Capítulo 6
PASA LA VIDA
Elizabeth
La tarjeta rasca y gana fue una idea genial, me digo a mí misma.
Me permitió encontrar la manera de conseguir que Eilidh se quedase y al mismo tiempo hice una buena obra porque Mary no había visto a su hermana en mucho tiempo.
Gasto mucha energía en hacer este tipo de cosas, en intervenir en la vida de los vivos. He estado flotando a su alrededor durante un rato, demasiado agotada como para hacer nada más.
Cuando llegué, me encontré con Jamie y Gail.
Gail, a la que solíamos cuidar cuando su madre trabajaba por las noches en el asilo de Kinnear. Su padre es camionero, así que cada vez que ambos estaban fuera por la noche Gail solía venir a casa y quedarse a dormir. Me daba cuenta, Jamie le gustaba. Pero no era más que una niña que todavía iba a la escuela de primaria cuando Jamie empezó a ir a la universidad en Aberdeen. Nunca pensé en ello y cuando mi hijo se mudó a Glasgow para hacer un máster, solo venía a casa durante las vacaciones y no le prestaba mucha atención. Solía reírse mucho. No decía gran cosa, solo se reía.
Gail está claramente enamorada de él, lo veo. Pero Jamie todavía parece encontrarse muy lejos. Cuando está con ella, es como si pudiera encontrarse fácilmente en cualquier otro sitio y nada cambiaría en su actitud.
El problema para Jamie no es que le falten mujeres interesadas en él, es el hecho de que, desde que Janet se fue, parece incapaz de interesarse por otra mujer. Aparte de Maisie y Shona, se ha encerrado en sí mismo y no deja que nadie se le acerque. Ni siquiera Gail.
Ella está tan loca por él que no se da cuenta. No parece percibir la mirada perdida de sus ojos, ni la manera en que él le da excusas, una tras otra, para no quedar más a menudo. Jamie se está dejando llevar, se está dejando sumergir en esta relación y no sé qué pensar. Una parte de mí tiene la esperanza de que corte con ella y la otra, de que se enamore de ella y se establezca por fin con una joven bonita, de buena familia, que le adora. ¿Qué madre no desearía algo así?
Pero muy dentro de mí, sé que no lo hará. Jamie es muy tranquilo pero, tras esa apariencia se esconde un carácter fuerte y complicado. Una muchacha como Gail no satisfaría esa parte de él a la larga. Siempre lo he sabido, desde que era un adolescente, que solo se enamoraría de alguien que fuera inusual.
Eilidh era distinta de todas las demás. Era una pequeña reflexiva, pensadora. Era tranquila, independiente, tenía confianza en sí misma. Y entonces, de repente, se dejó llevar por las emociones y su naturaleza pasional salió al exterior y todo el mundo pudo verlo. Sentía las cosas de una manera profunda —una canción, una vista bonita y se le saltaban las lágrimas—. Supongo que puede decirse que todavía llora con mucho sentimiento, como solía comentar su madre de manera un tanto crítica. Eilidh me hacía pensar en alguien que ya había vivido, como si sus emociones vinieran de algún lugar que estaba muy lejos de la niña que era y la edad que tenía. Una vez leyó en el centro social, en una reunión de caridad organizada por su colegio. Era un poema muy bonito de Sorley MacLean, Hallaig.
Pude percibir la emoción recorriendo su cuerpo, la intensidad de sus sentimientos. La sala se quedó completamente en silencio y se me saltaron las lágrimas y, al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que a muchos les brillaban los ojos.
En la naturaleza de Eilidh no había medias tintas: para ella, las cosas eran blancas o negras, ardientes o heladoras. Entendía bien por qué Flora la adoraba: ambas parecía reservadas por fuera, pero por dentro eran apasionadas, tenían una naturaleza cálida y compartían su amor por los libros, la música y la naturaleza. Todo eso parece haberse saltado una generación: Rhona, la madre de Eilidh, es totalmente distinta. En cierto modo, le falta calidez, sobre todo física. Sé que amaba a su hija, a su manera, pero me daba cuenta de lo difícil que les resultaba a ambas entenderse. A Eilidh le dolía la frialdad de su madre. Katrina era fuerte, alegre, parlanchina y le encantaba ser el centro de atención. Siempre le recordaba a todo el mundo que era más bonita, más simpática y mucho más lista que su hermana. Su madre y ella eran uña y carne: a sus ojos, Katrina siempre lo hacía todo bien, nunca se equivocaba. No quiero que se me malinterprete, no es mala persona ni nada de eso: tan solo es aburrida y el modo en que reprimía constantemente a Eilidh me irritaba muchísimo.
En el caso de Eilidh, había tanta actividad bajo la superficie... Había algo en ella, algo vulnerable, aunque era fuerte... si lo veías no podías mirar para otra parte.
