Para atrapar a un asesino, tienes que pensar como uno.La agente del FBI Sophie Anderson había aprendido a penetrar en las mentes perturbadas de los asesinos en serie, a entender sus impulsos depravados y sus deseos enfermizos, a atraparlos antes de que aumentara el número de víctimas.Sophie se había mudado recientemente desde Australia, y empezaba a sentirse cómoda en Quantico. Se estaba convirtiendo en la criminóloga más destacada del FBI, había entablado una buena amistad con la agente Samantha Wright, y empezaba a sentir algo más que afecto por el agente Josh Marco.El único problema eran las pesadillas... aunque las horribles imágenes no eran simples sueños, sino intensas visiones como las que sufrió de pequeña cuando secuestraron a su hermano.Cuando algunos espeluznantes detalles que aparecieron en sus sueños concordaron con fotografías de crímenes recientes, le contó a Sam lo que sucedía, y sus visiones ayudaron a que la investigación avanzara. Pero cuando secuestraron a Sam, Sophie tuvo que confiar en sus visiones de una vez por todas, y aprender a usarlas. No pudo hacer nada por su propio hermano, pero quizás pudiera rescatar a Sam... y salvarse a sí misma.<

El pez que no quiso evolucionar es el primero de una serie de relatos que describen distintos aspectos de la vida en la empresa. A través de sus páginas podemos sentirnos identificados y reflexionar junto al autor acerca de una serie de circunstancias que hacen que nuestros trabajos sean menos satisfactorios y el rendimiento de las empresas menos competitivas. Escrito en forma de breves ficciones, reflexiones, consejos y anécdotas, cada capítulo del libro nos sumerge en un tema simple y a veces obvio, que no siempre sabemos ver. En conjunto, conforman una lectura agradable, divertida y ágil de la cual todos pueden sacar importantes aprendizajes. Francisco Muro es socio fundador de la consultora Otto Walter, especializada en el comportamiento de directivos y vendedores. Es un apasionado por el mundo empresarial y tanto él como la consultora que dirige han ayudado a miles de profesionales en su labor cotidiana.<

Los seres humanos —piensa el gato— tienen una irremediable tendencia a entender las cosas al revés. Por ejemplo, si ven un libro que se titula Lo que aprendemos de los gatos, probablemente creerán que trata de lo que los humanos pueden aprender acerca de los gatos, para conocerlos mejor (cosa que, dicho sea de paso, tampoco estaría de más); sin embargo, para cualquiera que sea capaz de pensar con claridad, resulta evidente que Lo que aprendemos de los gatos significa otra cosa: lo que los humanos pueden aprender a partir de los gatos, es decir, lo que los gatos pueden enseñarles. Este tipo de errores se producen porque los humanos parten de la absurda creencia de que son animales superiores, cuando todo el mundo sabe que los animales superiores son los gatos. Los gatos —piensa la autora de este libro— tienen mucho que enseñarnos, pero para ello hace falta que estemos atentos y dispuestos a aprender. Son cariñosos, pero nunca sumisos, así que nos enseñan a pactar nuestra convivencia día a día. Confiados sólo si sabemos ganárnoslos poco a poco, ejercitando la virtud de una conquista paciente. Domésticos e independientes, como fieras aclimatadas a nuestro hábitat. Los creemos indefensos, pero en realidad están mucho más preparados para sobrevivir que nosotros. Bajo su piel de seda se ocultan las garras de una fiera y un cuerpo atlético envidiable. Y, cuando los vemos jugar, exhibiendo su magnífica forma física, o dormir plácidamente sobre nuestro sillón favorito (sí, ese sillón donde los gatos nunca nos dejan sentarnos) envidiamos también su capacidad para vivir intensamente ese instante; sin atormentarse, como hacemos nosotros, por un pasado que ya no existe y un futuro que tal vez no llegue. Un libro que es una joya para cualquier buen lector, y desde luego absolutamente indispensable para todos los amantes de los gatos.<

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