Diagnóstico del trastorno negativista desafiante

Los criterios para el diagnóstico del trastorno negativista desafiante según el DSM, serían los siguientes:

El paciente debe exhibir un patrón de conducta negativista, hostil y desafiante que ha durado al menos seis meses, durante los cuales cuatro o más de los siguientes están presentes:

  • Pierde los estribos con frecuencia.
  • Discute con adultos frecuentemente.
  • Desafía activamente o rehúsa acatar las peticiones o las reglas de los adultos, con frecuencia.
  • A menudo deliberadamente irrita a los demás.
  • A menudo culpa a otros de sus errores o mala conducta.
  • Con frecuencia aparece enojado y resentido.
  • Con frecuencia se muestra rencoroso o vengativo.

La alteración en la conducta causa un impedimento clínicamente significativo en su funcionamiento social, académico u ocupacional, y las conductas no ocurren exclusivamente durante el curso de un trastorno psicótico o del estado de ánimo, ni tienen su origen en un trastorno disocial, de personalidad antisocial, depresión o ansiedad.

Si el niño o la niña cumplen al menos cuatro de los anteriores criterios, y estos interfieren con su vida normal, entonces técnicamente cumplen con la definición.

Imaginemos ahora un chico superdotado en plena adolescencia, o bien más pequeño, pero con una edad mental de un adolescente, que no ha sido diagnosticado nunca, de temperamento activo, nervioso, que lleva años teniendo problemas en el colegio con los profesores o con otros chicos por su conducta. Este chico está obteniendo malos resultados en el colegio como consecuencia de su falta de hábitos de estudio, se siente atacado en el colegio por sus profesores, y en casa, recriminado por sus padres, ha aprendido a defenderse de sus compañeros utilizando la ley del más fuerte o la del que grita más…

Muchos chicos nos llegan a consulta en la adolescencia por problemas de conducta, con diagnósticos como el de este capítulo o similares, chicos que desesperan a sus padres y a sus profesores por su mal comportamiento, por sus contestaciones y por su actitud en general. Incluso por sus acciones en contra de la autoridad, enfrentados a todo y a todos, y en el fondo desesperados porque nadie les entiende.

Cuando les valoramos observamos que su autoestima es muy baja, su sentido de incapacidad está sobredimensionado y su capacidad de afrontamiento es totalmente deficiente.

Son chicos que han reaccionado al rechazo como el «rebelde sin causa», utilizando estrategias agresivas, verbales o físicas, y así han sido capaces de ir sobreviviendo en el colegio. Cuando este tipo de estrategias se convierten en hábito y los problemas crecen en todos los entornos, los chicos se desesperan porque no saben cómo romper el bucle en el que se han metido, y sus padres y profesores reaccionan con rechazo y con castigos, lo cual empeora el problema.

Si trabajamos con el chico, haciéndole entender el origen de sus problemas, y cambiando sus pautas de conducta, habitualmente sus problemas desaparecerán, y donde había un adolescente imposible reencontramos a un niño con problemas de autoestima y con falta de cariño y comprensión a todos los niveles que con las estrategias adecuadas es capaz de reconducir su conducta y utilizar su inteligencia para obtener lo mejor de sí mismo y ser capaz de afrontar los problemas.

Así, donde había un niño con un trastorno psicológico, hay un chico superdotado con un gran potencial humano y social. La diferencia entre ambos está en el diagnóstico correcto y el apoyo psicológico adecuado. En resumen, comprensión.