pobre para estos asuntos.
¿Recuerda el color de su coche o de su habitación? Ya está, esto es visualizar. Todos tenemos esta facultad, solo que muchas veces no la reconocemos como tal.
Funcionamiento del
cerebro en hipnosis
Le ofreceré a continuación, con la intención de no extenderme demasiado, unas nociones básicas sobre el funcionamiento del cerebro. Estas nociones son importantes para una mejor comprensión del fenómeno hipnótico.
Con fines didácticos, dividiré el cerebro en dos partes. Una exterior, el córtex cerebral (corteza cerebral) y otra profunda, el subcórtex. La corteza cerebral es el soporte físico de lo que llamamos conciencia y de la voluntad superior, todo aquello que nos convierte en seres racionales.
Nuestro psiquismo es capaz de controlar, regular, armonizar y ordenar gracias a la corteza cerebral y es ella precisamente la que nos diferencia de otros animales como el mono o el perro. Nos hace tomar conciencia de nosotros mismos, de nuestra propia individualidad, para poder llevar una vida psíquica sana y equilibrada es fundamental que la corteza cerebral funcione en perfecta armonía y equilibrio.
Sin embargo, esta corteza no es suficiente para regir nuestra vida anímica, ya que necesita el subcórtex, el cerebro profundo o primitivo, la parte del cerebro que nos emparenta con el resto de animales.
En el subcórtex hay un centro nervioso denominado tálamo al que se puede considerar como el soporte físico del inconsciente.
La importancia de esta parte del cerebro, con sus áreas adyacentes, hipotálamo, sistema límbico, cuerpo estriado, región reticular, etc., es que es ahí, de hecho, donde reside la mayor parte de nuestra actividad psíquica. El tálamo es, por lo tanto, el cerebro de lo inconsciente, de la misma forma que la corteza es el cerebro de lo consciente.
Si observamos cualquier libro sobre anatomía del cerebro, en el esquema del mismo se puede apreciar que en las dos zonas quedan bien delimitadas las funciones psíquica y fisiológica de cada una.
El estado de hipnosis (su práctica diaria) aporta dos tipos de beneficios: uno, favorece la salud mental, la memoria y la concentración y otro, la salud física y el equilibrio del sistema nervioso.
Algunos de los experimentos realizados con personas en estado de trance hipnótico profundo han revelado la capacidad del ser humano para emitir, de forma regular, ondas alfa e incluso theta (en lo que respecta a la actividad eléctrica del cerebro).
A través del encefalograma se puede apreciar cómo el cerebro del sujeto hipnotizado emite estas ondas alfa situándose en la frontera entre la vigilia y el sueño. Según algunos testimonios obtenidos después de estas pruebas, se experimentan profundos estados de paz y tranquilidad, como una sensación de estar flotando.
Al margen de esas sensaciones, para la investigación terapéutica lo más importante es el alto grado de sugestionabilidad al que se llega gracias a la hipnosis. Estos estados alterados de conciencia, el trance hipnótico, son, por otro lado, muy familiares para cualquier persona.
Retomaré esta idea en el siguiente capítulo, pero daré una breve explicación en estas páginas de cómo durante el día experimentamos estados alterados de conciencia. Por ejemplo, al irse quedando dormido o al despertarse por la mañana, desciende usted a un nivel de conciencia más profundo. Como consecuencia de este proceso, su capacidad intelectual disminuye notoriamente y el flujo incesante de pensamientos que usted tiene normalmente se reduce. Su córtex se ha relajado y la sangre, utilizada en otros momentos para mantener la hiperactividad fluye ahora de forma copiosa hacia las capas más profundas del cerebro (tálamo) activando todo el sistema nervioso vegetativo.
Estudios realizados en la Universidad la Sorbona, en París, investigando con monjes zen, han constatado esta emisión de ondas alpha cuando el cerebro de los meditadores se somete a la concentración y a la disciplina de la técnica budista, en el fondo y como recalca el doctor Kroger, estas prácticas son en el fondo algo parecido a la autohipnosis.
En este estado, toda información que reciba es asimilada de una forma parecida a la de un cerebro más sugestionable, más receptivo, favoreciendo la concentración y la memoria. La actividad conceptual de su cerebro se reduce y adquiere, por tanto, la capacidad de transformar ciertos comportamientos negativos o condicionantes y formular objetivos y metas más positivos.
Los mensajes positivos emitidos a través de la terapia hipnótica pasan por el sistema límbico, centro regulador de ciertas funciones internas y la causa de ciertos comportamientos patológicos.
El sistema límbico es un sistema formado por varias estructuras cerebrales que gestiona respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. Está relacionado con la memoria, atención, emociones, personalidad y la conducta. Está formado por partes del tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral, cuerpo calloso, séptum y mesencéfalo.
Los principales componentes del circuito límbico son la amígdala y el hipotálamo; este último está formado por una serie de centros que regulan el sueño, el hambre y la sed. Las sugestiones hipnóticas pueden influir sobre él. Así, por ejemplo, un gran temor hacia algo desconocido puede acelerar la respiración e incluso bloquearla, hacer que los latidos del corazón se multipliquen o mantener todo el cuerpo en tensión.
Para entender cómo pueden ocurrir cosas así, debe usted saber que en estado de hipnosis puede controlar el sistema nervioso vegetativo, sede de los instintos y de las emociones e incapaz de distinguir una imagen real de otra imaginada al detalle.
Como síntesis le diré que la hipnosis es el método psicológico más rápido y profundo para acceder a esa parte que llamamos subconsciente, es decir, influir psicológicamente sobre el soporte anatomofisiológico del tálamo, hipotálamo, sistema límbico, región reticular...
¿Comprende ahora el lector por qué hay que tomarse muy en serio estos estudios y prácticas con la hipnosis?
Aquí la sugestionabilidad es tan activa en su aspecto fundamental del trance hipnótico, está muy desarrollada. Pero el profesional sabe que no en todos los individuos se da el mismo nivel de sugestionabilidad.
Debe aceptarse el hecho de que el subconsciente puede sentirse afectado por emociones negativas, como el miedo o el estrés físico y emocional al que se ve uno sometido cada día, dañando y desequilibrando el sistema nervioso, emocional y endocrino. Pero también puede usted influir de forma positiva sobre él a través de la tranquilidad aportada por las técnicas autohipnóticas. Generando así salud y bienestar de tal manera que su sistema nervioso autónomo vuelva a su normalidad autorreguladora.
Veamos algunas investigaciones realizadas en las últimas décadas al respecto; se ha comprobado el tremendo estrés que se genera en la persona ante la espera del resultado de una biopsia y cómo este afecta negativamente a su salud. Por ejemplo, los niveles de cortisol hormonal propios del estrés aumentan cada día que se mantenga la expectativa, según investigaciones realizadas en la Universidad de Harvard por el equipo de la doctora Elvira Lans en Estados Unidos (2002/004). Esta creciente ansiedad genera efectos fisiológicos que reducen la respuesta inmune del organismo. El experimento se realizó con 126 mujeres de diferentes edades, desde los 18 hasta 86 años. Todas ellas con cáncer de mama. Se midió su nivel de cortisona mediante un bastoncillo y un poco de saliva poco después de la biopsia. La glándula suprarrenal segrega la hormona cortisol que forma parte de las respuestas del organismo ante las situaciones de estrés. Esta hormona ayuda a combatir el estrés agudo ajustando la tensión arterial, los niveles de azúcar en la sangre o la respuesta inmune. Cuando se dispara el estrés crónico, la secreción de cortisona se activa dejando las funciones orgánicas mal adaptadas. En las enfermas que sí sabían que tenían un tumor, y en las que todavía no lo sabían, los niveles de cortisol, al principio, eran idénticos. La incertidumbre ante la enfermedad provoca cambios bioquímicos que pueden tener efectos adversos en la curación de heridas o en el estado del sistema inmune.
De momento, quédese con esta idea: las técnicas hipnóticas permiten acceder al inconsciente, controlarlo en cierta medida, influir sobre las funciones nerviosas y endocrinas que, a su vez, controlan nuestra vida orgánica y psíquica.
La conclusión a la que deseo llegar es, pues, que el hipnotismo puede controlar y equilibrar aquellas funciones que están desorganizadas en nuestro interior. Siempre y cuando se utilice la didáctica terapéutica apropiada, ya que la hipnosis es simplemente el amplificador de estas funciones.
Como estará usted suponiendo, todo esto es muy importante en psicoterapia, de cara a armonizar las relaciones entre las áreas consciente e inconsciente, esto es, en fin, equilibrar a la persona.
En estado de hipnosis todo lo que se piensa, imagina o siente tiene un grado de intensidad mayor del normal, influye poderosamente sobre el subconsciente haciendo que nuestro poder de memoria y asimilación aumente; la respiración se vuelve más lenta y regular, el ritmo cardíaco disminuye, todo el cuerpo se relaja, se liberan trabas funcionales y así, poco a poco, la corteza cerebral se inhibe gracias a los estímulos constantes que recibe.
Por eso resultan tan eficaces los ejercicios de visualización curativa –en los que ya me detendré más adelante– utilizados para tratar los trastornos que produce el estrés o incluso para mejorar la calidad de vida de los enfermos de graves enfermedades como el cáncer o el sida.
El uso clínico de la hipnosis como paliativo del dolor en cirugía, y en el postoperatorio, y como ayuda para disminuir los fuertes niveles de ansiedad y angustia que acompañan enfermedades como el cáncer, es muy valorado por los oncólogos y terapeutas responsables de estos enfermos. (Ver Carl Simonton y Bernie Siegel).
No obstante, tenga presente que, en el fondo, muchos de estos planteamientos son teorías o hipótesis que los profesionales de las psicoterapias manejamos a falta de un conocimiento profundo de la mente. Quizá en un futuro se alcancen unos conocimientos que invaliden estas teorías y tengamos que aceptar otras que estén más acordes con la realidad.
Una misión tan compleja como la que lleva a cabo el sistema nervioso requiere la presencia de un tipo de células especiales, las neuronas. Son muy numerosas, se dice que un cerebro posee entre 10.000 y 20.000 millones, y constituyen verdaderos eslabones a partir de los cuales se construye el sistema nervioso.
Todo este sistema funciona programado, porque en eso consiste la educación, en preparar a un sujeto para que ante un determinado estímulo reaccione de una determinada manera.
