EPÍLOGO
Ya muy tarde a la noche siguiente, en la frontera norte de Miiska, a la entrada de la principal carretera costera de Belaski, Welstiel Massing estaba sentado sobre su caballo zaino en la oscuridad. El caballo se estremeció y apartó la cabeza cuando lo intentó acariciar, pero le obedecería. Se dio la vuelta para mirar por última vez al pueblo que dormía. Todo lo que necesitaba lo había metido en sus alforjas.
No sentía arrepentimiento alguno por marcharse, no tenía ningún lazo que le uniera allí. Su trabajo estaba hecho. En aquel lugar, Magiere había llegado hasta donde la podía forzar por el camino que había establecido para ella. Poner los acontecimientos en marcha había sido muy fácil, una vez que el banquero de ella en Bela lo había informado de que Magiere estaba buscando una taberna para comprarla. Le había dado tiempo suficiente para conocer al dueño de El León Marino, Dunction, eliminarlo y ayudarle silenciosamente desde bambalinas con la propia compra. El banquero estaba muy contento con su comisión y con lo fácil que fue la transacción.
Enfrentar a Rashed y Magiere el uno contra la otra había sido igualmente sencillo. Dhampir y vampiro, por lo que había leído, su estado natural era estar el uno contra el otro. Lo único que tenía que hacer era aumentar su conciencia de su auténtica naturaleza, con cuidado, poco a poco.
Miiska estaba ahora limpia, y la conciencia de Magiere ya estaba despierta. Aquel lugar ya no le servía para nada. Ahora tenía que planear la siguiente etapa de su desarrollo, y todavía le quedaba un largo camino antes de que le fuera útil a él.
--Hasta que nos veamos de nuevo, Magiere --susurró.
Giró al caballo con las riendas y comenzó su camino por la oscura carretera.