Capítulo 22
Dos días antes de la boda Crystal estaba junto con Angeline en la casa de Catherine ultimando las cosas para la boda. Se había alegrado mucho de saber que Catherine se iba a casar en la misma ceremonia que ella. Angeline y Crystal ya se habían enterado de todo lo referente a Catherine con William.
—Dios, ¿qué está ocurriendo aquí? — preguntó de pronto una voz que procedía de la puerta.
Las tres se dieron la vuelta y vieron a Nicholas entrando por la puerta. Junto a él estaban William y Andrew.
—Es que no lo veis, ultimando las cosas para la boda — dijo Crystal con exasperación.
Se acercaron a donde ellas estaban y cada uno cogió a su respectiva pareja.
—Por dios, habéis venido en el peor momento — dijo Crystal separándose de Nicholas —. Sólo quedan dos días y hay mucho que hacer.
Catherine y Angeline se separaron de sus chicos y los echaron a todos fuera de la sala.
—Creo que no le han sentado muy bien que los echamos de aquí — dijo Angeline que todavía estaba sonrojada debido al beso que Andrew le había dado.
—Pues que se enfaden — dijo Crystal con decisión —. Tenemos que terminar de arreglar estas flores.
Empezaron a arreglar las flores, cada una ensimismada en sus pensamientos.
—Sabéis una cosa — dijo de pronto Catherine rompiendo el silencio.
—¿Qué? — dijeron las otras dos a la vez.
—Estoy contenta de que ya no tenga que esconderme para abrazar y besar a Will —. Dijo con una gran sonrisa en los labios.
—Sí, supongo que sí — Crystal se quedó un rato pensativa —. Lo que todavía no entiendo muy bien es que, ¿cómo es posible que hayas estado cerca de él y poder aguantar para besarlo? A mí me hubiera sido imposible hacerlo con Nicholas.
—Sí, yo tampoco hubiera podido soportarlo.
Catherine pensó en lo que sus amigas estaban diciendo. Aunque no pareciera, ella había sufrido mucho.
—La verdad es que ha sido muy difícil para mí — Catherine tenía lágrimas en los ojos, pero estaba sonriendo —. Pero bueno, todo eso ya pasó y ahora soy feliz.
—Sí, nosotras tres hemos sufrido mucho por los hombres que amamos — dijo Angeline con una gran sonrisa —, pero al final tanto sufrimiento a valido la pena. Ahora nos ama a nosotras y solo a nosotras.
—Así es — dijo Crystal mientras abrazaba a Angeline.
Catherine también se unió a ese gran abrazo lleno de amistad y felicidad.
Cuando Nicholas salió de la biblioteca acompañado de sus amigos, en la sala ya todo había vuelto a la normalidad.
Las tres chicas estaban sentadas en el sillón y parecían bastante agotadas.
—Parece ser que el jaleo ya ha terminado — dijo William mientras se acercaban a ellas.
—Sí, y por lo que parece han acabado agotadas — dijo Andrew mientras cogía a Angeline entre sus brazos —. Es hora de irse a casa a descansar, yo te llevaré.
Angeline no dijo nada y se levantó para irse con Andrew. William se sentó en el sillón y abrazó con dulzura a Catherine.
Nicholas hizo que Crystal se levantara. Cuando lo hizo, la abrazó con dulzura y le dio un pequeño beso en la frente.
—Parece que estás agotada — le dijo mientras la acompañaba a la puerta —. Te llevaré a casa para que descanses.
El coche de la familia estaba en la puerta y Nicholas sentó a Crystal en uno de los sillones. Él se colocó a su lado y la abrazó con ternura. Crystal se recostó sobre él y cerró los ojos.
Nicholas dejó que descansara un rato, pero lo que más deseaba era besarla y quizás hacerle el amor allí mismo. Aunque parecía ser que eso no iba a poder ser, ya que el camino era cortó y ella parecía muy cansada.