El cerebro y el resto del sistema nervioso funcionan de esta forma, programados; en la memoria se guardan situaciones con sus respectivas respuestas adecuadas, cuando se dan de nuevo las situaciones el cerebro busca en la memoria y tras comparar la situación nueva con el modelo de situación que tiene almacenado, si concuerdan aplica la respuesta que tiene también como modelo.
Esta idea, aunque le parezca algo confusa es uno de los fundamentos del comportamiento humano y animal y es también el punto de partida para la programación cognoscitiva y la reprogramación que se realiza en hipnosis, como le explicaré en próximos capítulos.
Le adelanto que es más sencillo de lo que parece. Se trataría de algo así como, mediante las cualidades de la hipnosis para acceder al subconsciente, volver a enseñar a la mente para que no cometa de nuevo viejos y repetidos errores. (Ver Puente al futuro y Autohipnosis, una puerta a vidas pasadas. Horacio Ruiz. Edit. Corona Borealis).
No puedo dar por concluido este capítulo de principios teóricos del cerebro en relación con la hipnosis sin explicarle las ondas cerebrales y sus funciones mentales.
En 1929, el psiquiatra alemán Hans Berger demostró la existencia de dos tipos de ondas cerebrales a las que llamó beta y alfa. Había estado investigando durante más de diez años para demostrar la existencia de tales ondas, a pesar de la oposición de sus colegas que miraban con escepticismo las ideas de este médico convencido de que el cerebro irradiaba una especie de energía eléctrica, y que esta energía estaba asociada con determinados estados de conciencia.
Con el paso del tiempo, la tecnología para detectar las ondas cerebrales ha mejorado y se habla ya de cuatro categorías básicas: las dos originales de Hans Berger, y dos más, theta y delta.
El cerebro humano está compuesto de millones de neuronas que producen señales eléctricas, influjos nerviosos, que son transmitidos por la sinapsis. Pues bien, cada neurona está relacionada con varios miles de neuronas más y su actividad se ve modificada por las de sus compañeras.
El gran enigma, ¿Qué es lo que no alcanza kilo y medio de peso y, sin embargo, se dice que contiene alrededor de quince mil millones de células? ¿Qué es lo que puede experimentar infinidad de sensaciones, desde un orgasmo hasta las alucinaciones, pasando por anular el dolor, acceder a recuerdos olvidados y hasta soñar con cosas que sucederán en el futuro? ¿Qué puede cometer las más aberrantes acciones, emborracharse, crear, aprender y olvidar, amar y odiar hasta matar? ¿Cuál es la masa de materia más compleja y completa del universo? ¿Qué es lo que puede crear fanatismos, dogmas y prejuicios, filosofías sublimes y creencias trasnochadas?
Hoy en día es posible medir el potencial eléctrico emitido en microvoltios, lo mismo que la frecuencia en ciclos por segundo. Esto quiere decir que es posible evaluar las variaciones de ciclos y frecuencias de la actividad eléctrica del cerebro según los estados de conciencia.
Tenemos, pues, dos extremos de conciencia: uno sería la hipervigilancia en el que todos los sentidos se encuentran alerta, dispuestos a reaccionar; el otro extremo sería el estado de inconsciencia como, por ejemplo, el coma. En este estado la persona mantiene sus funciones vitales al mínimo, con lo justo para la supervivencia.
Cualquier estudio superficial sobre las ondas cerebrales lleva de inmediato a la reflexión de que existen unas ondas determinadas que al ser producidas por el cerebro aumentan nuestras capacidades mentales de memoria, concentración, percepción, estados de relajación, bienestar, etc.
Lo interesante, por tanto, es aprender a funcionar en el nivel de ondas cerebrales más apto según la tarea que se esté realizando, para sacar más rendimiento a las capacidades mentales.
Los investigadores han descubierto que a cada estado de conciencia, ya sea angustia, miedo, ira, depresión, tristeza, odio, amor, agresividad, etc., le corresponde, o lleva asociado, un determinado nivel de ondas cerebrales, de actividad bioeléctrica del cerebro.
Este descubrimiento tiene una gran importancia ya que nos facilita la clave para cambiar de estados de ánimo negativos modificando, precisamente a través de las técnicas hipnóticas, la actividad eléctrica del cerebro.
Me adentraré a continuación en explicar con más exhaustividad cada una de las cuatro divisiones para las ondas cerebrales ya citadas. (Ver Agustín de la Herrán, Los estados de conciencia. Universidad Autónoma de Madrid, 2006).
Teoría de las ondas cerebrales
Beta: de 14 a 30 ciclos por segundo (cps), con un potencial de entre 10 a 50 microvoltios en cada impulso. Cuanto mayor es la frecuencia, menor es el voltaje. Este estado de conciencia corresponde a la vida activa en vigilia, ya estemos tranquilos o nerviosos, irritados, confiados, temerosos, ocupados u ociosos, aburridos, iracundos, deprimidos, angustiados u optimistas. Las ondas beta se relacionan con el mundo externo, lo físico, el espacio, el tiempo y todo aquello que corresponde al mundo de los cinco sentidos. Despiertos, alertas, recibiendo de forma habitual los estímulos externos de la vida diaria.
Gamma: en niveles muy altos, superiores a los 30 cps, se entra en el nivel gamma, que indica estados patológicos, de tensión extrema, estrés y ansiedad, por ejemplo. La mente funciona muy condicionada debido al fraccionamiento de la conciencia. Además, por los contenidos del subconsciente, la mente tiende a caer con cierta facilidad en lo que algunos llaman «el sueño de la conciencia», que es algo más que una frase y que se caracteriza por tres etapas: identificación, fascinación y sueño. Vea cómo ocurre, primero se identifica uno con algo, una idea, un objeto, un escaparate, una película, una conversación, un chisme.
Luego se entra en un nivel más extremo de identificación y se pasa a estar absorto, es decir, fascinado por el tema en cuestión, aunque este sea una auténtica estupidez, una vanalidad sin importancia. Por último, se cae de verdad en «el sueño de la conciencia», se discute, se pelea, se carga uno de emociones negativas. Este nivel es el que caracteriza algunas de nuestras actividades. Cuando lo comparemos con los otros niveles de funcionamiento mental, veremos que vivimos por debajo de nuestras posibilidades.
Alfa: el siguiente tipo de ondas es el de las llamadas alfa. Este estado se sitúa entre los 7 y los 14 cps y su potencial se acerca a los 100 microvoltios. La mente está más tranquila y relajada, es la conciencia interna, se cae en la cuenta de uno mismo, los pensamientos son más relajados y el cuerpo y la mente están más integrados. Es la frontera entre la vigilia y el sueño, el nivel que se alcanza cuando se está muy relajado. En él somos muy receptivos a las sugerencias y a las voces o mensajes que pueden grabarse en el subconsciente. Se suele decir que el nivel alfa es el creador por excelencia.
Su gran ventaja es que podemos transferir material inconsciente a la conciencia y viceversa, del consciente al inconsciente. Esta capacidad es de gran utilidad en los tratamientos de reprogramación, donde se pretenden crear nuevos patrones de conducta programados de manera voluntaria y consciente, insertándolos en el inconsciente.
Puede que a usted esto del nivel creador alfa le suene extraño, ajeno a su experiencia, pero no es así, ya que todos pasamos a menudo dos veces al día por este estado, cuando nos despertamos y cuando nos dormimos. Ahora bien, existen personas con una facilidad especial para ponerse en nivel alfa. Los artistas y también los niños, por ejemplo, en lo que en el lenguaje coloquial se suele denominar inspiración. Parece fuera de toda duda que en el nivel alfa se acrecientan las facultades creativas, funciona más el hemisferio derecho.
Algunos autores asocian alfa también con facultades extrasensoriales, lo que me llevaría al interesante tema de los místicos, yoguis y dotados psíquicos. Al margen de los impostores y farsantes que, por desgracia, tanto abundan también parece fuera de toda duda que han existido y existen los llamados paragnostas o dotados de facultades paranormales.
Los sentidos de percepción extrasensorial de estas personas están más desarrollados que en la mayoría de la gente común. Se han realizado estudios sobre algunos yoguis capaces de hacerse conscientes de los procesos subconscientes que tienen lugar en su cuerpo y en su mente, con el poder de la concentración controlan su sistema nervioso autónomo. Posiblemente usted, y yo con seguridad, no seríamos capaces de hacerlo porque carecemos del necesario entrenamiento y disciplina física y mental. No hemos empleado el tiempo como ellos en sintonizar con nuestro interior. (Ver estudios realizados por el doctor Green).
Durante miles de años los yoguis enseñaron y demostraron que es posible controlar las funciones involuntarias del cuerpo por medio de la concentración y la meditación. Los yoguis saben que el sistema nervioso autónomo, que controla las funciones involuntarias del cuerpo, está bajo control de la mente subconsciente y, para ellos, el subconsciente está bajo el control de la mente consciente. Un yogui puede dar órdenes directas a su subconsciente mediante sugestión y visualizando todas las funciones internas. (Ver la obra de Mircea Eliade: Patañjali y el yog. Editorial Paidos, 1972).
Theta. En el límite inferior del nivel alfa se encuentra el límite theta, que corresponde a un estado de meditación profunda, como de ensoñación, una especie de trance hipnótico o sueño. Aquí la frecuencia se mueve entre 4 y 7 cps y el potencial asciende hasta 200 microvoltios. Este nivel o estado de la conciencia es sumamente importante, porque es donde se elabora nuestro material inconsciente.
También se sucede en este estado el sueño paradójico, con las fases REM (Rapid Eye Movement) de rápido movimiento ocular. Los investigadores han comprobado que en las capas más profundas de theta se vive un sueño muy pesado. Theta es el nivel idóneo para las regresiones hipnóticas a vidas pasadas, así como para la anestesia hipnótica de cara a una cirugía menor. Se suceden muchos pensamientos creativos.
Todavía queda mucho por descubrir acerca de los estados de conciencia y ondas cerebrales. Para dar una idea elemental de su funcionamiento le diré que el estado de vigilia, beta, corresponde a una orquesta sinfónica en la que cada músico toca su propio instrumento sin tener en cuenta a sus compañeros. Cuando se adentra uno en alfa o theta (atención concentrada), es como si toda la orquesta funcionara armónica y bajo las órdenes del director.
