Capítulo 2

Cristal entró en el salón de baile junto con su amiga Angeline, el salón ya estaba lleno de gente, y como pudo comprobar todos eran de la flor y nada de la región. El salón era amplio y estaba muy iluminado por candelabros en todas las ventanas y en los pocos muebles que había allí. En el techo había una hermosa lámpara de araña de hermosos cristales que atrapaban la luz de los candelabros. Las cortinas eran de un hermoso tono rojizo con bordados de oro. A la izquierda del salón había una gran mesa con aperitivos y a la derecha una orquesta tocaba exquisitas piezas musicales. Había camareros repartiendo bebidas a los caballeros y a las damas que se reunieron en el lugar.

Angeline la guio hacía un grupo de jóvenes damas y allí le presentó a lady Catherine de Lorach, la homenajeada de esa noche. Las dos congeniaron muy bien desde el principio. Al rato Crystal se disculpó y se fue a por algún aperitivo.

Mientras se dirigía a la mesa, notó que alguien la estaba observando detenidamente. Se dio la vuelta y se encontró con unos hermosos ojos azules. Eran oscuros y espléndidos. El dueño de esos ojos le estaba sonriendo y Crystal se quedó sin aliento al ver lo increíblemente apuesto que era ese hombre. Era alto, de hombros anchos y su rostro era realmente hermoso. Llevaba su cabello moreno recogido hacía atrás con un lazo. “Demonios, si que es apuesto este hombre” pensó mientras se sonrojaba.

—¿Me concede este baile, milady? — dijo el desconocido. De pronto Crystal se acordó de otros ojos oscuros muy parecidos a esos, y contuvo el aliento, ¿podía ser…?

—Perdón milord, ¿nos hemos visto en algún otro lugar? — le dijo mientras apoyaba su mano en la que él le estaba extendiendo.

—Creo que no he tenido ese placer — dijo mientras se agachaba un poco más y le sonreía con dulzura — ¿por qué lo pregunta?

—Sus ojos — no sabía que decirle más, pero la verdad es que no era una contestación muy buena — creo que he visto sus ojos antes.

El desconocido no le contestó y la condujo hasta la pista. Estuvieron dando vueltas por el salón al ritmo del vals que estaba sonando en ese momento. Cristal se dio cuenta de que era un experto bailarín. Estaba sonriendo con ganas, estaba disfrutando mucho de ese vals. Aunque estaba un poco nerviosa, jamás había estado en brazos de un hombre tan apuesto como ese. “En fin Crystal, disfruta del baile mientras puedas” se dijo así misma. De pronto el vals termino y él la acompañó a la mesa de los aperitivos.

—¿Puedo saber el nombre de la encantadora dama que me ha hecho el favor de acompañarme en este baile? — dijo el desconocido con una hermosa sonrisa en los labios.

Por un momento Crystal no dijo nada, ya que creía que su corazón se había parado. Tomó aire un par de veces y habló.

—Crystal Werrington milord — dijo ella haciendo una reverencia. Luego le miró y sonrió — y, ¿con quién he tenido el gusto de bailar?

—Mi nombre es Nicholas — dijo él mientras le cogía de la mano y la besaba — y para mí ha sido un verdadero placer.

Nicholas estaba encantado, por fin conocía el nombre de su dama desconocida. La había visto entrar en el salón junto con Angeline Soul. Luego vio como conocía a su hermana y entablaban conversación con ella. Cuando un rato después la vio acercarse a la mesa de los aperitivos vio el momento oportuno para pedirle un baile. Ella se lo quedó mirando muy fijamente y le preguntó si se habían conocido antes. En ese momento sintió pánico al creer que lo había reconocido y él con una sonrisa y un esfuerzo sobrehumano por tranquilizarse le dijo que no había tenido ese placer. Supuestamente había visto sus ojos en otra parte. Pero, había tantos ojos azules, estaba seguro que se había confundido.

En ese momento tenía que dejar a Crystal Werrington durante un rato, su amigo Anthony acababa de entrar junto a su esposa lady Catalina. Justo después entró Michael y su prometida Mary Watts. Su amigo Andrew estaba intentando seducir de nuevo a la imposible de Angeline Soul. Al que no había visto todavía era a Will, ¿dónde demonios se había metido? Esa noche habían asaltado a unos hombres que se dirigían hacia Londres, y habían sacado un buen pellizco. Después de cambiarse de ropa en la cabaña que tenían en el bosque, los dos se despidieron y quedaron en encontrarse en el baile. En fin, se dijo encogiéndose de hombros, estaría intentando buscar con quién bailar.

Will miraba furioso a Catherine, estaba coqueteando con todos los jóvenes que se le acercaban. Dios, no podía soportarlo, hacía ya un tiempo que estaba enamorado de ella en secreto. Y ahora, viéndola ahí con todos esos pretendientes, ardía de furia y celos y deseaba matarlos a todos.

Ya no soportaba más, así que se dirigió hacia ella y la cogió con fuerza del brazo arrastrándola fuera del salón ante la mirada atónita de esos hombres. La llevó a un corredor donde en ese momento no había nadie y la apoyó contra la pared. La cogió por los brazos y bajó su mirada furiosa hacía ella. Estaba tan hermosa que deseaba estrecharla entre sus brazos y no soltarla jamás.

