Capítulo 23

Cuando Crystal se despertó a la mañana siguiente, descubrió con desilusión que su marido ya se había levantado. Se bajó de la cama, se puso el camisón y la bata y fue a descorrer las cortinas para que dejara entrar el sol.

Cuando abrió la ventana, entró una muchacha en la alcoba.

—Perdón mi señora — Crystal se dio cuenta de que era una criada —. Me llamo Lisy y voy a ayudarla a vestirse.

—Por supuesto Lisy — dejó que Lisy le ayudara a ponerse el vestido que había elegido y que la peinara.

Tenía que ir a despedir a su padre. No sabía a qué hora cogería el barco para Boston, pero quería verle. También quería buscar a Nicholas para decirle que quería que trajeran a Natalie. Ella era su doncella de siempre, y quería que siguiera siéndolo.

Cuando estuvo lista, Crystal bajó a la sala y vio que su padre y su madre, así como sus tíos estaban tomando el desayuno con su suegro.

Cuando su madre la vio, se levantó del sillón para recibirla. Crystal se lanzó a los brazos de su madre.

—Buenos días hija, ¿has dormido bien? — le preguntó su madre con una sonrisa pícara.

—Buenos días madre. Sí, he dormido bien.

Saludó a sus tíos y a Thomas. A su padre le dio un fuerte beso.

—¿Cuándo sale el barco? — le preguntó Crystal con tristeza.

—Dentro de tres horas.

Crystal no dijo nada y se sentó con ellos a desayunar. No sabía dónde se había metido Nicholas, necesitaba hablar con él para decirle que quería que Natalie estuviera con ella.

—¿Dónde está Nicholas? — preguntó Crystal de pronto.

—Mi hijo a salido a resolver unos asuntos, pero ha dicho que volvería a tiempo para despedir a tu padre — le contestó Thomas.

—¡Oh bueno! Esperaré a que vuelva.

—¿Es algo importante? Quizás yo pueda ayudarte — Crystal le sonrió con afecto. Le agradaba mucho.

—No es nada importante, puede esperar.

—Como quieras.

No volvieron a hablar más del tema y empezaron a hablar de otras banalidades.

No estaba segura de cuánto tiempo había transcurrido desde que llegó a la sala, pero de pronto la puerta principal se abrió y entró Nicholas.

Se le notaba que estaba cansado y sudoroso.

—Vaya, tenemos reunión familiar — se acercó a ella y le dio un pequeño beso en los labios —. ¿Has descansado bien?

—Sí, muy bien — Crystal se había sonrojado. Le había dado vergüenza que la besara delante de sus padres —. ¿Podría hablar contigo un momento?

—Claro, ven conmigo. Tengo que darme un baño y vestirme para ir a despedir a tu padre — dijo mientras empezaba a subir las escaleras —. Luego hay que arreglarlo todo para nuestro viaje.

Crystal le seguía de cerca, pero no dijo nada a ese comentario. Sabía que le iba a llevar al norte, dónde su padre tenía unas propiedades. Esperaba poder ver a Catherine antes de irse, le gustaría saber cómo le había ido.

Su luna de miel no iba a ser muy larga, ya que tenían que volver para el matrimonio de Angeline y Andrew.

—Decías que quería hablarme — le dijo de pronto Nicholas.

Había estado tan ensimismada en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que estaban en la habitación. En el centro habían colocado una gran bañera de agua caliente. En ese momento Nicholas se estaba terminando de quitar la ropa para meterse en ella.

Crystal se dio la vuelta con un gran sonrojo en las mejillas. No sabía si algún día llegaría a acostumbrarse a su desnudez. Por dios, era tan hermoso. Se sentó en la cama de espaldas a él.

—Esta mañana ha venido una muchacha llamada Lisy para ayudarme a vestirme — le dijo una vez estuvo calmada.

—Sí, supongo que Linconl la ha mandado para que te ayude — Crystal escuchó el chapoteo del agua y supo que su esposo ya se había sumergido en la bañera.

—Bueno, yo quería saber si es posible que Natalie estuviera conmigo — Crystal se puso en pie, pero no se atrevía a darse la vuelta —. Ella ha estado conmigo desde que salí de Boston y le tengo mucho cariño.

