Capítulo 15
—Deja eso— le dijo Ricardo con energía.
Marcus dejó la revista que observaba y lo miró, él sonrío.
—Y no me mires como si hubiera hecho algo horrible.
Marcus entrecerró sus ojos y regresó sus ojos a la revista. Su amigo suspiró.
—En verdad— dijo él y se acercó a su escritorio, lo ignoró— solo le pedí que fuera a trabajar.
—Pero tenias que enviarla a ella con Skarlett— Marcus cerró la revista y la lanzó hacia su escritorio, se puso de pie.
—¿Qué puede pasar?— lo miró— nada, no se conocen, Skarlett no sabe de Katy y al contrario, deja de preocuparte— él negó y Ricardo tomó la revista.
—Llego ayer, ¿cierto?— le preguntó, Ricardo lo observó enseguida.
—Sí—arrugó su frente— ¿no lo sabias?— Marcus suspiró.
—No he hablado con ella.
—Uf, y qué hiciste.
—¿Qué te hace pensar que yo hice algo?— regresó a su asiento y tomó la revista, Ricardo sonrío y levantó sus manos.
—Nada— lo miró— debes hablar con ella hombre— Marcus dejó la revista de nuevo en la mesa.
—Tienes razón— se puso de pie— iré a hablar con ella.
Él se movió hacia la puerta.
—Pero tendrás que esperar hasta mañana— dijo Ricardo, se detuvo y lo miró— le di el día libre.
Marcus regresó a su silla.
—Debiste decírmelo desde el principio— él sonrío.
—No pensé que saldrías tras ella enseguida— Marcus volteo sus ojos y negó— vamos, puedes ir a verla a su casa, ¿no?
Sí, podía, pensó Marcus, pero no sabía como iba a ser recibido. No había hablado con ella desde hace días, incluso luego de la reunión que tuvieron los tres, al ir a su oficina para, como siempre, llevarla a su casa, ella ya se había ido. No sabia que pensar.
Sabia que tenia que hacer algo, no podía seguir imaginando cosas, él no era de los que se quedaban quietos, no iba a comenzar ahora. Suspiro. Esa misma noche iría a verla.
Katy suspiró, otra vez y observó la televisión.
¿Por qué rayos Ricardo tenía que darle un día libre? aunque no era tan mala idea después de todo. Volviendo a suspirar, levantó sus piernas y las puso sobre el sofá, apoyó su mentón en sus rodillas.
Ese día ni siquiera se había cambiado de ropa, seguía usando su piyama, una vieja camiseta son el dibujo de un osito y nada mas.
Cerró los ojos y se quejó, si no lograba distraerse las palabras de esa mujer llegaban a su cabeza en seguida. Nos íbamos a casar, nos íbamos a casar, nos íbamos a casar. Era como un gran eco que rebotaba en su cerebro una y otra vez.
¿Qué le importaba a ella eso? Por Dios, si estaba tomando fotografías del compromiso de Skarlett con otro hombre, obviamente ella y Marcus ya no tenían relación. Pero eso no quitaba que la hubieran tenido. Paso sus manos por su cabello suelto y masajeo su cabeza. Deseaba dejar de imaginarlos juntos, pero no podía, si eran tal para cual.
Volvió a suspirar y se dejo caer de lado en el sofá. Observó a Brad Pitt hablar con una anciana sobre la muerte unos segundos.
Ahora ella era la novia de Marcus, se recordó, creía que aun lo era.
Aunque ese noviazgo no se parecía noviazgo. Era como un acuerdo “implícito”, ya que mantenían relaciones sexuales. Casi era lo mismo que amigos con ventaja. Se quejó y golpeo suavemente un cojín con su mano.
—¿Por qué tengo que pensar así?— se quejó.
No podía simplemente disfrutar del momento y no preocuparse de cosas sin sentido, que no podía controlar.
Su teléfono sonó y lo miró, la llamaban de portería.
Suspirando pesadamente contestó.
—Siiii— dijo.
—Katy, tiene una visita— ella miró el reloj en la pared, eran mas de las 11 de la noche, ella no estaba esperando a nadie.
—¿Quién es? No espero nadie— dijo.
—Es el señor Barahona— se sentó enseguida.
—Ah, déjalo subir, gracias.
Colgó y miró alrededor, el lugar era un desastre.
Rápidamente tomó las bolsas de comida y las botó, en menos de 1 minuto ordenó la sala lo mejor que pudo. Tocaron a la puerta y ella solo se miró en un espejo para asegurarse que no tuviera comida en el rostro.
Abrió.
Marcus estaba ahí, con una mano en la muralla. No tenía su corbata y el primer botón de su camisa estaba abierto, parecía que acababa de salir de una difícil reunión.
—Pasa— le dijo al ver que seguía en el mismo lugar mirándolo.
—Gracias.
Cuando él llego a la sala cerró la puerta y camino detrás de él.
—¿Quieres algo de beber?— Marcus la miró— jugo, agua, creo que tengo una cerveza.
—Agua está bien— asintió y fue a la cocina.
Cuando regreso lo vio sentado en el sofá, mirando la televisión, le entregó el vaso con agua y se sentó a su lado.