La importancia de las ondas cerebrales y su acción terapéutica se aprecia, por ejemplo, cuando ocurre un accidente grave y la persona se desmaya y entra en coma. El organismo comienza de inmediato un proceso de economía de recursos internos para optimizar lo que aún le queda de vida. ¡Es la gran sabiduría de nuestra mente subconsciente! Otras investigaciones apuntan en la dirección del gigantesco crecimiento celular de los niños, ya que hay científicos que barajan la hipótesis de que son las ondas alfa y theta las que generan el crecimiento celular.
Delta. Es evidente que tanto en el recién nacido como en el moribundo se produce el mismo estado de conciencia, el delta. Este mismo nivel será necesario en los procesos de tránsito como son los citados de la muerte y el nacimiento. Es el turno de que le hable de las ondas delta. El nivel de ciclos es de unos tres por segundo y el potencial medido en microvoltios alcanza entre 200 y 1.000.
Corresponde al sueño y, en su estado patológico, al coma. Cuando dormimos sabemos que todas nuestras funciones orgánicas están disminuidas: respiración mínima, ritmo cardíaco lento, etc. En delta y en theta se sabe que las funciones autorreguladoras, el proceso homeostático, están activadas al máximo. De forma habitual, cuando la actividad del cerebro incluye en los parámetros de theta o delta, estamos dormidos y, por lo tanto, inconscientes. Sin embargo, los yoguis alcanzan con toda naturalidad estos estados con la conciencia despierta.
Es algo común hablar de la imperiosa necesidad del dormir. Si a una persona se le impide dormir de manera prolongada, después de cierto tiempo, además de trastornos del carácter e irritabilidad, podría enloquecer e incluso morir. Esto demuestra que son estos niveles de conciencia o actividad de ondas cerebrales donde se elaboran y recuperan los recursos vitales para la existencia.
Respuesta de seguimiento de frecuencia
Unos investigadores descubrieron en 1934 que la actividad bioeléctrica del cerebro puede condicionarse. A este cambio de ondas se le denominó respuesta de seguimiento de frecuencia.
Allá por los años cincuenta, el famoso neurólogo Grey Walter, trabajando con frecuencias de 10 a 25 cps de luz estroboscópica, se percató de que se modificaba el funcionamiento del córtex cerebral en lugar de las áreas de visión.
Los destellos provocaban cambios en el trazado del encefalograma, de lo que dedujo que el cerebro confunde estos ritmos externos con los suyos propios, adaptándose a ellos. Existe un ejemplo muy sencillo: si escucha una música de ritmo lento, su estado de ánimo se tranquilizará, como adaptándose a ese ritmo; por el contrario si entra en una discoteca con música muy acelerada, esa excitación del ambiente empapará su estado de ánimo.
Aplicando inducciones a un ritmo determinado mediante estímulos externos, el cerebro se adapta a esas frecuencias impuestas. La conclusión es que en el cerebro se forman ondas cerebrales adecuadas a un estado de conciencia apropiado al entorno y a los fines que perseguimos.
Así que, volviendo al ejemplo anterior, si escucha usted música relajante, de ritmo lento y modulado, es posible que entre con facilidad en alfa. Los casetes de relajación y visualización a través de la voz y la música le llevan al estado alfa o theta con los consiguientes beneficios físicos y mentales. Si dispone de un entorno vital de calma y tranquilidad, en el que los estímulos externos sean mínimos, aumentará su concentración y disponibilidad para el trabajo de autoconocimiento y desarrollo personal. Solo así estará creando las condiciones idóneas para el trabajo terapéutico.
El fenómeno
hipnótico
La hipnosis es un estado alterado de conciencia. Es otra forma de sentirse uno mismo, otra forma de ver y comprender a los otros y al mundo. En el orden de ideas en que me explico y, según la define Edmonston, la hipnosis es un proceso terapéutico, de los más antiguos que se conocen, para provocar cambios físicos y psicológicos en la conducta, en la capacidad de percepción y en el conocimiento; en fin, un cambio en todo lo que es la conciencia.
Se puede llegar a este estado a través de distintos procedimientos. Como ya se verá, todas las culturas han utilizado tanto elementos físicos, substancias alucinógenas y otros recursos de carácter psicológico para acceder a tales estados de conciencia.
Todo esto, unido al hecho de que la hipnosis es fácil de producir con técnicas sencillas, ha logrado que sea redescubierta con fines terapéuticas en las últimas décadas, al igual que en el pasado también fue utilizada, olvidada y vuelta a redescubrir.
Creo firmemente que a la hipnosis le aguarda un futuro esperanzador en su uso psicoterapéutico.
Dentro de los paradigmas científicos actuales, investigar el fenómeno hipnótico presupone de antemano que se acepta el hecho de que existe un estado de conciencia diferente de lo que se consideran los estados normales: vigilia, inconsciencia o el mismo sueño. Pues bien, a este estado de conciencia diferente se le llama hipnosis, estado hipnótico, trance hipnótico o sencillamente trance. El trance puede suceder de forma natural y espontánea. Aunque, por lo general, suele ser inducido por un conjunto de técnicas o procedimientos a los que se denominan inducciones hipnóticas o hipnotismo.
Lo que a continuación voy a afirmar quizá le sorprenda, pero esté seguro de que es cierto: todo el mundo pasa en muchos momentos del día por el estado de hipnosis. Solo que ignoramos que, en ese justo momento estamos hipnotizados. No reconocemos la actividad que estamos realizando ni los estímulos que nos van llegando y que nos llevan al estado de trance.
¿Cuáles son esos momentos? Por ejemplo, unos instantes antes de quedarnos dormidos, por la noche, cuando se está apoderando de nosotros esa agradable sensación de somnolencia, de sopor, cuando vamos sintiendo que todo el cuerpo se adormece y los músculos se van aflojando, mientras nos abandonamos al descanso. Esa frontera entre la vigilia y el sueño... ese es precisamente el estado típico de la mente hipnotizada. Ese «duermevela» tan agradable y que todos experimentamos diariamente es el nivel que prácticamente se alcanza siempre en trance hipnótico.
Reflexionemos un poco en esos momentos. Uno es consciente de todo lo que le rodea aunque sea vagamente. Si entonces, por ejemplo, entra en la habitación algún familiar, su esposa, esposo u otra persona que lo haga habitualmente, ¿qué hará usted si se está adormeciendo?
¡Nada! Como es algo normal y habitual, pues usted seguirá tranquilamente en su cama quedándose dormido.
Si la persona que ha entrado hace mucho ruido, simplemente le dirá que no lo haga y seguirá acostado. Ahora bien, qué sucedería si entrase un extraño ¿seguiría tranquilamente en su cama? Obviamente no. Se levantaría bruscamente y reaccionaría ante ese potencial peligro. Lógico.
Pues igual sucede con la persona que está hipnotizada: se deja llevar y hacer por el hipnólogo ya que ha depositado previamente su confianza en él. Ahora bien, si por cualquier causa en esos momentos se originase algún peligro o circunstancia que en algún modo le pueda perjudicar, tanto física como psicológicamente, saldrá por sí mismo del trance y actuará en consecuencia.
Es decir, la persona hipnotizada siempre tiene control y dominio de la situación. Es completamente falso que usted se encuentre a merced del hipnólogo.
Otro momento en el que usted pasa por estado hipnótico es el del despertar del sueño por la mañana. Recuerde esos instantes, justo después de sonar el despertador, ¿qué solemos hacer? Nos quedamos unos cinco minutos más, antes de levantarnos definitivamente. Claro, que a veces esos cinco minutos se le convierten en media hora más. Después llegan las prisas y llegar tarde al trabajo.
Lo importante es saber que durante esos minutos en los que estamos saliendo del sueño y en los que ya es consciente de lo que le rodea, de usted mismo, está en el estado de conciencia habitual y típica de la persona hipnotizada.
Por lo demás, bien sabemos que es algo agradable y en ningún modo perjudicial. Toda persona que haya sido hipnotizada sabrá reconocer y por supuesto corroborar todo lo que aquí le expongo.
Existe mucha información que indica que en el proceso hipnótico se verifican cambios en la actividad de las neuronas de la corteza cerebral. Su semejanza es muy grande con los estados del sueño, de disociación y reflejos condicionados.
Pavlov, que tanto trabajó sobre los reflejos condicionados, afirma que la hipnosis no es un sueño integral, sino un sueño parcial. Y también insinúa que los mecanismos que pone en marcha la parte inferior del tallo cerebral –bulbo raquídeo y protuberancia– se hallan implicados en el condicionamiento hipnótico. (Ver su relación con lo apuntado por el doctor William Kroger).
La mayoría de los investigadores está de acuerdo en diferenciar completamente el estado hipnótico del sueño fisiológico. Esto es, durante el sueño físico existe pérdida de conciencia, durante el trance hipnótico todo lo contrario, hay total conciencia. Kroger comenta: «La persona hipnotizada se halla más alerta a lo que le rodea que cuando está dormida». Es absurdo comparar ambos estados. Por su parte Kline asegura: «Un paciente bajo hipnosis se hace más elocuente, mejora su facultad crítica; no debe considerarse como en estado de estupor, aún cuando tenga», como lo describe Freud, refiriéndose a ello.
Detrás del aspecto somnoliento de algunos estados hipnóticos se encuentra escondida una agudeza mental, una intensidad de sentimientos y una productividad general que exceden ampliamente a sus correspondientes en el estado no hipnótico.
Por ello resulta tan valiosa como auxiliar de la terapéutica. Un paciente relajado se concentra con mayor efectividad y así se hace progresivamente más receptivo a las comunicaciones y a la inducción del terapeuta, así como a sus propios sentimientos.
Otros momentos típicos en los que pasamos por la hipnosis a lo largo del día sin darnos apenas cuenta, son aquellos tan conocidos por todo el mundo. Cuando está usted absorto viendo algún programa de televisión y comienza a identificarse con lo que aparece en la pantalla, se mete tanto en la trama de la película o el programa que sea que termina por emocionarse y después, según sea lo que ocurra, llora, ríe, se irrita, etc.
Allí ha perdido parte de la conciencia sobre lo que le rodea: personas, objetos; en fin, parece que el mundo a su alrededor se hubiera diluido en una especie de nebulosa inconsciente y se ha transportado mágicamente al mundo imaginario de la televisión.