Un rato después llegaron a la casa de Crystal y Nicholas la despertó con un pequeño beso en los labios.
—Ya hemos llegado preciosa mía — le dijo Nicholas con dulzura.
—¿Ya?
—Sí, ya hemos llegado.
Crystal se incorporó en el asiento y se dispuso a salir, pero Nicholas la retuvo.
—¿Ocurre algo? — le preguntó Crystal.
—No, no ocurre nada — dijo mientras la cogía entre sus brazos y la besaba con pasión —. Sólo quería besarte.
—¡Oh! — Crystal se había sonrojado hasta la raíz del cabello.
—Ja, ja, ja — Nicholas empezó a reír mientras salía del coche y la ayudaba a bajarse —. Me encanta verte sonrojada.
—Eres malo.
—Umm — volvió a darle un pequeño beso en los labios —. Me es imposible controlarme cuando estoy cerca de ti.
Crystal no dijo nada a ese comentario, ya que a ella le ocurría exactamente lo mismo.
—¿Nos vemos mañana? — le preguntó mientras tocaba a la puerta.
—No pequeña, ya nos veremos el día de la boda — Nicholas sonreía con picardía.
—¿Y eso por qué? — a Crystal le parecía extraño.
—Mañana tengo que viajar a Londres para dejar unos asuntos resueltos antes de que nos marchemos de luna de miel — dijo dándole un pequeño beso en los labios.
En ese momento se abrió la puerta y apareció una sirvienta. Crystal hizo un gesto para que se retirara y volvió su atención a Nicholas.
—Está bien, pero espero que no llegues tarde — le dijo regañándole.
—Ja, ja, ja — la abrazó y la volvió a besar —. Por nada del mundo me perdería esa ceremonia.
—Bien.
Crystal entró en su casa y Nicholas se subió al coche para dirigirse a su casa. Por dios, en dos días Crystal sería suya para siempre.
El día de la boda llegó y Crystal se levantó con bastante nerviosismo. Ese mismo día se mudaría a la casa de Nicholas. También estaba impaciente por darle la gran noticia. La verdad es que hacía tiempo que se había dado cuenta de que estaba embarazada, y se imaginó que había sido concebido la primera vez cuando le hizo el amor sobre la alfombra que había en el suelo de la biblioteca. Haciendo las cuentas estaría casi de tres meses. Había tenido muchas oportunidades de decírselo a Nicholas, pero quería darle esa noticia en su noche de bodas.
—Niña, ¿estás despierta? — le preguntó su madre abriendo la puerta de su habitación.
—Sí mamá, ya estoy despierta — Crystal se levantó dela cama, se puso la bata y fue a abrir la ventana.
—Hace un día maravilloso — dijo su madre mientras la abrazaba —. Estoy muy feliz con esta boda.
—Sí, yo también lo estoy.
—¿Estás nerviosa? — le preguntó su madre con una gran sonrisa en el rostro.
—Sí, lo estoy — Crystal le sonrió con felicidad a su madre —. Pero estoy muy feliz.
De pronto su madre se puso seria y sabía que iba a darle una mala noticia.
—¿Qué ocurre mamá? — Crystal estaba preocupada. Hoy era un día de fiesta, de felicidad.
—Tú padre y yo nos iremos cuando termine la boda — le dijo mientras le sonreía con tristeza.
—¡No! — Crystal se abrazó a su madre llorando —. No puedes irte, yo te necesito.
—¡Oh hija! Ahora vas a ser una mujer casada — le dijo su madre mientras le limpiaba el rostro de lágrimas —. Además tienes a tú tía.
—Lo sé, pero no es lo mismo — tenía que decirle lo de su embarazo. Quería que estuviera con ella durante el embarazo —. Necesito que estés conmigo.
—¿Por qué? ¿Ha ocurrido algo? — le preguntó su madre con extrañeza.
