Capítulo 7
Katy observó las oficinas de la empresa Amor y Coincidencias unos segundos antes de acercarse a la recepcionista. El lugar no era tan grande como el edificio de la revista pero había algo más cálido en ese lugar.
—Hola —saludó a la mujer de gafas y cabello blanco —soy Katy Cofre —la mujer sonrió —ayer hable con el señor Marcus Barahona sobre un trabajo, me dijo que me presentara hoy.
—Sí, claro, nos avisaron de tu llegada, déjame buscarte un pase — Katy asintió.
Mientras observaba a la mujer buscar el pase en un cajón un hombre se paro a su lado, lo miró. El tipo era alto y rubio, y le sonreía abiertamente.
—¿Quién eres tú? —preguntó él.
—Katy.
—Mm, tú eres la nueva fotógrafa —asintió —sí, Marcus me habló de ti.
—Aquí esta —dijo la mujer, al ver al hombre le sonrió —buenos días señor.
Él la saludó con la mano.
Katy recibió el pase y lo colgó en su cuello.
—Te daremos el definitivo luego de tomarte una fotografía— asintió —voy a llevarte a tu oficina.
—No, déjala —dijo el hombre —yo lo hago.
—Claro —dijo ella mirando de una a otro varias veces.
—Me acompañas —le dijo él sonriendo, asintió.
Luego de caminar unos minutos y subir a un ascensor él le hablo.
—Por cierto son Ricardo Díaz, gerente del área de marketing y publicidad.
—Un gusto —dijo ella suavemente, él sonrió a través del reflejo del ascensor.
—Me gustaron tus fotografías —ella lo miró a la cara —las que le tomaste a Marcus.
—Ah —dijo.
—No tienes más trabajo que puedas mostrar.
—Trabajo de ese tipo no, tengo fotografías que yo he tomado en diferentes lugares —él asintió.
—De todas maneras me gustaría verlas —ella asintió, era obvio que deseaba conocer su trabajo —te daré mi correo electrónico para que me las envíes.
—Está bien, lo haré.
El ascensor de detuvo.
—Aquí es.
Caminaron hasta detenerse delante de una puerta, él la abrió y le permitió pasar.
Katy observó el lugar. Era amplio, con algunas ventanas, a la derecha había un escritorio y a un lado una puerta.
—Este es un cuarto de revelado —le dijo —tenemos un departamento que se hace cargo de eso pero sabemos que a los fotógrafos les gusta tener uno, espero que puedas ocuparlo sin problema.
—Bien —dijo ella caminando alrededor, había una pared completa llena de cosas como almohadas, telas, sillas, las observó detenidamente.
—Aquí —continuo él, lo miró —hay algunos ejemplos de lo que hacemos.
Se acercó a él y observó las fotografías. En ellas solo habían mujeres de todos tipo posando, se veía lo nerviosa que todas estaban por ser fotografiadas.
—Creo que Marcus te explicó un poco lo que necesitamos que hagas —ella asintió.
—Me dijo que debía retratar la belleza que las personas poseen— él asintió.
—La idea es mostrarles como son en realidad, no como la sociedad le has dicho que se ven —ella lo miró a los ojos y arrugó su frente.
—Suena como si quisieran subir el autoestima a estas personas —él rio suavemente.
—Es la idea.
Asintió y siguió mirando las imágenes.
—Tu asistente debería llegar en una hora —lo miró enseguida.
—¿Asistente? —preguntó.
—Sí, se encargara de ayudarse en las sesiones y todo lo que tenga que ver con las citas y esas cosas —asintió —ella ya sabe que hacer, ha trabajado aquí desde hace un año.
—Está bien.
—Bien, me retiro —él se movió hacia la puerta.
—Gracias por acompañarme —le dijo, él le sonrió sobre su hombro.
—De nada, ya sabes si tiene alguna pregunta, no dudes en pedir mi ayuda.
—Lo haré —le aseguró.
Cuando la dejo sola sonrió abiertamente, ahora tenia su propia oficina de trabajo, con todo incluido por lo que veía. Tomó una de las cámaras apoyadas en un mueble, sí, no estaba nada mal.
