Capítulo 2
Katy gimió avergonzada mientras se movía rápidamente por un pasillo hacia la sala de vestuario. ¿Por qué rayos siempre le pasaban estas cosas? ¿Y por qué tenían que pasarle justo delante de ese hombre?
Dios, gimió, déjame conocer a alguien sin avergonzarme.
Dobló en la esquina y bajó las escaleras.
El hombre podía fácilmente trabajar para esa revista, pensó, era como todos, alto, de un metro ochenta, creía, de cabello negro y corto, ojos del mismo color que el chocolate, nariz recta y mentón cuadrado. Y su cuerpo, suspiró, ese cuerpo era como para mirarlo todo un día. Pero lo que más llamó su atención fueron sus labios, casi rojos y llenos, eran muy bonitos sin dejar de ser masculinos.
Se detuvo delante de una puerta.
—Cualquiera diría que nunca has visto un hombre —se reprochó en voz baja, por Dios, si trabajaba todos los días con hombres así, pero ¿por qué rayos quería desesperadamente lanzarse sobre él como si fuera una gata en celo?
Entró al cuarto rápidamente y buscó la bolsa que había apartado con la ropa el día anterior, menos mal que había pensado que quizás no le quedarían, sino hubiera tenido un tremendo problema. Cuando la encontró tomó su celular y llamó por centésima vez a la Fotógrafa estrella, nada.
—Vamos —le dijo al aparato y regresó al camerino, como podía ser tan irresponsable esa mujer.
Cuando llegó al lugar se aseguró de golpear antes de entrar, él estaba aun de pie delante del espejo, parecía que la esperaba. Se limpio la garganta.
—Aquí está la ropa.
—¿Debo probármela toda? —le preguntó suavemente con esa voz ronca y agradable, negó y observó alrededor un tanto nerviosa.
—Solo póngase el traje formal, comenzaremos con ese.
Si es que llega Cristin, pensó.
—Está Bien —ella asintió suavemente.
—Cuando acabe lo llevaré a maquillaje.
Él la miró como si estuviera loca.
—Maquillaje —repitió —no creo que…
—No se preocupe, no es algo que se note ni nada, solo es para evitar que la piel brille contra la cámara.
Lo vio apretar los labios, él asintió luego de un segundo.
—Esperare fuera — murmuró y lo dejó solo.
Ya afuera preguntó a uno de los encargados.
—¿Llego Crintin? —él negó y siguió su camino, volvió a intentar localizarla por el teléfono pero nada, se apoyó en la puerta mientras lo intentaba de nuevo —vamos —murmuró.
La puerta se abrió tomándola por sorpresa, se desestabilizó y comenzó a caer hacia atrás, abrió los ojos asustada pero unas manos en sus hombros y un pecho en su espalda la detuvieron, miró detrás y luego hacia arriba.
Marcus Barahona la estaba afirmando. Se miraron a los ojos unos segundos antes que ella reaccionara y se alejara un paso de él.
—Lo siento —dijo, él negó.
—No hay problema.
Katy lo observó de pies a cabeza, el traje negro le quedaba a la perfección.
—Vamos a maquillaje —él le indicó que caminara delante y lo hizo, por un segundo tuvo una extraña sensación, la desecho enseguida.
Cuando llegaron al lugar, Katy le indico que se sentara, una de las maquilladoras se acercó a ellos y le dijo lo que tenía que hacer, él murmuro que no exagerara, los dejo solos.
Corrió hacia el estudio y miró en todas direcciones.
—¿No ha llegado? —preguntó, todo el mundo negó.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó otro asistente, la miraron como si ella tuviera todas las respuestas.
—No lo sé —suspiró —no he sabido nada de ella, quizás le paso algo —alguien bufo a los lejos y otra persona hablo.
—Como emborracharse hasta no más poder.
—¿Qué? —preguntó.
—La vi en la fiesta de la compañía —le contaron, volteo sus ojos.
Hasta eso se había perdido por estar trabajando hasta tarde, pero no es como que si ella hubiera asistido, nunca lo hacia, sola, ni muerta.
—Y si llamamos a otro fotógrafo —sugirió.
—Todos están de vacaciones u ocupados.
—¿Por qué rayos me pasa esto? —murmuró suavemente.
Miró alrededor, solo había una salida, no podía permitir que le faltaran el respeto de esa forma al hombre. Sus hombros cayeron derrotados, sabía que esto le iba a costar caro.