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Tras la muerte de su padre en el Titanic y sortear a los nazis, Peggy Guggenheim invirtió su fortuna heredada en cambiar la historia del arte desde su palaciego hogar junto al Gran Canal, el Palazzo Venier dei Leoni, donde aguardan las obras surrealistas, futuristas y del expresionismo abstracto de unos 200 artistas vanguardistas incluidos Max Ernst (exmarido de Peggy) y Jackson Pollock (uno de sus muchos supuestos amantes).
Indispensable
Colección modernista
Peggy Guggenheim huyó de París dos días antes de la invasión nazi, y desafió los preceptos sociales y artísticos establecidos. Engrosó su colección dando cabida a piezas de arte popular y de artistas como Kandinsky, Picasso, Man Ray, Rothko, Mondrian, Joseph Cornell o Dalí.
Vanguardismo italiano
Al poco de su llegada a Venecia, en 1948, Peggy se erigió en una vivaz defensora del arte contemporáneo italiano, en parte a la deriva desde el ascenso de Mussolini y los políticos partisanos de la II Guerra Mundial. Su apoyo se tradujo en la reevaluación de Umberto Boccioni, Giorgio Morandi, Giacomo Balla, Giuseppe Capogrossi y Giorgio de Chirico. Ayudó también a artistas locales como Emilio Vedova y Giuseppe Santomaso. Siempre controvertida, Peggy daba a los gondoleros de qué hablar con la escultura que decoraba su embarcadero al Gran Canal: El ángel de la ciudad (1948), de Marino Marini, que representa a un hombre de bronce desnudo a caballo visiblemente excitado.
Jardín escultórico
Las obras del palacio de Peggy no se completaron, pero eso no impidió que rellenara cualquier hueco con arte. Su jardín depara esculturas en bronce de Henry Moore, Alberto Giacometti y Constantin Brancusci, además del Árbol de los deseos de Yoko Ono y una reluciente pieza de granito negro obra de Anish Kapoor. La ciudad de Venecia accedió de manera extraordinaria a que Peggy Guggenheim fuera enterrada bajo las esculturas de Giacometti, con sus difuntos perritos.