Capítulo X
Una pequeña ciudad en las inmediaciones de Marsella. Las cinco de la mañana. Una camioneta se para delante de la puerta. Descienden dos hombres, tocan el timbre. La puerta se abre. Llevan sobre sus hombros un paquete alargado, bastante voluminoso, que desprende mal olor. La puerta se cierra detrás de ellos. Quince minutos después, la puerta se abre de nuevo. Salen dos hombres; pero uno de los que habían entrado no ha vuelto a salir; yace en una de las habitaciones con el cráneo aplastado; y el que no había entrado pero salía ahora sube a la camioneta mientras nota la presión de un revólver entre sus dos omóplatos. El que había entrado y también salía toma el volante y se pone en marcha. La camioneta se aleja.
En Le Petit Marseillais del día siguiente se podía leer:
Un misterioso drama ha conmovido nuestra apacible localidad. La asistenta de M. Militaire, propietario de Villa Merisier y criador de conejos de Angora, se presentó ayer en la citada Villa, como tiene por costumbre, para hacer su tarea. Se sintió muy sorprendida al comprobar que M. Militaire no se encontraba en la casa, pero su sorpresa se mudó en terror cuando, en el comedor, se topó con un hombre que yacía en medio de un charco de su propia sangre, obviamente muerto, y con un cadáver descompuesto encima de la mesa. Espantada, llamó al guarda forestal, quien no tardó en acudir al lugar con los gendarmes.
Como resultado de la investigación se ha sabido que el hombre muerto se llama Excelsior Mü, con antecedentes penales y sin domicilio conocido. La identidad del cadáver de la mesa no ha sido revelada.
M. Militaire ha desaparecido. Gozaba de una excelente reputación en la comarca. No parece que él sea el culpable de los hechos.
El célebre detective Florentin Rentin está ya tras la pista e intentará aclarar el misterio que planea sobre este siniestro asunto.