Capítulo 4

Al día siguiente después de desayunar, Nicholas fue a la residencia de Will para descubrir a la misteriosa dama que lo había hecho salir en mitad de la fiesta para ir a una taberna a emborracharse. También tenía pensado descubrir si lady Crystal tenía pensado algún viajecito donde tuviera que pasar por el camino en el que el Lobo Negro actuaba.

Dios, esa preciosa mujer estaba en sus pensamientos día y noche, y le era imposible quitársela de encima.

Cuando llegó a la residencia de Will, su mayordomo le dijo que había salido. “¿Dónde demonios habrá ido a estas horas?” pensó Nicholas con frustración. Bueno, intentaría distraerse en el club hasta la hora del almuerzo y después iría otra vez a la casa de Will a ver lo que sucedía.

Mientras, Will llegaba en ese momento a la residencia de Nicholas. Cuando Linconl abrió le dijo que el vizconde había salido.

—No importa Linconl, ¿podría hablar con lady Catherine? — preguntó Will con despreocupación.

—Por supuesto mi lord, iré a buscarle — dijo Linconl mientras le hacía pasar.

—Linconl, si no es mucha molestia me gustaría esperarle en la biblioteca.

—Como guste mi lord.

Una vez dicho esto, Linconl desaparecía detrás de una puerta y Will sabía que se dirigía hacia la terraza.

Will no paraba de dar vueltas por la biblioteca, no sabía cómo iba a empezar a decirle lo que tenía que decirle. Sabía que tendría que habérselo dicho la noche anterior, durante la fiesta, ya que suponía que Catherine pensaría lo peor de él.

De pronto apareció Catherine por la puerta; Dios, estaba realmente hermosa.

—¿Deseabas hablar conmigo William? — dijo Catherine mientras se sentaba en uno de los sillones que había más lejos de él. William le ponía nerviosa, después del beso que le había dado en la fiesta no sabía lo que pensar de él.

—Si, yo… — estaba nervioso, se paseaba de un lado para otro de la biblioteca — dios… no sé como decirlo.

De pronto se dirigió hacía ella. Dios, se estaba poniendo nerviosa. Se sentó a su lado y le cogió las manos.

—No voy a hacerte daño — dijo Will al ver lo nerviosa que ella estaba — siento lo que pasó anoche, es que estaba celoso.

—¿Celoso? — dijo Catherine con estupefacción.

—Si, celoso — Will le acarició la mejilla y le sonrió con dulzura — quizás esto no te agrade, pero estoy locamente enamorado de ti Catherine, me vuelvo loco cuando estás con otro hombre.

—¿Me amas? — dijo Catherine llorando de felicidad.

—Si pequeña, con locura.

—Oh Will — dijo Catherine echándose a sus brazos — yo también te amo. Te amo, te amo con locura.

Will la abrazó con fuerza y la besó con pasión.

—Creo que ahora mismo soy el hombre más feliz del mundo — susurró Will junto a su boca.

—Oh Will! —se separó de él y le miró con preocupación — ¿crees que deberíamos decírselo a mi padre y a mi hermano?

—Creo que sería mejor mantenerlo en secreto — no estaba muy seguro de como iba a reaccionar Nicholas — por lo menos por ahora. No sé como reaccionaran en este momento.

—De acuerdo, será como quieres — dijo Catherine mientras se abrazaba a él.

Mientras tanto Crystal salía de su casa a hacer unos recados. Dentro de dos días viajaría a Londres para pasar un fin de semana en casa de unos amigos. Iba a celebrarse un gran baile en casa de unos condes. No se acordaba de sus nombres, pero su tía Anne dijo que tenía que asistir para que algún hombre se fijara en ella.

Crystal estaba cansada de que intentaran casarla. A ella no le interesaba ningún hombre, y sabía que por ahora eso iba a seguir así. Pero se mentía así misma; sí que pensaba en un hombre, no, mejor dicho en dos. El primero era un bandolero que iba robando a la gente rica que se cruzaba en su camino, no había podido olvidar esos ojos oscuros, eran tan hermosos. Y el otro hombre en el que no podía dejar de pensar se llamaba Nicholas, y le había cautivado con su sonrisa y con los hermosos ojos oscuros.

—¿En qué piensa, preciosa? — preguntó una voz profunda junto a su oreja. Crystal pegó un brinco y se puso la mano en el pecho.

