III
Es preciso desarrollar una ciencia verdadera del hombre.- esta es más necesaria que las ciencias mecánicas, físicas y químicas.- Su carácter analítico y sintético.
En suma, la crítica de los conocimientos que poseemos nos proporciona nociones positivas y numerosas. Gracias a estas nociones, podemos hacer un inventario completo de nuestras actividades. Este inventario nos permitirá construir esquemas más ricos que los esquemas clásicos.
Pero el progreso así obtenido no será muy grande. Es preciso ir más lejos y edificar una ciencia verdadera del hombre. Una ciencia que, con ayuda de todas las técnicas conocidas, haga una exploración más profunda de nuestro mundo interior, y realice también la necesidad de estudiar cada parte en función del conjunto. Para desarrollar una ciencia tal, sería necesario, durante algún tiempo, alejar nuestra atención de los progresos mecánicos, y aun en cierta medida, de la higiene clásica, de la medicina, y del aspecto puramente material de nuestra existencia. Cada cual se interesa en lo que aumenta la riqueza y el confort, pero nadie se da cuenta de que es indispensable mejorar la calidad estructural, funcional y mental de cada uno de nosotros. La salud de la inteligencia y de los sentimientos afectivos, la disciplina moral y el desarrollo espiritual son tan necesarios como la salud orgánica y la prevención de las enfermedades infecciosas.
No existe ninguna ventaja en aumentar el número de las invenciones mecánicas. Quizás, incluso, sería conveniente dar menos importancia a los descubrimientos de la física, de la astronomía y de la química. Ciertamente, la ciencia pura no nos aporta jamás directamente el mal. Pero se torna peligrosa cuando, por su belleza fascinadora, encierra por completo nuestra inteligencia en la materia inanimada. La humanidad debe hoy día concentrar su atención sobre sí misma y sobre las causas de su incapacidad moral e intelectual. ¿A qué aumentar el confort, el lujo, la belleza, la grandeza y la complicación de nuestra civilización si nuestra, debilidad no nos permite dirigirla? - Es realmente inútil continuar la elaboración de un modo de existencia que trae consigo la desmoralización y la desaparición de los elementos más nobles de las grandes razas. Valdría más ocuparnos de nosotros mismos que construir enormes telescopios para explicar la estructura de las nebulosas, fabricar barcos rapidísimos, automóviles de un confort supremo, radios maravillosas. ¿Cuál será el progreso verdadero que lleguemos a obtener cuando los aviones nos transporten en escasas horas a Europa o a la China? ¿Es acaso necesario aumentar sin cesar la producción, a fin de que los hombres consuman una cantidad más y más grande de cosas inútiles? No son las ciencias mecánicas, físicas y químicas las que nos aportarán la moralidad, la inteligencia, la salud, el equilibrio nervioso, la, seguridad, la paz.
Hace falta que nuestra curiosidad se encamine por rutas diferentes a aquellas por donde hasta ahora ha marchado. Debe dirigirse de lo físico y de lo fisiológico hacia lo mental y lo espiritual. Hasta el presente, las ciencias de las cuales se, ocupan los seres humanos, han limitado su actividad sólo a, ciertos aspectos de ellas mismas. No han logrado sustraerse a la influencia del dualismo cartesiano. Han estado dominadas por el mecanicismo. En filosofía, en higiene, en medicina, lo mismo que en el estudio de la pedagogía o de la economía política y social, la atención de los investigadores ha sido atraída sobre todo por el aspecto orgánico, humoral o intelectual del hombre. No se ha detenido en su forma afectiva y moral, en su vida interior, en su carácter, en sus necesidades estéticas y religiosas, en el “substratum” común de los fenómenos orgánicos y psicológicos, en las relaciones profundas del individuo y de su medio mental y espiritual. Hace falta, pues, un cambio radical de orientación. Ese cambio exige, a la vez, especialistas dedicados a las ciencias particulares que se han dividido nuestro cuerpo y nuestro espíritu, y sabios capaces de reunir, en conjunto, los descubrimientos de los especialistas. La ciencia nueva debe progresar, por un doble esfuerzo de análisis y de síntesis, hacia una concepción del hombre bastante completa y simple para servir de base a nuestra acción.