Capítulo 1

Bedford, 1820

Ya habían pasado tres meses desde el asalto en el camino que la trajo a ese pueblo. Pero Crystal Werrington seguía recordando todo lo que sucedió como si hubieran pasado unas horas. En todo ese tiempo no había podido olvidar los ojos del bandolero, esos ojos oscuros, tan oscuros como la noche. No podía creer que lo hubiera desafiado de esa manera. Se había enterado por la gente del pueblo que eran unos bandidos muy conocidos tanto ahí como en Londres. La gente los llamaba el “Lobo Negro” y el “Halcón Plateado”.

Tenía miedo de que volvieran a encontrarse, pero por otro lado lo deseaba. No estaba muy segura de por qué, pero había sido fascinante desafiar a ese bandido. Tenía los ojos más hermosos que había visto nunca, y se imaginó que tendría que ser un hombre muy apuesto.

Cristal se desperezó e intentó quitarse de la cabeza esos inquietantes ojos oscuros. Entró Natalie para ayudarle a vestirse para el desayuno.

Natalie estaba con ella desde que embarcó en el puerto de Boston. Sus padres, después de ver que ella rechazaba a todos sus pretendientes decidieron enviarla a Inglaterra con sus tíos para ver si allí se refinaba un poquito más y conseguía comprometerse. Sus padres estaban desesperados porque su edad casadera se estaba pasando. Su madre Connie Werrington se había casado a los dieciocho años con Joseph Werrington y ella siempre le ponía su ejemplo. Como siempre que salía ese tema terminaban peleando.

Ha llegado un mensaje de Angie Soul para que la vaya a ver después de que desayune, milady — dijo Natalie devolviendo a Crystal al presente.

—Muy bien Natalie, termina de abrocharme el vestido por favor — otra vez volvieron esos ojos oscuros a su mente. Demonios, ¿no iba nunca a olvidarse de ese hombre? Se dijo así misma con un gesto ceñudo.

Cuando Natalie terminó de vestirla y arreglarle el cabello, Crystal bajó al comedor para desayunar. Allí se encontraba su tía Anne Richmond que estaba terminando de desayunar. Cristal le dio un beso y se sentó a su lado. Su tío Charles Richmond ya hacía un rato que se había ido a sus negocios.

Cristal y su tía tuvieron una conversación agradable sobre la aristocracia de Londres. A su tía le entusiasmada los cotilleos de la alta sociedad londinense y la tenía bien informada. También hablaron sobre la fiesta que se iba a celebrar esa noche en la mansión del conde de Lorach. Su hija iba a ser presentada en sociedad e iba a estar toda la flor y nata de Bedford y Londres. Angeline era muy amiga de lady Catherine, la hija del conde de Lorach, y le dijo que en la fiesta se la presentaría y que estaría segura de que se harían buenas amigas.

Cuando terminó de desayunar, Crystal le dijo a su tía que iba a casa de Angeline, que había quedado en ir a verla después del desayuno.

Lord Nicholas de Lorach, estaba sentado en el despacho de su padre tratando asuntos de negocios. Pero él apenas ponía atención, ya que todavía tenía en su mente a esa hermosa mujer que lo había desafiado hacía ya tres meses. No había vuelto a verla, la había buscado por el pueblo, y no había sabido nada de ella. Se imaginaba que aparecería en la fiesta que iba a dar su padre esa noche, ya que su dama parecía alguien importante. “Tengo que estar atento por si aparece” se dijo así mismo.

—Nicholas, ¿no me estás escuchando? — dijo lord Thomas de Lorach mientras sacudía a su hijo por un hombro.

—¿Qué? Lo siento padre, estaba algo distraído — dijo Nicholas mientras apartaba momentáneamente a esa mujer de su mente.

—Esto es bastante serio Nicholas — volvió a sentarse en su silla y miró a su hija con furia —la semana pasada esos dos volvieron a atacar.

—¿Quiénes padre?

—Quiénes van a ser, el Lobo Negro y el Halcón Plateado — Thomas se levantó y empezó a dar vueltas por el despacho furioso — ya tenían que haberlos atrapado.

Nicholas pensó que si su padre se enteraba de alguna manera de que él era el Lobo Negro le daría algo.

—Tranquilízate padre, tampoco es…

—No vayas a defenderlos Nicholas — dijo su padre con furia.

—No los estoy defendiendo padre, pero que yo sepa todavía no han matado a nadie…

—Pero muchos hombres y mujeres ya han perdido una fortuna por culpa de esos malditos bandoleros.

Nicholas iba a contestar, pero entró Linconl y le dijo a Nicholas que lord William de Wembling acababa de llegar.

—Está bien Linconl enseguida voy — dijo Nicholas mientras se ponía en pie y se dirigía hacia la puerta — ahora con tu permiso padre, voy a recibir a Will.

Thomas hizo un gesto con la cabeza y su hijo salió del despacho. William estaba esperando en la sala de estar. Subieron las escaleras y se encerraron en la biblioteca.

Nicholas fue a servirse un trago y le ofreció otro a su amigo. Will y él eran muy grandes amigos desde que eran unos niños. Habían estudiado en el mismo colegio, y eso los unió mucho más. No solo compartían una amistad, sino un gran secreto. Ellos dos eran los bandoleros más buscados en toda Inglaterra, y eso a los dos les agradaba. Su aventura de convertirse en unos bandoleros había sucedido hacía ya dos años. Sólo robaban dinero, nunca joyas y ese dinero era entregado a los más necesitados y a orfanatos. Esos niños necesitaban dinero para tener una vida más cómoda en ese lugar. Para ellos era una especie de diversión.

Nicholas recordaba una vez que incluso habían asaltado a su padre. No les habían reconocido y dio gracias al cielo por ello. Le había robado bastante dinero, pero no lo suficiente para que se quedaran arruinados. Tenían dinero de sobra para dar un poco a una buena causa sin que ello causara estragos en su patrimonio.

—¿Cómo van los preparativos para la fiesta de esta noche? — preguntó William una vez que Nicholas se sentó en un sillón.

—Bien, mi hermana está un poco nerviosa — dijo Nicholas pensando en su hermana Catherine. Sabía que esa noche iba a estar muy ocupada atendiendo a todos sus admiradores — mi padre parece cada vez más nervioso y furioso por los constantes asaltos en los caminos. Parece que el Lobo Negro y el Halcón Plateado van a tener que ser más cuidadosos la próxima vez.

—Bueno Nick, más cuidadosos no podemos ser — Nicholas se quedó mirando a su amigo y lo vio pensativo — la única vez que estuvieron casi a punto de atraparnos fue hace tres meses, cuando esa dama te desafió de esa manera.

—Sí, me acuerdo — ya le habían vuelto a recordar a esa hermosa mujer de ojos verdes — esa mujer se la verá conmigo la próxima vez que ella y el

Lobo Negro se encuentren.

Antes de que William pudiera decir nada más, tocaron a la puerta y entraron lord Michael y lord Andrew. Nicholas y William tuvieron que dejar el tema, ya que nadie sabía absolutamente nada sobre su secreto, ni siquiera sus amigos.