—Claro que sí — Nicholas lanzó una gran carcajada —. Mandaré a que la busquen para cuando volvamos.

—¿Quieres decir que no voy a tener doncella allí dónde vamos? — preguntó con sorpresa.

—Por supuesto que no — Crystal no lo entendía —. Estaremos los dos solos, y si quieres yo te ayudaré a vestirte, aunque no creo que necesites mucha ropa.

Crystal tardó unos segundos en comprender el comentario. Cuando lo hizo, se puso furiosa.

—¡Oh! Eres un sinvergüenza

— le gritó a la pared, ya que ella no se había dado la vuelta.

—¿En serio? ¿Por qué no me lo dices a la cara en vez de estar gritando a la pared? — Crystal se imaginó que Nicholas estaba sonriendo —. Además, necesito a alguien que me frote la espalda, y quién mejor que mi mujer.

Crystal se volvió con furia en los ojos, y cuando lo vio allí metido, todo desnudo y cubierto de espuma, sintió un deseo terrible de meterse con él. Dios, ahora se había sonrojado a más no poder.

—Si te resulta incómodo quizás puedo llamar a esa Lisy — Crystal le vio muy sonriente —. Es una muchacha muy bonita, y estoy casi seguro de que no le importaría.

Crystal se acercó a él con furia, cogió la esponja y se la lanzó a la cara.

—Eres un maldito bribón — le gritó con furia.

Justo cuando iba a retirarse para irse, Nicholas la cogió de la cintura y la metió con él en la bañera.

Crystal gritó de indignación.

—Mira lo que has hecho pedazo de bruto — Nicholas estaba riéndose a carcajadas —. Tengo que ir a despedir a mi padre y mira lo que has hecho con el vestido.

—No te preocupes, ahora te ayudo yo a cambiarte — Nicholas no dejó que hablara y la besó con pasión.

Una hora y media después, estaban en el puerto despidiendo a su padre. Su madre no había dejado de llorar abrazada a él. Su padre intentaba calmarle diciéndole que volvería pronto.

—Además, vas a estar muy ocupada cuidando de tu hija — le dijo mientras la besaba con pasión.

Crystal tenía los ojos llenos de lágrimas cuando abrazó a su padre.

—Cuida de tu madre — le dijo en un pequeño susurro.

Luego le dio la mano a Nicholas y le pidió que cuidara de ellas.

—No se preocupe, lo haré. Vaya tranquilo.

Joseph hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Se despidió de los demás y se subió al barco.

Su madre seguía llorando cuando se dirigían a la casa. Thomas insistió en que su madre viviera con ellos, y ella estaba muy feliz de tenerla allí.

Cuando llegaron a la mansión, Catherine y Angeline junto con sus hombres estaban allí esperándoles.

—¿Se ha ido tu padre ya? — le preguntó Catherine mientras la abrazaba.

—Sí, voy a acompañar a mi madre para que se tumbe.

Crystal ayudó a su madre a subir las escaleras hasta sus aposentos y se quedó allí hasta que se durmió.

Crystal se abrazó a su madre diciéndole que no se preocupara que solo iban a estar dos semanas fuera.

—Diviértete y cuídate, ¿de acuerdo?

—Sí mamá, no te preocupes.

Se despidió de su suegro, de Angeline de Catherine y de todos los demás. Dios, los iba a echar mucho de menos, pero iba a pasar unas semanas estupendas con el hombre que amaba.

—Es hora de irse — le dijo Nicholas mientras le ayudaba a sentarse en el coche.

Él se sentó a su lado y la abrazó con ternura.

—No debes preocuparte tanto, volveremos pronto.

—Sí, lo sé.

Crystal se abrazó a él con fuerza y al rato se quedó dormida con los traqueteos del coche.

Nicholas la despertó una hora después, parecía ser que ya habían llegado. Crystal se sentó en el sillón y retiró la cortina de la ventana del carruaje para mirar el exterior. El lugar donde habían parado era un hermoso prado lleno de flores, y a lo lejos se distinguía unas hermosas montañas cubiertas de nieve.

