Capítulo XVII
Se encontraban en el límite de un inmenso lago subterráneo; seca sólo había una liviana franja de arena que me ha dado por llamar orilla en la última línea del capítulo anterior. Los dos cavernícolas descansaron un rato y cada uno comió una galleta. Hazard constató que en el transcurso de la natación había perdido el escalpelo y su traje de baño; Fissile, su estilográfica. En ese momento observó que en una roca había unos signos grabados.
—Es lo que se llama un criptograma —dijo Fissile—, o más bien un jeroglífico. Aparece siempre en los momentos críticos de las aventuras novelescas y en muchos casos incluso supone la clave esencial de algunas historias. Nadie ignora que Poe fue el primero en haber puesto en circulación literaria la criptografía. Y se han hecho al respecto tales progresos en los últimos tiempos que nosotros la vamos a descifrar o en dos minutos o en dos días, pero no más.
El agua continúa subiendo.
Ellos se ponen a descifrar.
Una escalera.
Finalmente llegan a los sótanos del Elíseo.