CAPÍTULO 22

Las colmenas eran como una versión insectoide de la línea del cielo de Coruscant, e innumerables años de uso la habían hecho crecer hasta salirse completamente de la fosa de los insectos, con serpenteantes torres que rasgaban el techo abovedado tras alzarse desde la cumbre de un montículo de treinta metros de alto compuesto por detritos de caparazones y crisálidas desechadas. Aunque la colonia estaba tan desierta como la mayoría de la mundonave, el liquen luminoso descuidado desde hacía tanto tiempo aún brillaba lo suficiente como para permitirles ver las piernas de un yuuzhan vong muerto sobresaliendo de un agujero causado por ácido en la base de la torre más interior, sacudiéndose y agitándose a medida que el cuerpo era devorado por un voxyn.

Jacen deseó que fuera el voxyn. Tenía los brazos pesados y las piernas temblorosas, y se sentía como si hubieran seguido a esa cosa por todo el diámetro de la mundonave, aunque era imposible saberlo sin el sentido de orientación subterránea de Alema.

—La lectura es correcta —susurró Tekli. Usó ambas manos para levantar el analizador de células y le mostró los números a Jacen—. ¿Quieres que probemos una segunda muestra? Veo algunas deposiciones por allí.

—No es necesario —replicó Jacen. Estaban examinando la colonia desde la boca de un callejón oscuro. Y habría sido imposible recoger las deposiciones sin ponerse al descubierto o sin utilizar la Fuerza, ya que ambas opciones les habrían expuesto al voxyn—. Tesar dijo que el rastro corresponde a la reina. Matémosla.

—Que no tengamos un láser de cañón largo es grave —dijo Ganner suavemente—. Creo que sé dónde está y podríamos agujerearle a través del nido.

—Éste pienza que sería mejor que me acerque sigilozamente por su lado ciego —silbó Tesar—. Si huye, vozotros estáis aquí para atacar y perseguirla.

Cuando Jacen asintió con la cabeza, el barabel saltó a la pared y trepó en silencio hacia el techo, donde pareció fundirse con las sombras. Un débil hormigueo recorrió la nuca de Jacen, un hormigueo que siguió creciendo cuando Tesar se acercó a la boca de túnel. Algo no iba bien, algo que no veían. Tenel Ka tocó el hombro de Jacen y supo que ella también lo había sentido.

—¡Tesar! —silbó Jacen. No quiso utilizar la Fuerza, ya habían aprendido que eso alertaría a la reina de su presencia—. ¡Espera!

—¿Esperar? —preguntó Ganner, dudando—. ¿A qué?

—Silencio —susurró Tekli. Ganner tenía el sentido del peligro de un mynock. Había estado a punto de toparse con una partida de búsqueda yuuzhan vong en dos ocasiones—. Algo no va bien.

Cuando el barabel no volvió inmediatamente, Jacen comenzó a tener visiones sobre perder al último estudiante de Saba. Procuró no salir de entre las sombras y se deslizó por la pared, estando a punto de gritar cuando una sacudida agitó el pasadizo. Tesar siseó por la sorpresa, retrajo las garras y casi le corta la cabeza a Jacen al caer por la pared. Se retiraron adentrándose en el túnel, con la mirada en el débil brillo del techo de la colonia.

—¿Ha aterrizado algo? —preguntó Ganner.

—Algo grande —asintió Tesar.

—Ajá. Intentaban conducirnos hasta una trampa —Tenel Ka golpeó a Jacen en el hombro—. Quizá sea el momento de retirarse, amigo mío.

—Quizá —Jacen no retrocedió. Algo seguía yendo mal, algo que aún no se había revelado—. Pero si es una trampa, ¿por qué se delatan?

Otro golpe, esta vez más pequeño, que hizo retumbar el coral yorik.

—Ézte podría ir a mirar —sugirió Tesar.

