Costumbre
Despertaba por las noches. Cada noche, sin excepción.
Sabía que ella estaba allí, en alguna parte, mirándome.
Debajo de la cama.
Dentro del espejo.
En el alféizar de la ventana.
A veces me parecía oírla respirar pausadamente.
Sabía que esperaba algo de mí, que de algún modo la estaba decepcionando.
Sabía que solo era cuestión de tiempo.
Que volvería.
Porque no se había ido.