—Siento haberla asustado, lady Crystal — dijo Nicholas con una sonrisa.

Crystal todavía no había recuperado la respiración a causa del sobresalto. Y ahora empezaba a sonrojarse al encontrarse con ese hombre en mitad de la calle. Estaba realmente espectacular con un traje oscuro hecho a medida que realzaba sus poderosos músculos. Llevaba el pelo peinado hacía atrás, y tenía esa sonrisa pícara que hacía que se derritiera por dentro.

—Nicholas — dijo Crystal apenas en un susurro.

No sabía muy bien que decirle.

—¿Quieres que le acompañe? — preguntó Nicholas.

—Yo… no…no hace falta — Crystal respiró profundamente y bajó la mirada — yo tengo que hacer unos recados antes de marcharme.

—¿Marcharse? Espero que no sea por mucho tiempo, sería una pena que este pueblo se quedara sin su hermosa presencia — dijo Nicholas con un brillo en los ojos que no supo definir.

—Oh no, voy a Londres para asistir a un baile — de pronto hizo un mohín de disgusto — mis tíos insisten en que vaya. Y dios sabe que yo odio esos bailes.

Si, odiaba esos bailes, pero lo que más odiaba es que intentaran casarla. Por dios, todavía era joven y tenía tiempo para casarse. Por lo menos tenía el consuelo de que Angeline la acompañaría.

—Y, ¿va usted sola a Londres? — preguntó Nicholas devolviéndola a la realidad.

—No, me acompaña Angeline Soul, una buena amiga — dijo Crystal — también me acompaña Natalie, que es mi doncella.

Nicholas sonrió para sus adentros, ya había una oportunidad de que el Lobo Negro y Crystal volvieran a encontrarse. Maravilloso, tengo que decírselo a Will, pensó mientras empezaba a andar junto a ella.

De pronto Crystal se paró y lo miró con curiosidad.

—De verdad, no necesito que me acompañe — dijo mientras le miraba atentamente — he quedado en verme con Angeline, así que no voy a estar sola Nicholas.

—Para mí no es ninguna molestia — dijo Nicholas mientras le sonreía.

Esa noche iría a visitar a Marian, hacía tiempo que no la veía, y seguro que estaba furiosa con él.

Pero ahora que miraba a Crystal, se dio cuenta que la belleza de esta era mucho mayor que la de Marian. Charlotte también era hermosa y tenía ganas de verla, pero para verla tenía que desplazarse a Londres.

De pronto se le ocurrió una idea.

—Puedo preguntarle, si no es mucha molestia, a qué baile irá usted — preguntó Nicholas.

—Oh, no me acuerdo de sus nombres — Nicholas vio como se quedaba pensativa durante un rato — dios es testigo de que no me gustan los chismorreos, pero sé que son unos condes.

Nicholas pensó durante un rato y al final decidió que los condes tenían que ser los de Selfor.

—Los condes de Selfor organizaran un baile dentro de unos días, ¿podrían ser esos? — preguntó Nicholas esperanzado, ya que si era así, él también podía asistir.

Su padre tenía una buena amistad con ellos y sabía que le había llegado una invitación, pero Nicholas había dicho que no iba a ir porque se aburría en esos bailes y porque tenía asuntos que resolver en

Bedford

. Pero ahora…

Crystal estaba descorazonada, Nicholas conocía a esos condes. Ahora había recordado los nombres al decirlo él.

—Sí, son ellos — le sonrió y se atrevió a preguntar — ¿los conoce en persona o de oídas?

—En persona — Nicholas soltó una carcajada al ver la cara de impresión que puso ella — mi padre es amigo del conde.

—Oh.

Sabía que se había sonrojado. Su risa era encantadora, por dios, no podía dejar de pensar en él. Pero tampoco podía dejar repensar en el bandolero de ojos oscuros.

—Bueno, ya que ha quedado con su amiga — dijo Nicholas con una sonrisa en los labios — la dejo, porque tengo que hacer unas diligencias. Pero espero volver a verla otro día.

Nicholas le cogió la mano enguantada y le dio un pequeño beso. Crystal se quedó durante unos segundos sin aliento, le recorrió un cosquilleo por la mano que apenas pudo articular palabra.

—Hasta… hasta pronto.

Vio cómo se alejaba calle abajo. Era pecaminosamente apuesto. Podía incluso a arriesgarse a decir que era hermoso.