Chiesa di Santa Fosca, Torcello.
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En la bucólica isla de Torcello viven más ovejas que hombres (unos 14) y, de no ser por los soberbios mosaicos de la Basilica di Santa Maria Assunta, difícilmente podría imaginarse que en su día fue una importante ciudad bizantina de 20 000 habitantes. Hoy reina la calma y los patos salvajes campan a sus anchas ajenos a que, en tiempos, Atila instaló aquí su trono de piedra y Hemingway venía de caza.
Indispensable
Mosaicos de la Basilica di Santa Maria Assunta
No hay que dejarse engañar por el sereno exterior de esta basílica (fundada en el 639 y reconstruida hacia el 1008) a rebosar de apasionantes historias contadas a través de vívidos mosaicos. Dentro, la Virgen se eleva sobre amapolas en el ábside este, mientras que una representación del Juicio Final se alza amenazadora en el muro oeste.
La civilización bizantina en el Museo di Torcello
Las reliquias del apogeo bizantino de
Torcello (ss. XII-XI) se muestran en el Museo di Torcello (
041 73 08
75; Piazza Torcello; adultos/reducida 3/1,50 €, con catedral incl.
8/5 €;
10.30-17.00 ma-do
abr-oct, hasta 17.00 nov-mar;
Torcello), alojado en el Palazzo del
Consiglio, del s. XIII. Los exquisitos fragmentos de mosaicos aquí
expuestos prueban el nivel de maestría aquí alcanzado; la planta
superior contiene objetos grecorromanos de la civilización perdida
de Altinum. Junto a la entrada se halla el desgastado trono de
piedra que supuestamente ocupó Atila en el s. V.
Santuario dedicado a una joven rebelde en Santa Fosca
En la Chiesa di Santa Fosca (
10.00-16.30;
Torcello), del s. XII, se rinde homenaje
a una joven romana criada en Libia que se convirtió al cristianismo
a los 15 años. Fuera de sí, su padre mandó que la arrestaran, pero
un ángel espantó a los soldados. Pese a todo, la joven se entregó
sin resistencia, a sabiendas de que la torturarían hasta la muerte.
En el 655, un marino veneciano llamado Vitale trajo los restos de
Fosca a Torcello, y aquí es donde siguen.