Epílogo

Ya estamos en marzo de 1990, cinco meses después de los acontecimientos que conforman la parte principal de este informe. Jonah se encuentra en pleno proceso de divorcio de Camilla, que sigue aferrándose a él como una lapa. El hijo de Anna nacerá en dos semanas y ella aún no ha decidido lo que va a hacer. Intenta convencerme para que adopte al mocoso, pero le he recordado que estoy muy ocupada con Killer y con el gato Ed. Además, no es que tenga un gran instinto maternal, aunque supongo que podría fingirlo si no me quedara más remedio.

Phyllis Joplin, la exmujer de Ned, se ha recuperado de la brutal agresión que este le infligió. Ahora se ha mudado a una urbanización provista de buenas medidas de seguridad, y ha empezado a dormir de un tirón sin dar un respingo cada vez que oye un ruido. No es que ella y yo tengamos mucho en común, salvo al psicópata que compartimos durante algún tiempo. Dudo que lleguemos a ser amigas íntimas, pero a veces quedamos para tomar algo. Cuando nos vemos procuramos no hablar nunca de él.

El forense atribuyó la muerte de Ned Lowe a asfixia por compresión, el mismo método que él había empleado para asesinar a un número desconocido de chicas. Podrían haber culpado a Pearl de su muerte, pero cuando el inspector de homicidios la interrogó, ella lo miró a los ojos y dijo: «Mira, cariño, me noqueó de un puñetazo y me desplomé sobre él cuando estaba inconsciente. Ni siquiera me di cuenta de que lo estaba asfixiando. No puedes ni imaginarte cuánto lo siento». Pearl no quiso cambiar ni una coma de su declaración. En aquel momento lloraba con tanto desconsuelo que el inspector tuvo que ofrecerle un pañuelo de papel y salir de la habitación. Dadas las circunstancias, decidió aceptar la explicación de Pearl. Me he leído el código penal de California de cabo a rabo y en ninguna parte se menciona la pena por sentarse sobre un hombre hasta matarlo.

Ahora, a fin de rehabilitar su reputación, Pearl trabaja a tiempo parcial en el restaurante de Rosie y está de aprendiza con Henry. Quiere convertirse en panadera, cosa que le llevará casi tres años. Suponiendo que no pierda la paciencia.

En cuanto a mí, después de haber presenciado cómo Pearl aplastaba a Ned hasta matarlo, puede que os preguntéis si me siento mal por la forma en que murió, o por lo mucho que sufrió. Qué va. No me siento mal en absoluto.

En la mayoría de los estados, los delitos de extorsión (incluyendo el chantaje, el soborno y la petición de rescate) suelen considerarse delitos graves, y están castigados con multas, penas de cárcel o ambas cosas. Iris se puso tan nerviosa después de su conversación con el inspector Burgess que decidió llamar al número que figuraba en su tarjeta y pidió hablar con él. Sabía que Joey no estaría de acuerdo con su decisión, así que lo hizo sin consultárselo. Nada más llegar a la comisaría, Iris confesó de plano. No quería involucrar a Joey, pero le pareció que aquella era la única forma de expiar sus culpas. El hecho de que no llegaran a ejecutar el plan obró en su favor, y aunque se les imputó el delito, quedaron en libertad condicional y no tuvieron que ir a la cárcel. El fiscal del distrito supuso que Iris ya había sufrido bastante con la divulgación del vídeo de su agresión sexual, después de que la copia que ella y Joey enviaron a los McCabe acabara circulando por toda la ciudad. Lauren no admitió nunca su responsabilidad en el asunto, pero lo cierto es que merecía alguna compensación por la muerte de Fritz. Iris y Joey se casaron y se trasladaron a Arizona, donde Joey ha abierto una sucursal de Merriweather Homes, la empresa constructora de su padre.

Fue Iris quien me reveló lo que Fritz les había contado durante la fiesta que se celebró junto a la piscina de Bayard. Al parecer, Fritz presumió de conocer el lugar perfecto para enterrar un cadáver. En aquel momento no hizo ninguna referencia específica a la fosa séptica, pero sabía de su existencia porque había pasado varios veranos de su adolescencia en el campamento de Yellowweed. Fritz le contó a Iris que, tras el cierre del campamento, él y sus amigos solían subir hasta allí. Sacaban la tapa de cemento de la fosa y competían para ver quién meaba más lejos, desternillándose cuando los chorros de orina formaban un arco que acababa en el agujero. Fritz también se lo contó a su madre, creyendo que le haría gracia la historia. No se la hizo, pero Lauren confirmó mi teoría sobre la cuestión cuando se lo pregunté.

Al reconstruir lo sucedido supuse que, nada más llegar a Yellowweed, Fritz quiso abrir la fosa séptica para mostrarle a Bayard el parecido de aquello con un ataúd. No alcanzo a imaginar qué pensaría Fritz al mirar hacia abajo y ver el cuerpo momificado de Austin en la fosa. Probablemente no tuvo tiempo de evaluar las consecuencias antes de que Bayard le disparara y echara su cuerpo sobre el de Austin. Puede que nadie hubiera descubierto los dos cadáveres de no ser por los auras gallipavos y mi agudo sentido del olfato.

A Bayard lo detuvieron en el aeropuerto. Ellis, su novio, no estaba involucrado en los crímenes y, por lo que me han contado, volvió a la casa, empaquetó el resto de sus pertenencias y salió del estado. Siguiendo el consejo de su abogado, Bayard se negó a declarar ante la policía y no admitió ninguna responsabilidad en las muertes de Austin Brown y Fritz McCabe. A los que conocíamos la historia, no nos costó deducir que Bayard mató a Austin para impedir que este revelara a Tigg Montgomery las preferencias sexuales de su hijo. Hoy en día nadie se avergüenza de ser gay, pero Tigg Montgomery sentía aversión por los homosexuales y habría desheredado a Bayard de haberse enterado.

Aunque este dato todavía está por confirmar, sospecho que Bayard mató a Fritz para evitar que se descubriera el asesinato de Austin, así como para poner fin a una historia que había comenzado diez años atrás. Tras una minuciosa investigación por parte del fiscal del distrito, Bayard fue acusado de ambos homicidios. Al final de un juicio largo y polémico, los miembros del jurado lo declararon inocente porque el fiscal no logró convencerlos de su culpabilidad más allá de toda duda razonable. No digo que la justicia pueda comprarse, pero si tienes suficiente dinero, a veces puedes alquilarla por un tiempo indefinido.

Atentamente,

Kinsey Millhone