Causas y remedios. Libro de medicina compleja
«La obra de Hildegarda de Bingen (1098-1179) es inmensa y variada…: sus visiones del universo, el hombre en el centro de ese universo creado, la expresión musical y poética de sus setenta o más sinfonías, y la riqueza de su correspondencia, que es testimonio de la confianza que le dispensaron las autoridades religiosas y los poderosos seculares de aquel entonces. Habría que añadir a esto otras actividades digamos marginales, como la elaboración de una curiosa lingua ignota, un idioma y un alfabeto nuevos que intentó crear, quizá ayudada por las religiosas de su entorno, y que la llevó a particulares y bastante extrañas elucubraciones. Al ocuparse de cosas así, Hildegarda demuestra tener un espíritu inventivo fuera de lo común, que en cierto modo puede parecer incluso un poco fútil, pero que constituye también un afán por la búsqueda muy propio de su tiempo; esa época en la que, en Francia, Abelardo hablaba de sus estudios como de una inquisición permanente. El término inquisición significaba entonces búsqueda, pregunta, investigación, y no se había manchado todavía con la connotación que tomará a finales del siglo XIII. »Dentro de esta vida tan fecunda es necesario también hacer un aparte para otras actividades que se salen claramente de lo que es el marco habitual de los estudios y preocupaciones propios de una existencia dedicada a la plegaria. No se conocen más que dos trabajos de medicina que hayan sido realizados en Occidente en el siglo XII, y los dos son obra de Hildegarda. Ella, con los conocimientos que se tenían en aquella época en Alemania, escribió dos tratados verdaderamente enciclopédicos, uno de medicina y otro de ciencias naturales. Dentro de la obra de una mística visionaria, a la que nos es más fácil imaginar perdida en la contemplación del más allá, ambos trabajos resultan, reconozcámoslo, de lo más inesperado... El propósito de Hildegarda... sobrepasa el de la simple descripción, pues ella establece relaciones entre los productos de la naturaleza y los seres humanos, y busca los conocimientos relativos al hombre, a su equilibrio y a su salud. Sin duda es este aspecto medicinal del legado de Hildegarda el que más ha contribuido a darla a conocer... »Al abordar los distintos capítulos de la Physica o de la Medicina compleja, el lector moderno tiene que estar atento a algunas sorpresas que en ellos le esperarán. Primero deberá acostumbrarse a algunos términos para nosotros desconcertantes, como por ejemplo los que permiten una especie de somera clasificación de las plantas según un temperamento, un carácter, presente en el vegetal lo mismo que en una persona. También está la calidad cálida o fría, seca o húmeda de cada elemento, primera clasificación que se remonta, por lo demás, a los esquemas aristotélicos. A estos conceptos Hildegarda añade una noción de su propia invención…, la viriditas, ese vigor, esa fuerza de vitalidad que lleva en sí la savia que circula por las plantas, a la cual hace referencia, evidentemente, cuando haba de los vegetales, pero también a propósitos de otros seres vivientes... »En cambio, en otras cuestiones el lector moderno encontrará muchas afinidades con las observaciones de Hildegarda. En efecto, hoy empieza a difundirse una cierta valorización de la medicina natural, a través de la cual algunos buscan una visión de conjunto frente a la multitud de especialidades a las que ha llevado una ciencia médica muy desarrollada y, ciertamente, eficaz. Por eso sorprende el deseo de equilibrio que impregna toda la obra de Hildegarda, que está atenta tanto a los estados anímicos del hombre como a sus malestares corporales, sin separar casi los unos de los otros… Nos encontramos con la preocupación de curar no tanto la enfermedad como al enfermo, con la atención puesta en los comportamientos como efectos de un desajuste interior, con la idea de que la belleza y la armonía son absolutamente necesarias para el buen y completo desarrollo del ser humano.»