Jacen le pasó los electrobinoculares y el barabel saltó por el pasadizo a cuatro patas. Esa zona de la mundonave parecía destinada a producir sustancias alimenticias y otras necesidades, y más o menos cada kilómetro había grandes esclusas de aire con acceso a la superficie. Jacen había recorrido la mundonave lo suficiente como para saber que la red de superficie sería un sistema más eficiente para mover cargamentos que los estrechos y serpenteantes pasadizos del interior.

Un minuto más tarde, Tesar informó:

—Ez un análogo de fragata, quizá la que trajo a Nom Anor. No tiene lanzadera.

Jacen no estaba más preocupado que antes, pese al armamento y al personal extra que implicaba eso. Era sabido que las fragatas de este tamaño sólo llevaban tres compañías de asalto y, si no había contado mal, habían acabado con una y tullido bastante a las otras dos. Si Nom Anor tenía intención de lanzar algún ataque, lo haría con el personal de la mundonave o con la tripulación de la fragata, y en ninguno de los dos casos contaría con hombres lo bastante profesionales como para impedirles escapar.

—¿Alguna señal de una compañía de asalto? —preguntó Jacen.

—La rampa de accezo eztá bajada —contestó Tesar—. Pero los que la uzaron se han ido.

—Entonces no serán muchos —la voz de Tekli sonó más deseosa que confiada.

—Muy bien, Tesar —dijo Jacen—. Mantente alerta mientras decidimos qué hacer.

—Podríamos lanzar un detonador térmico al voxyn usando telequinesis y esperar a que ocurra lo mejor —sugirió Ganner—. O podría llevarlo yo.

—¿Y por qué va a funcionar eso mejor que las otras veces? —preguntó Tenel Ka—. Sólo nos quedan dos detonadores, debemos conservarlos.

Ganner aceptó el razonamiento con un encogimiento de hombros y el Jedi contempló la situación en silencio. Nadie sentía impulsos de huir, al menos no sin saber qué estaba ocurriendo. Habían estado esquivando partidas de búsqueda yuuzhan vong desde que escaparon del grashal de clonaje y la llegada de la fragata era el primer indicio de que el enemigo había supuesto dónde estaban.

Unos minutos más tarde, Tenel Ka dijo:

—Puede que la Fuerza nos haya traído esa fragata.

Señaló a la colonia de la colmena, donde varias decenas de siluetas de yuuzhan vong emergían desde escondites cercanos al voxyn. El líder desarmado salió de dentro de una torre y bajó con paso firme por el montículo de deshechos, dando vueltas alrededor de un pasadizo situado a unos setenta metros de la fosa donde estaban los Jedi. Se reunió con un cuidador de ocho dedos cuya jaula de insectos brillo iluminó el rostro del líder revelando que era el de Nom Anor. De inmediato, ambos comenzaron a hablar y gesticular severamente. Un momento después salía Vergere del túnel, llevando el cinturón del equipamiento de Anakin en bandolera, con el sable láser y las bolsas de útiles aún en su sitio y el comunicador pendiendo de la cartuchera vacía de la pistola láser.

La vista del equipamiento capturado de su hermano llenó a Jacen de pena y culpabilidad. Las airadas acusaciones de Jaina le habían obligado a reconsiderar casi todos sus actos desde la metedura de pata a bordo del Muerte Exquisita y no dejaba de pensar que de haber estado menos preocupado por los desagravios y más por atenuar el ímpetu de su hermano, Anakin aún seguiría vivo. Jacen también estaba preocupado por haberse refugiado en la tranquila respuesta de Anakin al robo del Taquión Volador. Si Jaina, que permanecía en calma incluso en las más encarnizadas batallas era incapaz de soportar la muerte de su hermano, ¿cómo podía él seguir preocupándose por la misión? ¿Cómo no se había vuelto loco de pena?

Vergere echó un vistazo hacia donde estaba el Jedi. Accionó el comunicador de Anakin y de repente dos furiosas voces yuuzhan vong sonaron por la red de comunicación.

