Capítulo 18
—¡Maldita sea! — William se paseaba de un lado a otro de la biblioteca — ¿Crees que nos delatará?
—No, no lo creo.
William había llegado a la biblioteca pidiendo a Nicholas que le contara por qué Crystal le había dicho que iba a viajar con ellas. En ese momento tuvo que decirle que sabía toda la verdad.
—¿Por qué estás tan seguro?
—Porque me ama y no creo que quiera verme colgado de una cuerda — le dijo mientras intentaba que se calmara.
—Bueno, pero ¿qué pasa conmigo? — William terminó sentándose en la silla que había junto al escritorio.
—No te preocupes, no nos delatará a ninguno de los dos — le sirvió un whisky y se sirvió él otro —. Por lo pronto ya no podremos asaltar a nadie mañana.
—Eso no importa, lo único que importa es que no nos delate.
Siguieron hablando un rato más sobre el asunto y después cambiaron de tema y pasaron a cosas menos importantes.
Crystal estaba sentada tomando el té junto a sus amigas en la casa de los amigos de su tío.
—Pues resulta ser que me he encontrado con Andrew aquí — dijo Angeline con un suspiro —. Parece ser que no deja de seguirme y yo...
En ese momento Angeline guardó silencio. Crystal quería saber lo que iba a decir a continuación.
—¿Y...?
—Vamos Angeline termina de contar — dijo Catherine con desesperación.
—Es que... — se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas —... me estoy enamorando de él.
En ese momento Angeline empezó a llorar desconsoladamente. Crystal y Catherine se acercaron a ella y la abrazaron con dulzura.
—¡Oh Angeline! — Crystal sabía lo que era amar a una persona y sabía perfectamente cómo se sentía —. Sé cómo te sientes.
—Pero Nicholas te corresponde — dijo Angeline entre sollozos —. Tú misma lo dijiste. Andrew no me ama.
En eso tenía razón, ella había tenido la suerte de que Nicholas también la amara.
—No te preocupes, seguro que con el tiempo llegará a amarte.
—No lo creo — Angeline empezó a calmarse —. Andrew es un libertino empedernido, le gustan todas las mujeres.
Crystal había escuchado en una ocasión que los libertinos empedernidos como Andrew o como Nicholas cuando se enamoraban de corazón llegaban a ser los hombres más fieles.
—Lo que tienes que hacer es enamorarlo — dijo Crystal con determinación —. Cuando se enamore de ti, serás la única mujer del mundo para él.
—Pero, ¿cómo lo hago? — preguntó Angeline.
—Sigue como hasta ahora — Crystal se sentó a su lado y le cogió las manos con dulzura —. Hazle sufrir, hazle ver que no te interesa.
—Coquetea con otros hombres delante de él — dijo Catherine de pronto. Eso a ella le había dado resultado para que William se le declarara —. Seguro que eso funcionará.
—Eso es, tienes que darle celos.
—Pero eso solo funcionaría si Andrew sintiera algo por mí — dijo Angeline con tristeza.
Crystal se quedó un rato pensativa. Tenía que poner a prueba a Andrew. Quizás podían celebrar algún baile e invitar a todos los jóvenes solteros. Angeline coquetearía con todos delante de él, y así quizás podría conseguirlo.
—Creo que tengo una buena idea — dijo Crystal de pronto —. Catherine tienes que convencer a tu padre para que celebre un baile y que invite a todos los jóvenes solteros de la región y de los alrededores.
Se hizo un silencio largo mientras las otras dos intentaban comprender lo que su amiga quería decir.
De pronto Catherine se puso de pie, había comprendido el plan de su amiga.
—Claro, y Angeline coquetearía con todos delante de Andrew — empezó a dar vueltas por la sala entusiasmada con la idea —. Entonces él, si siente algo por ella, se pondrá celoso y la apartará...
—Esperad un momento — Angeline no estaba segura del plan —. Andrew no siente nada por mí, no le importará que yo coquetee con otros.
—Ya lo veremos.
Crystal estaba casi segura de que su plan iba a funcionar. Las veces que había visto a Andrew en los bailes, le había dado la impresión de que la única mujer que le interesaba en el baile era Angeline. Y claro está eso solo podía significar que Andrew sentía algo por ella.
Al día siguiente iban todos en el coche que los llevaría de regreso a Bedford. Cada uno iba pensando en sus cosas.
Crystal iba pensando en el baile, y en la pareja de enamorados que se iba a formar en ella. Pero también tenía conciencia de Nicholas que iba sentado frente a ella, y que le miraba con gran intensidad.
—¿Creéis que esos bandidos nos atacaran hoy? — preguntó de pronto Angeline rompiendo el silencio.
Crystal miró a su amiga y le sonrió con dulzura.
—Estoy segura de que esta vez nadie nos molestará — le dijo con suavidad —. Además, ahora tenemos a dos hombres que nos protejan.
—Eso es verdad.
Crystal miró a Nicholas y vio que la miraba con una ceja alzada.
Catherine estaba contenta de que William estuviera allí con ella. Aunque sabía que no se podían besar y abrazar, se sentía muy a gusto. También estaba contenta de que su hermano estuviera allí, quizás él podría ayudarla para convencer a su padre de celebrar el baile.
—Nicholas — cuando su hermano se volvió hacía ella, volvió a hablar — ¿Crees que a papá le molestaría celebrar un baile en los próximos días?
—Umm, ¿para qué quieres celebrar un baile? — le preguntó con una sonrisa —. ¿Acaso no tuviste bastantes pretendientes la vez pasada?
Catherine se puso roja y se miró las manos que las tenía entrelazadas en el regazo.
—No es por eso, es que...
—Ja, ja, ja — Nicholas se echó a reír con fuerza —. No te preocupes hermanita haremos ese baile.
—¿De verdad? — Catherine levantó la cabeza esperanzada.
—Claro que sí — de pronto Nicholas dejó de mirarla y miró atentamente a Crystal —. Creo que en ese baile sería el momento justo para anunciar nuestro compromiso.
Crystal se lo quedó mirando con el ceño fruncido.
—Y, ¿a ti quién te ha dicho que quiero comprometerme contigo? — le preguntó.
Nicholas se inclinó ante ella y le dio un pequeño beso en los labios.
—Porque los dos nos amamos — dijo mientras le sonreía con dulzura —. Y porque sino empezaré a ponerme pesado, y cada hombre que se acerque a ti recibirá un buen puñetazo para que sepan que me perteneces — una vez dicho esto volvió a darle un beso en los labios.
—¡Oh! — Crystal se había sonrojado a más no poder, sabía que todos los que había allí se habían enterado —. Está bien, si te pones así.
—Estupendo.
Nicholas volvió a sentarse en su sitio con una gran sonrisa en el rostro.
—¡Genial! — Catherine abrazó a Crystal con dulzura —. Me va a encantar tenerte como cuñada. Aunque más que cuñadas seremos como hermanas.
—Sí, yo también estoy contenta.