—Yo... estoy embarazada — apenas pudo ver la expresión de su madre, ya que tenía los ojos llenos de lágrimas —. Necesito que estés conmigo.
—¡Oh hija! — su madre la abrazó con dulzura —. No llores más, es una noticia maravillosa. Mira, hablaré con tu padre a ver lo que piensa.
—¿De verdad? — Crystal miró a su madre mientras se limpiaba el rostro de lágrimas.
—De verdad — se puso en pie y sacó un vestido de día —. Ponte el vestido y baja a desayunar.
Su madre le dio un pequeño beso en la frente y salió dela habitación dejándola sola. Crystal esperaba que su padre quisiera quedarse, tener a su madre allí durante su embarazo era muy importante para ella.
Se puso el vestido y bajó al comedor a desayunar. Allí estaban sus tíos, pero sus padres no se encontraban allí.
—Tus padres se han encerrado en la biblioteca — dijo su tío —. Parece ser que tu madre quería hablar algo importante con Joseph.
—Comprendo.
Su madre no había perdido tiempo y ya se había encerrado con su padre para darle la noticia.
—Ven niña — su tía se levantó y la condujo a la mesa —. Siéntate y come algo. Me imagino que estás nerviosa, pero debes de comer.
Crystal se sentó e intentó comer algo, pero lo que más le preocupaba era lo que estaría pasando en la biblioteca.
—¿Estás diciéndome que quieres permanecer aquí? — preguntó Joseph a su esposa.
—Sé que tú tienes trabajo en Boston — Connie estaba sentada en el sillón, mientras su esposo no paraba de dar vueltas por la estancia —. Pero mi hija me necesita.
—Tiene a su tía y además, esta tarde ya será una mujer casada.
—Ya lo sé... — Connie no quería levantar la mirada, no quería que viera que estaba llorando.
Joseph se sentó junto a su esposa y le hizo que le mirara. Cuando vio que su esposa estaba llorando la abrazó con ternura mientras le daba un pequeño beso en la frente.
—¿Qué es lo que ocurre? — preguntó Joseph con preocupación mientras le secaba las lágrimas del rostro con ternura.
—Ella me necesita — dijo Connie entre sollozos.
—Mírame y deja de llorar, mujer — Joseph hizo que le mirara —. Tranquilízate y cuéntame lo que ocurre.
Connie no sabía cómo iba a reaccionar cuando su esposo se enterase de que su hija estaba embarazada. Ella estaba encantada, después de Crystal no pudo tener más hijos a causa del accidente. Se había sentido mal al no haberle dado un varón a Joseph, pero ahora su hija iba a tener un bebé. Quizás eso compensaba la pérdida.
—Crystal necesita que esté a su lado durante su embarazo — le dijo a su esposo.
Joseph se la quedó mirando sorprendido. ¿Su pequeña iba a tener un bebé? Por dios, se estaba haciendo mayor, ya le iban a hacer abuelo.
—Supongo que el niño es de Nicholas — le dijo a su mujer con una ceja alzada.
—Por supuesto, sino nuestra hija no se casaría con él — Connie parecía indignada, ¿cómo se atrevía su esposo a acusar a su hija de algo así?
—¿Ella te ha pedido que te quedes? — Joseph la tenía abrazada con dulzura.
—Sí.
Joseph sabía que tenía que dejar a su esposa con su hija, pero le iba a resultar difícil separarse de ella. Llevaban veintidós años casados y nunca se habían separado, iba a ser la primera vez.
Él no podía dejar los negocios que tenía en Boston, pero sabía que cuando tuviera días libres iría a visitarlas.
—Está bien, puedes quedarte con ella — le dijo mientras le daba un pequeño beso en los labios.
—Pero, ¿y tú? — no quería pensar que se iban a separar.
—Yo tengo que volver a Boston — parecía que Connie iba a echarse de nuevo a llorar —. Tengo negocios allí, pero no te preocupes que cuando tenga algún tiempo libre vendré a haceros una visita.