—¿Qué crees que estás haciendo coqueteando con todos esos petimetres que se te ponen en medio? — preguntó Will con furia.

— Yo… — parecía que no sabía que contestar, lo miraba con los ojos muy abiertos y Will se dio cuenta de que le tenía miedo.

Demonios, él no quería que le tuviera miedo, si no que le amara y le deseara tanto como él. De pronto la beso con pasión, con toda la pasión que tenía contenida desde hacía tanto tiempo. Al principio Catherine se quedó quieta sin saber qué hacer, pero Will notó que su boca se abría permitiendo la entrada de su lengua. Tenía una boca exquisita, nunca había besado a nadie con ese sabor tan enloquecedor. Tuvo que poner fin a ese beso, si no acabaría por poseerla allí mismo.

Cuando volvió a posar sus ojos en los de ella, vio que le miraba asustada. Maldijo en silencio y se apartó de mala gana de ella. Necesitaba un trago, no, lo que necesitaba era emborracharse.

No podía dejar las cosas así, con un simple beso a la fuerza en su noche de presentación en sociedad. ¿Qué pensaría Catherine de él? ¿Qué era un depravado? Seguramente sí. Al día siguiente iría a hablar con ella y le confesaría su amor.

Catherine todavía seguía oculta donde la había arrastrado William. Todavía no podía creer lo que había pasado. La había sacado del salón y le había preguntado con furia por qué coqueteaba con todos los hombres. Estaba furioso, y ella en un momento sintió miedo. Ella no coqueteaba con nadie, ninguno de esos petimetres le interesaba. El único hombre que le había interesado en toda su vida era el hombre que le había besado en un corredor vacío en la noche de su presentación en sociedad. William, sí, era el único hombre que le había robado el corazón. Y ahora le había besado, ¿sentiría él lo mismo? ¿La amaría? No estaba segura, quizás solo sentía deseo.

Volvió al salón todavía un poco turbada por el beso. ¿Qué pasaría si su hermano se enteraba de que su mejor amigo la había arrinconado en un corredor vacío para robarle un beso? No quería ni pensarlo. Nunca le había dicho a nadie que estaba enamorada de William, ni si quiera a su mejor amiga Angeline. Y estaba segura de que nadie se enteraría por ahora, era su amor, su amor secreto.

Nicholas vio como Will salía del salón bastante furioso. ¿Qué demonios le habrá pasado? Salió detrás de él y le paró justo a tiempo en la puerta. Parecía que tenía bastante prisa por irse.

—¿Qué pasa Will? — preguntó Nicholas mientras le ponía una mano en el hombro.

—No pasa nada, ya nos veremos mañana — dijo Will mientras se separaba de su amigo y se dirigía de nuevo hacía la puerta.

—Espera un momento — Nicholas le agarró el brazo y le hizo dar la vuelta para que le mirara — no me digas que no pasa nada. Estas furioso, ¿ha sucedido algo para que estés así?

—Lo que ahora necesito es una buena borrachera — dijo mientras intentaba volver a salir.

—¿Por qué? Vamos Will, cuéntamelo — dijo Nicholas con preocupación. No podía dejar que su amigo se emborrachara — no pienso dejar que te vayas hasta que me digas el motivo por el cual mañana quieres levantarte con un terrible dolor de cabeza.

—Es por una mujer — dijo Will encogiéndose de hombros.

—¿Desde cuándo te importa tanto una mujer para querer emborracharte? — ahora sí que tenía curiosidad por saber quién era esa mujer que tenía a su amigo en ese estado.

—No importa, mañana quizás te lo cuente — dijo mientras volvía a zafarse de su amigo y se dirigía de nuevo a la puerta.

—Ah no, no voy a dejar que te vayas así — dijo Nicholas mientras le agarraba otra vez del brazo y le arrastraba hasta el salón — ahora mismo vas a entrar ahí y vas a estar como si nada…

—Ni hablar — dijo Will mientras se libraba de un tirón de su brazo — no pienso estar ni un segundo más viendo como coquetea con todos esos petimetres que se acercan a ella.

Y una vez dicho esto cerró la puerta con un fuerte portazo. Nicholas fue tras él una vez más, pero ya era demasiado tarde, cuando abrió la puerta el coche de Will ya se estaba alejando. Maldición, ahora tendría que esperar al día siguiente para averiguar quién era esa mujer.

Volvió a la fiesta y vio a Crystal hablando con su hermana. También a ella la había visto un poco turbada, ¿qué le habría pasado? No estaba seguro, pero ahora sonreía y charlaba alegremente con esa mujer que le había desafiado hacía tan solo tres meses. Dios, cuando tiempo había estado buscándole. Ahora estaba en la fiesta y pensaba averiguar más acerca de ella. Había venido con Angeline, así que ella tenía que saber quiénes eran sus padres. Vio a Angeline con sus padres cerca de la mesa de los aperitivos. Era raro que Andrew no estuviera por allí, seguro que había encontrado a una presa más fácil, se dijo con una sonrisa.