Claro está que si en ese momento alguien le grita ¡fuego! será usted el primero –como ocurriría en una sesión de hipnosis– en levantarse automáticamente y sin pensar, salir huyendo del lugar. Los mecanismos de defensa e instinto de conservación de la especie funcionan al cien por cien. Igual diré durante el proceso hipnótico. De manera clara y enfatizando: una persona hipnotizada jamás hará, o se dejará hacer, nada que atente contra su integridad física o moral.
Otro ejemplo de una técnica de hipnosis la encontramos cuando una madre da de comer a su bebé. Podemos observar cómo las mamás utilizan, de forma inconsciente y movidas por una sabiduría ancestral una técnica básica de hipnosis, que es precisamente «la desviación de la atención». Lo observamos cuando quiere dar de comer a su hijito y este, tozudo, se niega a comer, escupiendo o llorando. ¿Qué suele hacer la mamá en esos casos? Sencillamente desvía su atención hacia un objeto sonoro como es el sonajero o cualquier otro que reclame su atención. Es en este momento, cuando el interés del bebé está dirigido al objeto, cuando ella aprovecha para introducir la comida en su boca, que a esas alturas estará abierta. De alguna manera, la comida entra en forma subliminal, puesto que su mente está ocupada en otra cosa.
Para que se de el proceso hipnótico debe usted contar con la capacidad mental del sujeto para desarrollar imágenes de tipo sensorial, con su capacidad ideosensorial, lo que se conoce de manera coloquial como capacidad para imaginar. La base son los cinco sentidos.
Miramos a nuestro alrededor y a veces no vemos un objeto que está ante nuestra vista. Mientras miramos nuestra mente está absorta en alguna idea, en algún recuerdo que es el que en realidad ocupa el campo de nuestra conciencia: miramos sin ver.
Evocar algún aroma que le traiga agradables recuerdos es una actividad ideosensorial utilizada para desviar la atención del sujeto. De esta manera, implicándolo en varias experiencias, se hace muy fácil el condicionamiento hipnótico.
Es aconsejable hacer que el sujeto recuerde o evoque experiencias que le sean familiares, que haya experimentado. Para que la inducción resulte positiva, las experiencias deben haber sido muy placenteras y agradables. Estos sistemas son tan útiles y prácticos que puede usted hipnotizar a un sujeto sin hablarle siquiera de hipnosis.
Pero además de las actividades ideosensoriales están las ideomotoras. La actividad ideomotora es un aspecto utilizado en hipnosis por su gran eficacia sugestiva. Me refiero a la capacidad inconsciente de los sistemas nervioso y muscular para responder de forma instantánea a pensamientos, sentimientos e ideas.
Son respuestas a modo de acto reflejo y son inherentes a nuestra propia naturaleza. Son necesarias para la propia existencia del individuo. Seguro que le ha pasado el caso de ir en el asiento del copiloto y ante un peligro inminente pisar de forma inconsciente el freno. También son típicos los movimientos inconscientes de algunos espectadores viendo a su deportista favorito.
En todos estos actos espontáneos no hay una conciencia racional. Es obvio que en muchos de estos actos hay una íntima relación entre actividad ideosensorial e ideomotora. Algunos ejemplos son: el Péndulo de Chevreult (como prueba de sugestionabilidad), existen respuestas ideo motoras (cuando se mueve el péndulo) y estas, a su vez, están condicionadas por la ideo sensorial (cuando pensamos en que se va a mover). Otro tanto podemos decir del tablero de Ouija.
¿Qué parte del cerebro interviene en estos procesos? Por lo general, soy de la opinión de que todo ocurre al margen de la conciencia, es decir fuera de la mente analítica o racional. Son los centros subcorticales –tálamo, hipotálamo y otros relacionados con el inconsciente– los responsables de las respuestas primarias o hereditarias, que a su vez se manifiestan en forma de reflejos involuntarios.
Estoy hablando, por tanto, del sistema nervioso autónomo o vegetativo, cuyos reflejos no necesitan ser aprendidos. Otro ejemplo sencillo: capacidad de succión en el recién nacido, parpadeo, dilatación o contracción de las pupilas, funciones de las glándulas endocrinas, respiración y funcionamiento cardíaco, asimilación de alimentos, etc.
Procesos que se realizan al margen de nuestra conciencia y que, por supuesto, nadie nos enseña. Nacemos con estos mecanismos que son necesarios para la subsistencia. La gran mayoría de las funciones vitales se halla bajo el control del sistema nervioso autónomo.
No obstante, en estado de hipnosis se puede someter a control voluntario alguno de estos procesos cuya naturaleza es de tipo involuntaria. Esto supone, y no lanzo aquí una afirmación a la ligera, que el sistema nervioso autónomo no es tan autónomo como se puede creer en un principio.
Son incontables los prodigios realizados por algunos yoguis: ser enterrados vivos y después de varios días desenterrados sin haber sufrido daño alguno; detener la respiración e incluso los latidos del corazón hasta el borde de un paroxismo cardíaco sin daños para su fisiología. (Ver el libro citado de Elíade).
La explicación científica para estos fenómenos es difícil, por no decir casi imposible. Este control sobre el sistema nervioso autónomo es el que permite alcanzar semejantes dominios y controles sobre los mecanismos involuntarios.
Es curioso, pero los autores de Papeles del psicólogo, Vol. 25, que tanto alarde hacen de las demostraciones y estadísticas científicas constatadas, citando experimentos y autores supuestamente científicos, no mencionan estos estudios realizados por científicos y clínicos de la psiquiatría y neurología, el doctor Green, la doctora Teresa Brosse, por ejemplo. Sería bueno para la ciencia de la psicología en general, y para la hipnosis científica en particular que en estos Papeles del psicólogo, concretamente el nº 89, se exigiera a estos personajes estudiar detenidamente los «Documents recueillis aux Indes sur les «yoguis» par l’enregistrement simultané du pouls de la respiration et de l’électrocardiogramme», publicado en La Presse Médicale, nº 83, 13 de octubre de 1936. Otras investigaciones cientificas que echarían por tierra las teorías mantenidas o explicadas en los papeles antes citados serían: los experimentos realizados por el doctor Jean Filliozat (tesis Facultad de Medicina de París, 1951).
La hipnosis actúa a nivel subcortical sobre estos mismos mecanismos. Esto explica la anulación de la voluntad, aceptada antes de forma consciente por el sujeto, como se explicará más adelante en el caso de las sugestiones posthipnóticas.
En estado de vigilia, es decir, cuando una persona está despierta y en pleno uso de sus facultades, su sistema nervioso autónomo trata de responder a todas las situaciones nuevas, pero es frenado en ese intento por la conciencia, la mente racional.
Por ejemplo, ante el peligro de un perro que le ladra la primera respuesta inconsciente que usted tiene es huir o quedarse paralizado de terror (mecanismos de defensa autónomos), pero en cuestión de segundos toma el control de la conciencia (corteza cerebral) y usted se da cuenta de que lleva correa y está atado; su zona cerebral discriminatoria evalúa la situación y envía el mensaje de que en realidad no hay tal peligro.
Ahora bien, si no existiese esa conciencia discriminatoria, usted actuaría igual que si el perro estuviese suelto y le fuera a morder con toda seguridad.
Este mecanismo se comprueba en los sueños, en las alucinaciones y en las psicosis. Cuando a una persona le llegan percepciones sensoriales que se convalidan con los datos que la mente tiene asimilados y almacenados, la realidad se hace presente y llegan, porque no media conciencia discriminatoria alguna, las respuestas y los comportamientos de tipo automáticos.
Ahora bien, ¿qué sucede durante el trance hipnótico? Pues algo muy sencillo: las sugestiones son recibidas directamente, sin pasar casi por la conciencia del sujeto y aceptadas como reales.
En estado hipnótico existe inhibición cortical selectiva y la información apenas se confronta con los datos almacenados y, por tanto, la evaluación racional es muy leve.
Existe un gran aumento de la sugestionabilidad que lleva a la producción de los fenómenos hipnóticos:«La persona actúa como si la sugestión fuese una realidad».
En síntesis, el fenómeno hipnótico es el resultado de dos fuerzas: la capacidad ideo-motor-ideo-sensorial (capacidad de imaginar y de reaccionar ante esas imágenes) y la inhibición cortical (para aceptar imágenes que no son reales como si de hecho lo fueran).
Se lo expresaré de forma más coloquial: la persona recibe una información que va a la parte más profunda de su mente (subcórtex), sin pasar por la mente analítica, aumentando así la sugestionabilidad; al final es aceptada como la realidad misma.
Teorías
explicativas
Me atrevo a decir, de forma general, que todo el mundo puede ser hipnotizado. Sobre este particular se han elaborado muchas teorías entre las que incluso han surgido discrepancias. Los estudiosos no parecen ponerse de acuerdo a la hora de barajar porcentajes.
No voy a entrar en esa polémica algo baldía, simplemente diré que la mayoría de la población, en la medida que no tenga perturbadas sus facultades mentales, puede ser hipnotizada siempre que la persona quiera y coopere. Por supuesto que unos entrarán en grado más profundo que otros.
La universalidad de la capacidad para ser hipnotizado se debe a técnicas estudiadas detenidamente para producir unos estados que por un lado resultan muy profundos y por otro esencialmente relajantes y placenteros.
Todo lo que se necesita para entrar en hipnosis es dejarse llevar por las indicaciones del hipnólogo. Todo el mundo puede relajarse y todos podemos concentrarnos en las inducciones o sugerencias que el hipnólogo vaya marcando, por lo tanto todo el mundo puede ser hipnotizado.
Además, existe otro factor que no puede olvidarse. Como la hipnosis es acumulativa, cuantas más veces sea inducido al trance el sujeto a hipnotizar, más fácil y profundamente lo alcanzará.
Pero eso sí, téngalo claro, cualquier cosa que suceda, será siempre con el consentimiento del hipnotizado. La persona en este peculiar estado de conciencia está simplemente desinhibida y se deja hacer tranquilamente.
Pero tenga la certeza de que lo permitirá mientras sus códigos
éticos o principios no sean violentados. En ciertos momentos se superan las barreras de comportamiento y se cuentan y se dicen verdades olvidando por un rato las reglas sociales y el miedo a mostrarse uno tal cual es.
La persona tímida, acomplejada, puede contar cosas que en estado normal ni se atreve a pensar. Uno libera represiones y puede llegar a ser más auténtico en esos estados y comportamientos que en las situaciones normales donde deben guardarse las formas. Pero nunca, por mucho que quiera mostrarse en su yo verdadero una persona, se pondrá delante de un camión, a no ser que tenga intenciones suicidas. Lo mismo ocurre con la hipnosis.