Poco después de que se mudara a Glen Avich, Jamie y ella se hicieron amigos. Él empezó a ir a buscarla después del colegio; hacían los deberes juntos en casa o se iban a la tienda de Flora para sentarse en la trastienda con una bolsa de golosinas que la mujer siempre les regalaba. A esa edad, no resulta fácil para un chico y una chica ser amigos: cuando son más pequeños, nadie piensa en ello, pero cuando ya tenían once años, todo parecía verse bajo otra perspectiva.
Para Eilidh y Jamie las cosas no llegaron hasta ese punto, porque poco después de que hubieran empezado a ser amigos, para desilusión de todos, Eilidh se fue. Jamie fabricó para ella un regalo de recuerdo, algo que construyó en el taller de su padre: un collar con un colgante que tenía forma de ciervo, el animal que más le gustaba a ella. Fue precioso. Jamie era —y sigue siendo— alguien con mucho talento. Sin embargo, nunca se lo dio. Le pregunté por qué, pero se encogió de hombros como única respuesta. Nunca más he vuelto a ver ese colgante.
Jamie tuvo algunas novias en la universidad pero desde que volvió a casa y se puso al mando del negocio de su padre, no hubo nadie durante mucho tiempo. Tenía muchos amigos y todos disfrutaban de su vida de solteros. Pero entonces, uno tras otros, sus amigos empezaron a casarse, a tener hijos, mientras mi hijo no parecía interesarse por nadie, a pesar de que algunas jóvenes sí lo hacían por él.
Cuando Janet apareció en escena, no me sorprendió: había en ella algo fuerte, poco común y... poético. Lo que no pude ver entonces fue que a pesar de lo perfecta que parecía ser para Jamie, él no era perfecto para ella. Para ella, el asunto se convirtió en poco más que una historia de verano con consecuencias que cambiaron su vida.
Por eso no confío ya en mi juicio. Quizá Gail pueda parecer un puerto tranquilo en este momento, después de la tormenta que supuso Janet.
Pero entonces ¿por qué se le sigue viendo tan solo?
Ahora que Eilidh ha vuelto, podría suceder cualquier cosa. Y más con una ayudita de mi parte.
Parece tan retraída en este momento, como si no quisiera dejar que nadie se le acercase. Está tan delgada y parece tan débil, tiene los ojos perdidos. Cuando la vi frente a la casa de Peggy, temblando de nervios mientras esperaba a que le abrieran la puerta, hubiera querido poder abrazarla, como a una hija a la que hubiera perdido hacía mucho tiempo.
Abrazarla como a la niñita que solía ser.
Casi no puedo creerme que la vida le haya ido así, después de lo mucho que prometía. Sé que nunca se llevó bien con su madre ni con su hermana, y que no tenía mucha relación con su padre, pero ¡parecía tan feliz cuando empezó a salir con Tom! Lo trajo aquí para presentárselo a Flora y Peggy: era un hombre atractivo, bien vestido, y médico. Todo el mundo quedó impresionado, salvo las dos personas a las que había venido a ver: la tía y la abuela de Eilidh. A ellas no les convencía. No se lo dijeron, pero nos conocemos lo suficiente, desde que nuestras madres nos llevaban en cochecito de paseo, así que me dí cuenta. No estoy muy segura de por qué. Según parece, tenían razón: su relación no funcionó.
Durante su matrimonio, Eilidh no vino casi a Escocia y, cuando lo hizo, fue de manera apresurada y, de algún modo, agotada. Rhona y Simon, por su cuenta o con Katrina y su familia, aparecían por aquí a menudo. Me resultaba extraño porque Eilidh había sido tan feliz en esta tierra, se sentía tan bien, que no entendía por qué quería permanecer lejos de ella. Ahora lo sé. Sencillamente, era demasiado infeliz como para venir y dejar que todo el mundo la viera así. Flora y Peggy me contaron en una ocasión lo de sus fallidas inseminaciones y me hablaron de la profunda tristeza que la embargaba, aunque no me dieron muchos detalles. Me dio mucha pena.
Sin embargo, nunca la he visto así. Todavía es muy bonita, con ese precioso cabello de seda color castaño y esos ojos azules tan claros, pero está ajada y tiene la mirada perdida, como si fuera un fantasma, como yo. El aborto fue lo último.
Ya sé que suena un poco naïf, pero creo que, para empezar, más que nada, Eilidh necesita alimentarse bien y dormir mucho. Después de unas pocas semanas comiendo lo que Peggy cocine y durmiendo en silencio, tranquila, sin el ruido del tráfico o las luces de la ciudad que entran por la ventana, se pondrá mejor. Ganará algo de peso y empezará a sonreír de nuevo, esa sonrisa que solía iluminar toda una habitación. Sé que se recuperará. Tengo fe en ella.
Ha llegado el momento en que Eilidh y Jamie se reencuentren.