—Dios, ¡que hermoso! ¿Puedo bajar? — preguntó mirando a Nicholas con esperanza en los ojos.

—Por supuesto — Nicholas bajó del carruaje y la ayudó a bajar —. Permíteme.

Nicholas le tendió una mano para ayudarla a bajar. Cuando Crystal estuvo en el suelo, echó a correr hacía el valle riendo a carcajadas. En ese momento se sintió la mujer más feliz del mundo. Nicholas no tardó mucho en seguirla. Cuando la cogió entre sus brazos, ella empezó a gritar con alegría.

—¿Estás feliz? — le preguntó Nicholas mientras la abrazaba con fuerza.

—Sí, muy feliz.

Un rato después emprendieron el camino hacia la casa donde se hospedarían.

Para Crystal el tiempo había pasado muy rápido. Esa mañana se levantó con tristeza al saber que debían partir. Había pasado las dos semanas más maravillosas de su vida.

Nicholas tuvo razón cuando dijo que no necesitaría una doncella. Apenas se había vestido durante ese tiempo, no habían parado de amarse durante todo ese tiempo.

Pero ahora estaba triste, tenían que volver a casa para asistir a la boda de sus amigos. Nicholas volvería a sus cosas y ya no estaría todo el día con ella. Sabía que su madre la estaría esperando, la iba a necesitar mucho.

Tenían que prepararlas cosas para cuando el bebé naciera y sabía que eso le iba a llenar sus día.

—¿Estás lista? — le preguntó Nicholas mientras entraba en la habitación —. Ya he colocado las cosas en el coche.

Crystal se levantó de la cama y se abrazó a su esposo.

—Me gustaría quedarme aquí para siempre — le dijo con un tono de tristeza.

—Lo sé pequeña, a mí me pasa lo mismo — Nicholas le dio un pequeño beso en los labios —. Pero tenemos que volver, se casan nuestros amigos y yo tengo que volver a mi trabajo.

—Sí, lo sé.

Crystal se separó de él, y juntos salieron de la casa para subirse al coche que los llevaría de nuevo a la rutina diaria.

Había echado mucho de menos a su madre. Sabía que ella también la había extrañado, sobre todo después de que su esposo partiera hacía Boston sin ella. Quizás su suegro había conseguido animarla un poco y así hacerle olvidar por unos segundos la ausencia de su esposo y de su hija.

El trayecto era largo hasta Bedford, y Crystal se imaginó que quizás podía dormir un rato en los brazos de su esposo.

Nicholas la acomodó entre sus brazos y Crystal pudo dormir todo el camino hasta Bedford.

Su madre le estaba esperando en la puerta, y se abrazó a ella con fuerza.

—¡Ay hija! Te he echado tanto de menos —dijo su madre mientras le daba un pequeño beso en la cabeza.

—Yo también — Crystal tenía los ojos llenos de lágrimas —. Pero han sido los días más felices de mi vida.

—Sí, me lo imagino — dijo mientras la acompañaba a la casa.

Estuvieron hablando sobre lo que Connie había estado haciendo allí con su suegro. Parecía ser que se llevaban muy bien, y que Thomas había tenido muy entretenida a su madre.

Ella se alegraba, así quizás por unos segundos había dejado de pensar en la ausencia de su esposo.

Por la noche llegaron Angeline y Andrew para cenar con ellos. También estaban Catherine y William que ya habían llegado de su luna de miel.

Angeline estaba muy nerviosa, en dos días sería su boda.

—Pero estoy muy feliz — le dijo Angeline cuando se sentaron en la sala después de la cena.

—Sé lo que es eso — Crystal abrazó a su amiga con cariño —. Me alegra saber que al final has conseguido al hombre que amas.

Angeline miró hacía donde estaba su futuro esposo. Él la miró y le guiñó un ojo con una gran sonrisa en el rostro. No puedo controlarse y se sonrojó.

—Sí, ahora solo me ama a mí.

Al rato los hombres se reunieron con ellas y empezaron a hablar de banalidades.

La boda de Angeline y Andrew, dos días después, fue realmente emotiva. Crystal y Catherine lloraron a lágrima viva por su amiga que iba a ser muy feliz.