—Debería decir lindo piyama— le dijo él apuntándola con su mano. Katy se observó.
Se había olvidado completamente de que solo llevaba esa camiseta que apenas cubría su trasero y unos calcetines rosas. Se sonrojo un poco y se limpio la garganta.
—Gracias— murmuró.
Permanecieron en silencio hasta que él se rio suavemente, lo miró.
—Yo vine a hablar contigo, no ha sentirme como un idiota sin saber que hacer— ella sonrío un poco.
—¿Y qué deseas decirme?— le preguntó.
Él se giró un poco en su dirección.
—Lamento si me comporte como un idiota la otra noche, sé que te pedí que hicieras algo sin siquiera darte una explicación como se debe, tenias todo el derecho a hacer lo que consideraras adecuado— ella negó un poco.
—Fui yo la que se equivoco, simplemente olvide que tu eres mi jefe y que si me dices que no haga algo debo no hacerlo, no puedo ignorarte como si nada— él la observó fijamente.
—Prefiero que no me veas como tu jefe.
—Pero lo eres, no hay que olvidar eso.
Él asintió suavemente, miró alrededor y luego a ella.
—Y eso cómo nos deja, ¿ahora soy o no tu jefe?— le preguntó. Ella sonrío al ver el deseo en sus ojos, también había algo mas ahí que no supo identificar.
Al carajo lo Skarlett le contó, eso ya no importa.
Sorprendiéndolo se movió hacia él y se sentó sobre sus piernas, a horcajadas. Él solo apoyó sus manos en su cadera.
—Ahora— dijo Katy— no eres mi jefe, no estamos en horario de trabajo ni en la empresa— Marcus sonrío.
—Quieres decir que si te llamo a mi oficina y te beso y luego te toco— él movió su mano hacia su muslo, acariciando su piel— se podría considerar acoso.
—No, si me aseguras que no solo me vas a tocar, si no que vas a cumplir esa fantasía que tengo contigo y tu escritorio— él gimió.
—Ahora, voy a agendar eso— ella rio.
—¿Cómo?, piensas decirle a tu secretaria que te lo recuerde— Marcus rio suavemente.
—Quieres que le dé un infarto a Carmen, no, simplemente le diré que anote “importante reunión de cuatro horas con la fotógrafa del cuarto piso”
—¿Cuatro horas?— repitió ella acercándose a su boca.
—Quizás más— aseguró él.
Katy lo besó intensamente, como había deseado desde hacia días. Él se apoyó contra el respaldo y saco su camisa de su pantalón, lo ayudo enseguida. Le quitó la chaqueta y luego empujo hacia arriba su camisa. Cuando observó su pecho lo beso, la piel en la base de su cuello hasta el centro. Acaricio sus pezones con sus dedos y llegó a uno para acariciarlo con su lengua, Marcus suspiró.
Ella subió hasta su cuello y llegó a su boca.
Ya lo sentía duro bajo ella. Movió sus caderas para acariciarse y él gimió, volvió a hacerlo un par de veces disfrutando de la sensación de la tela contra su piel.
—Te deseo— le dijo él al oído, ella lo miró y se alejó un poco para quitarse la camiseta. Marcus se llenó cada mano con sus pechos. Ella abrió el cierre de su pantalón y liberó su pene.
Luego de acariciarlo un par de veces salió de su regazo y se arrodillo en la alfombra para poder llevarlo a su boca. Él se quejo y afirmo su cabeza, no la detuvo o insistió, solo la dejo ahí. Continuo con su caricia y paso su lengua por su cabeza purpura hasta que la chupó. Siguió así mientras acariciaba sus testículos. Luego de unos minutos Marcus la detuvo.
—No esta vez— ella regresa a su regazo— quiero correrme dentro de ti.
Luego de ponerse un condón él la ayudo a bajar sobre su erección, cuando logró entrar por completo ambos suspiraron.
—Móntame cariño— le susurró él y ella se movió un poco— eso es… más rápido— lo hizo.
Se movió contra él al principio insegura, sintiendo como entraba y salía de su cuerpo, luego lo hizo mas rápido ayudada por él. Después de unos segundos descubrió que ella llevaba el ritmo, Marcus solo la observaba. Ella también lo miró a la cara y cambio el ritmo, mas profundo y lento, notó enseguida como cambiaba la expresión de él, como su rostro demostraba el placer que sentía. Siguió empujando con mayor deseo y gimió. Arqueo su espalda y apoyo ambas manos en sus hombros, él la afirmo con una mano y con la otra acaricio un pezón, tirándolo con sus dedos.
—Si… así— le oyó decir— no te detengas.
Y no lo iba a hacer, ya no podía, tenia que correrse, solo estaba a un paso de alcanzar su liberación. Lo logró apenas él levantó su cadera y la penetro profundamente. Esta vez grito y lo escucho quejarse con voz ronca cuando la siguió.
Cayó sobre su pecho agotada.
Podía escuchar el corazón de Marcus claramente, rápido y firme contra su pecho, se calmo junto con el suyo.
—No sabes cuanto extrañe esto— dijo él acariciando su espalda.
—Yo igual —murmuró y cerró los ojos —yo igual.