El concepto del poder de la hipnosis como tal, para subyugar o dominar la voluntad ajena es falso. Afirmo con rotundidad que toda hipnosis es en el fondo autohipnosis. Nadie puede inducirle a usted el trance hipnótico en contra de su propia voluntad.
A lo largo de la historia y por desconocimiento de cómo funciona el proceso se ha dado lugar a la creencia de que es el hipnotizador el que posee poder para dominar a otra persona, y nada más lejos de la realidad.
Permítame que incida en este tema de dominación de la voluntad del hipnotizado, ya que es clave para quitar a esta técnica las caretas tenebrosas que algunos le han colocado. Estoy completamente seguro de lo que afirmo: durante el tratamiento hipnótico seremos en todo momento capaces de oír y pensar, es decir, seremos perfectamente conscientes.
Y esto es importantísimo. Piense un instante: ¿qué utilidad podemos sacar de la terapia hipnótica? ¿cómo vamos a seguir las inducciones del hipnólogo si no somos conscientes? La idea de que estar hipnotizado es igual a estar inconsciente está tan arraigada en nuestra cultura que resulta difícil convencer de que esto no es así.
Toda esta concepción tiene mucho de la imagen que da la hipnosis que se hace en el mundo del espectáculo. La única prueba irrefutable que usted podría tener es la de la experimentación de este estado para darse cuenta de lo agradable y gratificante que resulta y de que es siempre perfectamente consciente, pero con una consciencia distinta de la habitual, un estado de conciencia alterado, en el buen sentido del término. Recordemos que otras veces es una simple relajación física y mental.
Otro de los típicos temores es, una vez hipnotizado, ¿qué ocurre si nadie nos saca del trance? Durante la historia conocida del hipnotismo (que más adelante repasaré) se han hipnotizado miles o millones de personas y todavía no se conoce un caso que no haya podido salir del trance.
Recuerdo con énfasis que es un estado natural e inherente al ser humano como lo es el mismo dormir, el sueño fisiológico. Por lo tanto, de igual manera que despierta por usted mismo después de un sueño normal, en ocasiones muy profundo, de igual manera saldrá de la hipnosis por usted mismo.
Este estado de conciencia será mejor que el considerado habitual o de vigilia. Usted se volverá más receptivo a todo lo que le rodea y a las percepciones internas. Por ejemplo, se activan ciertas facultades psíquicas que todos tenemos prácticamente atrofiadas, como la hipermenesia, es decir, la memoria oculta, así tenemos acceso a contenidos del subconsciente que la mente racional o consciente no recuerda o incluso ignora.
Esto es de un enorme valor en hipnoterapia como se verá más adelante.
Este aspecto, por sus repercusiones en el conocimiento de uno mismo y por la honda significación que tiene de cara a la terapia de regresión hipnótica a hipotéticas vidas pasadas, será estudiado detenidamente.
También se agudizan otras facultades como la hiperestesia. Los sentidos se activan, uno puede oír o captar sonidos no solo del lugar donde está siendo hipnotizado, sino incluso de fuera, producidos a bastante distancia. Esta facultad potenciada mediante el estado de hipnosis es conocida, ya que se han hecho bastantes experimentos con ella.
Cambio ahora de tercio para adentrarme en las teorías para explicar la hipnosis. He de reconocer que este fenómeno, que es el hipnotismo, tiene aún hoy en día algo de misterioso, un punto en sombra cuando se aborda su explicación. Es como la fotografía, a usted le pueden explicar que hay una serie de materiales y sustancias sensibles a la luz que se colocan sobre una película y luego la cámara deja entrar durante un instante la luz de la imagen que queda plasmada... sí, pero no deja de ser un proceso que en su conjunto casi tiene algo de mágico. Pues algo parecido pasa con la hipnosis.
El doctor Yapko se plantea también ¿De dónde procede este poder que parece despertarse en estado hipnótico?, se pregunta en su libro Hipnosis clínica. Además, se constata que hay multitud de definiciones y teorías planteadas. Algunas coinciden en los puntos centrales. Otras difieren tanto, que en la práctica parece que se refirieran a fenómenos diferentes.
Vamos con las más importantes.
Teoría fisiológica
De forma sencilla, esta teoría viene a decir que a través de una serie de estímulos, repetidos de forma constante y monótona, se activan ciertos centros de inhibición de la corteza cerebral (la de la mente consciente), que queda bloqueada y el sujeto se adentra en el fenómeno de hipnosis. Pavlov, por ejemplo, defendía esta teoría y manifestaba que este era el sistema utilizado con sus perros, a los cuales, según él, hipnotizaba.
Heindehaim aseguraba por su parte que, a través de una serie de estímulos de carácter auditivo, visual y táctil dirigidos al cerebro, este inhibe su actividad neuronal produciéndose el estado hipnótico. William James, Allers y Jacobson demostraron experimentalmente que «la idea es la causa determinante de las modificaciones funcionales que se provocan en este estado».
Teoría magnética
Expuesta por Mesmer y sus seguidores, según la cual el magnetismo o fluido animal, que emana de todos los seres, es el causante de lo que llamamos trance hipnótico. Esta energía o magnetismo se puede proyectar sobre animales, plantas e incluso objetos, agua, metales... Una nota curiosa sobre esta corriente teórica: se dice que la Reina Madre de Inglaterra tenía magnetizadores en las caballerizas reales.
Teoría patológica
De alguna manera, Charcot aceptaba la teoría mesmérica reconociendo la posibilidad de provocar ciertos fenómenos hipnóticos mediante imanes o metales. Influido por el profesor Richet, creía que el hipnotismo es una neurosis provocada. Debido a los experimentos realizados sobre sujetos histéricos pensó que la hipnosis solo se producía en tales enfermos.
Para su teoría, histeria es igual a fenómeno hipnótico. Charcot, no obstante, conoce los elementos psicológicos puestos en acción en la hipnosis y habla de la existencia de un estrechamiento del campo de la consciencia, de igual manera que lo admite en la histeria.
Otra idea o teoría interesante es la sostenida por M. Graset quien, inspirado en los trabajos de Janet, reconoce en las funciones cerebrales un psiquismo superior y uno inferior.
El psiquismo superior, cuyo centro cerebral está formado por un gran número de neuronas distintas, integra el yo personal consciente, libre y responsable. El psiquismo inferior, igualmente cortical, se relaciona con los centros automáticos superiores, los sensoriales y de la sensibilidad, también los motores, los de la palabra y escritura. «Si de alguna manera bloqueamos la actividad del psiquismo superior (estímulos repetidos), activamos las funciones del psiquismo inferior (automatismo)».
Teorías psicológicas
Braid suele ser señalado como uno de los primeros investigadores en rebelarse contra la teoría del fluido magnético planteada por Mesmer. En su libro sobre neurohipnología, explica que: «la fijación de la mirada en un objeto brillante y la de la atención en una sola idea provocan un sueño especial en el cual todo concepto o mandato sugerido por el operador –en el que deposita el hipnotizado su atención y su confianza– tienen en este último una fuerza de realidad verdadera».
Liebault y Bernheim, y anteriormente el abate Faria, sostienen la teoría central de que lo que realmente domina el fenómeno hipnótico es la sugestión. Tal teoría la explican así: «Es la idea concebida por el operador la cual, recibida por el hipnotizado y aceptada por su cerebro, realiza el fenómeno, a favor de una sugestionabilidad exaltada producida por la concentración del espíritu, especial del sueño hipnótico». Dessoir y Janet opinan que la hipnosis se explica de acuerdo a la misma teoría con la que se estudia la histeria: «Disociación de la personalidad».
Se concibe la mente integrada por dos estructuras que interrelacionan la parte consciente y la parte subconsciente. Esta segunda es capaz de realizar muchas tareas propias de la consciente, como por ejemplo, pensar y razonar, escribir, calcular, etc. y todo ello en forma automática.
Aquí, la memoria es la expresión de una asociación de ideas. La amnesia sería el fracaso de esta capacidad, es decir, la disociación. De esta manera es fácil que se produzca la aparición de una segunda personalidad y esta funcionaría de manera automática (en hipnosis de espectáculo, se suele provocar la aparición de esta segunda personalidad).
Janet admite que en el trance hipnótico hay una disociación similar de la personalidad. La persona hipnotizada actúa así desde el subconsciente, la sugestión se potencia al máximo manejada por la pericia del hipnotizador.
Shafeer, Dorcus y White, elaboraron una teoría según la cual la conducta del hipnotizado sería algo premeditado por parte del sujeto: este simplemente finge y actúa como cree que debe hacerlo todo hipnotizado.
Dorcus advierte de que puede no haber simulación por parte del hipnotizado, sino que tan solo se esfuerce en satisfacer las proposiciones del hipnólogo.
Freud, desde su enfoque psicoanalítico, cree encontrar en el fenómeno algo inquietante, revelador de una represión o algo antiguo y familiar. Así, la inducción hipnótica despertaría en el sujeto una herencia arcaica; herencia que se manifestó ya en su actitud con respecto a sus progenitores y especialmente en su idea del padre, al que hubo de representarse como una personalidad omnipotente y peligrosa, ante la cual solo le quedaba la sumisión.
Ferenczi opina casi lo mismo admitiendo que, al inducirse la hipnosis, el sujeto acepta al hipnotizador como a un sucedáneo de los padres. De aquí las dos variantes: la hipnosis maternal (suave, cariñosa, sugerente) y la hipnosis paternal (autoritaria e impositiva).
Teoría psicofisiológica
Robert asegura que son las sugestiones inducidas por el hipnólogo las que se transforman en la mente del hipnotizado en contenidos positivos de la misma. En este estado, el sujeto no las confronta con sus propias percepciones sencillamente porque su conciencia racional ha sido bloqueada. La comunicación que existe entre los canales del tallo cerebral, cerebro de lo inconsciente, y la corteza, sede de la conciencia racional, se bloquea de alguna manera. Esto produce la hipnosis.
Teoría psicosomática
Quizá sea esta una de las teorías que más se aproxima a la realidad del fenómeno que estamos estudiando. Se la considera la más completa y la mayoría de expertos la reconocen como la mejor elaborada. En ella se acepta la multiplicidad de elementos que componen el estado de hipnosis y la sugestionabilidad.
