Hans
Baumann
El león Lucas
Lucas era un león de circo, como no había otro. Tenía las más divertidas ocurrencias y casi siempre por sorpresa y en medio de la representación.
Una tarde, Lucas tuvo una idea tan divertida, que al final Barbarelli se preguntaba: «¿Es Lucas el director del circo y soy yo el león Lucas, o cómo es esto?».
Lucas había saltado como siempre a través del aro de fuego, que Barbarelli mantenía alzado sobre su cabeza. Cuando Barbarelli entregó a su ayudante el círculo ardiente, sucedió: Lucas alzó la cabeza. Había algo en el aire que le excitaba. Despacio se acercó a Barbarelli y apoyó con fuerza el hocico sobre el bolsillo derecho del pecho. «¿Qué hay aquí dentro? ¡Veamos!».
Barbarelli le comprendió, por algo era su mejor amigo. Un poco desconcertado sacó un gran puro del bolsillo. Lucas elevó una pata:
—¡Enciéndelo de una vez! —El director del circo lo encendió. El humo ascendió. Lucas hizo un par de giros con la cabeza.
—¡Ah, tengo que hacer anillos de humo! —se dijo Barbarelli. Y como era un cigarro enorme, hizo grandes anillos de humo. Lucas tomó carrerilla y saltó a través del primero, luego otro y otro. La gente aplaudía entusiasmada. Y entonces vino la sensación. Lucas se levantó hasta la altura de Barbarelli y se quedó allí con la cabeza un poco inclinada.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿que quieres fumar tú? —preguntó Barbarelli.
Lucas asintió abriendo y cerrando los ojos. Barbarelli le puso entonces el cigarro entre los dientes y Lucas sopló un anillo tras otro. Una fiera mirada de león alcanzó a Barbarelli de lleno.
—¡Vamos, salta de una vez!
Lucas miraba a su mejor amigo como si quisiera devorarle.
¿Qué remedio le quedaba al director más que saltar? Tomó impulso como un león y pasó a través del anillo de humo, una y otra vez. Y cuando a la tercera vez falló, Lucas se rio de tal manera, que el puro se le escapó de entre los dientes. La tienda del circo se estremecía bajo la tempestad de aplausos. Si lo creéis como si no. Ésta fue la más divertida representación del circo Barbarelli y Lucas no volvió a tener una ocurrencia tan divertida.