Jacen apenas se dio cuenta. Su mirada permanecía fija sobre Vergere. A pesar de lo mucho que le dolía verla llevando el equipo de Anakin como un trofeo, no sintió la urgencia de atacarla, ni siquiera a Nom Anor. A decir verdad, aunque estaba decidido a matar a la reina, tampoco sentía necesidad de matarla. Nada de eso le devolvería la vida a Anakin.

Tenel Ka apretó el dorso de su brazo. Entonces alargó el brazo para coger el micrófono del comunicador y lo apagó.

—No sé a qué estará jugando, pero sería mejor que no nos oigan.

—Gracias —dijo Jacen.

Aunque no podía entender la conversación que sonaba por el comunicador, oyó dos palabras que le resultaron familiares: «Jeedai» y «Anakin». Nom Anor gesticuló furiosamente hacia el escondrijo del voxyn. Vergere extendió las manos y señaló al pasadizo por el que había venido el cuidador. Recitó algo a toda velocidad, algo que incluyó la palabra Jaina, lo cual hizo que el cuidador de ocho dedos se volviera para señalar a las colmenas repitiendo la palabra «voxyn» una y otra vez.

Nom Anor se dirigió a él bruscamente, entonces Vergere y él comenzaron a gritar a Nom Anor y no tardaron en estar los tres gritando a la vez.

—Parece que Jaina ha estado ocupada —observó Ganner.

—¿Por qué será que no me sorprende? —preguntó retóricamente Tenel Ka—. Pero ahora será difícil matar a la reina. La fragata complica el asunto.

—No por mucho tiempo —dijo Jacen. Podía sentir algo en el sitio de su interior que reservaba a Jaina, algo que furioso y tenebroso—. No, si conozco a mi hermana.

* * *

El nuevo modulador de amplitud gravitacional de Cilghal se basaba sobre todo en la tecnología de los sable láser y en algunos concentradores de cristal que había tomado prestado con lo que pensaba controlar la enorme potencia necesaria para bloquear las ondas de un yammosk. Era en parte un generador gravitacional y en parte antena receptora de plastiacero. También era incluso más grande que el destruido cuando los coralitas de la nave rastreadora atacaron su laboratorio, por lo que Booster Terrik no pareció muy contento cuando remolcó el pesado aparato por el hangar, ayudado por Kyp. Bajó a trompicones por la rampa de embarque del Sombra de Jade, negando con la cabeza y agitando su dispositivo de llamada.

—Las órdenes son de evacuar, no de reubicar —gruñó—. El Ventura ya está lleno a rebosar con los refugiados de Reecee. No hay sitio para esculturas Jedi.

—Esto no es una escultura —dijo Kyp—. Es un modulador de ondas gravitatorias y puede ayudarnos a ganar la guerra.

Booster torció el gesto.

—Y un gamorreano pude llegar a ser el próximo Jefe de Estado, pero no será hoy.

El rostro de Kyp enrojeció por el enfado.

—Mira, viejo…

—Ya basta, Kyp —dijo Cilghal deteniéndolo. Le entregó los mandos del aerotrineo y se volvió hacia Booster—. Estoy segura de que cuando el capitán Terrik vea este aparato en acción se alegrará de haberle encontrado un sitio a bordo del Ventura Errante.

Booster frunció el ceño y volvió a reiterar su negativa, pero entonces gritó de sorpresa cuando sus pies dejaron de tocar el suelo y Cilghal lo apartó flotando de su camino.

—Está bien, está bien —refunfuñó—. Si tanto significa para ti, veamos a este trasto en acción.

—Una sabia idea —dijo Cilghal. Le disgustaba utilizar la Fuerza de esa manera con un compañero, pero Booster era tozudo y el tiempo escaso—. Estoy segura de que quedarás impresionado, tanto que nos dejarás usar uno de los alimentadores de tus reactores de fusión.

El ceño de Booster volvió a su más obstinado gesto.

—No abuses, Cilghal. Hablaremos sobre eso una vez que me enseñes qué puede hacer esa cosa.