Es decir, procesos psicosomáticos. Por ejemplo, la sugestionabilidad es una acción ideomotora, cuya naturaleza intrínseca es una forma de condicionamiento abstracto (cuando se ha aceptado una idea, es más fácil aceptar las siguientes sugestiones).
Los partidarios de esta teoría proponen, en síntesis, que el hombre es una unidad psicofísica, integrada por dos aspectos: el proceso hipnótico se realiza a través de componentes físicos (relajación, disminución de actividad cerebral) y también psicológicos (sugestión, confianza en el hipnotizador).
En referencia a la actividad cerebral, por lo general, el paciente alcanza el estado Alfa, o incluso, dependiendo de qué tipo de problema tenga, se le puede llevar al nivel Theta con el fin de alcanzar un estado hipnótico profundo. (Ver indicaciones al respecto).
Ahora bien, con las técnicas de hipnosis-activo-alerta y otras parecidas, como montar en una bicicleta ergonómica, (aconsejadas por algunos clínicos) o pasear por la habitación mientras se realiza el proceso, y siempre con los ojos abiertos, aun reconociendo que en algún contexto pueden ser apropiadas, en general, en el fondo, son prácticas para asegurarse de que el paciente nunca entrará en un trance hipnótico profundo. Con este proceso es imposible profundizar en el inconsciente y a veces eso es imprescindible, claro que hablo de una psicoterapia profunda y no superficial. Cada profesional sabrá cuándo utilizar la técnica más apropiada.
En fin, son muchas y variadas las teorías y sería demasiado prolijo explicarlas todas. Le recuerdo, por último, como admite Erickson: «que la última instancia del fenómeno hipnótico en sí está al margen de los actuales conocimientos científicos». Hay tanto por investigar aún...
En la concepción popular se asocia la hipnosis con estar dormido. Queda claro, por todo lo que le vengo explicando, que nada más lejos de la realidad. La palabra hipnosis proviene del griego clásico,
«hipnos», en relación al dios del sueño. Fue precisamente Braid, considerado el padre del moderno hipnotismo, quien empleó el término hipnosis para definir este particular estado.
Sin embargo, esto ha dado pie a los errores comunes de asociar ambos estados, incluso de confundirlos en la práctica. Los experimentos en psicología y la práctica en los gabinetes de hipnoterapia no dejan lugar a la duda. No son lo mismo.
Markham, hipnoterapeuta clínica, defiende la hipnosis como un estado de exaltada sugestionabilidad. Algo parecido –pero no igual– al sueño, en el que todos los reflejos fisiológicos, como contracciones de las rodillas por ejemplo, están aún presentes. Para esta profesional, «ser hipnotizado es igual que encontrarse en una situación de adormecimiento y agradable descanso».
Si se admite que todos los conocimientos y habilidades de la persona quedan archivados en el fondo de la mente, en estas condiciones las inducciones y sugestiones del hipnólogo, poco a poco, van alcanzando la mente subconsciente, mientras la mente consciente permanece relajada.
La hipnosis le ayuda a reestructurar todos aquellos contenidos de la mente perturbadores y redescubrir las actitudes y potencialidades naturales que ya eran suyas. Los recursos que se necesitan para la curación están dentro del subconsciente, la hipnosis lo que logra es el acceso a ese subconsciente y a sus enormes recursos.
La tecnología perfectamente diseñada en PNL permite, a través de una buena formulación de objetivos, programar nuevos objetivos que permiten alcanzar el «estado deseado» y la desprogramación de los hábitos y conductas negativas y limitantes. Indudablemente esta metodología sería como el broche de oro para aplicarla en estado hipnótico. Una buena sesión de programación neurolingüística con el auxilio del trance hipnótico puede ahorrar en psicoterapia, a veces, varios meses de arduo y laborioso trabajo con cognitiva-conductual.
La persona que está bajo el efecto del trance hipnótico es capaz de responder a las pruebas hipnóticas: analgesia, hipermenesia, anestesia, catalepsia, regresión en el tiempo, alucinaciones visuales (positivas y negativas) amnesia y sugestiones posthipnóticas (tan eficaces en la recuperación de operaciones, partos, etc.).
A medida que el nivel de hipnosis alcanzado se hace más profundo, aumentan las capacidades del individuo para producir ciertos fenómenos cada vez más complejos; algunos, por su importancia, los detallaré más adelante.
Las últimas investigaciones clínicas hechas en relación con el fenómeno conciben la hipnosis como un conjunto de procedimientos que potencian ciertas capacidades preexistentes en los individuos y añaden que tan solo contamos con pocas décadas de investigación clínica, por tanto, es difícil poder explicar cuáles son los fundamentos psicológicos, psicofisiológicos y neuropsicológicos de la hipnosis.
Concluyo diciendo que es menester expresar las distintas teorías que he explicado con anterioridad como simples aproximaciones al fenómeno; hay aspectos que, sin duda, son un misterio. En el nivel de conocimientos que hoy se poseen, no se puede formular ninguna teoría definitiva. La mente y sus mecanismos profundos no son conocidos en su totalidad.
Siendo la hipnosis sobre todo un fenómeno psicológico también presenta incógnitas sin resolver acerca de su naturaleza.
En todo caso, y conforme a los experimentos realizados por los mejores hipnoterapeutas de principios de siglo XX y por los actuales, propongo las siguientes definiciones.
Hipnotismo: Conjunto de técnicas que nos llevan al estado de hipnosis o trance hipnótico.
Hipnosis: Estado físico y mental en el que mediante una serie de estímulos ordenados y repetitivos, vamos inhibiendo, bloqueando el córtex y, por sugestión, se entra en el subcórtex, subconsciente.
Una vez allí, moviendo los mecanismos de sugestionabilidad, se realiza la terapia conveniente y con la metodología apropiada, bien sea sistémica, cognitiva, psicodinámica, o método PNL, etc. La obra por excelencia en el uso de la hipnoterapia es Hipnosis clínica y experimental del doctor Kroger.
El elemento esencial del trance hipnótico es la elevada sugestionabilidad que se alcanza. El proceso es, por tanto, neurofisiológico y se produce gracias a una ley que en reflexología propone: a mayor excitación, mayor inhibición. Constituye, por tanto, un fenómeno de carácter biológico paradójico.
A través de los oportunos estímulos repetidos y ordenados, dirigidos a la corteza cerebral, sede del pensamiento analítico, esta, saturada o excitada por la cantidad de estímulos, termina por bloquearse o inhibirse reduciendo su actividad al mínimo, pero, me permito recordar de nuevo que sigue presente aunque sea de forma pasiva; jamás está ausente como ocurre durante el sueño. Los estímulos son de naturaleza externa e interna, directa e indirecta.
A continuación le relato el ejemplo de lo que puede ser una típica inducción hipnótica: «El hipnólogo, con palabra acompasada y monocorde va hablando al paciente... En ocasiones deberá romper ese ritmo y hablar rápidamente; ese dominio del tiempo y el ritmo lo da la práctica». El sujeto a hipnotizar va aflojando y relajando los músculos de su cuerpo... El hipnólogo no deja de hablar, dando en cada momento la entonación necesaria y adecuada a sus palabras: lleva de esta manera a una ordenada concentración a la mente del paciente.
La palabra va creando una serie de estímulos dirigidos al córtex y este, poco a poco (o rápido en ocasiones) termina por inhibirse. Esto permite crear un foco de atención o puente entre la voz del hipnólogo y la corteza cerebral del individuo a hipnotizar.
Desde una mirada psicológica, se va pasando de la parte externa a la interna de la mente; del consciente se va descendiendo al subconsciente. A medida que los estímulos van aumentando, aumenta también el foco de atención y, con este, los centros de inhibición. Finalmente, se produce el estado de hipnosis.
Seamos sinceros, esto es una teoría o simple descripción, no es demostración de nada. La mente es muy compleja, nadie sabe realmente que procesos entran en juego, el que divulgue una teoría como si eso fuera realmente hipnosis científica, está mintiendo. A mi me parece que estos supuestos teóricos pueden aproximarse a lo que algunas veces sucede cuando se trabaja induciendo al trance.
Los tres niveles clásicos de trance
Algún investigador dice que la hipnosis no es un estado alterado.
¿Qué es entonces? Los que niegan que sea un estado alterado la definen como un conjunto de procedimientos, en lugar de una condición existente dentro del individuo.
Si acepto esta definición, tendría que decir que la hipnosis es un procedimiento mediante el cual el hipnólogo va sugiriendo al paciente una serie de cambios en sus percepciones, en su pensamiento y en su comportamiento. Ante este tipo de sugestiones, algunas personas responderían bien y otras no tanto.
Desde mi postura, sigo defendiendo la idea de que la hipnosis es un estado alterado de conciencia propio de la persona, es decir, si se me permite la comparación, las técnicas hipnóticas son como un camino para llegar a un lugar que existe, (un estado alterado de conciencia) independientemente de que se llegue a él mediante la hipnosis u otras técnicas, o no se logre llegar. Al fin y al cabo, la hipnosis es una simple palabra que intenta definir o explicar un determinado estado de la mente.
Los hay que afirman que la hipnosis es relajación, como por ejemplo afirma Edmontson. Pero puntualizaría al respecto que cuando una persona está hipnotizada no está necesariamente relajada.
Por ejemplo, cuando el hipnotizador de espectáculo pone en estado de rigidez catatónica (catalepsia) a un sujeto, este está soportando una gran tensión, algo muy diferente a estar relajado, como es obvio.
Es muy difícil el medir, de manera objetiva, el nivel de profundidad alcanzado por una persona hipnotizada. Se han barajado varias hipótesis.
Todas las escalas que se han propuesto son arbitrarias. Por ejemplo: cuando una persona llega al estado cataléptico, puede estar en un grado ligero o medio. Y cuando se produce la amnesia, casi siempre se refiere a un grado profundo, pero a veces también se puede producir en estados ligeros. De tal manera que resulta difícil delimitar dónde termina un grado o estado y dónde comienza el siguiente.
Al principio, es difícil saber si una persona está en estado profundo, medio o ligero. Por lógica, un hipnoterapeuta experimentado lo puede calcular con cierta precisión. Si usted quiere iniciarse en este apasionante arte del hipnotismo, le daré unas orientaciones que de seguro le ayudarán a determinar los grados alcanzados con bastante aproximación. Personalmente, en el gabinete, enseñando a mis clientes técnicas de PNL con hipnosis, no suelo tener en cuenta el nivel alcanzado; salvo situaciones concretas, es secundario.
