Capítulo 8
Londres, 1820
Dos días después del asalto, Crystal se encontraba tomando un té en la casa que Catherine tenía en la ciudad. Su amiga quiso saber todo sobre el asalto que había sufrido.
—¿Cómo te has enterado? — le preguntó Crystal con asombro.
—Le llegó un telegrama a mi padre — dijo mientras le sonreía — mi padre está ayudando al jefe de policía en la investigación.
Después de este comentario siguieron hablando sobre el asalto.
—¿No tuviste miedo? — preguntó Catherine.
—¿Miedo? por supuesto que no, estaba furiosa — y empezó a contarle todo lo que había sucedido durante el asalto.
También hablaron sobre el baile que se celebraría esa noche. Todas tenían ganas de que llegara, pero cada una por una cuestión distinta.
Crystal estaba deseando que llegara para saber si Nicholas estaría allí.
Nicholas atravesó la puerta principal y se dirigió hacía el salón, donde en esos momentos se encontraba Charlotte paseando de arriba abajo con nerviosismo. Esa mujer era hermosa; tenía una cabellera negra maravillosa y unos ojos azules tan cálidos como el cielo. De pronto se le vino a la mente la mirada furiosa e irritada de unos ojos increíblemente verdes. Crystal si que era hermosa, la más hermosa de todas.
También se acordó de cómo se sonrojaba en el baile cada vez que él le dirigía una sonrisa.
—¡Nicholas! — Vio que se dirigía directamente a sus brazos — oh querido, cuando me alegro de verte.
Charlotte le besó con ansias y él le devolvió el beso. Cuando la separó, ella estaba sonrojada y tenía sus sensuales labios hinchados por el beso. Nicholas le pasó un dedo por los labios y sonrió.
—Estás preciosa Charlotte — dijo mientras se sentaba. Dios, no podía apartar de su mente a Crystal y la excitación que sentía al saber que esa noche la iba a ver y la iba a tener de nuevo en sus brazos.
—Gracias, tú también estás muy guapo — le dijo mientras se sentaba a su lado.
Nicholas sonrió y aceptó la copa que ella le tendía.
Dos horas más tarde, Nicholas salía de la casa de Charlotte furioso consigo mismo. No había conseguido quitarse de la cabeza a Crystal. Y eso mientras se estaba en brazos de otra mujer era bastante irritante. Bueno, que se le iba a hacer, desde que había conocido a Crystal, no había podido sacársela de la cabeza.
Cuando llegó a su casa, vio que había un carruaje que no era el de su familia estacionado frente a la puerta.
Al entrar en la sala escuchó risas femeninas que procedían de los sillones que había cerca de la chimenea. Allí se encontraba su hermana, Angeline Soul y su preciosa dama, Crystal Werrington.
—¿Os divertís? — preguntó Nicholas mientras se acercaba a ellas.
Crystal enmudeció de golpe y pegó un pequeño brinco en el sillón al escuchar esa voz profunda y muy varonil.
Dirigió la mirada hacía la voz y se encontró cara a cara con Nicholas.
—Es un placer volver a verla lady Crystal — dijo Nicholas mientras le cogía de la mano y se la llevaba a los labios.
—Nicholas — dijo Crystal en un pequeño susurro mientras se sonrojaba.
—¡Nicholas! — Dijo de pronto Catherine mientras se levantaba del sillón y se dirigía hacia él furiosa — no molestes a mis amigas.
—No creo que se hayan molestado, ¿no es así? — Dijo mientras miraba primero a Angeline que inclinó la cabeza con una sonrisa, y después a Crystal que bajó la cabeza sonrojada — ves, ningún problema. Ya os dejo, estaré en la biblioteca — se dirigió hacía el fondo de la estancia donde había una puerta, y Crystal se imaginó que allí estaría la biblioteca — cuando venga Will le haces pasar.
Crystal todavía estaba un poco desconcertada con la repentina aparición de Nicholas. Parecía que Catherine lo conocía bastante bien, y que él conocía bastante esa casa.