La recepción fue en el jardín de la casa de Andrew. Fue una boda sencilla y no hubo tanta gente como en la suya con Nicholas.

La luna de miel iba a ser en el este, en el pueblecito donde se había criado Andrew.

Crystal fue a despedirla junto con Nicholas. Le dio un abrazo muy grande.

—Pásatelo bien — le dijo Crystal —. Quizás cuando vuelvas traigas a un pequeñín dentro de ti.

—¡Oh! — Angeline se tocó el vientre con una gran sonrisa en el rostro —. Espero que sea así, pondré empeño en ello.

—Tendrás que decírselo a Andrew.

—Sí, ¿te imaginas lo que dirá cuando se lo diga? — las dos empezaron a reírse a carcajadas.

En es momento Catherine se le unió a ellas y les preguntó qué era lo que pasaba. Crystal se lo contó y ésta empezó a reír con ellas.

—¿De qué os reís vosotras? — dijo de pronto Nicholas mientras cogía a Crystal en sus brazos.

—Oh, de nada en particular. Solo son cosas de chicas — dijo Crystal como quitándole importancia.

Andrew se acercó a Angeline y la besó con pasión.

—Es hora de irse preciosa mía.

—Sí, vamos.

Se subieron al coche y se dirigieron hacía el pueblo donde pasarían todo un mes.

—Bueno, ahora que estamos solo quizás puedas decirme a qué venía tanta risa — le dijo Andrew mientras la abrazaba con dulzura.

—¡Oh! No era nada — Angeline se encogió de hombros —. Solo eran cosas nuestras — volvió a guardar silencio durante unos segundos.

Quizás había llegado la hora de proponerle lo de tener un bebé.

—¿Andrew? — quizás le decía que no estaba preparado para ser padre.

—¿Sí?

—Me gustaría hacerte una pregunta.

—Dime — Andrew le miró y le sonrió con dulzura — ¿Ocurre algo?

—No, lo que pasa es que... — por dios, ¿por qué estaba tan nerviosa? —. Me gustaría tener un bebé como Catherine y Crystal, ¿crees que podríamos encargarlo en el viaje?

Al principio Andrew no dijo nada, y Angeline empezó a temer lo peor.

Angeline había bajado la mirada a su regazo, no quería mirarlo a la cara por si estaba enfadado. Levantó la mirada al escuchar que Andrew se reía.

—Para mí va a ser un placer darte un bebé — Andrew la abrazó con más fuerza y la besó con pasión. Quizás podíamos empezar ahora, el camino es muy largo.

—¡Oh!

Angeline no sabía que decir, y se entregó con placer a las caricias de su esposo. Por dios, que estaba realmente feliz, y quizás lo estaría más si al volver del viaje descubría que se había quedado embarazada.

Cuando terminaron de hacer el amor, Angeline se acurrucó entre sus brazos y se durmió feliz de saber que estaba con el hombre que amaba y que él la protegería de cualquier mal.

Cuando llegaron al pueblo, Andrew la despertó con un hermoso beso.

Catherine ya se había puesto departo y Crystal veía lo que su amiga estaba sufriendo. Se imaginaba que a ella le pasaría lo mismo dentro de poco, pero valía la pena el sufrimiento solo por tener a su bebé en los brazos.

Angeline había vuelto de su viaje muy feliz, y varias se manas después descubrió con alegría que estaba encinta.

Crystal se alegró mucho por ella.

—Andrew está muy feliz de ser papá — le dijo Angeline cuando se lo contó.

En ese momento estaban las dos esperando a que naciera el bebé de Catherine. Estaban junto con Connie en la habitación de Catherine ayudando a la comadrona en todo lo que pudieran.

Pasaron dos horas más hasta que nació el bebé.

—Es una niña preciosa — le dijo la comadrona mientras le colocaba a la pequeña en sus brazos.

—¡Oh! — a Catherine se le llenaron los ojos de lágrimas al ver a su pequeña.

Crystal y las demás se acercaron a verla.

—Es realmente hermosa, felicidades — Crystal le dio un beso a Catherine en la frente y acarició con dulzura la cabecita de la pequeña.