Una semana después.
—Daphne —llamó Katy.
La chica alta y delgada, de cabello corto y rubio, y ojos azules, se acercó rápidamente a ella para entregarle otra cámara fotográfica. Katy la miró cuando la sintió tropezar por tercera vez con la misma silla.
—¿Estas bien? —le preguntó.
—Sí, sí, no es nada —sonrió.
Si, ya adoraba a la chica de 20 años, con todo y sus manías, hablar cada vez que podía, emocionarse intensamente por algo que para ella no tenia sentido y tropezar con cualquier cosa que hubiera en algún lugar. La chica tenía tanta energía que se le salía por los poros.
Negó divertida y se concentró en la mujer que tenia delante de si.
—Te sientes bien con la sabana o prefieres otra cosa —la mujer de rostro redondo sonrió.
—No está bien, me gusta así.
Estaba sentada entre muchos cojines esponjosos, envuelta en una sabana blanca que cubría su cuerpo.
—Bien —le dijo y siguió tomándole fotografías —sigue hablándome de lo que te gusta.
Ya llevaba una semana trabajando, al principio le había parecido muy raro fotografiar a diferentes mujeres que se mostraban nerviosas y poco seguras de lo que hacían. Por suerte había descubierto que hablar de lo que les gustaba hacer las relajaba, mas aun que el hecho de que ella las escuchaba y les preguntaba sobre sus vidas.
Luego de obtener una fotografía de ella relajada y sonriendo dio por terminada la sesión.
—Ya esta, creo que tenemos todo —la mujer asintió, se acercó y le ayudo a ponerse de pie —puedes vestirte.
—Gracias.
Caminó hacia su escritorio y se sentó, conecto la cámara a su computadora y dejo que las imágenes se traspasaran.
—Ella es la última —le dijo Daphne, la miró y luego el reloj en la pared, eran mas de las 9 de la noche.
—Bien —murmuró —yo me encargara de ordenar todo, es mejor que regreses a tu casa, es tarde —la chica sonrió y negó haciendo que su cabello golpeara suavemente su rostro.
—Este bien, me gusta hacerlo —ahora ella negó.
—Vamos Daphne, yo lo hare hoy, mañana lo harás tú —la chica la miró un segundo, luego suspiró y asintió.
—Bien.
Ambos observaron a la mujer acercarse.
—¿Cuándo estarán listas?
—A más tardar el lunes —le informó Daphne, la mujer sonrió y se despidió —nunca preguntan por las fotos —dijo ella luego de que la puerta se cerrara.
—Les da vergüenza —ella observó una de las imágenes —y sus fotos están muy bien.
Daphne la observó enseguida.
—Sí —dijo —es como si brillara —Katy arrugó su frente, luego sonrió.
—Bien, vete ya —le dijo.
La chica se quejó un segundo pero luego se despidió, cuando la vio salir se apoyó en la su silla y miró la imagen.
Había logrado capturar la belleza de la mujer, eso significaba que estaba haciendo su trabajo, el cual ya le gustaba. Desde que había llegado no había sabido nada de Marcus, no tenia por que saber algo pero echaba de menos a alguien que apenas conocía, suspiro y negó. Era mejor que se pusiera a trabajar.
Cuando acabo esperó el ascensor tranquilamente, cuando las puertas se abrieron se congelo un segundo. Marcus estaba ahí, al verla él le sonrió.
—¿Bajas? —preguntó, ella solo asintió y subió, se detuvo a su lado.
Lo observó a través de espejo. Se veía cansado, unas leves ojeras se mostraban en su rostro.
—¿Cómo te ha ido en tu primera semana? —le preguntó él, lo miró a los ojos.
—Bien, ya me acostumbre al ritmo —él sonrió.
—Me alegro —suspiró suavemente —con todo el trabajo ni siquiera he podido darte una correcta bienvenida.
Lo observó unos segundos.
—Te agradezco la intención, pero no es necesario —él negó enseguida.