—Crystal, ¿te encuentras bien? — preguntó Catherine mientras le cogía de la mano con dulzura.
—¿Qué? Oh sí, estoy bien — ese beso en el dorso de la mano le había desconcertado.
—Nicholas puede llegar a ser un sinvergüenza.
—¿Sinvergüenza? Oh no, no creo…
—Me he dado cuenta de que a Angeline apenas le ha dirigido un gesto con la cabeza — Crystal miró a Catherine y vio que estaba furiosa — en cambio a ti, te coge de la mano, te la besa y encima te ha echado esa mirada…
—¿Esa… esa mirada?
—Sí, es la mirada que tiene Nicholas para conquistar a las mujeres, y si le sumas esa sonrisa, ya es imposible que una mujer no caiga rendida a sus pies — Catherine suspiró.
—No te preocupes Catherine, yo no soy tan fácil de seducir.
—Ten cuidado Crystal — dijo de pronto Angeline — los hombres así son muy peligrosos. Fíjate en Andrew, no se da por vencido y sigue insistiendo.
—Catherine, ¿tan bien conoces a Nicholas?
—Por supuesto, es mi hermano — Crystal abrió los ojos como platos ante esa revelación — el vizconde de Lorach, el heredero de todo el condado de Lorach.
—No… no… puede ser…
Crystal se levantó y empezó a dar vueltas por la sala. ¿Por qué? Por qué cuando lo conoció no le dijo quién era. Solo le dijo su nombre, ¿por qué no quería que ella se enterrara que era un vizconde, de que era el heredero de Lorach? Dios, y todo este tiempo preguntándose quién era, si venía de buena familia, y resulta ser que es un vizconde, genial, pensó Crystal mientras su furia iba en aumento.
—Crystal, ¿qué sucede? — preguntó Catherine con preocupación mientras se acercaba a ella — ¿te encuentras bien?
¿Qué si se encontraba bien? Crystal estaba furiosa y se dirigió hacia la biblioteca para decirle unas cuantas palabras a ese mentiroso.
—¿Dónde vas Crystal? — preguntó Angeline desde su asiento.
Crystal no le hizo caso a ninguna de sus dos amigas, ya que su atención se encontraba en Nicholas.
Nicholas estaba sentado detrás del escritorio que había en la biblioteca. Estaba revisando unos papeles sobre sus negocios, cuando se abrió la puerta de golpe. Nicholas se sobresaltó y levantó la vista para ver quién había entrado así sin llamar.
Pero cuando fue a decir algo, se quedó sin habla al ver el hermoso rostro de Crystal, y parecía furiosa. Vio cómo se dirigía hacia él con los puños apretados a los lados de su cuerpo. Cuando llegó a la mesa la golpeó con las dos manos y le miró con furia. La verdad es que no entendía por qué estaba tan furiosa, pero verla así era un espectáculo muy hermoso.
—Parece que está enfadada — dijo Nicholas con calma mientras alzaba una ceja.
—¿Enfadada? Lo que estoy es furiosa, maldito sinvergüenza — dijo con las dientes apretados.
—¿Qué ha pasado? — no estaba dando crédito a lo que estaba viendo. ¿Desde cuándo Crystal creía que él era un sinvergüenza? ¿Qué le habría contado su hermana?
—¿En algún momento tenía intención de decirme quién eres, lord Nicholas de Lorach? — Crystal había dejado de apoyarse en la mesa y apoyó sus manos en las caderas.
Parecía ser que le había enfurecido enterarse de que él era un vizconde por otra persona que no fuera él.
Nicholas lanzó una gran carcajada, que iba a hacer no podía evitarlo. Por dios, le encantaba esa mujer, y seducirla iba a ser un gran placer.
—Así que es por eso por lo que está furiosa — se levantó de la silla y se dirigió hacia ella — vamos preciosa, ¿qué importancia tiene eso? No lo dije porque no creía que fuera importante.