* * *

Por harto que estuviera Jacen de ver a Vergere y al cuidador discutir con Nom Anor, seguía sin ocurrírsele un modo de llegar al voxyn. Teniendo una fragata llena de yuuzhan vong en la zona, se descartaba la posibilidad de intentar acercarse pasando desapercibidos. Como lo de enviar levitando un detonador o una bomba incendiaria, ya que la criatura había demostrado muchas veces que huiría en cuanto percibiese una utilización de la Fuerza. Sólo les quedaba esperar, pero si era necesario esperaría incluso cincuenta años para destruir a la reina. Se lo había prometido a Anakin.

Vergere y los demás seguían discutiendo cuando una serie de chasquidos frenéticos sonó por la red de comunicación. Jacen buscó a Tesar con la Fuerza y sintió al barabel todavía a la espera en la superficie, concentrado pero no lo bastante excitado como para estar luchando con alguien. Un único clic confirmó que Tesar le había sentido, y después el ruido de un proyectil al explotar reverberó por todo el coral yorik. Vergere se dio la vuelta y saltó alrededor del montículo de deshechos. Nom Anor y el cuidador se quedaron donde estaban, ladrándole mientras desaparecía.

—¿Jaina? —preguntó Ganner.

—¿Quién si no? —contestó Tenel Ka.

Jacen llegó a su hermana con la Fuerza y encontró la fría cólera que sentía sentido desde la muerte de Anakin, por lo que trató de abrir un camino hasta algún vestigio de la Jaina que había conocido toda su vida. Sólo encontró una oscuridad arremolinándose, tempestuosa, irracional, llena de odio. Temiendo utilizar el comunicador por si Vergere tenía el canal abierto, Jacen abrió sus emociones al resto, utilizando la fusión de combate, y envió a Tesar la pregunta que ya estaba en la mente de todos: ¿Era Jaina quien estaba haciendo esto?

Les contestaron con un clic de confirmación.

—Un plan excelente, el de pillar a la fragata por sorpresa —dijo Tenel Ka—. Nos ayudará cuando tengamos que escapar.

Otra explosión sacudió el pasadizo, esta vez más cerca que la primera, seguida de una segunda erupción aún mayor. Empezó a llover copos de liquen del techo. En el interior de la colonia, las piernas del yuuzhan vong muerto desaparecieron cuando el voxyn asustado lo arrastró hacia la parte de atrás de la colmena y desapareció sin ponerse a tiro del Jedi que estaba abajo. Una tercera explosión hizo saltar el polvo de las paredes y trozos sueltos del techo bombardearon la ciudad de los insectos.

La voz desesperada de Tesar sonó por el comunicador:

—Palilloz, allí no, ¡para!

Pese al grito de Tesar, una cuarta explosión hizo caer en alud parte de la bóveda del techo sobre la colonia. Todo un barrio de la ciudad de los insectos se redujo a escombros alrededor de Nom Anor y el cuidador. Toda la fosa de los insectos se llenó con una espesa nube de polvo.

Mientras una esporádica lluvia de coral yorik continuaba desprendiéndose del debilitado techo, Jacen volvió a adentrarse en el túnel y se despojó del equipo.

—Será mejor que nos pongamos los trajes de vacío —susurró.

* * *

Tesar pensó que, tras fracasar dos veces en destruir la fragata, la lanzadera de asalto pilotada por Jaina se retiraría del combate. Habría sido la táctica de un cazador inteligente al enfrentarse a una presa tan peligrosa. Pero Jaina estaba poseída por un frenesí asesino y era incapaz de resistirse a la tentación de una fragata yuuzhan vong aparcada en la superficie, a ciento cincuenta metros de ella, con la rampa de desembarque aún desplegada, colgando como la lengua de un dewback cuando hiperventila. Dio vueltas a su alrededor, buscando el tiro de gracia, y perdió dos esferas de plasma que se desvanecieron de forma casi inmediata en los escudos de singularidad.

