Capítulo 17
Londres, 1820
Crystal estaba tumbada en la cama que tenía en la casa de los amigos de sus tíos. No paraba de pensar en el beso que le había dado el Lobo Negro. Por dios, ¿cómo era posible que besara igual que Nicholas? Pero ya no sólo era la semejanza del beso, sino que su musculatura y su fuerza era la misma.
Se levantó de la cama de la cama y empezó a dar vueltas por la sala. Estaba intranquila, no sabía lo que pensar.
Por dios, sus ojos también eran los mismos. Y, ¿cómo había sabido que era ella la que viajaba en ese coche? Sólo sus tíos y Nicholas lo sabían. Por dios, tenía que ser él no había otra explicación. Por eso no quería acompañarla, tenía que asaltarla disfrazado del Lobo Negro. ¡Oh, maldito!
Y ahora, ¿qué tenía que hacer? Si lo denunciaba a las autoridades acabaría ahorcado.
Ese hombre se había estado riendo de ella, le había hecho creer que estaba enamorada de dos hombres distintos y era solo uno. Nicholas era un sinvergüenza, ¿cómo se atrevía a hacerle eso? ¡Ah! Pero se las haría pagar y con creces. Le seguiría el juego durante un tiempo.
Tenía que trazar un buen plan para que él mismo se descubriera. Crystal siguió dando vueltas por la habitación pensando en lo que podía hacer.
De pronto se le vino una idea a la cabeza, pero solo podía lograrlo cuando Nicholas se vistiera del Lobo Negro. ¿Se descubriría Nicholas si le dijera que amaba al Lobo Negro? No, él no se creería que se había enamorado del Lobo Negro, ¡era un bandido!
De pronto se encontró atrapada entre la pared y un musculoso cuerpo.
—Hola preciosa — era el Lobo Negro. Claro que ella sabía que era Nicholas. El acento era un poco distinto, pero su cuerpo, su olor... era el mismo —. Necesitaba verla.
—¿Por... por qué? — la verdad es que le temblaba un poco la voz de lo que le deseaba.
—Quizás para saber quién es ese Nicholas al cual nombraste — le dijo con furia apretándolo con fuerza.
¡Oh! ¿Cómo podía enfadarse si era él mismo? ¿Tendría celos de sí mismo?
—Bueno, es un hombre que me pretende — dijo mientras se apartaba de él. Ahora iba a empezar el juego.
—¿Lo amas?
Ja, que se cría que se lo iba a decir. Si creía que le iba a confesar su amor ya podía olvidarlo.
—Creía que lo amaba.
—¿Creías? — ahora parecía notar un tono de incredulidad en su voz.
—Sí, pero... — se quedó callada un momento y se apretó a él —. Bueno, quizás estuve furiosa contigo desde hace un tiempo, pero cuando me abrazas... y ahora ese beso... — se acurrucó entre sus brazos —. Al principio me pareció a los de Nicholas, pero después supe que no eran igual. Me agradan mucho más tus besos que los de Nicholas. Te amo a ti, no a él.
Pero, ¿de qué estaba hablando? Pero él era Nicholas. Por dios, ella eso no lo sabía. No podía ser que se hubiera enamorado de un bandido.
Él no quería que ella amase al Lobo Negro, sino a él mismo. Por dios, ¿en qué lío se había metido?
—Dijiste que me deseabas — le dijo Crystal mientras seguía abrazada a él —. ¿Me amas? Quizás pudiéramos casarnos.
¿Casarse? Por dios, Nicholas era el que se casaría con ella, no el bandido.
—No, no me casaré contigo preciosa — se suponía que no sabía su nombre —. Soy un bandido y...
—Pero, a mi no me importa.
—A mi sí — la apartó de sí—. Demonios...
—Entonces, tendría que casarme con Nicholas.
Sí, menos mal. Eso era lo que tenía que hacer.
—Lo que pasa es que no amo a Nicholas y no creo que pueda... — ¿qué no pueda qué? Maldita sea y él que creía que lo amaba —. Bueno... dejar que me tocara.
Su furia iba cada vez más en aumento. No era capaz de decir ni una solo palabra más. Por lo menos ya sabía que no le había reconocido.