Fue precisamente Charcot (como explicaré en un capítulo más adelante), al presentar un informe a la Academia de Medicina de París, quien limitó a tres los distintos grados de hipnosis:
* Primer grado: Letárgico (definición antigua), hipnoidal (definición actual).
* Segundo grado: Cataléptico (definición antigua), medio (definición actual).
* Tercer grado: Sonambúlico (definición antigua), profundo (definición actual).
La verdad es que Charcot estudió los fenómenos hipnóticos por curiosidad científica y poco más. No creía en el poder de las sugestiones enunciadas durante la hipnosis (su teoría venía a decir que la hipnosis era un síntoma de una enfermedad, la histeria). Fue Liebault quien practicó con verdadero éxito la hipnosis terapéutica, porque creía en ella. Y también fue él quien describió con detalle los fenómenos llamados hipnóticos. Todo ello observando durante las fases por las que pasaban sus pacientes.
* Primera fase: Durante ella se experimenta sensación de pesadez, embotamiento muscular, ciertas dificultades para abrir los ojos o hablar, relajación, relax mental y respiración más lenta, abdominal.
* Segunda fase: A medida que se prolonga la sesión, aparece una ligera somnolencia y el grado de embotamiento muscular se intensifica, de tal manera que las piernas y los brazos del hipnotizado quedan en la misma posición inicial. A este estado también le llamaron catalepsia: la mente del paciente admite fácilmente las sugestiones que se le van proponiendo. Modificando los contenidos de la conciencia, el hipnotizado retiene las sugestiones terapéuticas, las asimila y en caso de que se lo pidan, las reproduce. Es un estado relajante y positivo por encima de cualquier otra sensación. Un estado para la catalepsia ocular, catalepsia de miembros, analgesias y la analgesia posthipnótica. El sujeto se deja llevar, pero si quiere puede salir por sí mismo de este estado.
Segunda fase profunda: intensa inhibición muscular, cambio de personalidad, anestesia posthipnótica, sugestiones posthipnóticas, cenestesia, sensibilidad de los órganos y sentimiento de la propia existencia.
* Tercera fase: Llegamos a la hipnosis profunda. En este estado, llamado por algunos sonambulismo, la persona se encuentra muy aislada del mundo exterior, el contacto con el terapeuta es casi exclusivo; en algunos casos, dependiendo de las inducciones que se le hagan, se produce amnesia, aunque se acuerda de todo lo que le diga el hipnólogo, hipermenesia (memoria oculta), catalepsia total, alucinaciones, capacidad de abrir los ojos sin perder el trance, analgesia total posthipnótica, posibilidad de fenómenos paranormales como telepatía, clarividencia, xenoglosia, precognición, hiperestesia, (Según la hipnosis ericksoniana, este estado es llamado plenario).
Uno de los primeros en hablar del sonambulismo hipnótico, propio de este estado, fue el marqués de Puysegur (sobre cuyos trabajos volveré en el apartado sobre la Historia de la hipnosis). Se trata del estado más profundo de la hipnosis.
Es algo común haber conocido a alguna persona que hable en sueños. Se sabe que con estas personas se puede mantener una conversación durante minutos incluso y que luego, al despertar, no recuerdan nada en absoluto.
El sonambulismo es un estado idóneo para producir sugestiones posthipnóticas, porque está asociado a la amnesia. Del tercer grado, o estado sonambúlico, podemos pasar al sujeto al sueño y al contrario, del sueño al estado sonambúlico.
Se reconoce bien este estado porque el sujeto puede abrir los ojos y seguir hipnotizado. Las reacciones a las sugestiones inducidas por el hipnólogo se transforman en convicciones. Se produce una inhibición general de la corteza cerebral, por lo que puede suceder, si el estado es verdaderamente profundo, que luego no recuerde lo que se le ha dicho o sugerido.
De cualquier manera, tenga en cuenta que pocos sujetos alcanzan estos niveles tan profundos. Es un fenómeno muy interesante para la investigación psicológica.
También puede llegarse a este estado sin necesidad de hipnosis, sería el caso de los paragnostas (dotados psíquicos) que, de manera natural y espontánea, a veces, activan lo que se llama el potencial PSI, que produce la amplia fenomenología paranormal tras entrar en trance sonambúlico; también sería el caso de los místicos en sus éxtasis religiosos, los yoguis o los meditadores zen.
Los psicólogos clínicos, algunos, tienen un tremendo miedo o prejuicio insuperable a contemplar estos aspectos superiores evidentes y demostrables de la psique. Demostrables por toda la literatura que existe al respecto. Evidentes por las experiencias transpersonales de los investigadores Grof, Wilber, Assagioli, Jung, Moody, Ross, Elíade, Drouot, Woolgero, Wambach, simplemente dicen que hablar o enseñar estos aspectos a través de la hipnosis es mantener falsos mitos acerca de la misma.
¿Porqué es un falso mito y quién evalúa lo que es mito y lo que es realidad en relaciona la psique, a la hipnosis?
Según los psicólogos que pertenecen a la APA (Society of Psychological Hipnosis), la visión que ellos han consensuado acerca de la hipnosis es lo científico. Lo que mantengan otros que se aparten de sus directrices e investigaciones no es científico y además es alimentar falsos mitos). ¿Cómo van a consensuar su orgullo y soberbia que les hace creer que ellos y su visión es lo científico y lo de otros no lo es?
Probablemente sería muy interesante que ellos se sometieran a un tratamiento psiquiátrico para estudiar sus mentes atrofiadas en los paradigmas de esta visión sesgada y obsoleta que no les permite estudiar y practicar toda la amplia fenomenología hipnótica.
Deberían, sobre todo, estudiar los complejos mecanismos de su mente para crear y mantener sus dogmatismos, su soberbia y, sobre todo, su actitud inquisitorial que les lleva a criticar otras concepciones y otras experiencias que no son coincidentes con las suyas.
A algunos psicólogos en nuestro país (Colegio de Psicólogos de Valencia), llevados por su celo inquisitorial, su arrogancia y soberbia, les influye de tal manera que escriben cartas o envían correos electrónicos a centros o entidades organizadoras de eventos, intentando que en estos no se permita hablar acerca de la hipnosis y la regresión. ¿Dónde está entonces la libertad de expresión reconocida por la Constitución?
Intentan asustar a los organizadores de tales eventos para que el que escribe esto no exponga libremente todo lo relacionado con la hipnosis y con las experiencias regresivas, infravalorando y depreciando mi experiencia y mis bases teórico-prácticas.
Simplemente porque no estoy en su grupo de psicólogos clínicos manejados desde la dirección del mencionado Colegio de Psicólogos de Valencia. Es decir, la mitomanía y paranoia de estos perillanes les lleva obsesivamente a espiar lo que hago y cómo lo hago, negándome incluso el derecho que constitucionalmente tengo a exponer, publicitar y hablar públicamente de la hipnosis y sus derivados.
Si yo fuera psicólogo y estuviera bajo el control y obediencia doctrinal de ese colegio y repitiera como un loro la técnica y expusiera la versión que ellos admiten como la única científica, me darían el beneplácito. Pero como voy por libre y abarco en mis exploraciones teórico-prácticas más allá de su versión, se inmiscuyen en mis actividades intentando asustar a los organizadores para que no me permitan subir al estrado de la elocuencia. ¿Tanto miedo tienen a que exponga mi visión práctica relacionada con mis experiencias realizadas a través de treinta años de trabajo en estos menesteres de la mente?
Yo estudio y practico las técnicas que ellos enseñan, leo y medito sus libros y escucho atentamente sus conferencias en persona, cursos o talleres que imparten y a los que acudo presencialmente y también veo sus intervenciones que aparecen en Internet. Los respeto y exploro sus planteamientos técnicos y teóricos. Exploro, y sobre todo practico otras técnicas y métodos provenientes de filosofías y escuelas de autorrealización milenarias, zen y yoga, y en general la psicología transpersonal, además de otras fuentes de conocimiento. Por lo tanto tengo más amplia experiencia que ellos y mi visión teórico-práctica es más enriquecedora que la contemplada por los mencionados psicólogos. Como tengo tres libros publicados en las librerías, invito al lector interesado a que los explore, practique los métodos que enseño y se lleve su propia experiencia. Así sabrá si lo que escribo se corresponde con la realidad o no. A mí no hace falta que me crean. No gano nada con ello.
Mención aparte merece la regresión a posibles vidas pasadas, en la que ya me adentraré más adelante (este fenómeno se puede dar también en el segundo grado).
La
sugestion
La sugestión es fundamental en hipnosis. Algunas escuelas como las de Liebeault, Bernheim y otros explican la hipnosis como un proceso eminentemente sugestivo. En efecto, como dice el doctor Kroger: «la sugestión por desviación intencional de la atención es la razón del éxito de muchas clases de terapias y no sólamente de la hipnosis».
Aunque, ¿acaso no son todas las prácticas médicas algún tipo de sugestión-hipnotismo? Cuando se le administra a un paciente un fármaco que no es más que un placebo (glucosa, por ejemplo) y el organismo del enfermo reacciona y se cura ¿acaso no es simple sugestión? Si el enfermo mejora o incluso cura de su enfermedad, ¿no será un gran poder el efecto de la sugestión?
Debe tenerse en cuenta que lo mismo que la sugestión puede actuar con fines positivos, lo puede hacer con fines negativos. ¿Acaso un hipocondríaco no termina a veces por contraer esas enfermedades que antes solo existían en su mente?
Relataré dos casos que muestran los resultados de la sugestión. Uno positivo y otro negativo.
El primero apareció en el Boletín Médico Británico, esto sucedía en 1952. El artículo censuraba el poco o nulo caso que los profesionales médicos hacían al poder de la hipnoterapia y relataba el caso de un niño afectado de ictiosis congénita.
Esta enfermedad había ocasionado la aparición de una capa verrugosa que cubría gran parte de su cuerpo produciendo un olor nauseabundo. Se le trató con todos los procedimientos convencionales, incluso en el Hospital de East Grinstead, especializado en cirugía plástica, se le intentó injertar parte de la piel sana en la parte enferma para ver si eso daba resultado.
