Consejos para conseguir que ser inteligente deje de ser un problema y sea la llave para disfrutar de la vida y ser feliz

El primer consejo sería no dejarse llevar por las primeras conclusiones, tomarse tiempo para pensar, observar, antes de llegar a una decisión precipitada y, sobre todo, escuchar, escuchar mucho a los demás, aunque a veces resulte «aburrido» o parezcan más lentos. Cualquier persona tiene mucho que aportarnos y, en ocasiones, mayor capacidad de observación que un superdotado.

El segundo consejo es abrirse a los demás: casi nadie puede vivir en una burbuja y sentirse feliz. La tendencia al aislamiento de los superdotados es su principal enemigo. Es imprescindible buscar actividades sociales en las que integrarse, con gente similar (otros superdotados) o con gente totalmente diferente con la que se tengan cosas en común.

El tercer consejo es disfrutar de la inteligencia, buscar todas las posibilidades a nuestro alcance para satisfacer esa curiosidad infinita por aprender más y, en la medida de lo posible, ayudar a los demás en ese aprendizaje. Tener una mayor capacidad intelectual no supone ser el mejor en todo y tampoco que todas las metas que uno se proponga vayan a conseguirse.

El cuarto consejo sería desarrollar la capacidad de soportar el fracaso y de sobrevivir a la frustración. Las metas de un superdotado tienden a ser excesivamente ambiciosas por esa mayor capacidad de visión, pero muy a menudo los recursos propios, el entorno, la sobrevaloración de las propias capacidades o la falta de perseverancia por aburrimiento no nos permiten alcanzarlas. «Superdotado = sentimiento de fracaso en la vida» es una ecuación demasiado frecuente contra la que hay que luchar desde el interior.

El quinto consejo es no alardear nunca de esa inteligencia superior, porque muy pronto alguien nos demostrará su superioridad en cualquier otra faceta en la que nosotros seamos torpes o nos recordará nuestras grandes capacidades de «despiste crónico» y otras cualidades poco positivas que van a menudo unidas a un alto cociente intelectual.

Y por último, si es necesario, trabajar con ayuda especializada nuestra autoestima, nuestra capacidad de automotivación y de resistencia a la frustración y, sobre todo, nuestras habilidades sociales, porque los seres humanos somos seres sociales y necesitamos a los demás si queremos conseguir nuestras metas en la vida. Espero que el contenido de este libro os ayude a conseguirlo y que ser muy inteligente deje de ser una maldición.