Se acercó a ella y la sujetó con fuerza.
—Yo no te amo — empezó a acariciarle —. Sólo te deseo como cualquier otro hombre te desearía. ¿Qué quieres mi dama desafiante? Quizás podamos revolcarnos un rato, pero que quede claro que al día siguiente yo ya tendré a otra mujer.
El rostro de Crystal se enrojeció de furia y le dio una buena bofetada.
Dios, ¿por qué le hacía eso? Desde que se conocieron no había dejado de mentirle y mortificarla con su descaro. Esto no podía funcionar, debía quitarle esa mascara.
Justo cuando el Lobo Negro iba a salir por la ventana ella habló.
—¿Por qué me haces esto? — le dijo con lágrimas en los ojos.
—Cásate con tu Nicholas — le dijo con furia.
—Claro que lo haré si él me acepta — salió corriendo hacía la ventana y lo abrazó con fuerza —. Te amo tanto.
—¡Maldita sea! Ya te he dicho...
—Calla y bésame Nicholas — le dijo mientras lo besaba con fuerza.
—¿Qué? — el Lobo Negro la apartó de sí y la miró con extrañeza.
—¡Oh vamos,
Nicholas! — le dijo Crystal mientras le quitaba la máscara —. Es imposible confundir tus besos.
¡Maldición! Todo ese tiempo había estado jugando con él. Se apartó de la ventana y se sentó en la cama mientras se tapaba el rostro con las manos.
—Nicholas, ¿por qué...? — Nicholas vio a Crystal sentada en una butaca y lloraba desconsoladamente.
—Crystal... — Nicholas se levantó de la cama y se acercó a ella, la cogió entre sus brazos y empezó a besarla por todo el rostro.
—¿No sabes lo peligroso que es todo esto? — le preguntó con miedo —. Si te descubren te ahorcaran...
—No tiene por qué pasar si tú...
—No lo entiendes Nicholas — le cogió el rostro entre sus mano —. Yo te amo, jamás te descubriría. Pero otro pueden hacerlo. Tienes que dejar esto, sé que lo hacer por una buena causa, pero imagínate cómo afectaría a tu hermana y a tu padre.
—Lo sé — Nicholas se levantó y se dirigió a la ventana para recoger la máscara —. Pero la gente pobre y los niños de los orfanatos necesitan al Lobo Negro y al Halcón Plateado.
—Hay otras maneras — se acercó a él y lo abrazó por atrás —. Tu padre tiene mucho dinero y podría hacer donaciones, al igual que otros muchos nobles.
Nicholas sabía que Crystal tenía razón, pero lo más probable es que ninguno de esos nobles diera ni un penique por esos niños. Claro que él podía hacerlo, pero el problema es que necesitaba el permiso de su padre y eso era lo más complicado.
—No creo que esos nobles estén dispuestos a desprenderse de parte de su herencia para dárselas a la gente que no conocen ni les importan — Nicholas se separó de ella y volvió a colocarse la máscara para salir por la ventana.
—Eso no lo sabes a ciencia cierta — le dijo Crystal mientras le agarraba por el brazo —. Puedes empezar por tu padre, seguro que él si coopera.
—Puede ser — Nicholas estaba muy poco convencido —, pero no es suficiente.
Se desprendió de nuevo de ella.
—Tengo que irme — le dijo mientras se colaba por la ventana —. Ven mañana a mi casa y hablaremos.
Salió por la ventana y se perdió en la negrura de la noche.
Crystal no pudo dormir en toda la noche pensando en todo lo que había ocurrido. Nicholas estaba en peligro, al igual que su acompañante. Se quedó un rato pensativa preguntándose quién se escondería detrás de la máscara del Halcón Plateado. Tenía que ser un buen amigo de Nicholas para poder ocultar ese secreto tan grande.
¡William! Dijo Crystal de pronto mientras se incorporaba de golpe. Claro, William era el Halcón Plateado. Por dios, el hijo de un conde y el de un duque. Sería realmente escandaloso si lo descubrían, sus familias caerían en desgracia, por no decir que a Nicholas y a William los colgarían por bandidos.
Tenía que convencer a Nicholas para que dejara de robar. Al día siguiente iría a verle y le aclararía las cosas.
