26
—Yuri Stefano al habla. ¿Puedo ayudarle?
—¡Que si puedes ayudarme! ¡Dios, cómo me alegro de oír tu voz! —exclamó Michael—. Hace menos de cuarenta y ocho horas que nos separamos, pero se interpone entre nosotros el océano Atlántico.
—Michael. Gracias a Dios que me has llamado. No sabía dónde localizarte. ¿Todavía estáis con Ash?
—Sí, creo que nos quedaremos aquí otros dos días. Descuida, te lo contaré todo. ¿Cómo estás?
—Se ha terminado, Michael. Se ha terminado. El mal ha desaparecido y Talamasca vuelve a ser lo que era. Esta mañana recibí mi primera comunicación de los Mayores. Vamos a tomar serias medidas para asegurarnos de que no vuelvan a producirse ese tipo de interceptaciones. Estoy muy ocupado redactando los informes. El nuevo Superior General me ha recomendado que descanse, pero es imposible.
—Pero tienes que descansar, Yuri. Lo sabes de sobra. Todos lo sabemos.
—Duermo unas cuatro horas. Luego me levanto, reflexiono sobre lo sucedido y me pongo a escribir. Escribo durante unas cuatro o cinco horas. Luego me acuesto otra vez. A la hora de comer y cenar vienen a avisarme. Me obligan a bajar al comedor. Es muy agradable. Es agradable estar de nuevo con ellos. ¿Y tú cómo estás, Michael?
—Amo a este hombre, Yuri. Amo a Ash como amaba a Aaron. Le he estado escuchando durante horas. Aunque lo que nos ha contado no es ningún secreto, no permite que lo grabemos. Dice que deberíamos utilizar únicamente lo que recordemos de modo natural. Yuri, no creo que este hombre sea capaz de lastimarnos a Rowan y a mí, ni a nadie próximo a nosotros. Estoy convencido de ello. Tengo plena confianza en él. Y si nos hace daño, por el motivo que sea, significará que me habré equivocado.
—Comprendo. ¿Cómo está Rowan?
—Creo que ella también lo ama. Sé que lo ama. Pero no sé hasta qué punto ni de qué forma. Eso es asunto de ella. Como te he dicho, permaneceremos aquí durante un par de días, o quizá más, y luego regresaremos al sur. Estamos un poco preocupados por Mona.
—¿Por qué?
—No se trata de nada terrible. Se ha largado con su prima Mary Jane Mayfair, una jovencita que no has tenido el placer de conocer. Son un poco jóvenes para andar solas por esos mundos.
—He escrito a Mona. Tenía que hacerlo. Antes de marcharme de Nueva Orleans, Mona y yo nos comprometimos en matrimonio. Pero he comprendido que Mona es demasiado joven para comprometerse. Y ahora que he regresado a casa, junto a la Orden, me he dado cuenta de que no soy el hombre adecuado para ella. He enviado mi carta a la dirección de la calle Amelia, pero temo que Mona se enfade conmigo.
—Yuri, en estos momentos Mona tiene otros problemas. Probablemente es la mejor decisión que podías haber tomado. No olvidemos que Mona tiene trece años. Todos solemos olvidar la edad que tiene, incluso la propia Mona. Has hecho lo que debías. Además, si lo desea puede ponerse en contacto contigo, ¿no es así?
—Desde luego, estoy aquí, a salvo. Estoy en casa.
—¿Y Tessa?
—Se la han llevado, Michael. Así son los de Talamasca. Estoy seguro que eso es lo que ha sucedido. Estaba rodeada por un grupo muy educado de señores, que la invitaron a acompañarlos, probablemente a Amsterdam. Le di un beso antes de que se marchara. Alguien mencionó un lugar agradable donde podría descansar, y donde todos sus recuerdos e historias serían archivados. Nadie es capaz de calcular su edad. Nadie sabe si lo que afirmó Ash sobre Tessa es cierto, que morirá pronto.
—Lo importante es que sea feliz y que los de Talamasca cuiden de ella.
—Sí, de eso no me cabe la menor duda. No está prisionera; si alguna vez decide marcharse puede hacerlo. Pero no creo que se le ocurra. Creo que Tessa anduvo deambulando de un lado a otro durante años —aunque nadie sabe cuántos—, de un protector a otro. A propósito, la muerte de Gordon no parece haberla dejado desconsolada. Dice que es mejor no pensar en cosas desagradables.
Michael soltó una carcajada y respondió:
—Lo comprendo perfectamente. Tengo que dejarte. Vamos a cenar juntos, y luego Ash seguirá contándonos su historia. Esto es precioso. Está nevando y hace frío, pero es precioso. Todo cuanto rodea a Ash refleja su personalidad. Como ocurre siempre. Elegimos los edificios porque nos gustan y nos sentimos cómodos en ellos; siempre son un reflejo de nosotros mismos. Este lugar está decorado con mármol de colores y con cuadros y… con las cosas que a él le interesan. Supongo que no debería hablar de ello. Ash defiende su intimidad, quiere seguir viviendo tranquilo cuando nos marchemos.
—Lo sé. Lo comprendo. Escucha, Michael, cuando veas a Mona, dale un recado de mi parte… Dile… dile que yo…
—Ella lo comprenderá, Yuri. Está viviendo unos momentos muy importantes para ella. La familia quiere que abandone el Sagrado Corazón y que estudie con unos tutores privados. Tiene un cociente de inteligencia increíble. Y es la heredera del legado Mayfair. Creo que durante los próximos años Mona pasará mucho tiempo con Rowan y conmigo, estudiando, viajando, recibiendo la educación que corresponde a una joven de su clase y con sus… ambiciones. Tengo que marcharme. Te volveré a llamar desde Nueva Orleans.
—Sí, llámame, por favor. Os quiero. Os quiero… a los tres. Saluda con cariño de mi parte a Ash y a Rowan.
—De acuerdo. A propósito, ¿qué ha sido de los secuaces de Gordon?
—Se ha terminado. Han desaparecido, no volverán a perjudicar a la Orden. Espero que me llames pronto, Michael.
—Adiós, Yuri.