—Sí, es preciosa — dijo Angeline —. ¿Cómo le vas a poner?

—No lo tengo muy claro — dijo mientras besaba a la pequeña —. Pero me gustaría ponerle Grace, como mi madre.

—Es un nombre precioso — dijo Crystal con los ojos llenos de lágrimas.

—Sí, pero William tiene que estar de acuerdo.

—Hablando de él, creo que tiene derecho a conocer a su hija — dijo Connie de pronto —. Supongo que está hecho un manojo de nervios.

—Sí, quiero que la vea — Catherine hizo que Crystal la cogieran entre sus brazos —. ¿Puedes llevársela para que la vea?

—Por supuesto.

Crystal la abrigó bien con la manta y salió dela habitación en dirección a la sala. Era la hora de que William conociera a su hija.

En la sala William no paraba de dar vueltas de un lado para otro. Hacía ya un buen rato que había escuchado el llanto de su hijo, pero no había bajado nadie para decirle que todo estaba bien y que podía subir a ver a su mujer y a su hijo.

De pronto apareció Crystal por las escaleras llevando un pequeño bulto en sus brazos. William sabía que le traían a su hijo para que lo conociera.

Se adelantó hacía donde ella estaba.

—Es una hermosa niña — le dijo Crystal mientras se la ponía en sus brazos —. Felicidades.

William no podía decir nada, se le había hecho un nudo en la garganta. Cuando la tuvo en sus brazos, pudo ver su rostro. Era preciosa, y estaba seguro de que sería tan hermosa como su madre.

Thomas se acercó a él para conocer a su nieta.

—Es realmente preciosa — le dijo mientras le ponía un mano en el hombro —. Felicidades.

—Sí, es preciosa — dijo Nicholas que se había acercado.

—Felicidades — Andrew estaba justo al lado de Nicholas.

—¿Puedo subir para estar con Catherine? — le preguntó de pronto a Crystal.

—Claro, seguro que se pone muy contenta de tenerte con ella — le dijo Crystal con una sonrisa.

William no se hizo esperar más, y con la pequeña en sus brazos subió a la habitación de Catherine.

Crystal estaba en la cama acurrucada en los brazos de su esposo. Había sido un día maravilloso, realmente especial. Thomas había llorado al saber que su hija quería ponerle el nombre de su esposa fallecida hacía ya tiempo. A Nicholas también le había agradado saber que la pequeña llevaría el nombre de su madre. Catherine no había tenido ningún problema en ponerle ese nombre, ya que a William le había gustado mucho.

Habían servido una buena cena y habían brindado por la pequeña Grace.

También estaba feliz por su madre, que había recibido una carta de su esposo en la que decía que la echaba mucho de menos, y que ya faltaba poco para poder reunirse de nuevo con ella.

—¿En qué piensas? — le preguntó Nicholas de pronto mientras le daba un pequeño beso en la cabeza.

—En que ha sido un día realmente maravilloso para todos — Crystal se incorporó y le miró con una gran sonrisa —. Tu hermana y William han tenido una hermosa niña, tú padre ha llorado emocionado al ver que la pequeña se va a llamar como su esposa, y mi madre a recibido una carta de mi padre diciéndole que volvería pronto.

—Sí, todo ha sido felicidad — Nicholas la colocó de espaldas y se echó encima con suavidad — ¿Tu eres feliz?

—Oh sí, realmente feliz.

Nicholas empezó a besarla y a desvestirla. Le hizo el amor con una gran ternura que a Crystal los ojos se le llenaron de lágrimas.

—Te amo — le dijo mientras se abrazaba a él con fuerza.

—Yo también te amo — Nicholas le besó el rostro secándoselo de lágrimas.

Crystal sonrió con ganas y volvió a acurrucarse entre sus brazos. Ella pronto tendría a su bebé, y entonces ya sería por completo feliz. No estaba segura de lo que iba a traer, pero esperaba que fuera un niño.

Nicholas se pondría contento se fuera un niño, y su madre saltaría de alegría, ya que ella sólo había tenido una niña.

Se quedó dormida con una sonrisa en los labios, pensando que pronto tendría a su hijo en sus brazos.