Al día siguiente se dirigió a la casa de Nicholas para hablar seriamente del problema. Tenía que convencerlo a toda costa, no quería ver a Nicholas en la horca.
Cuando el mayordomo le abrió le dijo que Nicholas se encontraba en la biblioteca.
Crystal se dirigió hacia allí, y cuando abrió la puerta encontró a Nicholas besándose con una hermosa mujer. Le parecía conocida y de pronto se acordó de que era lady Charlotte.
Se dirigió hacia él con furia, lo apartó de ella y le dio una buena bofetada.
—¡Maldito sinvergüenza! — le espetó con fiereza —. Nunca debí creer en ti.
—¡Maldita sea Crystal! — Nicholas intentó retenerla, pero ella se escabulló — ¡Harris, no la dejes salir!
De pronto Crystal se vio sujeta por unos fuertes brazos.
—¡Suélteme!
—No la sueltes Harris — le dijo Nicholas mientras arrastraba a Charlotte hacía la puerta —. Te dije que no quería nada contigo. Lo nuestro se ha acabado y espero que te quede claro.
Crystal seguía forcejeando contra el mayordomo. Quería irse de allí y llorar tranquilamente en su habitación. Por dios, le había dolido tanto ver a Nicholas besándose con otra.
Cuando se cerró la puerta detrás de Charlotte, Nicholas la llevó arrastrando hasta la biblioteca y cerró la puerta tras de sí.
—¡Suéltame! — cuando Nicholas la soltó se dirigió corriendo hacía la puerta, pero vio con frustración que no estaba la llave.
—¿Buscas esto? — le dijo Nicholas a su espaldas. Crystal se dio la vuelta y vio que tenía las llaves en sus manos.
—Dame la llave — dijo mientras se acercaba a él con furia —. Déjame salir de aquí. Eres un maldito sinvergüenza, y yo que pensaba que empezabas a quererme.
Cuando estaba cerca de él, la cogió por la cintura y la abrazó con fuerza contra su cuerpo.
¡Maldita sea! Ahora tenía que convencerla de que era a ella a quién amaba, que fue Charlotte la que le besó. Sabía que no iba a ser muy fácil.
—Por dios Crystal — Nicholas empezó a darle pequeños besos por todo el rostro —. Te amo a ti, solo a ti.
—Mientes — Crystal tenía los ojos llenos de lágrimas.
—No pequeña, no miento.
Una vez dicho esto empezó a besarla con pasión. Vio que ella intentaba resistirse, pero poco a poco fue entregándose a ese maravilloso beso.
Empezó a desnudarla lentamente para no asustarla. Una vez que estuvo desnuda la tumbó de espaldas en la alfombra que había cerca de la chimenea.
En todo ese rato no dejó de besarla un solo instante. En pocos segundos él también se desprendió de su ropa y empezó a hacerle el amor.
—Nooo... — Crystal intentaba apartarse, pero sus esfuerzos eran inútiles.
—Tranquila preciosa — le dijo Nicholas mientras le acariciaba entre las piernas —. No voy a hacerte daño.
Cuando la penetró, Crystal lanzó un pequeño grito y empezó a empujarle para que se apartara.
Nicholas la besó con pasión mientras se quedaba quieto en su interior. Cuando notó que ella empezaba a disfrutarlo, empezó a moverse dentro de ella con lentitud.
Cuando llegó a lo más alto, Crystal lanzó un pequeño grito y le clavó las uñas en los hombros de Nicholas. Al poco notó que él también caía exhausto sobre su cuerpo.
—Me estás aplastando — le dijo mientras lo empujaba por los hombros.
Nicholas se incorporó descansando su peso sobre los codos.
—¿Estás bien? — le preguntó Nicholas mientras le acariciaba con dulzura el cabello.
—Si — había sido algo maravilloso, pero todavía recordaba el beso que le había dado a Charlotte —. Ahora podrías quitarte de encima.
Nicholas se apartó y lanzó un gran suspiro mientras se sentaba. Crystal se levantó y empezó a vestirse para irse de allí.
—Todavía estás enfadada — no era una pregunta, sino una afirmación.
Crystal se paró frente a él con las manos en las caderas y con una mirada furiosa.
