Capítulo 19

 

Katy observó a Daphne todo el día, solo cuando ella no la miraba. Fingió que no sentía esa rara incomodidad a su lado y se concentro en trabajar. Cuando se hizo de noche le dijo que se fuera a descansar aunque ella insistió en quedarse. Por primera vez tuvo que ser firme con ella y mandarla a su casa.

Luego de que saliera de la oficina realizo como le indicaron la copia de sus archivos y los guardo.

Suspirando se puso de pie y salió del lugar.

—Marcus —murmuró al pensar en él.

¿Por qué no lo había visto?

Negó un poco y subió al ascensor. Era tiempo de visitarlo. Apretó el botón del piso de Marcus y esperó.

Aun llevaba en su mochila el sobre con las fotos, cada vez que las veía tenia deseos de subir y dárselas, también tenia deseo de olvidar el asunto, pero no podía.

Cuando llegó a su oficina bajo del ascensor camino por el pasillo y llegó a la puerta de Marcus. Golpeo su puerta dos veces y esperó. Camino alrededor mientras pasaban los segundos y él no aparecía.

Se giró rápidamente cuando la abrieron, Marcus apareció allí, con el cabello desordenado y el primer botón de su camisa abierta. Al verla arrugó su frente y ella tragó. Marcus salió de su oficina y cerró la puerta tras de si.

Hola —le dijo suavemente, le sonrió pero él no le devolvió el gesto.

—Katy ¿Qué pasa? —preguntó él sin cambiar su semblante.

—Yo… —se limpio la garganta, recordó el sobre en su mochila y lo tomó —te traje esto.

Él recibió el sobre y arrugó aún más su frente.

¿Estas ocupado? —le preguntó, la miró y asintió —entonces no la veas ahora.

Él miró el sobre y luego a ella.

Ninguno dijo nada.

Katy dio un paso hacia atrás y él la estudio.

—Bien, solo venia a darte eso y a saludarte —eso pareció relajarlo.

—Te lo agradezco, he tenido mucho trabajo —asintió.

—Es mejor que me vaya y te deje regresar a tu trabajo —Marcus asintió suavemente.

Ella se despidió de él con su mano y le dio la espalda, comenzó a caminar.

—Katy —la llamo él, se detuvo y lo miró enseguida, Marcus pareció dudar —no, nada, lo siento —ella asintió —cuídate —le dijo.

Katy continúo caminando y llegó al ascensor.

No volvió a mirarlo mientras llegaba a él y entraba. Cuando las puertas se cerraron suspiró.

—Tonta —murmuró.

Obviamente él tenía cosas más importantes que hacer que hablar con ella, o verla, o llamarla, o volver a visitarla en su oficina. Se sintió triste y esa parte cruel dentro de ella se preguntó si ya habría terminado lo de ellos. Quizás solo había durado unos meses y esto era su forma de decirle que ya no le gustaba.

Negó enseguida.

No, él le diría cara a cara si fuera así, además le dijo que estaba trabajando, no podía pensar así simplemente por sentirse decepcionada.

 

Dos días después el mismo chico de informática estaba sentado delante de ella en su oficina, se miraron.

Nada —dijo él.

—Nada —repitió ella.

¿Tienes una idea de quien pueda ser? —ella asintió suavemente.

Pero necesito probarlo primero —suspiró suavemente —esperó equivocarme.

Bien —él se puso de pie y la dejo sola.

Desde que no permitía a Daphne tocar su computadora ya nada había desaparecido, era tiempo de averiguar si ella era la culpable o no.

 

Al día siguiente Katy le pidió a Daphne que manejara la computadora, como siempre le permitió pasar las imágenes de la cámara hacia ella y, cuando terminó su turno de trabajo, la dejo a ella en el lugar.

Cuando llegó al estacionamiento tomó su bicicleta y salió.

Paso al lado del auto de Marcus pero no lo miró, le dolía hacerlo y no tenía tiempo para esas cosas.

Cuando llego a la esquina se detuvo ante la luz roja y suspiro.

Un auto negro y elegante paso cerca de ella  lo miro enseguida. Abrió la boca sorprendida.

Marcus —susurró.

Tragó al reconocer a la mujer entada con él.

—Skarlett —dijo y apretó sus manos en el manubrio.

La luz cambio y se movió. Parte de ella quería seguirlos, ver donde iban, qué hacían, pero otra más grande se mantuvo en dirección a su casa, esa parte que quería llorar y ni siquiera sabia por qué. Lo más probable era que estuvieran hablando de negocios o algo, o del pasado, de que estuvieron a punto de casarse, le dijo su cabeza. Y eso qué importa, pensó. No era asunto suyo, él podía salir con quien quisiera, no.

Es tu novio, murmuro su cabeza. ¿Lo era? se preguntó, no lo veía desde hace semanas, no como un novio de todas maneras, cómo podían seguir siéndolo.

Los novios no se ven todos los días, continuo atormentándola su cabeza.

No, estuvo de acuerdo, no se veían todos los días, pero si por lo menos hablaban, solo por hacer algo, solo para saber como estaba el otro.

Jadeo y parpadeo rápidamente para eliminar las lagrimas.

Cuando logró llegar a su casa se sentó en su sala y miró la nada.

—Tonta —se dijo.

Era una tonta por sacar conclusiones de la nada. Probablemente esto no era nada, debía dejar de imaginar cosas y concentrarse en su problema. Eso ahora, era más importante.

Asintió ante el pensamiento y se puso de pie, de camino a su habitación elimino una lágrima rebelde de su rostro sin prestarle la más mínima atención.