La lanzadera de asalto se dirigió hacia su objetivo y se detuvo bruscamente, disponiéndose a dar otra vuelta a su alrededor y realizar un último ataque.

La fragata reaccionó al fin, disparando contra su objetivo una ráfaga de proyectiles de magma y bolas de plasma desde las baterías de babor. A esa distancia tan corta, los proyectiles carecían de tiempo para fijar su objetivo y pasaron de largo sin hacer daños, pero dos esferas de plasma explotaron en la parte trasera de la lanzadera, arrasando los escudos y haciéndola girar sobre sí misma en el cielo.

Por un momento, Tesar temió que la lanzadera explotase o se hiciera pedazos, pero entonces Jaina —al menos pensaba que era ella quien pilotaba— consiguió dominarla y se alejó de allí. La nave ascendió quinientos metros, expulsó una llamarada e inició un largo y tambaleante descenso hacia el horizonte.

Tesar chasqueó la lengua en un gesto de cólera, después pensó un momento y decidió arriesgarse a enviar un mensaje por el canal de comunicación personal de Jacen. No era algo que quisiera transmitir con clics o mediante la Fuerza, aunque hubiera yuuzhan vong escuchando.

* * *

—¡No! —jadeó Jacen.

Había notado que pasaba algo incluso antes de que Tesar se comunicara con él, pero no sabía el qué. Olvidó el comunicador de Anakin en poder de Vergere y abrió un canal general y habría solicitado un informe de daños si Tenel Ka no le hubiese arrancado el micrófono del cuello.

—No ayudarás a nadie haciendo que nos maten —dijo—. Jaina aterrizará la nave sin problemas. Lo sabes.

—No, no lo sé —Jacen inhaló profundamente, utilizando una técnica de meditación para calmarse y recuperar el control de sí mismo—. Pero tienes razón en lo demás.

Jacen buscó a su hermana en la Fuerza y se pasó todo el minuto siguiente intentando mantenerse en contacto con las oscuras emociones que ahora la llenaban. No parecía asustada, sólo colérica y concentrada en el esfuerzo que tenía entre manos. Después, percibió que sus intentos eran cada vez más intensos, su ira acentuándose a niveles que Jacen no pudo soportar, y la perdió.

—Se ha ido —dijo ahogando un grito.

—¿Está muerta? —preguntó Ganner.

—No lo sé —Jacen alzó la vista—. No he sentido eso, sólo he dejado de sentirla.

Tenel Ka lo rodeó con el brazo y se apretó contra él.

—Lo siento mucho, Jacen.

Mientras, en la fosa de los insectos, el polvo se había asentado lo suficiente como para poder ver a los yuuzhan vong apartando los escombros. Aunque los trozos del techo cada vez caían con mayor frecuencia, pronto fue patente que el derrumbamiento había causado pocas bajas. Nom Anor estaba parado ante una colmena derruida, fulminando con una mirada de amargura a dos asistentes que sacaban al cuidador de debajo de los restos.

Cuando el cuidador recuperó la verticalidad y algo de dignidad, se sacudió el polvo y comenzó a hablar con brusquedad a Nom Anor. Por un momento, Jacen pensó que seguirían discutiendo, pero poco después Nom Anor sólo negaba con la cabeza y señalaba al túnel que conducía a la superficie y a su fragata. El cuidador contestó asintiendo, tomó a los guerreros y empezó a atravesar la colonia en persecución de la reina voxyn. El Ejecutor negó con la cabeza débilmente y se dirigió a la fragata a través del túnel.

Apenas se había marchado cuando una voz chirriante surgió de su comunicador:

—Ya puedes salir con seguridad, joven Jedi, no tienes por qué temerme.

Jacen hizo señas al resto para que preparasen las armas y activó el micrófono de su comunicador.

—¿Quién habla?

—No hay tiempo para explicarlo ahora —mientras hablaba, Vergere volvió a la colonia por el lado opuesto al que se había marchado, y señaló hacia donde había huido la reina voxyn—. Tu presa se escapa.