Capítulo 6

Dos días después Crystal emprendía el viaje a Londres juntos con Angeline y su doncella Natalie.

Su doncella y su amiga estaban entusiasmadas y excitadas con el baile que se celebraría en Londres dentro de unos días y que ellas tenían el gusto de asistir. Tenía planeado ser el acontecimiento más esperado por todo Londres. Crystal también estaba excitada, pero por algo completamente distinto. Por un lado estaba el posible encuentro con ese bandolero, ya que estaban pasando por el mismo camino que cuando ella fue asaltada. Y por otro lado, en que era probable que Nicholas fuera al baile.

“¿Cuándo atacará el Lobo Negro?” se preguntó Crystal. “Quizás hoy lleguemos a salvo a Londres”. También pensaba en el dinero que llevaban para pasar la temporada, y no iba a permitir quedarse sin nada.

—Angeline — dijo de pronto Crystal.

—Dime Crystal, ¿qué pasa? — tenía una hermosa sonrisa en los labios.

—Dame todo el dinero que lleves encima.

—¿Qué? ¿Para qué lo quieres? — mientras lo decía, iba sacando el dinero de su ridículo.

Se lo entregó a Crystal y vio como ella sacaba el suyo.

—No sé, tengo un presentimiento.

—¿Qué clase de presentimiento?

—De que el Lobo Negro y el Halcón Plateado no andan muy lejos — Crystal pensó que quizás se equivocaba y esta vez no le atacaran.

—Dios, ¿lo dices en serio? — su amiga parecía bastante asustada. Crystal estaba casi segura de que a Angeline y a Natalie no le pasarían nada, pero a ella no estaba tan segura, después de lo que había pasado hacía ya tres meses.

—Fue en este mismo camino donde me asaltaron hace tres meses.

—Es verdad señorita Angeline, yo también me acuerdo.

—Oh dios, ¿nos harán daño?

—No lo creo — Crystal apartó la cortina de la ventana del carruaje y miró hacia fuera — quizás tengamos suerte y esta vez no nos asalten, pero por si acaso…

Crystal abrió una trampilla que había en el suelo del carruaje y sacó un cofre pequeño.

—Guardaremos la mayor parte del dinero aquí.

—¿Y el otro dinero?

—Lo guardaremos nosotras — le dio una mitad a Angeline y la otra se la quedó ella — no podemos hacer que sospechen, algo nos tienen que quitar.

Su amiga no dijo nada y se guardó el dinero en su ridículo.

No muy lejos de allí, el Lobo negro y su compañero el Halcón Plateado esperaban agazapados entre los matorrales a la espera de que llegara el carruaje.

Nicholas estaba impaciente por volver a ver a Crystal, aunque fuera disfrazado del Lobo Negro. El cuerpo le tembló con un cosquilleo de satisfacción por el inminente encuentro con su dama desafiante.

De pronto escucharon el sonido de unos caballos y se pusieron alerta para asaltarlos cuando aparecieran por el último recodo del camino.

Cuando vieron aparecer el carruaje, Halcón Plateado salió de los matorrales e hizo parar los caballos. Después salió Lobo Negro de su escondite y le dijo al cochero que bajara. Cuando bajó, lo ató de pies y manos, luego se dirigió hacia la puerta del carruaje para abrirla.

—Buenos días señoritas — saludó el Lobo Negro cuando abrió la puerta. Pero lo que no se esperó fue el ataque que recibió por parte de una de ellas.

El pie de la dama se le clavó en el estómago y el Lobo Negro se tambaleó hacía atrás, pero no llegó a caer. Se agarró a la puerta y cogió el pie de la dama.

—Demonios — murmuró mientras tiraba de ella fuera del carruaje.

La dama en cuestión cayó en sus brazos con un grito de fastidio.

—Vaya, si es mi desafiante dama — sonrió el Lobo Negro bajo la máscara.

—Suéltame maldito villano — dijo Crystal mientras intentaba golpearle.

—Suelta a mi amiga bandido — gritó otra mujer dentro del carruaje.

Lobo Negro la miró y vio que se trataba de Angeline Soul, y que también estaba la doncella de Crystal.

—Halcón Plateado, encárgate de esa — le dijo a su compañero, mientras él seguía sujetando a su dama que seguía despotricando contra él.

Crystal estaba furiosa, “demonio de hombre” se dijo mientras seguía forcejeando contra él. Era imposible, no había manera de separarse de él. No le gustaban las sensaciones que sentía su cuerpo mientras ese hombre le abrazaba.

Levantó la mirada hacía él y vio que sus hermosos ojos tenían un brillo divertido.

—Maldita sea — susurró mientras empezaba a calmarse.

—¿Has terminado ya preciosa? — Le preguntó el Lobo Negro — tenemos un asunto pendiente.

—No voy a darle nada.

El Lobo negro empezó a estrujarla con fuerza contra su musculoso cuerpo. Crystal apenas podía respirar, las sensaciones que sentía en su cuerpo cada vez eran mayores.

—¿Vas a darme el dinero o dejarás que yo te lo quite? — Dijo mientras le acariciaba el trasero — aunque estaría encantado de quistártelo yo — se acercó a su oído y susurró — su hermosos cuerpo me fascina.

Crystal se quedó helada al escucharlo y en ese momento supo que había perdido. Le entregaría el dinero que tenía encima, pero nada más.

—Demonio del infierno — gritó mientras le daba un pisotón con el tacón de su bota.

—¡Ay! — Lobo negro se agarró el pie dolorido y le lanzó una mirada fría — maldita mujer.

La cogió por los brazos y empezó a zarandearla.

—Debería darte una buena bofetada por esto — dijo mientras le daba un último zarandeo y la empujaba con fuerza.

Crystal cayó al suelo y lanzó un juramento poco digno de una dama. “Demonios, ¿quién podía comportarse como una dama con ese hombre?” se dijo mientras se levantaba y se frotaba el trasero dolorido.

Sacó el dinero del ridículo y se acercó a él con furia. Luego le tiró el dinero a la cara con furia. El desgraciado lo cogió y le hizo una reverencia.

—Ahora maldito canalla, lárgate.

Crystal estaba fuera de sí, no soportaba a ese hombre. Y no solo por como la irritaba, sino por lo que sentía cada vez que la tocaba.

El Lobo Negro se acercó a ella y le tocó el rostro con delicadeza. Deseó que ese gesto le repugnara, pero su cuerpo tembló de excitación. Dios, ya volvía a sentir lo mismo que antes, y sólo le había rozado el rostro.

—No me toques — dijo Crystal mientras le daba un manotazo a esa mano insolente.

Lobo Negro silbó dos veces. Por el recodo del camino apareció un hermoso corcel negro. El Halcón Plateado ya estaba montado en el suyo a la espera de su compañero.

—Ya nos volveremos a ver preciosa — dijo mientras se montaba en el caballo — estos encuentros los encuentro bastante divertidos y estimulantes.

Crystal escuchaba su risa mientras desaparecía en el bosque. “Maldito” se dijo con un gesto de furia.