¿ES ÉSTE EL HOMBRE QUE RAPTÓ A MATTIAS?
Seved reconoció la pequeña cara inmediatamente. Era el que había estado sobre el tejado del granero en la granja de Torsten, y que luego se había sentado en la pala para mirarlos. El que Börje había llamado «fisgón».
—Pero qué es esto…
—¿No lo reconoces? —dijo Börje—. Es Jirvin. El que vimos.
—Pero por qué sale su foto en el periódico, qué ha hecho…
Repasó el texto del artículo rápidamente. Ponía que la policía sospechaba que la persona de la imagen pudiera tener algo que ver con el secuestro de Mattias Mickelsson, de cuatro años. Rogaban que cualquiera que tuviera información sobre la identidad del hombre se pusiera en contacto con la policía inmediatamente.
—Pero ¿de dónde ha salido la foto, quién la ha sacado? ¿Y dónde?
Börje se encogió de hombros.
—Probablemente la han sacado al lado de la casa del niño.
—¿Y qué andaba haciendo por ahí?
—No se sabe.
—¿Y Torsten qué dice? ¿Se lo ha preguntado?
—¿Si se lo ha preguntado?
Börje compuso una sonrisa torcida y después repitió, en voz más alta: —¿Preguntarle, a él? ¿Crees que se puede sacar algo en claro de ése?
—Quiero decir, es una cosa grave —dijo Seved—. Si alguien lo ha visto cerca de la casa de Torsten. Por esa zona. No es impensable, ¿sabes? Teniendo en cuenta que lleva muchos años viviendo allí.
Börje asintió con la cabeza.
—Claro que es grave, desde luego que sí —dijo Börje. Se sentó en una silla y, tras un silencio, agregó—: Lennart quiere que lo movamos.
Seved levantó la mirada del periódico.
—¿A Mattias?
—No, al viejecito. Tenemos que ir hasta allí y recogerlo. Se quedará con nosotros durante una temporada. Hasta que dejen de hablar tanto de este asunto del niño.
—Pero ¿por qué? Si no hay ninguna posibilidad de que…
—No comprende que lo están buscando —dijo Börje en voz baja—. Alguien puede verle por ahí arriba. Y si las cosas salen mal, la policía puede enterarse. Y Torsten no quiere visitas de la policía.
Se aclaró la voz antes de continuar:
—Hoy vamos a tener que recoger a todos los pequeñajos que podamos, porque Torsten los quiere de vuelta. Está dándome la lata sobre eso, y he pensado que el niño podría ayudar, así lo haremos antes. Y es bueno que pase tiempo ahí dentro. Puede quedarse con el pequeñajo ése si quiere, pero tenemos que devolver el resto. Tendrás que subir a casa de Torsten con ellos. No me encuentro muy bien. Así que vas a tener que ir tú.
Seved asintió con la cabeza.
—Y traes uno de éstos a la vuelta —dijo, con un gesto de cabeza hacia el periódico—. Pero todavía no he arreglado la ventanilla del Isuzu, así que tendrás que coger el coche de Lennart. Nos lo trae esta noche.
El niño estaba sentado en la cama sin hacer, leyendo un cómic. Del techo colgaba una gran lámpara de papel de arroz que se había vuelto amarillo. Parecía un avispero de la luna. En el suelo había bolsitas de golosinas.
—¿Y dónde anda Jim? —dijo Seved—. ¿Está por aquí?
Mattias se encogió de hombros.
—Entonces estará donde los otros. ¿Qué, vamos a buscarlo?
El niño lo miró. Seved movió la ropa que estaba tirada en el suelo con el pie.
—Pero ponte ropa de abrigo, tendrás un peto de esquí por aquí.