Christa König
La historia de la cueva de bandidos

Los Pérez tienen amistad con los García. Ambos viven en la misma calle. Los Pérez tienen tres niños, los García también. Un día los padres decidieron ir juntos a una fiesta de carnaval.

—Vuestros hijos pueden dormir aquí —dice la señora García—, conocemos a un agradable muchacho que viene a cuidar los niños.

Antes de salir, la señora García mira en la habitación de Marc y Dennis.

—Esto parece una cueva de bandidos —exclama—, ordenadla un poco. Enseguida estarán aquí los niños de los Pérez y el joven que viene a cuidaros. ¡Portaos bien!

—Cueva de bandidos —repiten Marc y Dennis, cuando su madre se ha ido. Son mellizos y tienen ocho años. Los padres se han marchado. Toni, que viene a cuidarlos, ya ha llegado. También Claudia, Rosi y Fred, los niños de los Pérez.

—¿Queréis ir ya a la cama? —pregunta Toni—, son casi las nueve. Lavaos bien los dientes.

—Me voy a la cama —dice Babette—, la hermana de Marc y Dennis.

—Yo quiero jugar. ¿A qué vamos a jugar? —pregunta Claudia.

—A una cueva de bandidos, de ladrones —gritan Marc y Dennis.

—Bien, bien —gritan los otros— somos bandidos.

—Todos no —dice Toni—, si no, no hay nadie a quien robar.

El juego es así: Marc y Dennis, los bandidos, están en la cueva con Claudia que es su madre. Están conspirando y haciendo planes malvados. Los bandidos llevan puestos sombreros del señor García. La madre lleva el albornoz rojo de baño de la señora García.

Han extendido sobre el suelo la ropa de la cama e instalado allí su campamento.

El salón es el castillo. Rosi y Claudia son las damas del castillo. Están sentadas en el sofá y beben leche con las tazas buenas, que normalmente están en la vitrina. Tienen puestos los camisones y llevan al cuello los collares de colores de la señora García. Dennis está de visita. Es un joven conde y está prometido con Rosi. En el castillo todo es muy distinguido. Luego las damas tienen que salir de viaje. Toni es el coche y el caballo al mismo tiempo. Las damas se cogen a su espalda, y como techo abren un paraguas. El conde Dennis que permanece en el castillo, mueve la mano en señal de despedida. El coche cruza el oscuro bosque.

Tras la puerta del despacho del señor García acechan los bandidos, que se arrojan delante del coche dando gritos espantosos. Al mismo tiempo deslumbran con linternas de mano a los viajeros. Sacan a las damas del coche violentamente y las arrastran hasta la cueva. Allí les quitan los collares y les atan las manos. La madre de los bandidos les da una corteza de pan para que no se mueran de hambre. Toni regresa a castillo con la triste novedad para el conde Dennis. El conde se pone el sombrero rojo con la pluma de la señora García y una espada de madera en el cinto. Levanta la mano y jura que liberará a las damas. Al hacerlo empuja una de las tazas buenas que cae y desgraciadamente, se rompe.

Después el conde Dennis se agarra a la espalda de Toni y cabalga hasta la cueva de los bandidos. Cierto que la puerta está cerrada por dentro, pero las damas abren los cerrojos, ayudadas también por la madre de los bandidos. Se abre la puerta de golpe y comienzan a luchar unos con otros. AI mismo tiempo gritan de tal manera, que las paredes se tambalean. Finalmente el conde Dennis gana la pelea y lleva a los bandidos a la prisión. Allí les untan mermelada por la cara, para demostrar que están heridos. Las damas liberadas vuelven al castillo con el coche.

—¡Uy, la taza buena! —dice Rosi. Claudia recoge los pedazos y los esconde detrás de la vitrina. Después van todos a ver qué sucede en la prisión.

—¡Tú, villano! —grita el conde Dennis.

¿Quién eres tú en realidad? ¿No te he visto ya en otra ocasión? dice Marc, el bandido. Éste extiende el brazo y grita:

—¡Tenemos los dos la misma mancha y en el mismo sitio!

—¡Ah, entonces tú eres mi hermano desaparecido! ¡Qué hermoso es encontrarte de nuevo! —grita Marc.

Se abrazan riendo tan fuerte que no pueden hablar.

Después deciden que Marc, el bandido, puede casarse con otra dama del castillo.

Al final Toni pregunta:

—¿Sabéis la hora que es? ¡Son casi las once!

Ahora están tan cansados que se van a la cama sin lavarse los dientes. A la mañana siguiente dice la señora García:

—¡La casa parece una cueva de bandidos! Me pregunto a qué habréis estado jugando.