El soldado Byron Long
A medida que pasaban las horas, los bordes del campo se fueron llenando de espectadores, en su mayoría mujeres, que se sentaron en la hierba y nos observaron, o almorzaron con total indiferencia. Una anciana había traído una silla y una labor. Me acerqué a donde estaba sentada tal y como mi madre me trajo al mundo.
Esta tarde van a despiojar al Primer Batallón —dije—, pero yo que ustedes no me esperaría, señoras. Cuando han visto mil hombres desnudos, va los han visto todos.
—Comment?—preguntó la anciana, sonriendo con dulzura.