Fue un intento fallido. Uno de los médicos sugirió tratarlo con hipnoterapia. En trance hipnótico, al niño se le sugestionó diciéndole que su brazo izquierdo mejoraría. En un niño, por lo general, la sugestionabilidad es muy elevada.
Efectivamente, a medida que pasaban los días la capa escamosa del brazo fue disminuyendo y dejando al descubierto la textura de la piel sana. Con el tiempo, la infección desapareció por completo.
Aquí se ve el poder curativo de la sugestión acrecentada por el trance hipnótico.
Otro caso, este negativo, se refiere al relato sobre un prisionero condenado que murió creyéndose desangrado en 1750 en Copenhague. Le hicieron caer agua por las muñecas y le indujeron a creer que le habían cortado las venas. Falleció por un paro cardíaco.
Este caso, verdadero acto criminal y amoral, demuestra el poder negativo de la sugestión. Aquí no hizo falta el trance hipnótico, pero el efecto fue idéntico. De cualquier manera, la situación del reo era un estado alterado de conciencia.
A pesar de estos y otros muchos casos que evidencian el poder de la mente sugestionada, la clase médica en general sigue, si no despreciando, al menos sí desaprovechando la hipnosis y la sugestión como elementos valiosos en cualquier terapia.
La sugestión es un elemento que está siempre presente, se dé uno cuenta o no, en casi todos los actos de nuestra vida cotidiana. El bombardeo de las sugestiones es constante en su vida, esté seguro de esto.
En realidad, ya que no existe una línea clara que delimite la hipnosis de la sugestión, no se puede distinguir dónde comienza la una y termina la otra.
Las sugestiones que llevan al trance hipnótico, en su sentido más amplio, se dan como un hecho natural de la existencia humana. Ya desde la infancia y durante la etapa de formación, los elementos sugestivos forman parte de las mismas. Ejemplo: cuando un niño pequeño se lastima en una mano, su madre solícita le besa con cariño y le dice que el dolor va a desaparecer. Y el dolor desaparece.
Esto significa que, ya adulto, cada vez que se encuentre en una situación que contenga uno o todos los elementos que estaban presentes durante su etapa de condicionamiento infantil, vuelva a entrar –sin saberlo– en una relación hipnótica.
¿Qué significa todo esto? Que la capacidad de ser hipnotizado es, realmente, una respuesta de adaptación, cuyo origen fue irradiado al interior del sistema nervioso central, como resultado de una herencia de un millón de años de evolución de raza humana.
Ya hemos repasado la teoría, una parte del cerebro, la corteza, maneja el conocimiento de la realidad. Cuando una persona está en trance hipnótico, actúa en ella un tipo de conciencia especial (subconsciente) que se caracteriza, entre otras cosas, por la capacidad del cerebro de responder a imágenes, ideas y sentimientos sugeridos que pueden ser o no reales. Dado que el sistema nervioso central (vegetativo) no sabe distinguir entre unas imágenes reales y otras imaginadas en sus más íntimos detalles, va a responder ante ambas con los mismos mecanismos fisiológicos: ritmo cardíaco o respiratorio, secreción hormonal, producción de endorfinas o actividad bioeléctrica cerebral.
La persona, con simples imágenes mentales, puede pasar de la calma y tranquilidad física y emocional a una excitación corporal de igual naturaleza.
Para comprobar estas aseveraciones me remito a los trabajos experimentales realizados por el doctor Penfield en los que comprobó que el cerebro graba, junto a las imágenes o impresiones vividas, las emociones que estaban presentes en esas experiencias.
Después, al evocarlas, es decir, al recordar las imágenes de lo sucedido, estas vienen acompañadas de las emociones que en aquel momento formaban parte del acontecimiento.
Esto es así de tal manera que, si usted, por ejemplo, evoca algún recuerdo doloroso del pasado, volverá a sentir cómo esas imágenes le suscitan reacciones emocionales y físicas de dolor, angustia, etc. Al contrario, si lo recordado es alegre y placentero, su cuerpo y mente reaccionan con estados de excitación, bienestar, alegría. Y resulta fácil comprobar que se originan cambios fisiológicos.
Añado también que no hace falta insistir en el tremendo poder de la sugestión sobre las masas. Los líderes políticos y religiosos utilizan arengas y manejos sugestivos a su antojo para encauzar la acción de la población. Y aunque el colectivo piense que actúa y se mueve por sí mismo, aunque cada uno de sus miembros así lo piense, lo hacen de acuerdo a las consignas (dogmas, promesas, ideales, etc.) que tales líderes introducen en sus discursos.
Incluso, si se niegan las consignas, la sugestión también ha funcionado, aunque sea por oposición. Otro tanto ocurre con las campañas publicitarias de radio, TV y prensa. Vivimos bombardeados por auténticas sugestiones que nos inducen a pensar, sentir y actuar de tal o cual modo. Y nosotros pensamos que nuestra vida psicológica nos pertenece y que actuamos de forma autónoma. Como ya he explicado anteriormente, vivimos en muchas ocasiones en estado de hipnosis, pero no lo sabemos y si se nos afirma tal cosa, reaccionamos negando tal posibilidad.
EJERCICIO NÚMERO 1
EL PODER DE LA SUGESTIÓN
Le propongo ahora un ejercicio muy básico para comprobar por usted mismo el poder de la sugestión.
Este ejercicio constituye, en sí mismo, un proceso de autohipnosis. Una práctica de autohipnosis más detallada la ofreceré más adelante en un capítulo propio.
Este ejercicio de sugestión sirve para darse cuenta del efecto del pensamiento sobre nuestra vida biológica.
Sitúese mentalmente en su cocina; recuerde con tranquilidad cómo es; observe ese lugar tan familiar... Tómese todo el tiempo que necesite... Recuerde el tamaño de esa habitación... el ambiente... los olores habituales... imagine que toca algún objeto... la sensación que le produce hacerlo... Recuerde dónde se suele sentar... el contacto corporal con la silla... Mire bien ese lugar... Tal vez la cocina está ordenada... o tal vez quedan algunos platos sucios. Evoque también los ruidos o la música que suela escuchar cuando está allí. Sienta por unos momentos el contacto de sus pies sobre el suelo... ¿de qué color es?
Mire ahora la nevera. Observe atentamente su forma... su tamaño... quizá tenga alguna pequeña mancha o motita... algún adhesivo o imán pegado... Ahora acérquese y ponga su mano sobre el asa de la puerta y sienta su contacto. Bien, ahora tire y vea cómo se abre la puerta. Sensación de frescor, observe el contenido del interior... Sobre un estante hay un limón; tómelo en su mano y cierre la nevera. Mientras lo tiene en su mano, apriételo un poco para sentir su consistencia... sienta su peso... acérquelo para llenar la visión con su color... acérqueselo a la nariz y perciba el olor de su corteza. Bien, ahora póngalo sobre la mesa y estrújelo un poco para que suelte el jugo. A continuación tome un cuchillo y córtelo por la mitad. Tome una de las mitades y observe su interior... la forma de su pulpa... hay una gotita de zumo que se acaba de formar... huela el limón... es un olor ácido y fresco. Poco a poco... trague alguna de esas gotas de zumo... chúpelo suavemente... sienta las reacciones que se producen en su boca... el sabor que da a sus dientes. Y, mientras se traga el zumo... sienta cómo desciende por su boca... por su garganta... sensación muy agradable... ácido fresco...
Bien, ahora abra los ojos, no hay limón alguno en su mano ¿verdad? Con este sencillo ejercicio se dará cuenta de que el hecho de pensar en el limón activa las funciones de las glándulas salivares (el cerebro, sistema nervioso vegetativo) no sabe distinguir la realidad de lo puramente imaginado. La implicación de este fenómeno en los procesos curativos es básica.
¿Qué es en realidad la sugestión? ¿Cómo diferenciar entre la hipnosis, la persuasión y la sugestión? No es muy difícil distinguir estos aspectos, al menos en el proceso hipnótico.
La persuasión, al igual que la convicción, se dirige al yo consciente de la persona a través de argumentos lógicos y apelando a su capacidad de razonar, tratando de hacer que modifique sus ideas o pautas de comportamiento.
La sugestión, al contrario, se dirige al subconsciente (algunos lo llaman yo inconsciente) a través de los mecanismos vitales y de carácter emotivo, deseos inconscientes, etc.; franqueada la barrera de resistencias psíquicas y analíticas, se dirige al psiquismo inconsciente.
La sugestión es afín a la hipnosis en este punto, por cuanto las dos pertenecen a la esfera de las estructuras del inconsciente. Así pues, ambas son susceptibles de liberar ciertas energías o fuerzas (potencialidades) de la personalidad profunda.
Ahora bien, la sugestión existe y actúa al margen de que la persona esté hipnotizada o no. Y, por supuesto, la hipnosis puede ser provocada sin sugestión.
Le expongo dos ejemplos para aclarar lo que acabo de explicar: en medicina se habla de efecto placebo cuando una sustancia cualquiera (neutra) cuyos elementos químicos no produzcan ninguna reacción (agua destilada, glucosa) administrada a un enfermo tiene el mismo resultado que el verdadero medicamento al que sustituye.
Si un médico logra curar a un paciente con unas píldoras de glucosa diciéndole que es su medicina habitual, el efecto curativo ha sido posible gracias a la sugestión.
Sin embargo, si el hipnólogo logra hipnotizar a un sujeto por procedimientos puramente mecánicos (diapasón, hipnodisco, sonidos repetitivos y monocordes, etc), es evidente que la hipnosis se puede producir y en estos casos así se demuestra, sin sugestión.
Por otro lado, las sugestiones emitidas por el hipnólogo aumentan la sensibilidad en los cinco sentidos. Así que una persona hipnotizada puede ver (sugestiones inducidas) al público presente en un espectáculo vestido o desnudo, puede ver objetos que no están presentes, puede ver una manzana allí donde solo hay una cebolla, e incluso comer de esta y creer que está saboreando la apetitosa fruta. Se le puede inducir ceguera total, pérdida del habla y un largo etcétera de fenómenos por el estilo. Todo ello muy conocido a través del espectáculo.
Las alucinaciones de tipo visual, por ejemplo, se pueden mantener incluso si se abren los ojos. En todo caso, tenga presente que en la vida diaria también se producen alucinaciones o distorsiones de la realidad y, por supuesto, sin estar en hipnosis.