—Lo es —le aseguró, arrugó su frente y luego sonrió —que te parece si mañana salimos a comer algo —Katy lo miró sorprendida.
—Hay grandes posibilidades de que mañana salga a esta misma hora —él siguió sonriendo.
—Mejor para mí, yo también salgo a esta hora normalmente.
Ella lo pensó, ¿salir con su jefe? uno de los dueños de la empresa, con quien ha estado rondando sus pensamientos desde hace semanas.
—¿Aceptas? —dijo él, lo miró.
—Está bien —se oyó decir, ni siquiera lo había pensado.
—Perfecto —dijo él —mañana sube a mi oficina cuando acabes — asintió.
Ambos salieron hacia el estacionamiento, ella se detuvo al lado del estacionamiento de las bicicletas, comenzó a sacar la suya, que era la única que quedaba. Se detuvo cuando vio a Marcus a su lado observándola con la frente fruncida.
—¿Qué? —le preguntó.
—No crees que es muy tarde para irte en bicicleta —ella alzó una ceja.
—He viajado en bicicleta casi toda mi vida, estoy acostumbrada— continuó.
—Pero —lo miró —es tarde, y esta oscuro.
Ella se detuvo y lo miró.
—No te preocupes, en serio, no es la primera vez que salgo en bicicleta a esta hora —lo escuchó suspirar.
—Aun así me preocupa —se miraron a los ojos largo rato.
—Estaré bien —le dijo.
Él se acercó y puso una de sus manos en su brazo, para impedir que quitara la cadena, lo miró.
—Me sentiría mas tranquilo si yo te llevo a tu casa —abrió la boca y la cerro —en serio, sino, pasaré toda la noche preocupado de ti, y necesito descansar —ella lo miró un tanto sorprendida por sus palabras.
—Pero… —apuntó su bicicleta.
—Estará aquí mañana —le dijo él.
—Sí, pero este es mi medio de transporte, mañana tendré que usar los buses para llegar y no me gustan —él arrugó su frente y miró alrededor, Katy observó su mano, que aun permanecía en su brazo.
—Eso es fácil de solucionar —lo miró —mañana pasare por ti.
Ella sonrió y negó.
—Deseas llevarme a mi casa y pasar por mi mañana —él asintió.
—Sí, es exactamente lo que hare, vamos —él apuntó hacia un lado, un auto negro y caro estaba estacionado a unos metros, como vio la duda en sus ojos él se acercó y pasó la punta de sus dedos por su mandíbula —vamos, no es nada.
Ella asintió, no podía hacer otra cosa. Marcus la tomó de la mano y la llevo a su automóvil, luego de abrirle la puerta y ayudarle a sentarse, él apareció a su lado, le sonrió antes de ponerse en marcha.
Ella le dio la dirección de su departamento.
Permanecieron en silencio el resto del viaje, Katy podía sentir su mirada a veces, pero no lo miro, si lo hacia sabia que se pondría mas nerviosa de lo que ya estaba.
Cuando él se estaciono ella lo miró.
—Gracias por traerme —le dijo.
—No es nada, te acompaño —él bajo del auto y le abrió la puerta, volvió a tomar su mano para ayudarle a bajar, solo que no la soltó y ambos caminaron así hasta la puerta. Ella subió unos escalenos y lo miró, se detuvieron.
—Mañana pasara por ti a eso de las 8 —ella asintió.
—En verdad te agradezco que me trajeras, pero no es necesario que pases por mí —él negó.
—Vendré —aseguró.
Se miraron a los ojos, gracias a los escalenos ella estaba a su misma altura.
—Recuerda ir a mi oficina mañana —asintió —bien, es mejor que me vaya.
—Si quieres —dijo sin pensarlo, se tensó.
Él solo rio un poco y se despidió con la mano. Katy lo observo subirse a su auto y desaparecer en una esquina.
—Dios —murmuró, se estremeció levemente.
Ese hombre era un peligro para ella, cuando lo tenia cerca no lograba pensar con claridad. Gimió levemente, y como le haría mañana para no parecer un tonta, volvió gemir y caminó hacia el edificio.