—¡Oh Joseph! Me vas a hacer tanta falta — Connie se abrazó a su esposo como si se le fuera la vida en el —. Pero mi hija me necesita.
—Lo sé.
Joseph la abrazó con fuerza y la besó con pasión. El deseo que sentía por su mujer no había disminuido desde el día en que se conocieron. Cada día la amaba más.
—Tú también me vas a hacer mucha falta — volvió a abrazarla —. Por dios que la cama va a estar muy vacía sin ti.
—Va a ser la primera vez que nos separemos.
—Así es, pero nunca debes olvidar que te amo — volvió a besarla con pasión —. Podrás escribirme, y cada vez que pueda me escaparé hacía aquí.
—¡Oh Joseph! Te amo tanto.
—Yo también mujer, yo también te amo.
Se quedaron un rato allí abrazados pensando que esa noche iba a ser la última antes de separarse por un tiempo.
Al rato se levantaron y le dieron la noticia a su hija, que estaba sentada en la sala a la espera de que sus padres salieran.
—Te voy a echar de menos papá — dijo Crystal cuando su padre le dijo que él tenía que volver a Boston por negocios, pero que su madre se iba a quedar con ella.
—Yo también te voy a echar de menos — le dio un pequeño beso en la frente —. Pero todo sea por ese nieto mío.
Crystal le sonrió con dulzura. Se dio cuenta de que su madre estaba triste y se imaginó que era a causa de la marcha de su padre, ellos nunca antes se habían separado y sabía que se amaban mucho.
Había quedado realmente hermosa. Sabía que a Nicholas le iba a gustar mucho el vestido.
Iba sentada junto a su padre en el coche que la llevaría a la iglesia donde se casaría con el hombre que amaba. Los demás ya se habían ido hacía tiempo.
—¿Estas nerviosa hija? — le preguntó su padre mientras le cogía de las manos.
—Un poquito, pero estoy feliz — le dijo a su padre con una gran sonrisa —. Voy a casarme con el hombre que amo, y encima pronto tendré un hijo de él.
—¿Todavía no se lo has dicho?
—No, quiero darle la sorpresa esta noche — estaba deseando que llegara ese momento.
—Pues la verdad es que se va a llevar la gran sorpresa de su vida — su padre se rió con ganas.
Crystal se unió a sus carcajadas.
Cuando llegaron a la iglesia, ya había mucha gente en la puerta. Su padre la ayudó a bajar y subieron los escalones juntos.
Catherine ya se encontraba allí junto a su padre.
Nicholas y William las estaban esperando al pie del altar. Estaban los dos realmente apuestos.
Su padre la entrego a Nicholas con una bendición para los dos.
Media hora más tarde, las dos parejas estaban casadas y listas para asistir a la gran recepción que se celebraría en la casa del conde de Lorach.
Crystal se subió a uno delos coches con su marido al lado. Estaba radiante de felicidad, y en ese momento no era capaz de articular palabra.
—Estas muy callada, ¿te ocurre algo? — le preguntó Nicholas mientras hacía que le mirara.
—No, estoy muy feliz — Crystal le sonrió con ganas —. Lo que pasa es que mañana mi padre se marcha a Boston. Nunca antes se había separado de mi madre.
—¿Por qué no se va tu madre con él? — le preguntó Nicholas.
Le extrañaba que Connie se quedara aquí mientras su esposo cruzaba el gran charco hacía Boston.
—Porque yo la necesito a mi lado — por dios, esperaba que no tuviera que decirlo en ese momento lo del bebé.
Pero gracias a dios, llegaron a la mansión y no tuvieron tiempo de nada más.
Así como lo habían planeado, la fiesta era por todo lo alto y las dos parejas de recién casados estuvieron muy atareadas saludando y recibiendo felicitaciones por parte de todos los invitados.
Cuando su padre se acercó a ella, Crystal temió que hubiera llegado la hora de despedirse de su padre. ¿Por qué no esperaba al día siguiente?
