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SÍNTESIS POR INVOCACIÓN

Rasguea el viejo banjo, Simón, mientras la diosa, la musa, susurra en tu oído las palabras que debes cantar para que nos apuremos dentro del relato. Canta cómo te encontraste encima de una caja de vidrio que contenía la momia de Merneptah. Era el faraón que dio a Moisés tiempos difíciles, aunque Moisés y los escritores del Viejo Testamento lo trataron peor. Su momia había sido exhibida en una caja a prueba de aire, y así flotó, y así salvó a Simón y al perro. Durante días navegaron a la deriva, comiéndose partes de un faraón seco, lleno de resina, y enfermándose de él y con él.

Canta, Simón, cómo llamaste Anubis al perro, por el dios de los muertos con cabeza de chacal de los antiguos egipcios. Canta cómo abandonaste esa caja por el Hwang Ho, la nave espacial china sin tripulación que encontraste flotando en el mar. Canta cómo tú y el perro comieron mucho de su despensa, aunque tuviste hambre una hora después. Canta, Simón, cómo una lechuza voló hacia el barco y tú la adoptaste, ¿o fue al revés?, y la llamaste Atenea, por la diosa de la sabiduría, que llevaba una lechuza en su hombro, provocando problemas sanitarios.

Y canta, Simón, cómo cantaste una canción triste que incluía estas líneas:

«La tierra está toda lavada

El juego de la vida se acabó

A causa de la lluvia.

No habrá reembolsos.»

Y canta, Simón, cómo el Hwang Ho llegó hasta el monte Ararat, y cómo caminaste hasta la cima, maravillándote de la coincidencia, que sólo podría ocurrir en una mala novela o en la vida. Canta cómo te quedaste contemplando, silencioso, con una loca conjetura (no te importa robarle a Keats). Excepto por los sitios más altos, la Tierra estaba cubierta de agua. ¿Eras el único ser humano que quedó vivo?

Y canta entonces, Simón, cómo viste al anciano, al viejo marinero del espacio.