—No se acerque a mí — dijo Crystal mientras daba un paso atrás con furia.
—¿Qué pasa preciosa? ¿Me tiene miedo? — Preguntó mientras le cogía por la cintura y la pegaba a él — no tiene que temerme.
—Suel… suélteme — dijo Crystal mientras intentaba separarse de él.
Nicholas se dio cuenta de que temblaba en sus brazos y eso le agradó.
—Siento no haberle dicho quién era desde un principio — dijo en un pequeño susurro junto a su oreja. Luego rozó apenas sus labios con los de ella — ¿me perdona?
—Yo… — notó que a Crystal le costaba respirar y eso le agradó.
Crystal no podía apenas respirar, y ya ni que decir de poder hablar. Ese cuerpo fuerte y musculoso pegado al suyo, esa boca provocadora susurrándole en el oído y rozándole los labios. Dios, apenas podía soportarlo.
—¿Me perdona? — volvió a decir Nicholas mientras sus labios volvía a rozar los suyos.
“Tienes que ser fuerte, Crystal. Tienes que resistir y no dar tu brazo a torcer” se dijo así misma mientras se apartaba con cierta dificultad de él.
—Nooo — dijo mientras se alejaba todo lo posible de él — no me gustan los hombres como usted libertino empedernido, y no tengo por qué perdonarle, no se lo merece.
Crystal se dio cuenta de que a él no le hizo mucha gracia que le llamara libertino, pero era verdad y ella no pensaba disculparse.
—Mujer, no tiene que hacerle caso a mi hermana, ella exagera — dijo Nicholas con exasperación.
—Catherine jamás me mentiría, ella es mi amiga y si dice que usted es un sinvergüenza, es que lo es — apoyó las manos en las caderas y le miró con furia.
En ese momento apareció Catherine por la puerta y vio la escena con asombro. Su hermano parecía exasperado y Crystal furiosa.
—Vaya, aquí está la culpable de todo — dijo Nicholas mirando a su hermana.
—¿Yo? ¿Qué he hecho? — Catherine no entendía lo que estaba sucediendo.
—¿Por qué le vas diciendo a todo el mundo que soy un sinvergüenza y un libertino? ¿Qué sabrás tú? — estaba completamente furioso y parecía como si quisiera estrangular a su hermana.
—¡Oh! — Catherine se puso una mano en la boca y retrocedió asustada.
Crystal veía como los dos hermanos se peleaban y sabía que era por culpa suya. Catherine parecía bastante asustada. Ella no quería ser la causante de la pelea entre dos hermanos. Ella era hija única, y le habría gustado tener un hermano.
—Basta por favor — dijo mientras se precipitaba hacía Nicholas —no se enfade con ella, es su hermana. Los hermanos no deben pelearse, sino quererse mucho.
Nicholas todavía miraba a su hermana con furia, no podía creer que ella le dijera todo eso de él a Crystal, ahora ella le creía el peor de los hombres.
Cuando miró a Crystal la vio preocupada y le alegró saber que se preocupaba por su hermana, era una buena amiga.
Al mirar de nuevo a su hermana vio que tenía lágrimas en los ojos y se odió por eso, “demonios, no me gusta verla llorar, pero ella tiene la culpa” pensó mientras se sentaba en su silla detrás de su mesa de despacho.
—Salir de aquí las dos, tengo cosas que hacer — dijo mientras se ponía de nuevo con los papeles.
Cuando escuchó que se cerraba la puerta, se echó hacía atrás y se pellizcó el puente de la nariz como aliviando un dolor de cabeza que no sentía.
—¡¡Demonios!! — con esas palabras arrojó todo lo que había en la mesa al suelo y se puso de pie furioso.
En ese momento llegó Will y vio todo el desorden.
—¿Qué ha pasado aquí? — preguntó mientras se dirigía hacía su amigo que estaba de pie mirando por la ventana.