XI

Significado práctico del conocimiento de nosotros mismos.

El hombre moderno es el resultado de su medio, de los hábitos de vida y de los pensamientos que la sociedad le ha impuesto. Ya sabemos cómo afectan estos hábitos nuestro cuerpo y nuestra conciencia. También sabemos al presente cuan imposible nos es acomodarnos sin degenerar al medio creado en torno nuestro por la tecnología. No es la ciencia la responsable de nuestro estado actual. Somos nosotros los culpables, porque no hemos sabido distinguir lo permitido de lo prohibido. Hemos hecho frente a las leyes naturales, cometiendo así el pecado supremo, el pecado que siempre y fatalmente es castigado. Los dogmas de la religión científica y de la moral industrial han caído ante la realidad biológica. La vida concede siempre la misma respuesta a los que le piden lo que está prohibido: los debilita. Y las civilizaciones se hunden. Las ciencias de la materia inerte nos han conducido a un país que no es el nuestro. Hemos aceptado ciegamente cuanto nos han ofrecido. El individuo se ha tornado estrecho, especializado, inmoral, ininteligente, incapaz de dirigirse a sí mismo y de dirigir sus instituciones. Pero al mismo tiempo las ciencias biológicas nos han revelado el más precioso de los secretos: las leyes del desarrollo do nuestro cuerpo y de nuestra conciencia. Es este conocimiento que nos da el medio de renovarnos. En tanto que las cualidades de la raza se mantengan intactas, la fuerza y la audacia de nuestros antepasados podrá despertarse en los hombres modernos. Pero ¿serán éstos capaces de desearlo hasta conseguirlo?

La incognita del hombre
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