—Por supuesto que sigo enfadada — le dijo Crystal —. Vengo aquí para hablar contigo de lo que tú y yo sabemos y te encuentro besándote con esa mujer.
—¡Maldita sea mujer! — Nicholas se acercó a ella y la abrazó con dulzura —. Ya no tengo nada con esa mujer. Fue ella la que me besó, yo solo quería decirle que se había acabado, pero ella no quería escuchar y fue justo en ese momento cuando ella me besó y tú entraste por esa puerta.
—¿Cómo sé que es cierto lo que dices y no una mentira? — le preguntó Crystal.
—Porque te amo, y no creo que me perjudicara a mí mismo. Tarde o temprano todo se sabe — le dijo mientras le daba un pequeño beso en los labios.
Crystal se separó de él y pensó en lo que había venido a decirle.
—Eso me recuerda que había venido a para hablar sobre el
Lobo Negro y el Halcón Plateado.
Nicholas empezó a vestirse con calma. Por dios, Crystal estaba impacientándose. Quizás fuera verdad todo lo que le había dicho. Le decía que le amaba y le había hecho el amor de una forma tan dulce.
—William y tú debéis dejar de hacer esto — Crystal se acercó a él y le miró con preocupación —. Como tú has dicho, tarde o temprano todo se llega a saber.
Nicholas se la quedó mirando un rato. ¿Cómo se había enterado de que William era el Halcón Plateado? Parecía ser que su dama era bastante inteligente.
—Me encanta que te preocupes por mí — se acercó a ella y la besó compasión —. Siempre hemos tenido mucho cuidado. La única vez que estuvieron a punto de atraparnos fue cuando una hermosa dama me desafió.
Nicholas vio con alegría como se sonrojaba Crystal.
—Umm, me encanta verte sonrojada — le dijo mientras le daba otro pequeño beso y la soltaba.
—¡Maldita sea! — Nicholas se volvió sorprendido. Era la primera vez que escuchaba maldecir a su dama —. Tienes que dejarlo Nicholas. Mañana vuelvo a Bedford y quiero que William y tú vengáis con nosotras.
—Crystal...
—No, no voy a dejar que vuelvas a asaltar a nadie — le dijo con los ojos llenos de lágrimas.
—Está bien — Nicholas la cogió entre sus brazos —. Iremos con vosotras, pero no llores más. No soporto verte llorar, me hace daño verte sufrir.
Crystal se separó de él y se secó las lágrimas del rostro.
—Entonces mañana nos veremos — fue a abrir la puerta para salir, pero recordó que no tenía la llave.
De pronto Nicholas estuvo a su lado para abrirle la puerta.
—Crystal — la cogió por el brazo y le hizo que le mirara —. Me crees lo de Charlotte, ¿verdad?
Nicholas rezó para que siguiera confiando en él. Sabía que ella le amaba y que por eso le había dolido tanto el beso.
—Sí, supongo que debo creerte — Crystal salió de la biblioteca con Nicholas pisándole los talones.
—¿Debes? No preciosa, tienes que creerme — la cogió justo cuando iba a salir de la casa y la besó con pasión —. Te amo, y sé que tú también me amas. Jamás te haría daño y por nada del mundo haría nada por perderte.
—Está bien, te creo — le dijo mientras le sonreía con dulzura.
Nicholas volvió a la biblioteca bastante contento.
Crystal se encontró con William al salir de la casa.
—Hola Crystal, ¿cómo estás? — le preguntó con una sonrisa en los labios.
—Bien — no pensaba decirle que sabía quién era, ya se encargaría Nicholas de decírselo —. Mañana Nicholas y tú nos acompañareis a Angeline, a Catherine y a mí a Bedford.
—¿Te lo ha dicho Nicholas? — parecía bastante sorprendido.
Se imaginaba que William pensaba que Nicholas las atacaría de camino a Bedford y por eso estaba tan sorprendido.
—No, se lo he pedido yo y ha accedido — dijo mientras se montaba en el coche —. Nos vemos mañana William.
Crystal se alegraba de haber dejado sin habla a William. Seguro que en ese momento estaría hablando con Nicholas en la biblioteca éste le estaría contando que ella lo sabía todo.