PRESENTACIÓN

Se ha hablado a menudo de la «masonería» de la ciencia ficción, en el sentido de qué sus autores, más que los de ningún otro género, tienden a reunirse, intercambiar ideas, plantearse proyectos colectivos, continuar los caminos abiertos por otros.

Philip J. Farmer, uno de los escritores de ciencia ficción más versátiles y populares, se ha mostrado a menudo propenso a adentrarse en los terrenos fantástico-especulativos definidos por otros autores, especialmente en los de Edgar Rice Burroughs, de quien Farmer es discípulo en más de un sentido.

Quienes hayan leído las obras de Kurt Vonnegut, especialmente Matadero cinco (Libro Amigo 482) y Dios te bendiga, Mr. Rosewater (L. A. 483), recordarán sin duda a Kilgore Trout, el excéntrico escritor de ciencia ficción de amplia y sorprendente bibliografía (concretamente, su obra Venus en la concha se cita al final del capítulo 9 de Dios le bendiga…)

Pues bien, en esta ocasión Farmer no se contenta con adoptar un escenario ajeno, sino que, directamente, se apropia de un personaje de ficción para convertirlo en autor de una obra real: introduce su mano de escritor en el sugestivo títere creado por Vonnegut, haciéndole completar un libro del que sólo existía una página.

Con su probada capacidad de mímesis, a Farmer no le cuesta gran esfuerzo imitar —o asumir— el estilo de Vonnegut, y, artificios aparte, consigue una entretenida y fantasiosa sátira, muy en la línea de la clásica narrativa de «viajes imaginarios» (la influencia del Erewhon de Buttler es en ocasiones notoria).

Para dar un tono unitario a esta selección, la he completado con otras dos muestras características de la actividad literaria de Farmer: un sorprendente relato de ciencia ficción erótica —vertiente de la que el autor es pionero— y un vigoroso poema de resonancias épicas que evoca tiempo y paisajes prehumanos.

CARLO FRABETTI