—No vendrás a despedirte, ¿verdad? — Crystal le miró con una gran tristeza en el rostro.
—No, esperaré a mañana — su padre la cogió de la mano y la condujo hasta la pista de baile —. Quisiera bailar una pieza con la novia más guapa del mundo.
—¡Oh bueno!
Su padre era un bailarín maravilloso y se lo pasó muy bien. En algún momento dela pieza, Nicholas ocupó el lugar de su padre.
—¿Te he dicho que estás muy hermosa? — le dijo mientras le daba un pequeño beso en la sien.
—Creo que no — Crystal sonrió con ganas —. Tú también estás muy guapo, mi señor.
Nicholas no pudo evitarlo y se echó a reír.
Crystal estaba nerviosa, sabía que eso era una tontería ya que ellos dos ya habían hecho el amor otras veces. Pero lo que pasaba era que esta vez era diferente, era su noche de bodas, y además iba a decirle lo del bebé.
No paraba de dar vueltas por la amplia habitación a la espera de que llegara su esposo. ¿Por qué demonios tardaba tanto en subir?
Se paró frente a la ventana y suspiró. En fin, quizás sería mejor esperarle metida en la cama.
Se dio la vuelta y chocó contra el torso ancho y musculoso de un hombre. Al principio se asustó, pero después sonrió con ganas mientras se colgaba del cuello de su esposo.
—Has tardado mucho — le dijo mientras se abrazaba a él con fuerza.
—Tenía que esperar a que todos se fueran — la cogió entre sus brazos y la llevó a la cama —. Pero bueno, ya estoy aquí.
No volvieron a hablar, ya que Nicholas empezó a hacerle el amor con una gran ternura.
Cuando Crystal llegó al clímax gritó con fuerza el nombre de su marido. Nicholas la abrazó con dulzura e hizo que se tumbara junto a él. Crystal se acurrucó contra él.
Sabía que había llegado el momento de decirle lo de su bebé. ¿Se pondría contento? Esperaba que sí, por lo que a ella se refería, estaba feliz.
—¿Nicholas?
Quizás estuviera dormido, no sabía si despertarlo o esperar a que él se despertase.
—¿Sí?
Parecía que estaba despierto, pero un poco soñoliento.
—Tengo algo importante que decirte — le dijo mientras le acariciaba el pecho —. ¿Estás lo suficientemente despierto?
—Sí, estoy despierto — le dio un pequeño beso en la frente — ¿Ocurre algo?
—Bueno, estoy realmente feliz y si tú...
—Ya mujer — ahora si estaba despierto completamente —. Dímelo de una vez.
—Estoy embarazada.
Bien, ya lo había soltado. Nicholas se había quedado blanco y parecía que no podía articular palabra.
Se había quedado helado, eso era lo último que había esperado que Crystal le dijera. Por dios, ¿cuándo había ocurrido? Pudo ser la primera vez, allí en el suelo de la biblioteca o quizás cuando lo hicieron junto al lago. No estaba seguro, pero esa noticia le hacía feliz. Bueno, parecía ser que William no iba a ser el único que se iba a convertir en papá.
—¿No vas a decir nada? — dijo de pronto Crystal. Le estaba mirando con preocupación.
—Estoy muy feliz — dijo mientras la besaba y volvía a hacerle el amor.
Dios, iba a convertirse en padre. Apenas podía creérselo, y cuando se lo dijera a su padre se iba a poner muy contento. De pronto se encontraba con dos nietos en camino.
Crystal se había quedado dormida, y él la tenía abrazada como si fuera el objeto más valioso del mundo.
Al día siguiente viajarían al norte, donde su padre tenía unas propiedades. Era un lugar precioso, con hermosos lagos y prados llenos de flores. Estaba seguro de que a su mujer le encantaría.
Se quedó dormido con una gran sonrisa en el rostro.